Rigoletto

El pasado sábado 10 de octubre se inauguró la Temporada 2012-2013, del valenciano Palau de Les Arts, con una muy notable representación del verdiano Rigoletto. Nada más llegar al podio directorial, Omer Meir Wellber leyó detenidamente el documento reivindicativo de los trabajadores del Palau de Les Arts, repartido a los asistentes a la entrada del recinto. El director israelí recibió por este gesto un fuerte aplauso del público.

El pasado sábado 10 de octubre se inauguró la Temporada 2012-2013, del valenciano Palau de Les Arts, con una muy notable representación del verdiano Rigoletto. Nada más llegar al podio directorial, Omer Meir Wellber leyó detenidamente el documento reivindicativo de los trabajadores del Palau de Les Arts, repartido a los asistentes a la entrada del recinto. El director israelí recibió por este gesto un fuerte aplauso del público.
Después de los sombríos primeros acordes, que avanzan la tragedia planteada en esta popular partitura, se alzó el telón para mostrarnos el esplendido decorado del Palacio Ducal de Mantua, realizados por Ezio Frigerio, a mediados de los años ochenta del pasado siglo, y que fue utilizado en muy brillantes representaciones scalígeras, desde que Riccardo Muti, en 1987, se hiciese cargo de la dirección artística y musical del Teatro Milanés.
Funciones con grandes intérpretes como Renato Bruson, Leo Nucci, Andrea Rost o Ramón Vargas, que participaron en esta producción realizada por Frigerio, con vestuario diseñado por su esposa, la oscarizada Franca Squarciapino. Y, con la brillante dirección musical, en el más puro estilo verdiano, del gran director napolitano. Esta producción fue retomada por el Teatro Wilelki (Ópera Nacional de Polonia).

Volviendo a esta función valenciana: después de unos escasos veinte minutos de representación, y al concluir el primer cuadro del Acto I, se produjo un prolongado descanso, para mostrarnos durante el resto de dicho acto un decorado oscuro y sombrío, en contraste con el inicial, muy en consonancia con el encuentro entre Rigoletto y el siniestro sicario Sparafucile, en los aledaños de la casa donde el bufón, guarda celosa y muy secretamente a su amada hija Gilda.
Ya, en el Acto II, vuelve a aparecer el brillante decorado de corte clásico –como debe ser- que reproduce una estancia del Palacio Ducal, con unas grandes vidrieras al fondo, que le dan aún mayor esplendor.
En el Acto III, se nos vuelve a presentar un lúgubre y siniestro decorado, que representa la casa de Sparafucile, donde se consuma esta tragedia, construida por el propio Verdi y su habitual libretista de aquellos años Francesco María Piave, basada en el melodrama romántico Le roi s’amuse de Victor Hugo.
Inicialmente, cuando esta producción se puso en circulación, la dirección escénica corría a cargo del prestigioso Gilbert Defló. En esta representación valenciana, la regista era Beata Redo-Dobber, quien consigue unas buenas prestaciones teatrales de los intérpretes, y que por su trabajo escénico, fue recompensada con los aplausos del público, cuando apareció a saludar al final de la representación.
Decir, a estas alturas, que la Orquesta de la Comunitat Valenciana, es una de las mejores de foso en toda Europa, no es ninguna novedad. Aquí, bien dirigida por un Omer Wellber, metido de lleno en la partitura, con el apoyo de visibles movimientos y gestos; y, extrayendo el máximo rendimiento orquestal. Las diferentes secciones muestran un matizado equilibrio sonoro, para plasmar los momentos alegres y jocosos, en contraposición con los mucho más sombríos, dramáticos e incluso tétricos, de esta partitura verdiana, donde el gran maestro de Busetto, intenta de nuevo, como en su Macbeth, una interacción entre música y desarrollo dramático.
Dentro de una sobresaliente actuación de la orquesta en todo el desarrollo de la obra, cabe resaltar su prestación durante el primer encuentro entre Rigoletto y Sparafucile; y, sobre todo, en el transcurso de todo el Acto III.
Destacar, como Rigoletto ,el gran trabajo vocal y escénico del barítono onubense, Juan Jesús Rodríguez, quien pasa de una frívola y mordaz actuación al comienzo de la ópera, a un sombrío encuentro inicial con Sparafucile.
Tambien, en sus emotivos dúos con Gilda o en esa impresionante “vendetta”, donde canta con auténtico estilo verdiano, exhibiendo un
magnífico registro agudo. Sobresaliente, su actuación durante todo el Acto III, plena de dramatismo y buena vocalidad. Sin duda, Juan Jesús Rodríguez fue el gran triunfador de la noche, siendo recompensado durante y al final de la representación, con grandes aplausos.
El tenor italiano Ivan Magri, como Duque de Mantua, tuvo, en conjunto una notable actuación. Estuvo bien en el dúo con Gilda que cierra el Acto I, donde en la ”stretta” que remata el dúo, elevó la voz a un do4.

Uno de los momentos clave para el tenor, en esta ópera, es el arranque del Acto II, con el recitativo-aria “Ella mi fu rapita…… Parmi veder le lagrime…”, que requieren una gran técnica vocal y un canto lleno de estilo, para enlazar largas frases y regular el sonido: baste recordar las lecciones magistrales que de esta página, realizaron un Alfredo Kraus o Carlo Bergonzi e, incluso cantantes como Pavarotti, Jussi Björling, Josep Carreras y Richard Tucker. En esta función valenciana, ese recitativo-aria, se le atragantó a Ivan Magri, llegándosele, por momentos, a descolocar la voz.
En compensación, si cantó bastante bien la subsiguiente cabaletta “Possente amor mi chiama..” rematándola, valientemente, con el pertinente re bemol, que pocos tenores se han atrevido a dar, desde que la cabaletta –habitualmente omitida- fuera puesta de nuevo en circulación a comienzos de los años cincuenta del pasado siglo, y que puede constatarse en una grabación del Metropolitan neoyorkino, de 1951, recientemente editada por el sello MYTO, con Leonard Warren, Hilde Gueden y Richard Tucker, quien como en el caso de otros cantantes omite el re bemol, y en un salto de octava baja la nota al grave.

Después de este apunte, y volviendo a la prestación vocal Ivan Magri, señalar que su actuación fue bastante buena en el Acto III, con una “Donna e movile..” junto al cuarteto “Bella figlia de l’amore..”, bien cantados.
La soprano norteamericana Erin Morley como Gilda, fue de menos a más, discreta en los dúos con Rigoletto y El Duque en el Acto I, cantó con buena coloratura la pirotécnica aria “Caro nome..”, aunque omitiendo el mi sobreagudo final.
Ya en el transcurso del Acto II, la voz resultó más ancha y contundente en sus dúos con Rigoletto. Y, en el Acto III, sobre todo en el cuarteto, su actuación fue bastante buena, tanto en el plano vocal como dramático.

El gran bajo georgiano Paata Burchuladze realiza un sobresaliente trabajo como Sparafucile. Bien la Maddalena de Adriana de Paola, así como del Monterone de Amartuvshin Enkhbat, y el resto de comprimarios.
Muy buena la prestación del Coro de la Generalitat valenciana dirigido por Francesc Perales. También resaltar la actuación del Ballet de Generalitat, ejecutando la coreografía de Zofia Rudnicka. En fin, un Rigoletto de bastantes quilates.

RIGOLETTO
Giuseppe Verdi
Ópera en tres actos
Libreto de Francesco Maria Piave, basado en Le roi s’amuse de Victor Hugo
10 noviembre, Palau de les Arts
D. musical: Omer Meir Wellber
D. escena: Gilbert Deflo
Escenografía: Ezio Frigerio
Vestuario: Franca Squarciapino
D. coro: Francesc Perales
Reparto: Rodríguez, Morley, Magrí,
Burchuladze, Di Paola, Enkhbat, Pinchuk

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