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El Teatro Real inaugura el próximo 23 de septiembre la Temporada 2021-2022 ─la vigesimoquinta desde la reapertura y centésima desde su inauguración─, con La Cenerentola, de Gioachino Rossini.

Se ofrecerán 15 funciones de la ópera, entre el 20 de septiembre ­Preestreno Joven de la Temporada­ y el 9 de octubre, en una coproducción de la Den Norske Opera de Oslo y la Opéra National de Lyon presentada en ambos teatros en 2017, precisamente dos siglos después de su estreno en el Teatro Valle de Roma, en 1817.

De hecho, La Cenerentola, ossia la bontà in trionfo (La Cenicienta, o sea, El triunfo de la bondad) fue compuesta a contrarreloj, en un tiempo récord de 24 días, con asombrosa rapidez y sincrónica coordinación entre el libretista Jacopo Ferretti y Gioachino Rossini, que a sus 25 años era ya un compositor consagrado, con 19 óperas en su catálogo, incluyendo títulos tan populares como Tancredi, L’italiana in Algeri, Il turco in Italia, Otello o El barbero de Sevilla…

Ante la premura del tiempo, Rossini trabajó a destajo, reutilizando fragmentos de óperas precedentes, como solía hacer, además de contar con la colaboración de Luca Agolini para la escritura de los recitativos.

Debido a las limitadas posibilidades técnicas del escenario del teatro romano y al apremio del estreno, Rossini y Ferretti decidieron utilizar una versión del cuento de La Cenicienta despojado de sus elementos fantásticos: la malvada madrastra fue reemplazada por el mezquino padrastro Don Magnífico; el hada madrina desaparece, dejando a Alidoro como ‘padrino’ de la desdichada criada, y el icónico zapato es sustituido por un simple brazalete.

Tanto el perfil de los personajes como la partitura revelan una perfecta ósmosis entre la tradición del dramma giocoso y de la ópera bufa ­con Don Magnifico y Dandini, herederos de la commedia dell’arte­ y elementos de un ‘realismo’ ya romántico representado por el filósofo Alidoro o la pareja protagonista.

Con su asombrosa riqueza melódica y una paleta orquestal de brillante eficacia, Rossini se regodea con la comicidad de los personajes y las situaciones ­geniales los números de conjunto­, pero también con arias belcantistas de gran ardor sentimental y virtuosismo vocal.

La puesta en escena de Stefan Herheim devuelve al cuento de La Cenicienta sus elementos taumatúrgicos, dando al mismísimo Rossini una ‘batuta mágica’ con la que dar vida a sus irreverentes personajes, en un permanente juego ilusionista más cercano al universo de Lewis Carroll que al de Charles Perrault.

Herheim se recrea con el juego de disfraces de la ópera, travistiendo a Rossini como Don Magnífico, en un claro guiño a la célebre producción de La Cenerentola concebida por Jean Pierre Ponnelle, en la que Rossini se escondía detrás de Alidoro, y que protagonizó genialmente Teresa Berganza.

Un doble reparto dará vida a los personajes de La Cenerentola, encabezados por las mezzosopranos Karine Deshayes y Aigul Akhmetshina. Las acompañarán los tenores Dmitry Korchak y Michele Angelini (Don Ramiro); los barítonos Renato Girolami y Nicola Alaimo (Don Magnífico) y Florian Sempey y Borja Quiza (Dandini); los bajos Roberto Tagliavini y Riccardo Fassi (Alidoro), las sopranos Rocío Pérez y Natalia Labourdette (Clorinda) y la mezzosoprano Carol García (Tisbe).

La dirección musical correrá a cargo de Riccardo Frizza, que ya dirigió en el Teatro Real las dos versiones de Tancredi, también de Rossini, en 2007. Contará con el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, que volverán a interpretar La Cenerentola 20 años después de la última producción de este título presentada en el Real, con dirección musical de Carlo Rizzi y dirección de escena de Jérôme Savary, en 2007.

Fotografía © Erik Berg

La Orquesta Titular del Teatro Real ha ofrecido esta tarde en la Sala Alfried Krupp de la Filarmónica de Essen  un concierto dedicado al compositor italiano Gioacchino Rossini, en el que ha contado con la participación de la soprano australiana Jessica Pratt y el tenor ruso Jessica Pratt, bajo la batuta de Ivor Bolton, director musical del Teatro Real y Artista en Residencia de la Filarmónica de Essen.

Ivor Bolton es uno de los grandes protagonistas de la actual temporada musical de la ciudad alemana con seis conciertos a su cargo, en los que ya ha dirigido a la Orquesta del Festival de Dresde, la Orquesta Sinfónica de Basilea y al Chowerk Ruhr y la orquesta de cámara Concerto  Köln. Tras la actuación de esta noche, junto a la Orquesta Titular del Teatro Real, regresará a Essen el próximo 29 de mayo con la Mozarteum Orchester Salzburg, de la que también fue director titular.

El público, que llenaba la sala, se ha puesto en pie para premiar a los músicos con una gran ovación, tras disfrutar de un programa en el que se interpretaron arias y duetos de las óperas más conocidas del compositor de Pesaro como Semiramide, Guillermo Tell,  Otello, Le Comte d’Ory, La Cenerentola o El barbero de Sevilla. La primera parte del programa también ha incluido la Simple Symphony, op 4 de Benjamin Britten.

Dos grandes voces han brillado con luz propia en la Gala: Jessica Pratt, reconocida como una de las grandes intérpretes rossinianas del momento, como lo demuestra su presencia habitual en el Festival de Pesaro, con doce papeles de Rossini en su repertorio, y Dmitry Korchak, ganador  del Concurso de Canto Francesc Viñas y del cuarto premio de Operalia, cuya voz ya es demandada por teatros de ópera de todo el mundo. Korchak ha actuado en sustitución de Xabier Anduaga, inicialmente previsto y que ha cancelado por enfermedad.

La pasada temporada, en marzo de 2019, la Orquesta Titular del Teatro Real participó en el Festival Internacional Rostropóvich de Moscú, bajo la dirección de Gustavo Gimeno, con la violinista Leticia Moreno como solista, y la anterior, el Teatro Real fue el principal invitado en el Festival de Savonlinna, en la celebración del centenario de la independencia de Finlandia, con una adaptación del montaje de I puritani, realizado por Emilio Sagi, con el Coro y la Orquesta Titulares del Teatro Real, con dirección musical de Evelino Pidó.

Fotografía: © Helena Poveda / Teatro Real

Don Pasquale

Necesitaba el público del Teatro Real un bálsamo que aliviara las heridas causadas por el reciente Don Giovanni. Esperaba al menos una compensación. Y esta ha llegado de la mano  (maestra) de Ricardo Muti. Se podría decir que,  en el foso, a grandes males, grandes remedios.
La obertura, esa exposición de motivos que expresa el carácter de la obra y, sobre todo, la capacidad (o no) de la dirección musical, concluyó con la primera ovación de la noche. Solo había que abandonarse. El camino, estaba trazado.

La escenografía es sencilla y mínima, puede que un poco pobre y oscura en algunos momentos. Se trataba de un lienzo sobre el que se iban dibujando las escenas perfectamente trazadas por el Maestro Muti.
Una ópera a la que el propio Muti no permite que se califique de menor, y no lo es, pero es su batuta la que la eleva a la categoría de grande. Y es que los trazos que dibuja con ella, marcando el carácter de cada una de las escenas, aportando a su sentido buffo un aire de nostalgia y melancolía que redondea la obra, la hace más compleja y la música adquiere una capacidad de  penetración mayor de la que partía. La naturalidad con la que Muti articula las distintas partes de la obra, dotan a esta de una coherencia armónica que crea una atmósfera envolvente.
Un precioso vestuario de época le daba el perfecto toque de romanticismo para terminar de completar todos los elementos imprescindibles.
Se nota que es esta una obra que el Maestro Muti tiene muy pulida. Llena de detalles, de momentos inspirados y cuidando el lucimiento de los cantantes. Supo dotar de melancolía algunos acompañamientos magistrales, como el de trompeta en el aria de tenor. Y de picardía en el aria de Norina.  Una orquesta, la Giovanile Luigi Cherubini  que es ante todo eso, joven, con todo lo que supone, pero que Muti dirige magistralmente obteniendo unos resultados extraordinarios.

El joven cuadro de cantantes anduvo resuelto por el escenario con una teatralización que superó sus voces.  Dmitry Korchak, como Ernesto, frasea con fluidez y canta con gusto. Posee una  hermosa y lustrosa voz que lució en momentos como la serenata, cuando la tesitura le permitía cierta comodidad en la zona media. Sus agudos apuntan buenas maneras, pero no resolvió ninguno. Faltos de armadura, quedaron en un intento y otros fueron víctimas del miedo. Cuando se esperaba el agudo, aparecía una nota pequeña y tímida. Debe remediar el tránsito a los agudos y esperar que el tiempo y las tablas le afiancen y la valentía sea otra de sus cualidades.
Alessandro Luongo, como Doctor Malatesta, estuvo correcto. Bien en su interpretación, lo mejor que se puede decir de él es que no fue un elemento distorsionador, que hoy por hoy, en bastante.
Nicola Alaimo, como Don Pasquale, recibió los mayores aplausos de la noche. Más por su interpretación del personaje, que resultó entrañable, que por sus cualidades canoras. Pero su presencia sobre el escenario y el carácter que supo imprimir a Don Pasquale redondearon el personaje, muy bien llevado por la impecable batuta del Maestro.
La más prometedora voz de la noche fue la de la soprano Eleonora Buratto. Interpretó una chispeante Norina que el público agradeció. Poseedora de una voz amplia y contundente, presentó algún pequeño problema a la hora de sujetarla. Sus agudos son luminosos y ágiles y se adivina un instrumento con amplio recorrido y capacidad para ser matizado y esculpido.
No fue un delirio, pero sin duda fue una noche disfrutada por un público que salió sonriente y satisfecho.

 

Don Pasquale
Gaetano Donizetti (1797-1848)
Teatro Real, 13 de mayo 2013
Dramma buffo en tres ctos
Libreto: Giovanni Ruffini y Donizetti
Nueva producción del Teatro Real procedente del Festival de Ravenna
D. musical: Riccardo Muti
D. escena: Andrea de Rosa
Escenógrafo: Italo Grassi
Figurinista: Gabriella Pescucci
Iluminador: Pasquale Mari
D. coro: Andrés Máspero
Don Pasquale: Nicola Alaimo
Ernesto: Dmitry Korchak
Norina: Eleonora Buratto
Doctor Malatesta: Alessandro Luongo
Un notario: Davide Luciano
Coro Titular del Teatro Real
Orchestra Giovanile Luigi
Cherubini

Críticas