Falstaff

El próximo 23 de abril el Teatro Real estrenará una nueva producción de Falstaff, de Giuseppe Verdi, en coproducción con el Théâtre Royal de la Monnaie de Bruselas, la Opéra National de Burdeos y la Tokyo Nikikai Opera Foundation ─teatros donde se presentará posteriormente─ y la empresa NEOescenografía SL.

La ópera, que estará en escena hasta el 8 de mayo ─11 funciones con doble reparto─, será retransmitida en directo el 2 de mayo por el canal de televisión Mezzo y en diferido por La 2, de RTVE. Asimismo, la grabación estará disponible en el Palco Digital del Teatro Real y será editada en DVD con distribución internacional.

Falstaff nace del fabuloso libreto de Arrigo Boito inspirado en pasajes de Las alegres comadres de Windsor, Enrique IV y Enrique V de William Shakespeare (en una edición traducida por Victor Hugo) y del genio de Giuseppe Verdi que, ya octogenario, escribe una partitura genial, despidiendo su carrera operística con un canto a la humanidad lleno humor, sabiduría, vitalidad, hondura y regocijo.

Arrigo Boito ─compositor, poeta y dramaturgo que ya había unido su nombre al de Shakespeare y de Verdi en Otello─, entrelaza y funde las escenas y personajes shakespearianos en un libreto todo en verso, que es en sí mismo una obra literaria. El autor utiliza la fonética e inflexiones de la lengua italiana arcaica al servicio de la comedia, bebiendo del teatro isabelino, de Goldoni o de Moliere, intercalando frases de Shakespeare o citas de Boccaccio y jugando profusamente con la métrica para las distintas situaciones: pentasílabos para los arrebatos amorosos, hexasílabos para las burlas de las comadres, octosílabos para las persecuciones a Falstaff, o duplos septisílabos para sus monólogos, todo combinado con enorme destreza y eficacia dramática.

La inmensa riqueza teatral, semántica y poética del libreto se ajusta minuciosamente a la partitura de Giuseppe Verdi, que se recrea articulando pequeñas células melódicas, tonalidades, detalles de instrumentación, timbres y armonías asociadas a personajes y situaciones dramáticas, con una fluidez, complejidad y frescura asombrosas. Una música vertiginosa nos lleva de la juventud a la vejez, de la realidad al sueño, de la dulzura a la ira, de la carcajada a la reflexión, burlándose o compadeciéndose de los personajes, o uniéndose a sus miedos, risas, penas o devaneos.

Laurent Pelly, reconocido maestro en la dirección de actores, que en el Teatro Real ha triunfado con tres divertidas comedias ─La hija del regimiento, de Gaetano Donizetti (2014), Hansel y Gretel, de Engelbert Humperdinck  (2015), y  El gallo de oro, de Nikolái Rimski-Kórsakov (2017)─, vuelve en esta ocasión para dirigir una nueva producción de la obra maestra de Verdi en la que, una vez más, es también el autor de los figurines.

En su concepción de la ópera, cuya acción traslada a nuestro tiempo en una escenografía esquemática, ‘orgánica’ y mutante diseñada por Barbara de Limburg, Laurent Pelly va profundizando en el interior de los personajes, en un viaje metafísico en el que se desvanecen los límites de la farsa y de la comedia, para entrar en el reino mágico del encantamiento y la fábula.

La endiablada partitura de Verdi estará dirigida por Daniele Rustioni, director musical de la Ópera de Lyon, de la Orchestra della Toscana y de la Ulster Orchestra (ésta, a partir de septiembre), con una fulgurante carrera internacional, que debutará en el Teatro Real después de haber triunfado en los más importantes teatros ópera de todo el mundo.

Estará al frente de un doble reparto, con 10 protagonistas españoles, encabezado por dos reconocidos barítonos en los papeles titulares ─Roberto de Candia y Misha Kiria─, secundados por Daniela Barcellona y Teresa Iervolino (Mistress Quickly), Maite Beaumont y Gemma Coma-Alabert (Mrs. Meg Page), Rebecca Evans y Raquel Lojendio (Mrs. Alice Ford), Ruth Iniesta y Rocío Pérez (Nannetta), Joel Prieto y Albert Casals (Fenton), Simone Piazzola y Àngel Òdena (Ford), Christophe Mortagne (Dr. Caius), Mikeldi Atxalandabaso (Bardolfo) y Valeriano Lanchas (Pistola).

Falstaff se presentará en el escenario del Teatro Real después de 17 años de ausencia: en 2002 se ofrecieron ocho funciones de la icónica producción de la Scala de Milán concebida por el director de escena Giorgio Strehler, ya entonces fallecido, como homenaje a su brillante carrera.

El gordo fanfarrón y vividor volverá para divertirnos con nuestras penas, redimirnos de nuestras miserias y llevarnos a un mundo mejor, más tolerante y risueño, donde “tutto è burla”. 

AGENDA | ACTIVIDADES PARALELAS 

16 de abril a las 20.15 horas | Teatro Real, Sala Gayarre

Enfoques: encuentro con Daniele Rustioni y Laurent Pelly ─directores musical y escénico de Fasltaff, el escritor y musicólogo Andrés Ibáñez y Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real.

Acceso libre hasta completar aforo.

27 de abril a las 18:00 horas | Museo del Romanticismo, Auditorio

Cuentacuentos en familia: los cuentos de Shakespeare, por Rosa Muñoz.

Con motivo del Día del Libro, el Museo recuperará las versiones que Charles y Mary Lamb hicieron en el siglo XIX de los cuentos de Shakespeare.

Actividad libre para mayores de 8 años. Reserva de plazas en el teléfono 914 483 647.

28 de abril a las 12.00 y a las 17.00 horas | Teatro Real, Sala Gayarre

¡Todos a la Gayarre!: talleres musicales para toda la familia, con dirección y presentación de Fernando Palacios.

El vividor que se reía del mundo: torpe, vanidoso, cobarde, gordinflón, pendenciero… pero muy simpático.

28 de abril a las 13.00 horas | Teatro Real, Sala principal

Ópera en cine: Otello, de Giuseppe Verdi, que, como Falstaff, tiene libreto de Arrigo Boito a partir de William Shakespeare. Dirección musical de Renato Palumbo y dirección de escena de David Alden, con Gregory Kunde, Ermonela Jaho, George Petean y Alexey Dolgov en los papeles protagonistas.

Hasta el 20 de abril | Teatro Real, Sala principal, talleres, salas de ensayo

Ópera al descubierto: El ingenioso y sarcástico Falstaff servirá de excusa para conocer con detalle todo lo que rodea una producción de ópera. Ensayos, vistas técnicas y vivir en primera persona los imprevistos de un estreno de ópera, son algunos de los alicientes de este singular taller.

2 de mayo a las 20.00 horas

El canal de televisión Mezzo retransmitirá Falstaff en directo para todo el mundo.

La 2, de TVE retransmitirá la ópera en diferido en fecha todavía por determinar, antes de su edición en DVD con distribución internacional.

Hasta el 17 de mayo a las 19 horas | Instituto Internacional, Salón de actos

Ciclo de cine: Orson Welles: Master Storyteller.
Con el apoyo de la Embajada de EE.UU. en Madrid
26 de abrilThe Stranger
3 de mayoMr. Arkadin
10 de mayoTouch of Evil
17 de mayoF for Fake

Fotografía: Javier del Real

Aida 1

Aida 2

Aida 3

Aida 4

Aida 5

Aida 6

Algunas de las óperas más famosas y representadas del repertorio, no son precisamente las más fáciles de actualizar. Estamos acostumbrados a ver casi todas las grandes óperas situadas en distintos momentos, lugares y épocas. Todas menos una, Aida. Casi imposible situarla en una época distinta a la que hace referencia, mucho menos cambiar su ubicación y sacarla de las riveras del Nilo, donde Verdi situó alguna de sus más brillantes e íntimas escenas.Lejos y superados ya los tristes años de galeras, Aida (1871) es una de las óperas de madurez de Verdi anterior a sus dos ultimas composiciones, Otello y Falstaff. Habían pasado cuatro años desde Don Carlos y Verdi había reunido ya la fama y riqueza suficiente como para no componer sin motivos lo suficientemente estimulantes para él.

Ismael Pachá, virrey de Egipto, se disponía a celebrar por todo lo alto en 1869 la apertura del Canal de Suez. Encargó al arquitecto italiano Pietro Avoscani la construcción de un gran teatro de ópera en El Cairo. Y claro, para la inauguración de este teatro Pachá quiso contar con la participación del famoso compositor italiano. Verdi rechazaba una y otra vez la oferta de Pachá que piensa en probar suerte con otros compositores como Gounod o Wagner. En aquel momento, uno de los colaboradores contratados para este proyecto, el director de la Ópera Cómica de París, Camille Du Lucle, envió a Verdi parte del argumento de Aida. En ese momento Verdi acepta la oferta para componer esta obra y elige a Antonio Ghislanzoni como libretista. Una de las decisiones que se tomaron sobre el libreto fue sustituir la “t” de Aita, nombre original en egipcio, por la “d” de Aida, para facilitar la dicción de los cantantes. El 24 de diciembre de 1871 se estrena en El Cairo con un éxito extraordinario. Los intérpretes fueron Antonietta Pozzoni Anastasi como Aida, Eleonora Grossi, como Amneris, Pietro Mongini, como Radames, Francesco Steller, como Amonasro y Paolo Medini, como Ramfis. Los fastuosos decorados, que también contribuyeron al éxito, estuvieron a cargo de Philippe Chaperon, Edouard Despléchin, Jean Baptiste Lavastre y Auguste Rubé.

Verdi no viajó al estreno de su Aida en El Cairo, no soportaba los viajes en barco, pero disfrutó con el tremendo éxito (salió a saludar 32 veces) que dos meses después supuso su estreno en la Escala de Milán. En esta ocasión la protagonista fue Teresa Stolz, no en vano era en aquel momento amante del compositor.

Muchas Aidas ha habido desde entonces. Alguna, como la que se ha representado en el Teatro Real estos días, repiten. La producción que Hugo de Ana creó para el estreno de la segunda temporada del Teatro tras su reapertura, ha sido revisada para esta temporada de celebraciones. Quieren con ello, como dice su director Joan Mataboch, mirar al pasado para reivindicar su historia. En esta actualización se ha utilizado el vídeo tratando de dar un aspecto tridimensional a las imágenes. Para ello se ha colocado como siempre esa especie de velo en boca de escenario que, de alguna manera, amortigua la proyección de las voces. Los detalles de la escenografía han sido cuidados escrupulosamente, sobre todo en las reproducciones de algunos elementos como columnas o pirámides. Pero el resultado final es de un abigarramiento escénico que resulta agobiante por momentos. Hay un exceso en todo aquello que requiere delicadeza como el decorado, los adornos, el vestuario o el maquillaje. Todo esto envejece en lugar de actualizar la producción.

La escasa dirección de actores contribuye a la confusión que se aprecia en escena. No se por qué ese empeño en llenar el escenario de centenares de actores al mismo tiempo, sin razón o criterio evidente que lo justifique. Bailarines, coro, esclavos y cantantes intentaban moverse con el consiguiente ruido sobre un suelo lleno de trampas. Tampoco ayudaban a mantener el ritmo de la obra las pausas para los cambios de escena. Ni siquiera los momentos más íntimos consiguieron una atmósfera de recogimiento.

La dirección musical de Nicola Luisotti estuvo llena de teatralidad. Se nota su profundo conocimiento de la obra y del compositor. Es muy meritorio que mantuviera el equilibrio entre la orquesta y los cantantes con tantos elementos de distracción por medio.

Tres son los repartos que han afrontado estas 17 representaciones de Aida que, con alguna que otra sustitución, han generado multitud de combinaciones. La que nos tocó en suerte no se puede decir que tuviera su noche, pero salvaron con dignidad la situación, cosa que se agradece. Ana Lucrecia García, soprano hispano-venezolana que tuvo que sustituir como Aida a la armenia Lianna Haroutounian, no tuvo una fácil papeleta junto a su Radamès, Fabio Sartori. Ambos cumplieron, con dificultades, con sus respectivos papeles.

La Amneris de Daniela Barcelona nos supo a poco. Hacía mucho que no la escuchábamos en el Teatro Real. Dejó destellos de su poderoso centro y agudos vigorosos. Fue la más inspirada en el aspecto dramático, sobre todo en ese último acto lleno de intensidad dramática.

Resaltar el Amonasro de Ángel Ódena que estuvo a gran altura y fue, junto a Barcelona, lo más aplaudido por un frío público que, tal vez, tenía mayores expectativas puestas en esta Aida tan llena de excesos.

Críticas