Nancy Fabiola Herrera

Nancy Fabioloa Herrera

Tras actuar esta temporada en la Ópera Nacional de París como Maddalena en Rigoleto, ahora llega a Madrid, al Teatro de la Zarzuela, con su recital “Gitanas”.
Con la misma serenidad que demuestra sobre los escenarios y la sensualidad de una voz envolvente, la mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera nos recibe en Madrid recien llegada de Brasil, tras ofrecer allí dos exitosos recitales.

BRÍO CLÁSICA: Continuó sus estudios en USA y desarrolla en el Continente americano la mayor parte de su carrera profesional. ¿Ofrece América más oportunidades artísticas que Europa?

NANCY FABIOLA HERRERA: La ciudad de NY es un centro artístico neurálgico, el más importante de todo el continente. También las discográficas europeas están representadas y realizan sus casting y audiciones. Por todo esto, y más si has realizado allí tus estudios, resulta muy cómodo vivir y trabajar allí. Profesionalmente es el mejor sitio para mi y es donde se encuentran también mi pianista, mis preparadores, mi maestro y no tengo que trasladarme a otros lugares para hacer audiciones. Sobre todo ofrece comodidad.

B.C: Hablado de “Gitanas”, que es la producción que le trae al Teatro de la Zarzuela de Madrid, ¿qué tiene de diferente?

N.F.H.: Este concierto es un recital al uso. Difiere del espectáculo inicial en que hemos prescindido del cuerpo de baile y parte de la representación escénica. La idea principal es la de utilizar obras en las que la protagonista es la mujer gitana española dentro del mundo de la lírica, sinfónica, ópera y zarzuela. Este rol de mujer es la protagonista del espectáculo.

B.C: Los personajes que interpreta suelen ser mujeres muy temperamentales y con una exigencia dramática importante. ¿En algún momento se produce un choque entre ambas técnicas, la vocal y la artística?

N.F.H.: Para evitar esto hay que tener gran versatilidad y dominio. Cada personaje tiene una exigencia vocal diferente, a parte de la exigencia dramática. No es igual la vocalidad de una zarzuela que, si es completa, hay que combinar la parte hablada con la cantada, con una ópera que no tenga diálogos. La exigencia es diferente.
En este recital se trata de mujeres todas ellas temperamentales y eso ofrece la oportunidad de mostrar una paleta de colores muy diversa. Estas obras representan diferentes aspectos de esa mujer gitana. Representa la parte pasional, la parte de superstición, de magia, la gitana que emigra, la que muere de amor. Hay que tener entonces una gran capacidad camaleónica para poder ir de un personaje a otro en una sola noche y darle a cada una sus características concretas.
Esto no es fácil pero supone un reto muy lindo. Significa que puedes llevar al público por un viaje de emociones bajo un mismo hilo conductor, que es el de la mujer gitana visto a través de los ojos de diferentes compositores. Son personajes que me llegan muy dentro y que tienen una parte que me gusta mucho que es su componente espiritual.

B.C: ¿Y existe en la representación un cierto margen de improvisación o hay que atenerse a la dictadura de la dirección escénica?

N.F.H.: Cuando hablamos de una puesta en escena siempre partimos de un concepto inicial, pero no hay nada implacable. Se puede tener un director con un concepto muy determinado, ver un personaje de determinada manera y hacer una propuesta escénica, pero el artista también tiene que estar de acuerdo con esa propuesta. Si el acuerdo no es completo hay que buscar el diálogo hasta conseguirlo para ser convincente en la interpretación. Si no crees en la propuesta escénica es muy difícil llegar al público. Uno tiene que estar convencido de lo que hace, pero no suele haber una dictadura salvo en casos muy extremos. Siempre, en el interés del director, como en el del artista, se establece un diálogo y se llega a una creación conjunta. Se comparten las ideas y el resultado es fruto de la idea de ambos.

B.C: Posee un instrumento muy versátil y contundente y vemos como crece y madura. Con sus características y respecto al repertorio, ¿hacia dónde cree que evoluciona su voz?

N.F.H.: La voz es un ente cambiante. Atendiendo a ese cambio, hay dos cuestiones principales: una es el repertorio que por naturaleza sea más cómodo a tu voz y otra, es el que vas adaptando a medida que la voz madura.
Dentro de lo que me resulta más apropiado cantar me gusta ser versátil, interpretar diferentes personajes con tesituras vocales distintas. Siempre dentro de mis características. Me interesan los personajes que tienen algo que decir, que tienen riqueza y diferentes estilos. No me gusta decir que soy especialista en un repertorio concreto y ceñirme a él, aunque esto también sea muy bonito y un auténtico arte. Pero en mi caso pienso que hay una paleta tan variada de obras y estilos que no me resisto a hacer incursiones en cada una de ellas.
La voz es algo que uno va observando como cambia, como adquiere solidez y cambian sus características. Se va definiendo entonces un repertorio que, tal vez, no era el más adecuado en un principio pero al que se llega después de una evolución de la voz.
Dentro de poco me veo haciendo incursiones en obras de Verdi, un Verdi temprano, más lírico. Roles tal vez más adecuados a la madurez actual de mi voz. Por ejemplo una Dalila o una Gioconda. Son roles que van siendo de un gran peso y madurez. Yo voy absorbiendo y probando, cuando veo que algo está lo suficientemente maduro y resulta adecuado y cómodo a mis características, voy hacia delante con ello.

B.C: Respecto a la captación de nuevos públicos, tanto espectadores como artistas, ¿cómo ve el fututo de la ópera?

N.F.H.: Creo que los teatros están haciendo un gran esfuerzo para presentar propuestas más cercanas a todo tipo de público. Desde hace varios años se están ofreciendo espectáculos que hacen la lírica más popular.
Creo que el concierto de los tres Tenores marcó un antes y un después en este tipo de acontecimientos. Ya no era solo un grupo exclusivo el que podía tener acceso a la lírica. No quedó casi nadie en el mundo que no supiera que se había producido ese concierto, y sus protagonistas se hicieron populares y eran reconocidos por todos los públicos. Es importante sumarse a propuestas diferentes para llegar a más gente, pero siempre respetando la esencia de las obras a representar.
Soy optimista con el futuro, es un mundo en constante transformación. Respecto a los artistas, hay una cantidad de voces maravillosas y creo que ahora los cantantes tienes más oportunidades de formarse, de prepararse realmente para esta carrera. El hamdicap puede estar en que vivimos en el mundo de la rapidez y la inmediatez. Parece que no hay tiempo suficiente para madurar, que falta tiempo, lo queremos todo ya y la voz es un proceso físico interno.
Hoy en día parece que lo que prima en un cantante a la hora de interpretar un personaje es el componente físico, parece que la voz ha pasado a un segundo plano, y estamos hablando de ópera, donde lo más importante es la voz, el instrumento. Que el rol que se interpreta sea el adecuado. Pero no siempre sucede así. El peligro es que a un artista joven se le exijan roles que no son los adecuados. Si no se cuidan estos aspectos se puede acortar la carrera de un artista. Se debe ser paciente, cosa muy difícil cuando se es joven, y, sobre todo, en estos momentos en los que lo inmediato es tan importante. Parece que perdiéramos el tren.
La necesidad de madurar, de tener una proyección a largo plazo, permite desarrollar mejor una carrera. A veces hasta los propios agentes o teatros caen también en ese error. Parece que se trata de ofrecer algo a corto plazo sin importar demasiado lo que pueda pasar después. Los jóvenes artistas deben tomar conciencia y no ceder a la inmediatez. Deben ser observadores de su voz y sus características y elegir muy bien lo que es conveniente en cada momento. Lo contrario puede pasar factura.
Mientras, tenemos que ser imaginativos para atraer al público, hacer que asista a los teatros a ver cualquier expresión artística. Que no se conformen con ver un vídeo o la televisión. Que se acerquen a disfrutarlo en vivo y aprecien la diferencia. Que se sorprendan.

B.C: Ud. Tiene una gran capacidad de transmitir sobre el escenario, ¿cómo se canaliza toda esa energía que llega al público?

N.F.H.: Creo que ante todo somos comunicadores. El actor, el cantante, el pintor… tratamos de comunicar con nuestro arte. En ese momento te conviertes en un canal de energía en el que, a través de la música, estimulas los sentidos y sentimientos de quienes nos escuchan.Cr
Creo que es muy importante ser honesto con uno mismo y no ignorar tu interior. Hay que ser capaz de atreverse a mostrar la alegría, el sufrimiento, la pasión… y todo de manera muy honesta.
Cuando tengo que interpretar un personaje, en ese momento me convierto en él, de esa manera observo que llego al público con más intensidad. Si adopto el personaje, si me lo creo, quien me escuche lo va a creer también. Si no es así, es difícil convencer a nadie. La energía no miente, llega o no llega.
Hay gente que interpreta con tal honestidad, con una capacidad de comunicación de corazón a corazón que te mueve por dentro, que no te deja indiferente y eso es lo que el público busca. No quieren salir del teatro igual que entraron. Para eso hay que dejar que fluya la energía y se produzca la magia de la comunicación.
Para que esto se produzca hay que trabajar mucho con el propio cuerpo, para responder a esa exigencias vocales y al llegar al escenario, no tener que pensar ni calcular, sino dejar que todo fluya.