Entrevista a Carmela Remigio

Carmela Remio

Desde que en 1996 fuera llamada por Claudio Abbado para representar por primera vez el rol de Donna Anna, en la ópera Don Giovanni, de Mozart, Carmela Remigio (Pescara 1973) lo ha interpretado en más de 350 ocasiones, convirtiéndose en una referencia para este personaje. Desde el 19 de junio debuta en el Liceu de Barcelona su Donna Anna junto a Marcusz Kwiecien. Antes del estreno nos habla de su carrera e inquietudes ante este Don Giovanni.

Brío Clásica: Después de interpretar más de 350 veces un rol, como es el de Donna Anna en Don Giovanni, ¿cómo se mantiene la frescura del personaje y se evita caer en la rutina?

Carmela Remigio: Tengo que confesarle, que es un rol que nunca deja de sorprenderme. Cada vez que lo interpreto, encuentro nuevos detalles, porque Donna Anna es un rol muy rico, tanto desde el punto de vista musical como teatral. Cada nota está pensada para acentuar el carácter psicológico del personaje. Y, afortunadamente, he tenido la oportunidad de aprender de grandes maestros. Tampoco podemos olvidar que cada noche te subes al escenario con diferentes colegas que interpretan a Don Giovanni, Don Ottavio, Donna Elvira…, y las relaciones y las energías son distintas. Y, por supuesto, están también las diferentes lecturas de la obra desde el punto de vista escénico. Todo eso hace que, por mucho que interpretes ese rol, nunca caigas en la rutina, porque es prácticamente imposible hacer siempre la misma Donna Anna.

B.C. ¿Cómo se construye un personaje como éste? ¿Cómo es la Donna Anna de Carmela Remigio?

C.R. Trato de ser lo más fiel posible a la partitura, tanto al texto como a la música. Así que me preocupo mucho de interpretar cada acento y cada palabra para mantenerme fiel al personaje. Para mí, Donna Anna es una mujer joven, que reprime su sensualidad y su pasión por un hombre para ella tan fascinante como Don Giovanni, una pasión que la quema interiormente y de la que no se curará en toda su vida. Quiere vengarse porque Don Giovanni la ha traicionado con otras mujeres y no sabe cómo sobrevivir al dolor de haber perdido a un padre y de haber descubierto que ese hombre por el que siente una pasión desmedida, no es solo suyo, sino que es también el hombre de otras mujeres. Grita venganza porque no puede tener a Don Giovanni, el amor de su vida. Donna Anna es un personaje muy complejo desde el punto de vista psicológico. Las mujeres mozartianas, en mi opinión, son uno de los mejores regalos que nos ha hecho Mozart a las sopranos, porque están llenas de arias maravillosas que describen perfectamente el estado emocional, moral y social de todos los personajes. Yo creo que Elvira es un personaje más barroco, un personaje más ligado al pasado; en cambio, Donna Anna representa el futuro: “Non mi dir” puede que sea la primera aria del belcanto con un recitativo, un cantábile que se aproxima a una “Casta Diva” o “Al dolce guidami” de la Anna Bolena… es una cabaletta final con unas agilidades estratosféricas… Mozart, realmente, nos ha dejado una música extraordinaria para descubrir a todas estas mujeres tan distintas entre sí… cien años después esto es lo que hará Verdi con la música y la parola…

B.C.:¿Qué tiene que tener un nuevo personaje para que pase a formar parte de su repertorio?

C.R. Pues, sobre todo, tiene que ser adecuado para mí desde el punto de vista vocal. En segundo lugar, la voz tiene que ser capaz de poder afrontar el temperamento del personaje y después todo lo demás se desarrolla con el trabajo, la técnica teatral y las ideas interpretativas. Pero como le digo, para la elección de un nuevo rol es determinante que sea vocalmente apropiado.

B.C.¿Cómo recuerda su experiencia con Claudio Abbado? ¿Qué le enseñó el maestro italiano?

C.R. Para mí fue muy importante porque sucedió al principio de mi carrera. De un gran maestro como Claudio Abbado, aprendí lo que es el rigor musical, es decir, a leer la música con rigor. Él me enseñó que Mozart debe ser un lenguaje claro, transparente, enérgico, y que el lenguaje musical de Mozart es sinónimo de rigor… Además de Mozart, también canté Verdi con él y puedo confesarle que su Verdi era igualmente riguroso. Cuando observas a grandes directores como él, realmente aprendes que por encima de todo y como primera regla está el ponerse al servicio de la música.
B.C.¿Qué nos puede contar de la producción high-tech con plataformas y escaleras imposibles que presenta Kasper Holten?

C.R. En mi opinión, es una propuesta muy interesante, porque está muy bien trabajada desde el punto de vista teatral; hay un gran dinamismo y una clara diferenciación psicológica de los personajes, sin caer en el mal gusto y sin traspasar el texto. De hecho, cuando lees el libreto te das cuenta de que todo lo que hace tiene sentido. Es una lectura muy trabajada. Y la puesta en escena con esa casa que gira, en cierto modo, simboliza un poco ese enredo de sentimientos que hay en los personajes.

B.C. La ópera es un arte multidisciplinar, no basta con tener un buen instrumento. ¿Cómo se prepara una carrera que exige dominar tantas disciplinas?

C.R. Hoy en día, a la cantante se le exige no solo que sepa cantar, sino recitare y que su interpretación sea creíble; la interpretación actoral es hoy tan importante como la vocal. No he estudiado para ser actriz, pero durante todos estos años he observado mucho a mis colegas de profesión y he tratado de aprender fijándome en los actores de teatro, voy a menudo al teatro e intento aprender de todos los espectáculos teatrales, también voy mucho al cine… Además, también aprendo de los directores de escena, siempre les pido consejo y hablo mucho con ellos. El hecho de haber tenido la oportunidad de trabajar con grandes directores como Peter Brook, David McVicar, Graham Vick, Pier Luigi Pizzi, Robert Wilson, Mario Martone o Damiano Michieletto, entre otros, me ha permitido crecer y madurar como intérprete. Para mí, hablar, discutir en positivo y dialogar con el director de escena es una buena escuela para aprender y crecer como intérprete.

B.C. Es usted una mujer muy expresiva y poderosa sobre el escenario, ¿qué supone para usted cantar?

C.R. Es mi forma de expresarme emocionalmente, como ser humano. Me gusta mostrar esa parte emocional además de la artística.

B.C. Se inició en la música a través del violín, el canto llegó casi por casualidad. Cuando se decidió por desarrollar una carrera operística, ¿qué es lo que esperaba y qué es lo que está encontrando?

C.R. La verdad es que nunca me había imaginado una vida y una carrera como cantante, sino como instrumentista porque yo estudiaba música… y si le soy sincera, yo esto del teatro lírico, en un principio, me lo tomaba como un juego… No me lo tomaba en serio, pero después me di cuenta de que a través del canto podía explicar mejor la música… En realidad, podemos decir, que más que una elección mía, fue el destino quien me eligió a mí.

B.B. ¿Por qué cree que, en general, se programan tan pocas obras barrocas?

C.R. Pues no tengo ni idea … digamos, que es un misterio barroco. A mí el barroco me encanta. No sé por qué no se programa más, pero cuando hacemos un título barroco siempre suele llenarse la sala. Hay un público que ama el barroco y se queja de que apenas hay barroco en los teatros de ópera. Yo canté Alceste de Gluck en Venecia y recuerdo que todas las noches colgamos el cartel de “no hay entradas”.

B.C. Echamos de menos volver a escucharla en Madrid, ¿tiene previsto algún trabajo próximamente?

C.R. Nada más acabar Don Giovanni en Barcelona, me voy a Madrid a hacer la Contessa de Le nozze di Figaro en el Festival de verano de San Lorenzo de El Escorial, los días 20 y 22 de julio, y también estaré en la Quincena Musical de San Sebastián los días 13 y 15 de agosto… y en diciembre, volveré para cantar el Requiem de Verdi con la Orquesta Sinfónica de Tenerife bajo la batuta de Michele Mariotti… también regresaré al Teatro Campoamor de Oviedo para cantar Mozart …

 

Entrevista: Paloma Samz