Entrevista a Iñaki Encina desde el Colón de Buenos aires, donde dirige a grandes voces en Anna Bolena

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Entrevista al director de orquesta Iñaki Encina Oyón.

1- El pasado día 23 de junio dirigió el estreno de Anna Bolena en una casa de ópera legendaria, el Teatro Colón de Buenos Aires, ¿cómo ha sido este estreno en el teatro más importante de Sudamérica?

Ha sido todo un desafío, ya que Anna Bolena no se había vuelto a representar en el Teatro Colón desde que se estrenó en 1970, y también era repertorio nuevo para mí. Pero muy gratificante por el excelente nivel de los profesores de la orquesta y el coro, además de la calurosa acogida del público.

2- Además, en esta producción de Marina Mora trabaja con grandes voces como Olga Peretyatko, Daniela Barcellona o Xabier Anduaga, entre otros, ¿cómo se trabaja en los ensayos y después sobre el escenario con un elenco como este?

Poder dirigir esta obra con un elenco internacional de semejante nivel ha sido todo un lujo. En el caso de Daniela Barcellona o Alex Esposito que ya han cantado sus roles con anterioridad y que además son italianos, uno solo debe acompañarlos, porque lo que proponen está muy madurado tanto vocalmente como desde un punto de vista actoral. Solo hay que recrear los colores y atmósferas que proponen con la orquesta. Y en el caso de Peretyatko y Anduaga son voces excepcionales, que es lo que requiere este repertorio. Uno trata de darles toda la libertad y soporte para que puedan ofrecer al público todo lo que tienen. Evidentemente, como director uno trata de atar todos los cabos y dar una coherencia a la interpretación en cuanto a los tempi, pero llegada la función, está la magia de la ópera. Artistas de este calibre son enormemente generosos con el público y uno trata de llevar a la orquesta hacia ese nivel.

3- El Teatro Colón es uno de los más grandes del mundo, con capacidad para casi 2500 espectadores, ¿estas dimensiones, qué ventajas e inconvenientes pueden tener para la orquesta y los cantantes?

No solo es uno de los más grandes del mundo, también cuenta con una de las mejores acústicas. Ya había tenido ocasiones de escuchar ópera en la sala como público, además fue en el debut aquí de Xabier Anduaga cantando Rossini y la voz llenaba el teatro. Pero uno siempre debe tratar de controlar la orquesta. Igual, los profesores conocen la acústica de la sala mejor que nadie. Pero un trombón no deja de ser un trombón. Hay que hacerles entrar en el drama sin saturar con decibelios. Crear esa conexión entre el foso y la escena es lo más delicado. Por suerte, al ser una versión semiescénica los movimientos eran limitados y los cantantes podían posicionarse para cantar cómodos y evitar grandes distancias. Solo el coro estaba a más de 13 metros, y esta partitura tiene números corales muy importantes. Pero debo decir que es uno de los mejores coros de ópera que he escuchado. El nivel individual de las voces es excelente y la preparación del maestro Miguel Martínez, impecable.

4- Creo que la producción era inicialmente en versión de concierto, pero al final fue escenificada, acompañada además de los figurines de Mercedes Nastri. Háblenos de esta producción y cómo se desarrolla finalmente.

Estaba anunciada como una versión de concierto. Pero es verdad que uno no puede pretender hacer más de 3h de música teniendo a los solistas ahí sentados. Así que, partiendo del nivel excepcional del elenco reunido, decidieron crear un dispositivo escénico, minimalista pero eficaz. Seis plataformas de diferentes alturas que permiten espacializar a los cantantes creando diferentes vínculos. Y todo un trabajo de luces para dramatizar las diferentes escenas. Marina Mora coordinó el trabajo, con un resultado estético que permite seguir la trama con claridad. Y la orquesta pasó a estar en el foso, lo que sin duda favorece el equilibrio. Así que el público ha podido disfrutar de una versión semiescénica donde los cantantes han actuado como si fuese una producción convencional.

5- ¿Qué sensación le produce estar en ese foso, por el que han pasado directores como Arturo Toscanini, Otto Klemperer o Herbert von Karajan, entre otros muchos?

A veces pienso en eso cuando veo el teatro por fuera o al admirar la magnífica sala. Uno es consciente de las grandes personalidades y voces que han pisado este teatro. También la gente no paraba de repetir que este título no se hacía desde hace más de cincuenta años. Uno puede sentir el peso de esas expectativas. Pero al final, la responsabilidad es con los músicos que tenemos enfrente, la partitura que debemos defender y con el público que va a asistir. Uno siempre debe afrontar el trabajo con humildad y devoción. Además, quizás haber comenzado mi carrera en la lírica en la Ópera Nacional de París ha hecho que desde los veinticinco años me he estado cruzando con grandes cantantes y directores por los pasillos. No soy de mitificar a los artistas. Nunca me he tomado la típica foto con un cantante famoso.

6- Desde 2016 es director de la Académie Baroque Internationale del prestigioso Festival du Périgord Noir, que este verano presenta su 21ª edición, ¿qué ópera van a presentar en esta edición y por qué la han elegido?

Tras siete ediciones haciendo oratorios me apetecía cambiar. La resurrezione, Der Tag des Gerichts, Sanctus Petrus et Sancta Maria Magdalena, San Giovanni Battista… ¡ya bastaba de matar y resucitar a Jesús! Así que me he decidido por una ópera y un repertorio preclásico, más tardío de lo que hacemos habitualmente. Vamos a montar Il Parnaso Confuso de Gluck, que es una comedia deliciosa que escribió para la boda del futuro emperador de Austria. Aunque es una obra posterior a su Orfeo y Eurídice, y a su reforma estética en la ópera, esta acción teatral con texto de Metastasio mezcla grandes arias en la tradición de la ópera seria italiana con unos recitativos muy dinámicos. Me interesa mucho el aspecto teatral, hacer un trabajo sobre los recitativos. Pero tendrán además grandes exigencias vocales y la oportunidad de lucirse. Creo que reúne varios aspectos importantes desde un punto de vista formativo y que el público va a disfrutar de este descubrimiento. Hacer títulos poco conocidos ya es casi una marca personal. Me encanta explorar nuevos repertorios.

7- Ser director de un festival como este requiere tiempo y dedicación, ¿en qué consiste exactamente su trabajo y con cuánto tiempo se organiza?

Apenas hemos terminado una edición que comenzamos a preparar la siguiente. Hay que elegir el repertorio, muchas veces como este año, realizar una edición de la partitura. Todo el proceso de candidaturas y selección de los participantes. Y luego el trabajo durante el festival. No solo preparamos una obra extensa con solistas y orquesta que ofrecemos en concierto, el interés principal es que los músicos aprendan y poder orientarles y guiarles en los próximos pasos de sus carreras. Trabajar con jóvenes artistas, algunos aún estudiantes, es si cabe más exigente. Uno quiere llevarlos a un nivel de excepción y máxima exigencia. Pero la verdad es que es enormemente gratificante porque se entregan al máximo. Y uno continúa viendo los frutos del trabajo cuando las carreras de los participantes se confirman y consiguen diferentes logros.

8- Próximamente va a presentar un trabajo discográfico con canciones y dúos de compositores franceses, “À deux voix”, que estará interpretado por Adriana González y Marina Viotti. ¿Cómo surgió la idea de este trabajo?

El sello Audax records y su director Johannes Pramsohler nos han dado desde el principio a Adriana y a mí carta blanca para defender los proyectos discográficos que nos interesan. En esta ocasión fue Adriana la que me manifestó su deseo de colaborar con Marina Viotti, después de que hubiesen coincidido en dos producciones en el Liceu de Barcelona. Me pidió que pensase en un programa para ellas. Son dos artistas increíbles con voces que se complementan y empastan muy bien. Me decidí por hacer un disco de repertorio francés, con el que tengo muchísima afinidad. Y en el campo de los dúos, está menos explorado que los lieder a dos voces de Mendelssohn, Brahms o Schumann. Partimos de dúos que conocíamos de Fauré o Chausson y fuimos explorando e incorporando otros menos conocidos. El disco tendrá 22 dúos de compositores no tan conocidos como Widor o Delibes y otros completamente desconocidos como Paladilhe o Puget del que grabamos dos dúos en primicia mundial. Y no faltan tampoco las compositoras con dúos de Viardot, Chaminade y Devéria y algunas joyitas de compositores más conocidos como Massenet o Gounod. Se trata de música de entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX.

9- Después de este verano tan laborioso, ¿qué otros proyectos le esperan a corto y medio plazo?

Pues el otoño va a estar cargado con la salida del disco y recitales en Rouen, París y más tarde en Barcelona, Sevilla, Frankfurt y Bolzano. Además, dos producciones de ópera: Cenerentola en el Teatro de los Campos Elíseos y Werther en Baden-Baden.

10- Si pudiera elegir un nuevo proyecto para la próxima temporada, ¿cuál sería?

El proyecto que más me ilusiona ahora es el nuevo disco que vamos a grabar con Adriana González en mayo. Pero esta vez yo como director de orquesta en vez de al piano. Grabaremos arias de Mozart y de contemporáneos de este. Compositores que triunfaban en Viena que escribieron para la misma cantante. Una prima donna con la que Adriana se identifica vocalmente. Pero si hablamos de deseos, justamente Adriana y yo estamos deseando poder coincidir en una producción de ópera juntos. O puestos a pedir, por qué no un Capuleti e Montecchi con Adriana como Giulietta y Marina como Romeo.

Acaba de dirigir Anna Bolena en el Teatro Colon de Buenos Aires. Sobre el escenario Daniela Barcellona, Olga Peretyatko, Xabier Anduaga y Alex Esposito, pero para quien debutó como director en la Opéra National de Paris, nada le vine grande.