Jaroussky

Tres bises no parecían suficientes para un público que, puesto en pie, no dejaba de aplaudir y lanzar bravos a este joven contratenor francés. Con un repertorio clásico muy ajustado a sus cualidades vocales, Philippe Jaroussky cautivó a un público cada vez más enamorado de este tipo de tesituras. Recuperada para los escenarios a partir de mediados del siglo pasado gracias a Deller, la voz de contratenor, muy evolucionada desde entonces, cuenta cada vez con más presencia en recitales y óperas que requieren de su participación.

Al concluir el recital, un emocionado Jaroussky agradecía en castellano el calor del público. “Siempre es un placer para mi volver a este Teatro”. En él debutó con apenas 22 años en el papel de Alecto en Celos aun del aire matan. La pasada temporada ya demostró las cualidades de su voz en un complicado Nerone, en la “Poppea” de Monteverdi.

Dotado de una voz ligera y de extraordinaria facilidad para los agudos y la coloratura, interpretó para demostrado el aria de Giustino, “Vedro con mio diletto”. Y su exquisito gusto en la interpretación fue más evidente en las arias dramáticas que en las de coloratura (aunque sean estas últimas las que más agradece el público). Su voz es bellísima, cristalina, casi transparente y de gran virtuosismo en la técnica. El único pero es un escaso volumen de voz y las dificultades con el fiato en los tonos medios y graves. Pero maneja muy bien su líquido instrumento.

Muy bien acompañado estuvo con Jeannette Sorrell, directora de la Orquesta Barroca de Cleveland, Apollo´s Fire. Sorrell dirige a la vez que toca el clavecín. Lo hacen con gran intensidad e incluyen ese momento vellones que de inmediato delata a la mayoría de intérpretes norteamericanos.

La Orquesta hizo vibrar también al público con interpretaciones brillantes como el Concierto para dos violonchelos en Sol menor, RV 531 de Vivaldi, la chacona Il Parnaso in festa, de Händel y “La follia” de Vivaldi, con arreglos de la propia Sorrell, que entusiasmó al teatro.

En los bises ofrecieron “Alto Giovanni”, un aria de Porpora dedicado a Farinelli y que hizo a este tan famoso; “Venti turbini”, de Rianldo de Händel y terminó con “Ombra mai fu”, de Serse, que fue un extraordinario colofón a una noche mágica tras casi dos horas y media de concierto.

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