Juan Echanove, pan y toros

El comienzo de una nueva temporada lírica siempre es motivo de alegría y celebración. Y estos tienen aún más sentido si ese acontecimiento llega vestido de buenas noticias, como es el caso de ‘Pan y toros’ de Francisco Asenjo Barbieri –de quien el año próximo se celebra el bicentenario del nacimiento– y el libretista José Picón. Se trata sin lugar a dudas de una de las grandes obras maestras del músico madrileño. Una joya que tras 21 años de ausencia regresa al escenario del Teatro de la Zarzuela donde nació en 1864. Y la suerte de este añorado reencuentro llega acompañada de otra atractiva e importante novedad: el debut de Juan Echanove en el teatro lírico como director de escena. Durante 14 funciones, del 6 al 23 de octubre, el teatro de la madrileña plazuela de Jovellanos volverá a ser una fiesta.

Esta nueva producción de ‘Pan y toros’, el retorno después de varias décadas de la obra de Barbieri al Teatro de la Zarzuela, su casa natural, y que lo haga de la mano de Juan Echanove y la batuta de Guillermo García Calvo –director musical del coliseo–, es un acontecimiento más que memorable. Como es habitual, el foso lo ocupará la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro). El montaje cuenta, asimismo, con la sorprendente escenografía y el vestuario fidedigno y sutil de Ana Garay, la fascinante iluminación de Juan Gómez Cornejo, la omnipresente y esclarecedora coreografía de Manuela Barrero y la videoescena goyesca y ensoñadora de Álvaro Luna con la colaboración de Elvira Ruiz Zurita.

Serán, además, dos extensos repartos los que cantarán la obra genial de Barbieri. Pocas son las ocasiones en que el público se encuentra con un equilibrio vocal y una garantía como la de estos elencos integrados por las sopranos Yolanda Auyanet y Raquel Lojendio, las mezzosopranos Carol García y Cristina Faus, los barítonos Borja Quiza y César San Martín, la soprano Milagros Martín, el barítono Gerardo Bullón, la mezzosoprano María Rodríguez, el tenor Enrique Viana, el actor Pedro Mari Sánchez, los barítonos Carlos Daza, Pablo Gálvez, José Manuel Díaz y Pablo López, el tenor-actor Alberto Frías, el actor César Sánchez, la actriz-cantante Lara Chaves y los  actores-cantantes Sandro Cordero y Julen Alba.

Los acompañará en el escenario el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, así como quince bailarines-actores.

La función del 22 de octubre será grabada por Radio Clásica de RNE y emitida en fechas próximas.

Ruedo ibérico: la Gran Historia de España

Guillermo García Calvo destaca que «saber escribir con pocas notas melodías que conmueven, que iluminan, que nos hacen soñar y ser felices por unos instantes, es uno de los misterios de la creación artística y una virtud que no se encuentra en muchos compositores. Barbieri –concluye el maestro– era uno de ellos, y asegura que gracias a una sublime capacidad inventiva y a su inspiración arrolladora, es comparable a otros dos genios de su época: Rossini y Verdi.

En este sentido, y muestra de ello, es que la partitura de ‘Pan y toros’ «derrocha creatividad y fantasía musicales y es, además, un ejemplo extraordinario del instinto teatral de Barbieri».

Juan Echanove, por su parte, afirma que esta que ahora se presenta en La Zarzuela «es una producción espectacular» en la que él y su equipo habitual se han volcado para elaborar un discurso en el que la figura de Goya está en el centro.

El escenario se transformará en una suerte de «ruedo ibérico», así lo denomina Echanove, quien resume el espíritu de la obra con una reveladora reflexión: «España es una historia de espías y de intrigas palaciegas y populares. Pequeñas historias que conforman entre todas la Gran Historia de España». Y con estos ingredientes, Barbieri y Picón crearon «una joya musical que también destila humor y verdad».

Una zarzuela que habla de nosotros

Pan y toros, uno de los títulos más queridos y celebrados por los amantes del género, es una zarzuela grande e histórica, aleccionadora y entretenida, que habla de nosotros, de nuestra historia en los siglos XVIII y XIX. Nos traslada al Madrid goyesco entre conspiraciones y enfrentamientos de las dos Españas representadas en liberales y conservadores. Se trata, pues, de una curiosa historia de intrigas del variopinto grupo de liberales contra la conservadora y arrogante camarilla de Manuel Godoy, el Duque de la Alcunia, que gobernaba España en nombre de Carlos IV, y que sirvió al dramaturgo José Picón para trazar la trama como un brillante tapiz, rico de color y cargado de vida teatral.

Estrenada en el Teatro de la Zarzuela el 22 de diciembre de 1864, es de las más importantes aportaciones de Francisco Asenjo Barbieri al género y una de las obras cumbre de la zarzuela grande.

El Barberillo 1

El Barberillo 2

El Barberillo 3

El Barberillo 4

El Barberillo 5

El Barberillo 6

El Barberillo de Lavapiés en el Teatro de la ZarzuelaEl Barberillo de Lavapiés es una de las obras cumbre de la lírica española, no solo de la zarzuela. Representa con su música la verdadera raíz popular del Madrid más castizo y costumbrista. Como dice Alfredo Sanzol, “contiene la fuerza musical de una época”. El libreto de Luis Mariano de Larra es asombrosamente actual. Podría haber sido escrito ayer mismo, lo que demuestra que las características propias de una sociedad como la española, no cambian, independientemente del momento histórico. En el argumento se reflejan casi todas las características del Madrid de la época, de aquella y de ésta, como la galantería de los majas y chulapos, la capacidad de generar intrigas y el gusto por criticarlo todo, principalmente a las autoridades. También refleja la eterna lucha y diferencia de clases representada por dos parejas de enamorados, una muy del pueblo, el barbero Lamparilla y la costurera Paloma y otra aristocrática formada por Don Luis de Haro y la Marquesa del Bierzo.

Barbieri quería potenciar la música hispana y el Barberillo era como un manifiesto “por nuestra música”,  y así lo demuestra desde los primeros compases, aunque con un punto rossiniano. Lamparilla tiene similitudes con el barbero de Sevilla, las tramas políticas, los personajes protagonistas, coros, majos, mancebos, estudiantes, guardias o costureras, pertenecen al Madrid más castizo de la época y su música nace de las raíces españolas más populares. Pretendía Barbieri compensar, de alguna manera, las nuevas corrientes musicales que llegaban del resto de Europa protagonizadas, sobre todo, por Wagner.

Tras el Barberillo de Lavapiés de Calixto Bieito en 1998, Alfredo Sanzol ha creado una escenografía casi inexistente pero con un resultado muy teatral. Sobre un escenario oscuro, neutro y casi vacío, aparecen grandes bloques que los personajes se encargaban de mover, creando espacios escénicos a lo largo de la representación que resultan un acierto en una obra con una trama tan enrevesada, danzas y hasta desfiles militares. Con esta escenografía consigue que el protagonismo recaiga sobre las parejas protagonistas y la música. Un escenario tan limpio no resta importancia a la historia, pero la verdadera ambientación recae casi en su totalidad sobre el vestuario de Alejandro Andújar, cuidadosamente elaborado y situado históricamente donde debe, en el Madrid de Carlos III.

La dirección musical estuvo a cargo del madrileño José Miguel Pérez-Sierra, que dirigió con brío, extrayendo lo mejor de la Orquesta de la Comunidad de Madrid en los números más populares de la obra, y dotando de cierto lirismo aquellos que, como si de un leitmotiv se tratara, acompañaban a la pareja formada por la Condesa y Don Luis.

A destacar también el oficio y buen hacer de un Coro, el del Teatro de la Zarzuela, que interpreta como nadie las melodías de esta obra, con toda la intención chispera del pueblo de Madrid.

EL cuadro de voces resultó un poco desequilibrado, no porque fuera malo, pero si por la distancia en volumen e interpretación que marcó Borja Quiza con su Lamparilla. Su voz de barítono lírico llenó la sala con su gran voz y agradable timbre. Interpretó con gracia su avispado personaje y se le entendió perfectamente el fraseo veloz y nada fácil, matizando y acentuando cada frase.

Su compañera de reparto fue Cristina Faus, en el papel de Paloma. No se puede decir que esté en su mejor momento vocal, aunque sus tonos oscuros y líricos dieron carácter a su personaje. Su dicción no fue muy buena, costaba entender lo que decía, pero su interpretación estuvo llena de intención y sensualidad.

La soprano María Miró interpretó a la Marquesita con un hermoso timbre y una agilidad apreciable, dotó al personaje de la sofisticación que una marquesa precisa, aunque en la interpretación resultó algo sosa y poco convincente. Lo que se dice castiza, no es, algo imprescindible en cualquier zarzuela y, sobre todo, en ésta.

El resto del reparto cumplió con su cometido muy dignamente. Una producción y una obra que hace disfrutar como pocas a un público que agotó las entradas en todas sus funciones.

El Barberillo de Lavapiés
Francisco Asenjo Barbieri
Zarzuela en tres actos
Teatro de la Zarzuela de Madrid, 3 de abril de 2019
Libreto de Luis Mariano de Larra, e una adaptación de Alfredo Sanzol
D. musical: José Miguel Pérez-Sierra
D. escena y adaptación del texto: Alfredo Sanzol
Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar
Iluminación: Pedro Yagüe
Coreografía: Antonio Ruz
Reparto: Borja Quiza, Cristina Faus, María Miró, Javier Tomé, David Sánchez, Abel García, Carmen Paula Romero, José Ricardo Sánchez, Felipe Nieto
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Coro Titular del Teatro de la Zarzuela
D. coro: Antonio Fauró
Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real

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