Maria Stuarda

El próximo 14 de diciembre el Teatro Real estrenará una nueva producción de Maria Stuarda, de Gaetano Donizetti, que se presentará posteriormente en los teatros coproductores: el Gran Teatre del Liceu, el Donizetti Opera Festival-Bergamo, La Monnaie de Bruselas y la Ópera Nacional de Finlandia.

En la ingente producción operística de Gaetano Donizetti (1797-1848) -70 óperas escritas con increíble premura a lo largo de su corta y azarosa vida-, destaca la llamada “Trilogía Tudor” –Anna Bolena (1830), Maria Stuarda (1835) y Roberto Devereux (1837)-, cuya trama gravita, directa o indirectamente, en torno a la figura centrípeta, implacable y extraordinaria de Isabel I de Inglaterra.  Las luchas de poder sanguinarias en su corte, con maquinaciones cortesanas, traiciones, asesinatos, amoríos y sentimientos desenfrenados encajaban perfectamente con el ímpetu creador de Donizetti, que unió con increíble habilidad y simplicidad el melodismo belcantista de las emociones exacerbadas con el paroxismo de las situaciones dramáticas.

Maria Stuarda es un duelo de reinas que luchan por el mismo cetro y el mismo amor, víctimas ambas de fuerzas políticas y religiosas que manipulan sus destinos desde la infancia en los bajos fondos de las encarnizadas guerras de poder que las involucran y trascienden.

Partiendo de la obra homónima de Friedrich von Schiller (1759-1805), alejada de la verdadera historia de la reina católica escocesa, por la que toma partido en relación con su rival anglicana, Donizetti creó una partitura de grandes vuelos melódicos y contrastes abruptos que privilegia el perfil psicológico de las protagonistas, atrapadas por una red asfixiante de relaciones disfuncionales y tóxicas. Es precisamente esta caracterización musical y dramatúrgica la que seduce actualmente a importantes directores de escena, más allá de la belleza de su belcantismo.

David McVicar, que dirigirá su sexto título en el Teatro Real -después de Otra vuelta de tuerca (2010), La traviata (2015), Rigoletto (2015), Gloriana (2028) y Adriana Lecouvreur (2024)- ofrece una visión intimista de la ópera, que explora la complejidad de los sentimientos y pasiones de los personajes, caracterizados con un espectacular vestuario renacentista diseñado por Brigitte Reiffenstuel.

La escenografía parte del dibujo de una escena de la ejecución de la reina María I de Escocia realizado por Robert Beale, diplomático de la reina Isabel I presente en el acto. Sobre las líneas de ese esbozo se irguió un decorado conceptual, transformando la ópera en el trágico camino de la protagonista hacía el patíbulo como destino inexorable que subyace bajo toda la trama.

En ese decorado simbólico, concebido por la escenógrafa Hannah Postlethwaite, bajos relieves de orejas y ojos evocan el permanente estado de vigilancia, tensión y alerta; ráfagas de sombras insinúan la sangre derramada, o una contundente orbe irrumpe con el implacable peso del poder político y religioso, indisociable en esos tiempos en los que Inglaterra luchaba por su desvinculación de la curia romana.

Este espacio diáfano está concebido para que brillen las voces de los dos repartos que se alternarán en el escenario del Teatro Real -las sopranos Lisette Oropesa y Yolanda Auyanet (Maria Stuarda), las mezzosopranos Aigul Akhmetshina y Silvia Tro Santafé (Elisabetta), los tenores Ismael Jordi y Airam Hernández (Roberto, conde de Leicester), los bajos Roberto Tagliavini y Krzysztof Baczyk (Giorgio Talbot), los barítonos Andrzej Filonczyk y Simon Mechlinski (Lord Guglielmo Cecil) y Elissa Pfaender y Mercedes Gancedo (Anna Kennedy)- que actuarán junto al Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, bajo la dirección de José Miguel Pérez-Sierra.

Fotógrafo: © Javier del Real | Teatro Real

MARIA STUARDA

Tragedia lírica en dos actos

Música de Gaetano Donizetti (1797-1848)

Libreto de Giuseppe Bardari, basado en la obra Maria Stuart, de Friedrich von Schiller

Estrenada en el Teatro alla Scala de Milán el 30 de diciembre de 1835

Estreno en el Teatro Real

Nueva producción del Teatro Real, en coproduccion con el Gran Teatre del Liceu, el Donizetti Opera Festival de Bergamo, La Monnaie de Bruselas y la Ópera Nacional de Finlandia

Dirección musical: José Miguel Pérez-Sierra

Dirección de escena: David McVicar

Escenografía: Hannah Postlethwaite

Vestuario: Brigitte Reiffenstuel y David McVicar

Iluminación: Lizzie Powell

Dirección de movimiento: Gareth Mole

Dirección del coro: José Luis Basso

Asistente de la dirección musical: Jon Malaxetxebarria

Asistentes de la dirección de escena: Greg Eldridge y Isabelle Kettle

Doña Francisquita

El Teatro de la Zarzuela vuelve a presentar en estos días la producción de ‘Doña Francisquita’ (zarzuela de zarzuelas) firmada por el director de escena Lluís Pasqual (que en este montaje también escribe los textos hablados) y coproducida con el Gran Teatre del Liceu y con la Opera de Lausanne, cuya intención primera es la de otorgar a cada detalle un inconfundible espíritu de alegría y de emociones felices, dejando también, como es habitual en sus trabajos, un espacio para la reflexión útil. A un lustro desde su estreno en el coso de Madrid, esta propuesta regresa a su casa natural tras haber sido recompensada con el Premio Max a la Mejor Producción Lírica (2020), y después de recibir los aplausos cálidos y encendidos del público de Barcelona, Valencia o de Lausanne en Suiza.

Se ofrecerán 10 funciones, del 19 al 30 de junio, de la obra compuesta por Amadeo Vives, considerada como una de las partituras más brillantes e inspiradas de nuestro patrimonio musical, con textos cantados de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw inspirado en ‘La discreta enamorada’ de Lope de Vega y, como queda dicho, con textos hablados de Lluís Pasqual.

Se da además el caso, en esta ocasión, de que las funciones coinciden con la celebración de los 100 años de la primera ‘Doña Francisquita’ en el Teatro de la Zarzuela, cuatro meses después de su apoteósico estreno en el Teatro de Apolo de la calle Alcalá. Por tanto, en 1924 la obra llegó por primera vez al escenario de La Zarzuela —se conserva el cartel publicitario—, y fue en este Teatro donde la Gran Compañía Cómico-Lírica Amadeo Vives posó para la posteridad con los autores; y desde donde salió rumbo a América para llegar al Teatro Colón de Buenos Aires.

En la Francisquita que podremos disfrutar en los próximos días, frente a la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro) ocupará el foso Guillermo García Calvo, quien considera las páginas musicales de ‘Doña Francisquita’ “una de las mejores obras de música en escena no solo de nuestro repertorio, sino de toda la música occidental. Y aunque no es necesario comparar una obra con otras para destacar su valor intrínseco, el maestro observa que la calidad de esta partitura está al nivel de las mejores partituras de ópera y opereta de sus coetáneos europeos como Puccini, Richard Strauss, Kálmán o Lehár».

Pasqual, por su parte, evoca la alegría al enfrentarse cara a cara con la obra de Vives, Romero y Fernández-Shaw, y al cabo de los muchos años transcurridos desde que se la escuchara a su madre en los días luminosos: “La alegría, algo tan difícil de conseguir en el mundo en el que vivimos si uno intenta ser mínimamente consciente de la realidad que nos rodea, ha vuelto a mí, sino la misma, con el mismo perfume y la misma intensidad”. Y la emoción que esto le causa le lleva a pensar que tal vez solo la música, “evocadora y real al mismo tiempo”, sea capaz de producir esos sentimientos. El director lo tiene claro: esa alegría, “ese espíritu de fiesta compartida es lo que no podía no estar en el espectáculo”.

El reparto, que compartirá la escena de esta historia de amor a cuatro y más bandas con el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, volverá a contar con esas dos colaboraciones especiales de altura que son la de la inmensa maestra de las castañuelas Lucero Tena y el actor Gonzalo de Castro. Los elencos están integrados, en su mayoría, por voces habituales en los más importantes recintos líricos, muchas de las cuales repiten participación en esta producción. Así, las sopranos Sabina Puértolas y Marina Monzó darán vida a esa joven hermosa llamada Francisquita, cuyo amor se disputan Don Matías y su hijo Fernando, quien se desvive por otra hasta que Francisquita le sale al paso; los tenores Ismael Jordi y Alejandro del Cerro interpretarán el papel del estudiante Fernando, que pretende a Aurora, la Beltrana, una popular actriz que por su parte nada quiere de él, cuyo apasionado rol lo encarnarán las mezzosopranos Ana Ibarra y María Rodríguez. Los tenores Enrique Ferrer y Manuel de Diego serán Cardona, también estudiante y amigo inseparable de Fernando que urde y desurde historias. La soprano Milagros Martín dará vida a una muy especial doña Francisca, madre de Francisquita; el barítono Santos Ariño a Don Matías, padre de Fernando y pretendiente igual que este de Francisquita, y el barítono Isaac Galán a Lorenzo, alias el “pollito”, amante de Aurora que ve cómo la suerte en el amor se le escapa cuando ella se siente atrapada de Fernando precisamente desde el momento en que este la ignora en favor de Francisquita. 12 bailarines y 12 actores, completan el elenco de esta comedia lírica en tres actos y amor a cinco bandas.

La escenografía y el vestuario de esta propuesta están firmados por Alejandro Andújar, la iluminación por Pascal Mérat, la coreografía por Nuria Castejón y el diseño audiovisual es de Celeste Carrasco. Asimismo, en las funciones participa la Rondalla Lírica de Madrid «Manuel Gil».

Un gran Clásico

Que ‘Doña Francisquita’ es uno de nuestros grandes clásicos de la lírica no hay quien lo ponga en duda. Recién cumplidos cien años (lo ha hecho en 2023), hasta la fecha se han visto grandes producciones en el escenario del Teatro de la Zarzuela donde llegó por vez primera en 1924 (este año celebramos un siglo de aquello), con la misma producción del estreno de cuatro meses antes en el vecino Teatro de Apolo, firmada por Manuel Fontanals, y casi con idéntico reparto. Desde entonces, la obra de Amadeo Vives se ha representado en numerosas ocasiones en este recinto.

En 1934, ‘Doña Francisquita’ se había transformado ya en una comédie lyrique en trois actes en el escenario de la Ópera de Montecarlo, y poco después en una opérette à grand spectacle en el del Teatro Real de la Moneda de Bruselas, para en 1954 pasar a ser un Spiel aus Spanien en la Volksoper de Viena. ¡La internacional Francisquita!

Esa fue precisamente la razón por la que en 1956 fue el título seleccionado para la gala de reinauguración de la sala del Teatro de la Zarzuela con dirección de escena de José Tamayo. En 1972 volvería a subir a estas tablas nuevamente de la mano de Tamayo, aunque con una nueva propuesta escénica dirigida al público de Madrid. Pero 1985 fue realmente un año excepcional para ‘Doña Francisquita’ en el Teatro de la Zarzuela: la versión escénica de José Luis Alonso viajó a las ciudades belgas de Amberes y Gante —en el marco del Festival Cultural Europalia 85: España— y volvió a este mismo escenario de la plazuela de Jovellanos con el Ballet Nacional de España que la estrenó como un espectáculo de danza, con música de Vives, arreglos de Antón García Abril y coreografía de Alberto Lorca.

En 1998 ‘Doña Francisquita’ estuvo en Buenos Aires y Washington DC con una nueva y espectacular coproducción del Teatro de la Zarzuela dirigida por Emilio Sagi. Y por último, en 2019, volvió a Madrid con esta propuesta escénica dirigida por Lluís Pasqual, que ha viajado con éxito a Barcelona y Lausanne, coproductores del montaje, y que ahora regresa al Teatro de la Zarzuela..

Cine y Filmoteca Española

El Teatro de la Zarzuela y la Filmoteca Española firmaron hace unos años un convenio de colaboración para la restauración de la película ‘Doña Francisquita’ de Hans Behrendt (1934). Esa fue la primera vez que ambas instituciones se unían para abordar un proyecto conjunto de recuperación de patrimonio cultural español, en este caso cinematográfico y musical. Algunos de los fragmentos de dicho largometraje se ven en la producción que ahora regresa al Teatro de la Zarzuela.

En 1992 la Filmoteca Española encontró en el fondo de la Cinémathèque Française de París un negativo de imagen y sonido de una película hasta el momento desaparecida; se trataba de Doña Francisquita (1934), del director alemán Hans Behrendt, producida por la compañía Ibérica Films en los Estudios CEA de Madrid. En 1993 se logra, como intercambio entre ambos organismos, que se enviara la copia a Madrid para su restauración. Primero se restauró físicamente y luego, entre 1995 y 1996, se realizaron nuevos trabajos con el Laboratorio Polisitem de Barcelona: el duplicado del negativo de imagen, el negativo de sonido y una copia estándar. Y en 2018 el Teatro de la Zarzuela colabora con la Filmoteca Española en el tiraje de una nueva copia digital.

La película, rodada íntegramente en Madrid en el año 34 con Raquel Rodrigo (Francisquita), Fernando Cortés (Fernando), Matilde Vázquez (Aurora) y Antonio Palacios (Cardona) en el reparto, es un importante ejemplo del cine sonoro del periodo republicano en España. El promotor del proyecto original fue el hijo de Amadeo Vives, José Vives Giner, quien ejerció de supervisor artístico de esta adaptación de la popular zarzuela.

Para su segunda versión cinematográfica ‘Doña Francisquita’ se vestirá de colores y fantasía —con el nuevo Cinefotocolor— de la mano de otro director exiliado, el húngaro Ladislao Vajda, en 1952. El reparto está formado por Mirtha Legrand (Francisquita), Armando Calvo (Fernando), Emma Penella (Aurora) y Antonio Casal (Cardona). En esta ocasión la película llegará hasta las pantallas del Festival de Cannes como Mascarade d’Amour en 1953.

Ismael Jordi
  • Con obras de Turina, Montsalvatge, Sorozábal, Guridi, Fernández Caballero, Luna, Penella o incluso de Delibes y Massenet.
  • Estarán acompañados al piano por Rubén Fernández Aguirre.

El tenor Ismael Jordi y la soprano Sara Blanch, acompañados al piano por Rubén Fernández Aguirre, ofrecerán este próximo domingo 26 de mayo (20h00) en el Teatro de la Zarzuela un recital dedicado a este género que da pleno sentido y esplendor al coliseo de la plazuela de Teresa Berganza.

Junto a la música de Pablo Sorozábal, Jesús Guridi, Manuel Fernández Caballero, Pablo Luna o Manuel Penella, podrán escucharse también composiciones de Joaquín Turina, Xavier Montsalvatge e incluso de Léo Delibes y Jules Massenet.

Romanzas y dúos de nuestro género lírico, canciones que dan alma a nuestro origen y tradición, y obras maestras que desde Francia llegan con la luz y los aires del sur de España; todo ello hará que el Teatro de la Zarzuela se muestre una vez más como el templo que es de esas melodías y ese espíritu que de forma mágica definen buena parte de nuestro ADN.

Rigoletto ABAO

ABAO Bilbao Opera, continúa la 72ª Temporada con una de las óperas más universales del genio italiano Giuseppe Verdi y su obra favorita: Rigoletto, que le otorgó el reconocimiento internacional, y cuya presencia en los teatros ha sido continua desde su estreno en 1851. ABAO ha programado cuatro funciones para los días 17, 20, 23 y 26 de febrero en el Euskalduna Bilbao, con el patrocinio exclusivo de la Fundación BBVA. La representación del sábado 17 de febrero dará comienzo a las 19:00h y el resto de las funciones se iniciarán a las 19:30h.

Este viaje dramático en tres actos de fuerza innegable, desbordante de pasión, engaño, amor paternofilial y venganza, está basado en la pieza teatral Le Roi s’amuse de Victor Hugo. La historia habla de un bufón que lucha por equilibrar los elementos enfrentados de belleza y perversidad que existen en su vida. Es una obra universal, tremendamente popular, que se mantiene entre las preferidas de todos los públicos y que destaca por sus melodías inolvidables y emociones intensas.

Es la sexta ópera que Verdi compuso con el libretista Francesco Maria Piave, que tuvo numerosos problemas de censura en la adaptación del libro original de Victor Hugo. No obstante, Rigoletto estableció la fama mundial de Verdi y constituye, junto con Il trovatore y La Traviata, la llamada “trilogía popular” que el maestro compuso entre 1851 y 1853, protagonizadas por antihéroes, y que supusieron un giro en la creación verdiana hasta ese momento.

Rigoletto es una de las óperas fetiche de ABAO Bilbao Opera, que suma con estas funciones 33 representaciones, siendo la más escenificada a lo largo de su historia y que han cantado, entre otros, Ettore Bastianini, Alfredo Kraus, Cristina Deutekon, Piotr Beczala o Leo Nucci, que en 2013 bisó “Si… vendetta, tremenda vendetta” en todas las representaciones.
PERSONAJES DOMINADOS POR EL PRESAGIO DE LA MALDICIÓN

Verdi tuvo un auténtico flechazo con la obra de Hugo y su protagonista. En 1950 escribía a Piave: “Hay un libro que, si la policía lo permitiese, sería una de las más grandes creaciones del teatro moderno. La obra es grande, inmensa y tiene un personaje que es una de las más grandes creaciones del teatro de todas las épocas y de todos los países”.

Rigoletto, que un principio Verdi quiso titular La maledizione, constituye una propuesta musical y teatral insólita, profundamente innovadora en su época, con personajes fascinantes y destacadas escenas vocales, dúos, tríos y cuartetos.

Por su presencia en escena y su complejidad psicológica llena de aristas, el personaje de Rigoletto tiene todos los colores posibles del barítono verdiano. Debuta en ABAO Amartuvshin Enkhbat, un artista de raza encumbrado por la crítica como uno de los barítonos más completos en la actualidad. Esta temporada ha cantado este rol en Londres y Palermo. En esta ópera las emociones intensas se suceden: “Pari siamo”, “Si… vendetta, tremenda vendetta”, “Cortigiani, vil raza dannata”, “Povero Rigoletto” o “Piangi, fanciulla”, mostrando la ira, venganza, desesperación, humillación o resignación que dibujan el carácter del atormentado personaje.

La soprano navarra Sabina Puértolas, una artista con habilidades técnicas, carisma y dominio del escenario, encarna a Gilda, la desventurada hija de Rigoletto. Un personaje de evolución, que pasa de la inocencia y candidez infantil a la madurez dramática del amor no correspondido. Desde el ingenuo “Caro nome” al traumático “Tutte le feste al tempio”, además de dúos, “V’ho ingannato colpevole fui”, tercetos y cuartetos, “Bella figlia d’amore”, con gran personalidad musical y vocal.

El depravado y narcisista Duca di Mantova está interpretado por el tenor jerezano Ismael Jordi, quien ya lo representó en ABAO en 2013 con un gran éxito de público y crítica. Elegante, frívolo y egoísta, tiene escenas destacadas como el aria “Questa o quella”, una declaración de principios de lo execrable del personaje, “Ella mi fu rapita”, o la celebérrima “La donna è mobile”.

Acompañan al trío protagonista Carmen Topciu, como Maddalena; Emanuele Cordaro, que debuta en ABAO en el rol de Sparafucile; Fernando Latorre como el noble Conte di Monterone; Marifé Nogales en el papel de Giovanna; Josu Cabrero en el rol de Mateo Borsa; José Manuel Díaz como Marullo; y Gexan Etxabe y Ana Sagastizabal, como el Conte y la Contessa di Ceprano.

REGRESO DE DANIEL OREN AL FRENTE DE LA BILBAO ORKESTRA SINFONIKOA

Conocido por su riguroso trabajo para obtener de orquesta y cantantes la máxima calidad musical, el prestigioso maestro Daniel Oren, quien ya ha dado muestras de su buen hacer en pasadas temporadas bilbaínas, se hace cargo de la dirección musical al frente de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa para conducir una partitura llena de dinamismo, melodías inolvidables y emociones intensas.

El complejo drama de Victor Hugo inspiró a Verdi una partitura poderosa, intensa y dramática, con una escritura musical llena de fuerza y belleza, que envuelve a personajes y trama en una tensión compulsiva desde la obertura oscura de la maldición, hasta el trágico final.

El Coro de Ópera de Bilbao, exclusivamente con voces masculinas y dirigido por Boris Dujin, completa el apartado musical.

NUEVA COPRODUCCIÓN DE ABAO BILBAO OPERA IMPACTANTE Y REIVINDICATIVA

La dirección de escena viene firmada por el polifacético Miguel del Arco. Director de teatro, cine, actor y dramaturgo, cuenta con varios premios Max y otros galardones y reconocimientos, y se caracteriza por su audacia a la hora de exponer, con estilo actual, el carácter de los personajes y las atmósferas de las distintas escenas.

Miguel del Arco propone una nueva lectura dramatúrgica centrada en la mujer, con una efectiva puesta en escena de estética contemporánea que actúa de vehículo para explicar la trama, en la que lobos y escorts, representan las expresiones de la naturaleza humana, el sexo, la violencia, el amor o el odio en una sociedad deshumanizada. Con un montaje de gran complejidad técnica, los momentos más intensos se realzan con proyecciones expresionistas y juegos de luz y volúmenes.

Nueva coproducción de ABAO Bilbao Opera, el Teatro Real, el Teatro de la Maestranza y New Israeli Opera Tel Aviv, con una espectacular escenografía de Sven e Ivana Jonke, con efectos innovadores llenos de fuerza conmovedora, un sugestivo diseño de luces de Juan Gómez-Cornejo que iluminan y oscurecen la pasiones y sentimientos de los personajes, y un innovador, sugerente y metafórico vestuario de la bilbaína Ana Garay.

PROGRAMA DE ACTIVIDADES PARALELAS CON ENTRADA LIBRE

El programa de actividades culturales paralelas que ABAO Bilbao Opera lleva a cabo con carácter abierto y para todos los públicos ofrece distintas oportunidades de acercarse a la ópera, conocer el título representado o la obra de su compositor, como sucedió el 6 y 7 de febrero en los centros municipales de Castaños y Santutxu con Carlos Imaz, el 8 de febrero en la Biblioteca Bidebarrieta con la grabación en directo y con público del podcast Concierto Desorden donde Gonzalo Lahoz entrevistó a Ismael Jordi, y en el Nuevo Casino de Pamplona, con una conferencia sobre Rigoletto de la mano de Carlos Imaz.

Las próximas citas son:

  • 14 de febrero. Conferencia en San Sebastián: “El montaje de una ópera. Anécdotas entre bambalinas”. Ponente: Carlos Imaz.
    Donostia. Koldo Mitxelena Kulturunea. 19:00h. Entrada libre hasta completar aforo.
  • 15 de febrero. Conferencia: “El montaje de una ópera. Anécdotas entre bambalinas”. Ponente: Carlos Imaz.
    Centro Municipal de San Ignacio. 19:00h. Entrada libre hasta completar aforo.
  • 16 de febrero. El ciclo de conferencias El ABC de la Ópera en colaboración con DeustoBide presenta la ópera Rigoletto y la obra de Verdi de la mano del periodista, crítico y divulgador cultural Rubén Amón. La conferencia se retransmite en directo a través del canal de YouTube de ABAO.
    Auditorio Universidad de Deusto. 18:30h. Entrada libre previo registro en la web de ABAO.
  • 19 febrero. Encuentro en el Aula de Cultura de El Correo con César Coca, periodista y director del Aula, Juan Carlos Matellanes, presidente de ABAO Bilbao Opera, Pablo Romero, asistente de la dirección artística, y la soprano Sabina Puértolas, que debatirán sobre: “La ópera, entre el arte y la polémica”.
    Sala BBK. Gran Vía Bilbao. 19:00h. Entrada libre hasta completar aforo.
  • 21 febrero. Santander acogerá una conferencia sobre el título en cartel con una presentación del argumento y los mejores momentos musicales. Ponente: Aitziber Aretxederra.
    Santander. Real Club de Regatas. 19:30h. Entrada libre hasta completar aforo.
FUNDACIÓN BBVA: IMPULSO AL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y CULTURAL

La Fundación BBVA, cuyo rasgo diferencial es el impulso al conocimiento tanto científico como cultural, articula su programa de Música como un recorrido completo por las distintas formas en que la sociedad puede beneficiarse y disfrutar de esta manifestación artística. Así, promueve la creación de obra nueva con encargos de composición y hace posible su preservación y difusión por medio de grabaciones en colaboración con sellos e intérpretes de primera línea.

Fomenta la música en directo a través de ciclos de conciertos que, de forma gratuita, ponen al alcance del público el mejor repertorio clásico y contemporáneo con ensembles y solistas de referencia. Organiza ciclos de conferencias y edita publicaciones para comprender mejor el trabajo de ciertos autores o sumergirse en el estudio de determinados períodos compositivos. Las Becas Leonardo posibilitan proyectos de investigación y creación altamente innovadores con resultados de muy variada índole: desde la composición y estreno de piezas musicales, escénicas y operísticas hasta la recuperación de patrimonio musical y su recopilación en primeras grabaciones mundiales. Colabora con formaciones musicales y teatros de todo el país y reconoce la excelencia a través del Premio Fronteras del Conocimiento en Música y Ópera. El esfuerzo sostenido de la Fundación en este ámbito ha sido reconocido con el Premio Ópera XXI a la Mejor Iniciativa de Mecenazgo.

Las representaciones de Rigoletto están patrocinadas en exclusiva por la Fundación BBVA, principal patrocinador de ABAO Bilbao Opera, que contribuye de esta manera a fomentar la cultura operística y a llevar al público espectáculos de la máxima calidad.

La Fundación BBVA ha sido reconocida con el premio a la Mejor Institución en los Tutto Verdi International Awards por su impulso al conocimiento científico y la creación cultural de excelencia. Por su apoyo a la música y a la ópera con una categoría propia en los Premios Fronteras del Conocimiento. Por su apoyo constante y decidido como patrocinador principal, sin interrupción durante dieciocho años, a todas las actividades de ABAO Bilbao Opera y en especial el Proyecto Tutto Verdi.

Los gavilanes

El tiempo corre siempre más de lo deseado. Tanto, que al fin pasan las décadas sin que siquiera podamos reparar en ello. En torno a esto, a la tenacidad que el calendario tiene en desprenderse de lo que somos y de lo que fuimos, discurre la historia transatlántica de ‘Los gavilanes’. Las consecuencias de esa tan predecible carrera frente a la vida: la nostalgia obstinada, el instinto profundo de amar lo aún joven –que conduce a cometer locuras–, la imperiosa necesidad de burlar a toda costa y sin éxito las secuelas de la vejez, lo que por naturaleza ha de ser, todo ello es protagonista de primer orden en este clásico absoluto del género compuesto por Jacinto Guerrero con libreto de José Ramos Martín. Y veinte volátiles años son, precisamente, los que han transcurrido desde la última vez que la obra subió al escenario del Teatro de la Zarzuela. El mismo donde nació en 1923, hace ahora casi un siglo, y al que a partir del 8 de octubre regresará en una nueva producción con dirección de escena de Mario Gas, cuya belleza y originalidad sin duda a nadie dejarán indiferente. Serán 13 funciones, hasta el 24 de octubre, en las que los espectadores podrán disfrutar de un título que con todas las de la ley forma parte de nuestro más profundo arraigo popular.

Con ‘Los gavilanes’, el maestro Jacinto Guerrero llevaba a efecto su primera y feliz incursión en la zarzuela grande. El compositor toledano fue un creador moderno que se situó entre los grandes zarzuelistas de finales del XIX y los últimos autores de comedias y dramas líricos del XX; sus éxitos fueron abundantes y continuados en España y América, y estos “gavilanes” se han erigido siempre como una de sus grandes bazas creativas a la que a lo largo de los años las compañías de zarzuela y los teatros han recurrido como garantía para sanear sus cuentas a base de éxitos.

El público la adora, los aficionados la esperan como agua de mayo; y si la ocasión llega de la mano de un equipo artístico y unos repartos como los de la propuesta que presenta el Teatro de la Zarzuela para abrir la temporada escénica 2021/2022, se multiplica el interés por regresar a la incierta localidad del sureste de Francia donde sucede la historia, o por viajar a ella por primera vez.

Belleza y originalidad

El maestro Jordi Bernàcer, director residente durante tres temporadas en la Ópera de San Francisco y reclamado de forma continuada en las temporadas de los prestigiosos teatros y festivales internacionales, subirá al podio del foso al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, ORCAM –Titular del Teatro–, del Coro Titular del Teatro de la Zarzuela cuyo director es Antonio Fauró y de dos brillantes repartos en los que participan muchas de nuestras mejores voces líricas jóvenes y veteranas.

El planteamiento escénico de este bello y original montaje dirigido por Mario Gas, hombre decididamente imprescindible en nuestra escena de las últimas décadas, traslada la acción desde mediados del XIX a los años 20 del pasado siglo (justamente los del estreno de la obra); y Gas lo argumenta explicando que esa época es “un tiempo estéticamente atractivo y que coincide con el retorno de las últimas oleadas de indianos que marcharon a hacer las américas a mediados y finales del XIX. Una época conflictiva y premonitoria.”

Junto al escenógrafo Ezio Frigerio, la oscarizada figurinista Franca Squarciapino, el iluminador Vinicio Cheli, historia viva y renovadores todos ellos del teatro del último medio siglo, y con el diseño audiovisual del afamado Sergio Metalli y el movimiento escénico de Carlos Martos de la Vega, Mario Gas explica que ha transitado “por un mundo alejado del ruralismo paisajista y naturalista para adentrarnos en elementos neofigurativos, pictóricos, inspirados en esos años veinte y contrastados con estructuras fuertemente constructivistas. El hierro, el miedo detrás de la sonrisa, tiempo de entreguerras… ¡fascinante!”.

Inagotable tradición

A lo largo de los casi cien años transcurridos desde el estreno de ‘Los gavilanes’, muchos han sido los intérpretes que han vestido una y otra vez los ropajes de Juan, Adriana, Gustavo o Rosaura en esa aldea sin nombre de la Provenza francesa.

Y en este punto, siguiendo esa inagotable y fértil tradición, llegamos a quienes ahora llenaran de propósitos y voz a los personajes surgidos de la pluma del dramaturgo José Ramos Martín, libretista también de Chapí, Vital Aza, Arrieta o Giménez.

La obra, como más arriba se ha reseñado, habla de emigración, del paso del tiempo, de los amores jóvenes y de los amores olvidados. Y todo ello volverá a cobrar vida en la piel y la garganta de los barítonos Juan Jesús Rodríguez y Javier Franco, que interpretan al indiano Juan que regresa de América a su aldea querida con una gran fortuna después de más de veinte años de duro trabajo; las mezzosopranos María José Montiel y Sandra Ferrández, que dan vida a Adriana, antiguo amor de Juan, causante de su marcha y hoy viuda, que se vio abocada a desposarse con otro hombre a causa de la pobreza y de las ambiciones irrefrenables de Leontina, su madre; las sopranos Marina Monzó y Leonor Bonilla, que harán las veces de Rosaura, hija de Adriana de la que Juan queda prendado al ver en ella la imagen viva de su madre joven; los tenores Ismael Jordi y Alejandro del Cerro, que encarnarán al joven Gustavo, que bebe los vientos por Rosaura, y de quien ella  también está prendada; el actor y cantante Lander Iglesias, como alcalde de la aldea y antiguo compañero de correrías de Juan, al igual que el personaje de Triquet, sargento de gendarmes que interpreta el también actor y cantante Esteve Ferrer; la actriz Ana Goya, que asume el rol de Leontina, la anciana madre de Adriana que vuelve a encender la mecha del odio con tal de, ahora, aprovecharse de la riqueza de ese Juan trastornado por un falso e imposible amor hacia su nieta; la también actriz Trinidad Iglesias, que viste la piel de Renata, esposa de Camilo y cuñada de Juan; el barítono Enrique Baquerizo, en la historia Camilo, hermano de juan y marido de Renata; o la mezzosoprano Mar Esteve y la soprano Raquel del Pino, como Nita y Emma, hijas de Renata y Camilo y sobrinas de Juan.

Todos ellos reviven teatralmente las ilusiones que surgen cuando el indiano Juan vuelve rico y poderoso. Pero también reflejan los temores que afloran cuando ese mismo individuo enloquece por un deseo irracional, una locura que a todos afecta. Y es que poco a poco las mentiras e hipocresías de la naturaleza humana van brotando en los diálogos y cantos de estos aldeanos que, como animales, están al acecho del gavilán traidor que les roba y ofende.

Inspiración melódica. Frescura, sencillez, rigor

Y en lo musical, el acabose. El maestro Jordi Bernàcer, resalta que “el valor a destacar de la música de Guerrero reside en su espléndida inspiración melódica, en su capacidad de concebir frases sencillas que, desde el instante mismo de la primera escucha, van a quedar fijadas para siempre en los más íntimos recovecos de nuestra memoria”. De ahí la formidable acogida que obtuvo ‘Los gavilanes’ en su estreno hace casi cien años, un éxito que perdura hasta la actualidad. El director de orquesta explica que “al poner hoy sobre el atril la partitura de Guerrero, nos encontramos ante el reto de descifrarla poniendo de relieve su frescura y sencillez, y hacerlo con todo el rigor que él nos propuso y merece”.

Para ir abriendo boca, ya se pueden disfrutar en YouTube y Facebook la conferencia impartida por el musicólogo Mario Lerena y un nuevo capítulo de la serie ‘Viaje por la zarzuela’, con una distendida conversación entre Jordi Bernàcer, Mario Gas, Juan Jesús Rodríguez y María José Montiel.

Ismael Jordi

Belcantismo andaluz

Desde hace algunos años, dos voces andaluzas protagonizan los mejores cartelones belcantistas de los grandes teatros de ópera del mundo. De un lado, Mariola Cantarero (Granada, 1978) y, de otro, Ismael Jordi (Jerez de la Frontera, 1973) han seducido a la audiencia con la belleza de sus timbres, su dominio de las agilidades o la intensidad escénica con la que interiorizan sus personajes de Donizetti, Bellini, Mozart o Verdi.

Protagonistas de carreras meteóricas desplegadas sobre un talento innato, Mariola Cantarero, quien a finales de 2019 dirigió su primera ópera, o Ismael Jordi, forjado a la sombra de Alfredo Kraus, vuelven a reunirse en torno a un programa de canciones de Turina y Barrios completado con romanzas y dúos de zarzuela y ópera, en un Teatro donde una vez fueron la pareja explosiva de una Traviata inolvidable y sobre cuyo escenario han crecido como los grandes reclamos del belcantismo andaluz más internacional.

El tenor español Ismael Jordi nació en Jerez de la Frontera y estudió en la Escuela Superior de Música Reina Sofía con Alfredo Kraus. Hizo su debut en el Teatro Villamarta de Jerez, cantando Ernesto de Don Pasquale.

ISMAEL JORDI, tenor

MARIOLA CANTARERO, soprano

Canciones de Joaquín Turina y Ángel Barrios, romanzas y dúos de ópera y zarzuela.

Piano: Rubén Fernández Aguirre

Teatro de la Maestranza, 13 de febrero de 2021

Ha cantado en teatros de toda Europa, en Francia: Estrasburgo (Don Pasquale, Falstaff, L’elisir d’amore), Toulouse (Gianni Schicchi, Doña Francisquita, Der Rosenkavalier), Burdeos (Il barbiere di Siviglia, La Traviata), Marsella (La Traviata), Aviñón (Rigoletto, I Capuleti e i Montecchi, La Traviata, Maria Stuarda, Anna Bolena), Toulon (Anna Bolena), Opéra Comique (Mignon) y Opéra National Paris-Bastille (La traviata), Chorégies d’Orange (Spanish Night, junto a P. Domingo), Monte Carlo (Lucia di Lammermoor). En Alemania: Dusseldorf (Il barbiere di Siviglia), Staatsoper Berlin (Il barbiere di Siviglia, L’elisir d’amore), Deutsche Oper Berlin (La Traviata, Lucia di Lammermoor, Rigoletto), Hamburgo (La Traviata, Rigoletto), Frankfurt (Anna Bolena), Dresde (Lucia di Lammermoor), Múnich (Lucrezia Borgia). En Austria: Volksoper Wien (Martha, La Traviata). En España: Jerez de la Frontera (La Traviata, Rigoletto, Eugen Onegin, Roméo et Juliette, Fausto), Sevilla (La Traviata, Anna Bolena), y Oviedo (L’elisir d’amore, La Traviata), Bilbao (I Capuleti e i Montecchi, Eugen Onegin, Rigoletto, Lucia di Lammermoor), Valencia (Iphigénie en Tauride), Barcelona (Linda di Chamounix, La Traviata, Lucia di Lammermoor), Teatro Real de Madrid (L’elisir d’amore, Roberto Devereux, Lucia di Lammermoor, Faust). En Países Bajos: Ámsterdam (Lucia di Lammermoor, La Traviata, Roméo et Juliette, Der Rosenkavalier). En Bélgica: Lieja (Lucrezia Borgia, Manon), Amberes-Gent (el estreno mundial de Le Duc d’Albe de Donizetti-Battistelli). En Suiza: Zúrich (Lucia di Lammermoor, Anna Bolena, Rigoletto), Lausanne (La Traviata, Doña Francisquita). En Italia: Macerata (Rigoletto), Padua (Lucia di Lammermoor), Verona (Rigoletto), Nápoles (Lucia di Lammermoor, La Traviata), Venezia (La Traviata), Roma (Linda di Chamounix, Rigoletto).En Reino Unido: ROH Covent Garden en Londres (Maria Stuarda, La Traviata, Lucia di Lammermoor); en Grecia: Greek National Opera en Atenas (Roméo et Juliette); en Japón: Tokio (Lucia di Lammermoor). En Corea: Korea National Opera de Seúl (Manon); en Canadá: Montréal (Roméo y Juliette), etc.

Aparece regularmente en recitales y conciertos. Sus grabaciones incluyen Martha en el Volksoper de Viena, La Traviata con el Teatro Villamarta de Jerez y Le Duc d’Albe en el De Vlaamse Opera.

Sus proyectos hasta 2025 incluyen: La Traviata y María Stuarda en el Teatro Real de Madrid; La Favorita en Málaga y Bilbao; Anna Bolena, Maria Stuarda y Roberto Devereux en Ámsterdam y Valencia; L’elisir d’amore en el Festival de Orange; Roméo et Juliette en la Metropolitan Opera de Nueva York; Lucia di Lammermoor en el ROH Covent Garden London y en el ORW de Lieja; Los Gavilanes, Luisa Fernanda, La Generala en el Teatro de la Zarzuela de Madrid; Doña Francisquita en Sevilla, etc.

Considerada uno de los máximos exponentes del repertorio belcantista de los últimos años, Mariola Cantarero ha obtenido también importantes triunfos en obras como La Traviata, Rigoletto o La bòheme, en la búsqueda continua de las obras más adecuadas a su evolución vocal, ampliando su repertorio con éstas y otras obras como María Stuarda, Lucrezia Borgia, Anna Bolena, así como Don Giovanni o Così fan Tutte.

Granadina de nacimiento, comienza sus estudios musicales en el Conservatorio de su ciudad natal, y posteriormente los amplía con el Catedrático de canto Carlos Hacar, y ya en carrera se perfecciona con Ruthilde Böesch en Viena. Es premiada en diferentes concursos internacionales de canto como el «Francisco Viñas», «Operalia´99», «Pedro Lavirgen» y «A.S.L.I.C.O. 2000».

Recibe distintos premios por su trayectoria como «Premio ópera Actual», «Revelación del círculo de amigos del Liceo», «Premio Imagen de la Ciudad de Granada», «Ojo Crítico de RNE», «La Mención de Honor de la Diputación de Granada», «La Medalla de Oro de la Ciudad de Granada», así como «La Medalla de Oro de Andalucía».

Debuta en el Teatro Carlo Felice de Génova con Le Comte Ory de Rossini en el 2000, y desde entonces se convierte en soprano habitual de los principales teatros de Europa como el Teatro Real de Madrid, Liceu de Barcelona, Maggio Fiorentino, San Carlo de Nápoles, Ópera de Roma, Rossini Opera Festival, Hamburgo, Berlín, Zúrich, Ámsterdam, Estrasburgo, y más allá de nuestro continente en la Ópera Nacional de Corea, Oriental Art Center de Shanghai, San Juan de Puerto Rico, Santiago de Chile, Ópera de São Paulo, Ópera de Detroit, New Jersey.

Ha sido dirigida por directores como Zubin Mehta, Alberto Zedda, Jesús López Cobos, Daniel Oren, Bruno Campanella, o Roberto Abbado.

Entre su amplia discografía cabe destacar Luisa Fernanda junto a Plácido Domingo en el Teatro Real de Madrid, Falstaff dirigida por Zubin Mehta en el Maggio musicale Fiorentino, La gazza ladra del Rossini Opera Festival, Il viaggio a Reims en el Liceu de Barcelona, I puritani de la Ópera de Ámsterdam, Belcanto con Simón Orfila y Canciones en la Alhambra.

Fotografía: ©F.J. Gomez Pinteño

Ismael Jordi

Estará dedicado a la memoria de Alfredo Kraus –que fue maestro del tenor jerezano y que esta misma semana hubiera cumplido 93 años– a quien el coliseo dedicará el palco número 6 de la platea.

Acompañado al piano por Rubén Fernández Arribas, interpretará obras de Manuel García, Joaquín Turina, Francis Poulenc, Francis Lopez, Jacinto Guerrero, Federico Moreno Torroba, Amadeo Vives y Soutullo y Vert, entre otros autores.

El tenor Ismael Jordi cumple 20 años de carrera, y lo celebrará el próximo sábado 28 de noviembre (20h00) con un concierto “muy personal” en el Teatro de la Zarzuela. El recital, en el que le acompañará al piano Rubén Fernández Aguirre, será ofrecido en memoria de Alfredo Kraus, quien este pasado martes hubiera cumplido 93 años, y que junto con Teresa Berganza fue su maestro de canto en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid. El Teatro de la plazuela de Jovellanos aprovechará tan especial circunstancia para dedicar a Kraus desde ese momento el palco número 6 de la platea con una placa nominativa.

Con un repertorio compuesto en su mayoría de música española, Jordi irá de la música de Manuel García o Joaquín Turina, a la de Francis Poulenc y Francis Lopez, para volver a cruzar los Pirineos musicales con Jacinto Guerrero, Federico Moreno Torroba, Amadeo Vives o Soutullo y Vert, entre otros autores. Composiciones y compositores de altos vuelos, por tanto, los que en este día de celebración trae en su equipaje viajero este jerezano que apunta maneras universales.

Ismael Jordi es un cantante completo. Un artista total. No solo posee una de las voces líricas internacionalmente más aplaudidas, sino que su presencia escénica y su intrínseco carisma lo convierten en una de las más deseadas estrellas de la lírica que hoy pisan los escenarios.

 

 

Una Doña Francisquita llena de contradicciones
Doña Francisquita
Amadeo Vives (1871-1932)
Comedia lírica en tres actos
Libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, inspirado en
La discreta enamorada de Lope de Vega. En una adaptación de Lluis Pascual.
Teatro de la Zarzuela Madrid 14 de mayo de 2019
D. musical: Oliver Díaz
D. escena: Lluis Pascual
Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar
Iluminación: Pascal Mérat
Coreografía: Nuria Castejón
Diseño audiovisual: Celeste Carrasco
Orquesta de la Comunidad de Madrid Titular del Teatro
Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, Director: Antonio Fauró
Rondalla Lírica de MAdrid “MAnuel Gil”, Director: Enrique García Requena
Reparto: Sabina Puértolas, Ismael Jordi, Ana Ibarra, Viçent Esteve, María José Suarez,
Santos Ariño, Antonio Torres, Graciela Moncloa, Mathew Loren Crawford,
Francisco José Prado, ALicia Martínez, Francisco Javier Alonso
Con la colaboración especial de Lucero Tena y Gonzalo de Castro
Esta nueva producción de Doña Francisquita del Teatro de la Zarzuela me ha sorprendido y desconcertado. No he entendido nada, no hay diálogos, apenas escenografía, un narrador me distrae e interrumpe constantemente justo en los momentos más arrebatadores de la obra y, sin embargo, pocas veces salgo tan estimulada de una representación. No, no entiendo nada.También sirve para darse cuenta de lo turbador que puede llegar a ser la ausencia de diálogos y escenografía en una obra como esta. Como dice Lluis Pascual, una Bohéme puede ser cantada en versión concierto por los mejores cantantes, y no decir nada, o ser representada por los peores, y decirlo todo. A Doña Francisquita le ocurre algo parecido.Los tres actos en los que se divide la obra son completamente distintos, escénicamente hablando. El primero es aburrido y confuso, el segundo entretenido y lleno de romanticismo y el tercero, sublime.Lluis Pascual, hombre de teatro como ninguno, es el responsable de la puesta en escena y la adaptación del texto de esta nueva versión de Doña Francisquita. No es tarea fácil abordar, para modificar, una obra de referencia conocida desde su más tierna infancia. Y el resultado es realmente sorprendente. Queda a la elección del espectador en qué lado de la balanza pone su sorpresa.

Para justificar la adaptación del texto, Pascual alude al que, a su modo de ver, es el problema de la zarzuela: el libreto, y una manera de escribir e interpretar, que llega hasta los años 30 y que se llama “costumbrismo”. Un estilo teatral que ya nadie hace y, del que parece, se han perdido las claves para su interpretación, tanto desde el escenario, como desde el patio de butacas.
El primer acto es el más desconcertante. Se trata de un estudio de grabación de los años 30 en el que aparecen los cantantes y el coro como si de una versión de concierto se tratara. Falta la escenografía, que en este acto es fundamental para la comprensión de la obra. Tal vez sea esa la razón por la que los protagonistas parecen no hallarse sobre el escenario. Se pierde frescura en la interpretación, que queda en un segundo plano. Algunos de los momentos más líricos de este primer acto pierden toda su brillantez, como “la canción del ruiseñor”, interpretada por Sabina Puértolas, que queda bastante desdibujada.

Llegamos al segundo acto, situado en un plató de televisión en los años 60, de la mano del nuevo personaje que nos intenta guiar desde el principio, el narrador. El actor Gonzalo de Castro se encarga de dar vida a un nuevo rol, definido para tratar de introducir y explicar el argumento de la obra, a falta de diálogos. De Castro tiene un papel muy destacado, es brillante en lo suyo, pero su personaje no deja de cortar el ritmo. Aparece incluso para interrumpir los momentos en los que se había logrado la atmósfera más romántica y lírica. Creo que él mismo fue consciente de ello en algunos momentos.

El tercer acto nos lleva a una sala de ensayo actual y vacía. Con una inmensa pantalla al fondo sobre la que se proyectan imágenes de una Doña Francisquita rodada en 1934 por Hans Behrent, un director alemán que llegó a Barcelona, junto a otros cineastas, huyendo del nazismo. El nieto de uno de ellos, descubrió en el desván de su casa en Canadá, un baúl que contenía ocho películas grabadas por su abuelo. Siete de ellas estaban tan deterioradas que no se pudieron recuperar y solo se salvó una de ellas. Se trataba de Doña Francisquita. Las imágenes son de una gran belleza y evocadoras de aquel Madrid castizo y siempre dispuesto a la fiesta. Este tercer acto es el más emotivo, sobre todo, cuando apareció en escena Lucero Tena para tocar con “su pequeño instrumento”, las castañuelas, el fandango que después interpretó el cuerpo de baile. Tal vez este haya sido uno de los momentos más inolvidables de toda la temporada.

Todas las funciones están dedicadas a Alfredo Kraus en el 20 aniversario de su muerte. Con su recordado Fernando, Kraus reinauguró este Teatro en 1956 con esta misma obra.

La dirección musical, a cargo del titular del Teatro, Oliver Díaz, hizo grandes esfuerzos para encajar la música con lo que se estaba desarrollando sobre el escenario. Lo consiguió en gran medida, con una dirección enérgica, a veces algo excesiva en el volumen de sonido, pero siempre sabiendo acompañar a los cantantes en esta obra de grandes peculiaridades y difícil escritura orquestal, que hace que cada uno de sus números sean diferentes y con su propio estilo. Como dice Díaz, “Doña Francisquita es una sucesión de grandes éxitos”.

Una de las razones que hacen que esta Francisquita sea especial, a pesar de la desconexión de escena y música, es el cuadro de cantantes que intervienen en ella. Ismael Jordi aborda el dificilísimo y extenso rol de Fernando con la delicadeza y determinación que exige el personaje. Su voz ha ganado en densidad y amplitud. Ofreció uno de los momentos más románticamente líricos al interpretar su romanza “Por el humo…”, para la que se pidió el bis sin éxito. Su fraseo está bordado con elegancia y la línea de canto es exquisita.

Sabina Puértolas creó una Francisquita sofisticada y sin caer en ñoñerías. Su personaje fue de más a menos, tal vez contagiada por la falta de referencias escénicas. Su voz está llena de frescura y su línea de canto tersa y brillante. Su canción del ruiseñor quedó difuminada en ese perturbador primer acto.
La Aurora de Ana Ibarra fue el personaje de mayor personalidad sobre el escenario. Rotunda en la interpretación de esta Beltrana cuyos graves podían haber sido más intensos. Junto al Cardona de Vincenç Esteve, protagonizó el dúo del tercer acto. Ella, sobradamente castiza y brava, mientras Esteve rapeaba más que declamaba.

María José Suárez tiene un oficio y unas cualidades interpretativas que hacen que cualquier pequeño personaje se convierta en grande cuando ella lo viste. Eso hizo con su Doña Francisca. Es toda una garantía en cualquier producción lírica.

Otra garantía que aporta casticismo y personalidad a esta Francisquita, es la participación de Santos Ariño como Don Matías, y de Antonio Torres como Lorenzo Pérez. Saben estar y decir como se está y se dice una zarzuela.

Las coreografías elaboradas por Nuria Castejón, realizan una función casi balsámica para un público deseoso de conectar con la obra. Las imágenes que en directo se proyectan del cuerpo de baile sobre la gran pantalla, son de una plasticidad y estética notables.

Todos estos artistas, respaldados por el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, centran la obra y la llenan de referencias. Con ellos y la música del maestro Vives, se bastan y sobran para para dar vida a esta zarzuela. No hay que temer por nuestra lírica, es demasiado grande. Y el Teatro de la Zarzuela, su fortaleza.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real

Faust

El Teatro Real inaugura su 22ª temporada el próximo 19 de septiembre con Faust, de Charles Gounod (1818-1893), en una coproducción del Teatro Real con la Nationale Opera & Ballet de Ámsterdam, que estrenó la producción, con una entusiasta acogida, en mayo de 2014.

Estrenada en el Théâtre Lyrique de París, el 19 de marzo de 1859, con una gélida respuesta del público francés, Faust se ha impuesto poco a poco en el repertorio operístico, pese a las reticencias de los críticos, que han caído en la trampa de evaluar la partitura partiendo de la inconmensurable grandeza de la obra de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832).

Si bien es verdad que los libretistas Jules Barbier y Michel Carré redujeron la trama de la ópera al pacto diabólico y al enredo amoroso entre Fausto y Margarita alejándose de la complejidad filosófica del texto de Goethe, quizás sean precisamente la simplicidad y espontaneidad de la partitura el secreto de su éxito.

La obra, que se aleja de la grandilocuencia de la grand opéra francesa, ha seducido al público, que se deleita con la belleza de las melodías, la orquestación refinada, las formidables partes corales, el contraste entre los números, el sarcasmo de algunos diálogos y la delicadeza de las escenas de carácter más intimista.

Àlex Ollé, que aborda por cuarta vez el mito de Fausto a lo largo de su carrera en La Fura dels Baus ─después de F@ust 3.0 (1997), La damnation de Faust, de Hector Berlioz (1999) y la película Fausto 5.0 (2001)─ se aleja de la lectura más superficial de la partitura, ahondando en la cuestión que atraviesa toda la obra de Goethe: la búsqueda de la vida no vivida. Mefistófeles instiga a Fausto a satisfacer los deseos que ha ocultado, las pulsiones que ha sublimado y las perversiones que ha camuflado. Mefistófeles como alter ego de Fausto: el diablo que lleva escondido.

En el más puro estilo ‘furero’, Àlex Ollé y el escenógrafo Alfons Flores recurren a artificios dramatúrgicos de gran eficacia teatral, colocando a Fausto en un laboratorio, donde trabaja en un inmenso ordenador que simula el cerebro humano, con sus trampas y fantasías, del que van surgiendo arquetipos de la sociedad actual, muy reconocibles por el público.

Junto a Valentina Carrasco (colaboradora en la dirección de escena), Lluc Castells (figurinista) y Urs Shönebaum (iluminador), han creado una producción inventiva, sarcástica y espectacular, que cuenta con la complicidad de un doble reparto encabezado por los tenores Piotr Beczala e Ismael Jordi, en el rol titular; las sopranos Marina Rebeka y Irina Lungu en el papel de Marguerite; los barítonos Luca Pisaroni, Erwin Schrott y Adam Palca como Méphistophélès, Stéphane Degout y John Chest, como Valentin; y las sopranos Serena Malfi y Annalisa Stroppa en el papel travestido de Siébel.

La dirección musical será del maestro israelí Dan Ettinger, que debuta en Madrid al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real y la preparación del coro, con gran protagonismo en la partitura de Gounod, está a cargo, como siempre, de su director Andrés Máspero.

Estrenada en el Teatro Real en 1865, seis años después de su fría première en Paris, Faust sedujo desde entonces al público de Madrid, siendo una de las óperas más representadas hasta el cierre del teatro en 1925. Desde su reapertura se han ofrecido 10 funciones, en febrero de 2003, con una producción de homenaje a Gotz Friedrich. Faust vuelve al Teatro Real 15 años después, con una dramaturgia que aportará una nueva lectura de la inagotable riqueza de este mito universal.

AGENDA  |  ACTIVIDADES PARALELAS

13 de septiembre a las 20.15 horas | Teatro Real, Sala Gayarre

Enfoques: encuentro con artistas que participan en Faust y Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real

19 de septiembre a 7 de octubre| Museo Nacional del Romanticismo

Una obra, una ópera: Mefistófeles, de Joaquín Espalter (1872), cuadro que representa al Fausto de Goethe en el momento en que rapta a Marguerite

30 de septiembre, a las 11.00 horas | Teatro Real, Sala principal

Ópera en cine

Proyección de Los cuentos de Hoffmann, de Jacques Offenbach, con dirección musical de Sylvain Cambreling y dirección de escena de Christoph Marthaler.

2 de octubre a 22 de febrero | Instituto Complutense de Ciencias Musicales

La emoción de la ópera (exposición): un recorrido por la ópera del siglo XIX a través de partituras, imágenes y documentos inéditos. Incluye piezas de sastrería y utilería del Teatro Real.

Biblioteca histórica Marqués de Valdecilla

4 de octubre a las 20.00 horas | Mezzo TV | Radio clásica y UER Unión Europea de Radiodifusión

Retransmisión en directo e Faust en la cadena de televisión  MEZZO, en Radio Clásica, de RNE, y en las emisoras que integran la UER, Unión Europea de Radiodifusión.

7 de octubre, a las 12.00 horas | Teatro Real, Sala principal

Los domingos de cámara

Solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real

7 de octubre a las 12.00 y a las 17.00 horas | Teatro Real, Sala Gayarre

¡Todos a la Gayarre!: talleres musicales para toda la familia, con dirección y presentación de Fernando Palacios.

Primera sesión de la temporada: El diablo acecha

Bailarinas: Aurora Constanza, Elena Di Mare e Inés Ruiz Calderón.

Rigoletto

Interpretar más de 500 veces a un mismo personaje sin caer en lo rutinario, es más que un mérito, es arte, oficio y pasión. Y Leo Nucci, sobrado de facultades, a estas alturas de su vida está lleno de recursos en escena, y también fuera de ella. Sabe muy bien como gestionar las emociones de un público, el de Bilbao, que le esperaba con entusiasmo después de sus últimas cancelaciones en I Due Foscari y Nabucco.

Su interpretación de Rigoletto fue de menos a más. El calentamiento de su voz y del público llegó con el dúo Ah!, solo per me l´infamia, que fue el preámbulo a un magnífico Cortiggiani vil raza y una impecable y dramática vendetta que fue bisada. A pesar de alguna carencia en el fiato, que le llevó a acortar alguna frase, la capacidad vocal de Leo Nucci es prodigiosa en un hombre de 71 años. Demostró gran conocimiento de la partitura y del concepto de drama verdiano. Su voz conserva su color y características casi intactas a pesar de los años. Y Rigoletto es sin duda su personaje. No interpreta a Rigoletto, se transforma en él.

Y si Leo Nucci se había llevado todo el protagonismo inicial, la noche reservaba una gran sorpresa, la soprano rumana Elena Mosuc en el personaje de Gilda. Era su debut en Bilbao y eso siempre genera una cierta expectación, más bien esperanza, esa que nunca se pierde. Y tuvimos la ocasión de asistir a un acontecimiento cada vez más escaso, sobre todo tratándose de una obra tan clásica. Una de esas obras que cada uno tiene referenciadas en la cabeza con sus cantantes, director, escenario… y que difícilmente hacen hueco a ninguna otra versión.
Apareció Elena Mosuc, con esa discreción y delicadeza escénica con la que Verdi describió al personaje de Gilda. Llegó entonces Caro nome, y empezaron a temblar los recuerdos para dejar paso a este momento. Elena Mosuc posee unos recursos canoros que dificilmente se despliegan ya sobre un escenario. Bien por falta de ellos, por miedo o por vergüenza. La facilidad para el legatto. Apianar una nota con lánguido abandono y terminarla con un sutil crecendo. Todo ello con una finezza y un gusto exquisito.  Se permitió algún sobreagudo y agilidades como regalo a un público que en ese momento estaba absolutamente entregado.  El oficio y experiencia tanto de Leo Nucci como de Elena Mosuc, se observó también en el perfecto empaste de las dos voces protagonista.

La interpretación de Ismael Jordi, como Duca di Mantova, bajó algún escalón el nivel interpretativo respecto a los otros dos protagonistas. Empezó algo destemplado y mejoró en el segundo y tercer acto. Su voz ha mejorado en los últimos años pero no termina de convencer. Su color cambia con facilidad y es muy evidente el cambio de pasaje que desestabiliza algunos agudos. Pero su canto es refinado y elegante. No tiene mala presencia en escena, pero quizá el porte es escaso para el personaje de Duca. Sobre todo cuando apareció en el escenario María José Montiel con una Magdalena temperamental, exuberante y, sobre todo, castiza. Muy bien en el cuarteto, equilibró y redondeó el magnífico cuadro de cantantes. No estuvieron a su altura sus compañeros de correrías, ni Felipe Bou, como Sparafucile, ni Javier Galán interpretando a Marullo.
Ainhoa Zubillaga, como Giovanna, tampoco convenció. No posee una bonita voz. La sensación es de pesadez, de un angustioso dolor en la emisión. La nitidez en el fraseo es inexistente.

La dirección musical ha sido con diferencia lo más flojo durante toda la representación. Sorprendió la cancelación del director Daniel Oren, que ha sido sustituido por Miguel Ángel Gómez Martínez. La dirección de éste último ha pecado de una lentitud excesiva. Unos tiempos dilatados en exceso, que no favorecían el dramatismo pero sí el hastío en algunos momentos.

Hay escenografías que envejecen muy mal. Tal es el caso de la que nos ocupa, de Emilio Sagi, que se estrenó en este mismo teatro hace siete años. Su reposición ha estado a cargo de Ricardo Sánchez-Cuerda y el resultado es oscuro y pobre. No se reconocen en él elementos clásicos o conocidos. Los cambios y transiciones se realizan a la vista del público mediante plataformas móviles. Obligaba a los cantantes a moverse entre los elementos como en un laberinto. La dirección de actores falla en algunos momentos en los que Rigoletto queda fuera de escena siendo el protagonista. Quiere ser una escenografía sencilla, pero se queda en simple.
La iluminación, a cargo de Eduardo Bravo, quiere ayudar a crear una atmósfera tenebrosa, pero resulta tacaño y la luz, escasa.

La Bilbao Orkestra Sinfonikoa tuvo una actuación discreta, más por carencias de la dirección musical que de recursos de los maestros que la forman.
El coro brilló y contribuyó al éxito de la representación. Bien en las entradas y contundente en los cuadros de conjunto.

Habrá quienes opinen que el éxito del estreno de este Rigoletto es exagerado, que en la sala se encontraba mucho tiffosi nucciniano. La realidad es que la ópera y quienes participan en ella solo tienen una obligación, encender pasiones. Misión cumplida.

Críticas