Marianna Pizzolato, la profunda voz mediterránea

Marianna Pizzolato, la profunda voz mediterránea

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Con su voz profunda y soleada y una eterna sonrisa, regresa a España la mezzosoprano Marianna Pizzolato para interpretar el rol protagonista de L’Italiana in Algeri de Rossini, en el Festival de Verano de El Escorial, y en la Quincena Musical de San Sebastián. Apasionada del belcanto, nos va a sorprender con su Mistress Quickly del Falstaff verdiano, la próxima temporada en el  Teatro Real.Brío Clásica: Usted es una mujer muy decidida. En su vida profesional, ¿Cuáles han sido esas decisiones que han hecho que hoy esté donde está?

Marianna Pizzolato: Más que de decisiones, me gustaría hablar de la elección que la música ha hecho por mí porque, realmente, tengo que decir que ha sido la música la que me ha elegido y no al revés, y poco a poco, llegó mi amor por ella; es decir, que llegó de forma gradual. Así que ha sido una elección de vida que, en cierto sentido, se ha ido produciendo, de forma recíproca y conjunta; por supuesto, desde que ha surgido este amor, ya no se ha parado nunca…

B.C: ¿Qué diferencia una voz mediterránea de otra que no lo es?

M.P: Me parece una pregunta muy bonita (risas). Yo diría que lo que diferencia a una voz mediterránea de todas las demás es el factor climático y geográfico. Como siciliana, digamos que me encuentro en medio de un cruce de culturas, y por tanto lo que podría caracterizar a una voz mediterránea, podría ser seguramente esa mezcla de culturas; sin duda, la tierra y el sol que caracterizan nuestra zona, influyen mucho, porque ambos dan vida a todos esos minerales y todos esos factores climáticos que seguramente sirven para conseguir una proyección vocal de sonidos y de vibraciones propiamente mediterráneas.

B.C: Usted afirma que, “para cantar belcanto no hay que forzar la voz, sino acompañar el fiato”. ¿Puede desarrollar un poco más esta interesante cuestión técnica?

M.P: Digamos que en estos años me he hecho una idea de lo que, de algún modo, significa el belcanto, y he intentado experimentarla en mí misma. Creo que en cualquier forma operística, ya sea belcanto, ya sea verismo o barroco, no se tiene que forzar nunca la voz; esta es la base que puede acompañar cualquier estilo y cualquier época operística. ¿Qué quiero decir? Pues acompañar la voz con el fiato significa poner al fiato como prerrogativa absoluta para que salga un sonido correcto, proyectado y limpio, porque es importante cantar sano y bonito. Y para cantar sano hay que apoyar la voz en el fiato. El fiato que atraviesa todo nuestro cuerpo y la columna torácica; en mi opinión, no existen las voces grandes o pequeñas, sino que existen voces proyectadas, y es precisamente el fiato el que determina la frecuencia de una voz. Si el fiato se utiliza bien, el sonido vibrará de la forma más natural y caminará el mayor tiempo posible. En definitiva, la voz tiene que correr a través de fiato, como decimos en nuestro argot; y esto es lo que permite que incluso en salas muy grandes, la voz pueda también “viajar”.

B.C: Es usted una gran intérprete rossiniana, ¿cree que el canto rossiniano requiere de una técnica concreta?

M.P: A mí, la verdad es que no me gustan mucho las clasificaciones y no me importa decirlo, aunque en estos años haya hecho muchísimo Rossini, pero yo defiendo que solo hay una técnica. Más que una técnica, para afrontar el repertorio rossiniano, yo hablaría de que es necesaria una cierta característica innata; me refiero a que se tiene que nacer con una cierta predisposición a las coloraturas, a la elasticidad y a la velocidad; y como decía antes, a través del fiato y la técnica, se pueden resaltar todas estas características, que son típicas del canto rossiniano.

B.C: Muchos de los personajes de Rossini para Mezzo son travestidos, ¿Cómo prepara escénicamente estos roles?

M.P: Cantar un rol en travesti es una cosa muy interesante, porque una cambia un poco con ese tipo de rol. No es que se tenga que cambiar el cuerpo, aunque haya que adoptar ciertas actitudes, sino que se trata de un cambio de mentalidad. Puede parecer una broma, pero cuando se canta un rol en travesti en una producción, uno se esfuerza en pensar como un hombre, y en moverse como un hombre; creo que aquí reside el éxito de un rol en travesti. En cualquier caso, es necesario dejarse llevar, porque sobre todo en Rossini, en lo que respecta a la música, está todo escrito. Así que dejándose llevar por la música y pensando un poco no es una tarea demasiado difícil sino más bien al contrario, es muy emocionante.

B.C: Algunos planteamientos escénicos actuales pueden ser peculiares o, incluso, excéntricos, ¿ha dicho alguna vez que no a un papel por su escenografía? ¿lo haría?

M.P: Sí, efectivamente se trata de una cuestión muy espinosa. Hoy en día, los directores de escena hacen un poco de padroni de la ópera. Y sí, una vez tuve que renunciar a un rol, incluso me fui en el curso de una producción. Se puede hacer todo, y todo puede ser bonito; a mí me gustan las producciones modernas, adoro los directores modernos, sobre todo cuando me enseñan cosas nuevas, pero cuando la idea del director de escena sobrepasa la del compositor y no pone de relieve al compositor sino a sí mismo, poniendo a los cantantes en segundo o en tercer plano como vemos muy a menudo en algunas producciones, me parece una falta de respeto. Me ha sucedido, he dicho no y lo volvería hacer si fuera necesario, porque en mi opinión, la música y la voz se tienen que defender más allá de todo esto, y tienen que ocupar el primer lugar; de lo contrario, la ópera misma no tendría ninguna razón para existir.

B.C: Su repertorio es claramente belcantista pero su voz es muy versátil. ¿Hacia que roles o repertorios puede ir evolucionando su voz?

M.P: Afortunadamente, el mundo no se para con Rossini y estoy muy contenta de ello. Me estoy preparando para afrontar el rol de Mrs Quickly, en el Falstaff de Verdi en el Teatro Real de Madrid; haré también muchos Requiems de Verdi, repertorio francés, sin olvidar por supuesto el repertorio sinfónico para mezzosoprano, que es enorme, y me gusta mucho porque me permite expresarme de otra forma. El mundo del concierto es un mundo que te pone en contacto con el compositor y el público de forma diferente a la ópera, y tengo que decir que esta forma de expresión y de contacto con la música y el público me interesa mucho.

B.C: Entre su repertorio se encuentra también el Lied alemán. ¿Cómo es ese momento de introspección que requiere este género, en una sala pequeña, con el público tan cerca y acompañada únicamente de un piano?

M.P: Hace poco que estoy abordando el repertorio liederístico y de recital, pero como decía anteriormente, el contacto con el público es completamente distinto porque se da un contacto más directo, y no hay otros filtros como pueden ser la escenografía, o una orquesta, o el lenguaje propio de la ópera. En este caso, hablamos de otro lenguaje, y de otro lenguaje del cuerpo también. Es muy interesante y tal vez más difícil porque te ofrece la posibilidad de expresarte de manera más directa pero como todas las relaciones de amor, cuando son cercanas son peligrosas.

B.C: La próxima temporada podremos escucharla en el Falstaff del Teatro Real…

M.P: Sí, ¿qué puedo decir de Quickly? Pues que Quickly es un personaje maravilloso. Lo estoy preparando ahora, y me estoy divirtiendo mucho mientras lo estudio. Como en todas las óperas de Verdi, hay siempre un contraste entre lo dulce y lo amargo. Quickly es un personaje de matices irónicos pero con un cierto toque de acidez, así que espero hacerlo bien y divertirme.

B.C: De todas las anécdotas o sucesos que le han ocurrido en su profesión, ¿Hay alguna que recuerde especialmente?

M.P: Le cuento algo divertido que me ocurrió hace años en Pésaro, que fue firmar autógrafos en lugar de mi colega porque los fans estaban convencidos de que era yo la que había interpretado aquel rol en el escenario, y que mi colega había interpretado otro rol. En realidad, los fans nos intercambiaron y nosotras continuamos así durante toda la velada hasta que desvelamos el secreto y todos se pusieron a reír. Fue uno de los momentos más divertidos. Me acuerdo también cuando, por ejemplo, una vez en el escenario me cayó la espada haciendo un rol en travesti y quedé solo con la vaina de la espada, así que comencé a luchar solo con la vaina, y el público lógicamente empezó a reírse durante una ópera seria (risas).

Entrevista: Paloma Sanz
Fotografías: Como Isabella en L’Italiana in Algeri en el MET
(c) Ken Howard/Metropolitan Opera
Como Isabella en L’Italiana in Algeri en el Maggio Musicale Fiorentino (c) Simone Donati