Manuel Busto

Los próximos días 4, 5, 6 y 7 de mayo, el conocido director de orquesta sevillano se subirá al podio del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá, para dirigir por primera vez a la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, en el estreno de La Bella Otero junto al Ballet Nacional de España. Será un doble debut para Busto, que no solo ejerce como Director Musical, sino también como compositor de la partitura de este espectáculo del BNE inspirado en la vida y obra de la famosa bailarina española de la Belle Époque parisina, con coreografía de Rubén Olmo, y dramaturgia de Gregor Acuña-Pohl.

Manuel Busto, que ya ha dirigido el ballet dramático La Bella Otero en escenarios como el Teatro de la Zarzuela de Madrid o el Teatro de la Maestranza de Sevilla, y próximamente lo hará también en el Teatro Campoamor de Oviedo, define la música de esta obra con las siguientes palabras: “La Bella Otero se caracteriza por su gran diversidad estilística, y en ella nos encontramos desde una muñeira propia del folclore gallego, hasta relecturas actuales de estilos y formas usados en la Belle Époque. Además, los músicos flamencos están integrados en la orquesta como si fueran un músico más, lo que le da una personalidad única”.

Considerado como una de las batutas españolas con mayor presencia internacional tanto en el ámbito operístico como sinfónico, Manuel Busto ha dirigido orquestas tan destacadas como la Taiwan National Symphony Orchestra, la Orchestra I Pomeriggi Musicali di Milano, la BBC Symphony Orchestra, la Orchestra de la Comunitat Valenciana (OCV), la Orquesta Ciudad de Granada, la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM), la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, así como las orquestas del Teatro Comunale di Bologna, el Teatro Lirico Giuseppe Verdi di Trieste o la Dutch National Opera and Ballet de Ámsterdam, entre otras.

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Entrevista Manuel Busto, director y compositor de La Bella Otero Música folk, flamenco, clásica… Todos estos géneros musicales y distintas corrientes estéticas son las que utiliza Manuel Busto para componer y dirigir La Bella Otero, el ballet operístico que estrena La Compañía Nacional de Danza en el Teatro de la Zarzuela. Una desafiante e ingeniosa propuesta estética y musical de este joven director sevillano, una de las más prometedoras carreras del panorama nacional e internacional.Brío Clásica: La Bella Otero fue una de las mujeres más influyentes de su época y su vida realmente apasionante, ¿Qué características de este personaje ha querido transmitir a través de su composición?

Manuel Busto: El trabajo como compositor, desde el planteamiento del ballet dramático de Rubén Olmo y el propio libreto de Gregor Acuña, nos lleva a plasmar las riquísimas características de la vida intensa de este personaje de manera muy fuerte en la dimensión musical. La Bella Otero era de Valga, Galicia, donde la violación que sufrió le obligó a huir semirepudiada por la propia sociedad junto a un grupo de gitanos itinerantes, apareciendo más tarde en Barcelona donde el descubrimiento del personaje de Carmen le hizo convertirse en una “falsa andaluza”. De ahí pasó a la Francia de la Belle Époque para conquistar el mundo, empezando por Nueva York, tener a los hombres más poderosos del momento a sus pies siendo una de las estrellas del Folie Bergère. llegó a tenerlo todo, se arruinó y finalmente se ocultó demasiado joven, cuando ya la belleza de juventud desaparecía, y vivir con su propia soledad en el sur de Francia hasta el final de sus días.

Todo ello, todas las estéticas de los lugares por los que pasó, pero actualizadas y con una visión personal, debían estar presentes sin perder de vista que es una única vida. La unidad como concepto global era esencial a nivel técnico y artístico como compositor.

B.C: Es una obra que tiene musicalmente varios registros y en su elaboración han participado 3 compositores. ¿De qué parte se ha ocupado usted y cómo ha sido el proceso de composición? ¿cada uno ha escrito su parte de manera autónoma?

M.B: Mi parte ha sido el todo, la visión global y unitaria como compositor asumiendo la mayoría de las nuevas creaciones, donde hay presente tantas estéticas. Ejemplo puede ser el primer número, donde utilizo una gaita preludiando, percusión flamenca, done hay una clara referencia a la muñeira y una base de tiento flamenco, todo utilizando técnicas de composición contemporáneas al igual que el tratamiento de instrumentación y orquestación. Todo esto se potencia al incluir temas de grandes músicos que provienen de otros mundos distintos al mío, como por ejemplo, Agustín Diassera, que viene del flamenco con incursiones en otras corrientes, o Alejandro Cruz relacionado con la televisión y el teatro.

B.C: ¿Cómo se funden en una sola, propuestas de compositores que provienen de tantos estilos y que el resultado final tenga un discurso musical coherente?, ¿es esta parte quizá la que ha presentado mayor dificultad?

M.B: De ellos recibía una propuesta sonora, la cual yo respetaba pero hacía mía para no solo tratarlas con un sentido orquestal, como el mío propio, sino en la cual transformaba añadiendo material propio, o incluso utilizando parte de sus propuestas a nivel motívico o rítmico en partes propias. Tenía la libertad para utilizar estos planteamientos como si fueran propios, ya que el principal fin era que la obra en su conjunto fuera sólida a nivel musical, lo cual bajo un respeto gigante por la propia frescura que ellos aportaban, he tratado extremadamente que quedara cohesionada, sin aristas en el plano macroestructural o microestructural. Quizás esta parte ha sido la más diferente o desafiante, y la que debía estar hecha con más cuidado, respeto, coherencia y debo confesar, que con mayor oficio e ingenio.

B.C: ¿Existe algún elemento en una composición para danza que, por norma, la haga diferente de una composición operística?

M.B: Sin lugar a duda el ritmo, y aún más al tratarse de un ballet como el Ballet Nacional de España, único en el mundo. Como director de orquesta yo provengo directamente del mundo de la ópera, y es verdad que tanto uno como otro tienen un lenguaje propio a la hora de hacerse, muy cercano en muchos aspectos, pero diferente en cuanto a prioridades. Las características del Ballet Nacional de España, y el uso de la escuela española o el flamenco le da un elemento diferenciador que pone al compositor ante un desafío mayor, si cabe, que es poder entender primero ese lenguaje, y luego hablar a través de la música con el mismo lenguaje en pro de lo que sucede sobre el escenario.

Mi relación de admiración, estudio e investigación con el flamenco, hace que me sienta en mi hábitat natural al trabajar para esta compañía, donde dispongo y de hecho así lo he utilizado en los elementos flamencos a nivel musical, algo que pienso le dan a la partitura de La Bella Otero una personalidad única a nivel tímbrico, a lo que hay que sumar que el propio ballet es un gran instrumento de percusión por su dimensión sonora a tener en cuenta en la creación.

B.C: ¿Cómo define sus composiciones, cómo las catalogaría?

M.B: Precisamente me considero una persona que evito el catalogar, o catalogarme, es decir, el caer bajo un yugo propio o externo a nivel estético o técnico. Para mí en el arte lo más importante es el mensaje artístico, y después el medio artístico a nivel técnico (aquí es fundamental la preparación y el oficio) con el cual asegurarse que el impacto emocional es el mayor posible en el espectador, y por consiguiente en la sociedad. Es verdad que la utilización del flamenco es importante, pero solo cuando pienso que es fundamental que esté presente, ya que por ejemplo no hay nada de él en mi primera ópera de cámara Monólogo a 2: Existencia o en el trabajo que acabo de terminar para Johan Inger y la Fondazionea Nazionalle della Danza Aterballetto.

B.C: Acaba de ser galardonado con la prestigiosa beca Leonardo de la Fundación BBVA en la categoría de “composición y ópera”, para componer una ópera. ¿Tiene ya alguna idea para este proyecto?, ¿qué le inspira al escribir, un personaje, una historia…?

M.B: A la hora de aspirar a obtener este reconocido galardón se tienen en cuenta dos factores fundamentales según recogen las bases: la trayectoria y el contenido del proyecto presentado. El título de mi proyecto es muy revelador: “El flamenco en la ópera como necesidad creativa: Bodas de sangre, ópera sobre la tragedia rural de Federico García Lorca. Este proyecto será un paso natural en mi propia producción, donde, aunque no siempre, el flamenco está presente por la enorme capacidad de generar emociones que tiene, al igual que la ópera, o el desarrollo de las corrientes estéticas a través de la historia que desembocan en las estéticas y técnicas contemporáneas. Aspirar a conocer esto último es relativamente natural en el desarrollo del estudio de cualquier compositor, pero el flamenco no, y quizás por haber nacido donde he nacido, Los Palacios y Vfca. en el bajo Guadalquivir, me he visto obligado a tener un sentimiento de culpa ya bien entrada la adolescencia por sentirme ignorante en esa materia. Lo que me llevó a descubrirlo y, sobre todo, a percibir su potencial. Por lo que me decidí a estudiar a fondo toda su riqueza, para que su lenguaje formase parte de mí y de mi obra. Insisto, con el interés de que su capacidad de generar emociones formara parte de mí.

La Bella Otero

El Ballet Nacional de España estrenará La Bella Otero del 7 al 18 de julio en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Este ballet dramático, creado y dirigido por Rubén Olmo, cuenta la intensa vida de una de las más famosas e influyentes bailarinas de finales del siglo XIX, Carolina Otero. Artista española de fama mundial, su nombre es conocido por todo el mundo, pero cuya historia permanece oculta para muchos. Una mujer procedente de una aldea gallega que se inventó a sí misma a partir de un suceso trágico de su infancia. Con la Carmen de Merimée como guía, utilizó a los hombres para ascender en su carrera artística y fue admirada por reyes de toda Europa, aunque el único amor en cuyos brazos cayó fue el del juego. La Bella Otero es una reflexión sobre el maltrato, la ambición, el éxito, la incapacidad de amar y la soledad.

El director del Ballet Nacional de España, Rubén Olmo, llevaba muchos años con la idea de crear una coreografía sobre la Bella Otero, atraído por el hecho de que una de las mujeres más famosas de su época fuera de un pueblo de Pontevedra. Pero hasta que no fue nombrado director en 2019 no encontró la oportunidad que esperaba para poder realizarlo como lo imaginaba, como un espectáculo de gran formato, tanto por el número de bailarines como por el despliegue de vestuario.

“El espíritu de los dos últimos programas que hemos estrenado era disfrutar de la danza española en todos sus estilos. En cambio, ahora he puesto la danza al servicio del argumento para conseguir la fusión que me permitiera contar la vida de una mujer sorprendente, utilizando desde el folclore hasta la danza contemporánea, la estilizada y el flamenco”, explica Rubén Olmo. “Es un espectáculo muy emotivo y también dramático, porque cuenta la historia de una mujer que llega a lo más alto y termina sola y olvidada”.

El encargado de la dramaturgia ha sido Gregor Acuña-Pohl, colaborador habitual del coreógrafo Johan Inger. El actor, director y dramaturgo de danza ha intentado destilar al máximo la esencia del personaje histórico sin perder los puntos más destacados de su biografía, dejando fuera lo anecdótico. “Lo más importante para mí era mostrar una persona con mucho magnetismo, carisma y fuerza”, incide. Después de documentarse sobre Carolina Otero en libros, recortes de prensa, material audiovisual y archivos, seleccionó los momentos más representativos de su vida que pudieran expresarse mediante la danza.

“Al escribir un argumento sobre una vida tan compleja, evidentemente tenemos que simplificar. Pero no estamos haciendo un juicio de valor sobre lo que está bien o mal; solo intentamos ser fieles a la realidad, a la vez que lo hacemos atractivo para el espectador. La danza debe emocionar antes que emitir juicios. He intentado ceñirme al personaje histórico y hacer de ello un ballet interesante para el público. Después, que cada uno saque sus conclusiones sobre el personaje”, añade.

Dos artistas para una Bella Otero

El argumento de La Bella Otero transcurre por diferentes épocas de la vida de Carolina Otero, por lo que Rubén Olmo eligió para interpretar al personaje principal en diferentes edades a Patricia Guerrero y Maribel Gallardo. “Invité al Ballet Nacional de España a Patricia Guerrero porque es una bailaora que desprende una gran fuerza en escena. Formó parte de mi compañía y la dirigí en el Ballet Flamenco de Andalucía. Posee el mismo magnetismo que hizo grande a la Bella Otero. Hoy en día es una las figuras más relevantes del flamenco más vanguardista y es un orgullo poder contar con ella”, explica Rubén Olmo. “Así como la ex primera bailarina del Ballet Nacional de España, Maribel Gallardo. Además de bailarina, es una actriz maravillosa, que ha llevado muchísimos personajes a escena, y siempre se compromete al máximo con todos los proyectos que le propongo”.

Según Patricia Guerrero, la Bella Otero es un personaje complejo debido a que vive diversos conflictos que hacen de ella un jeroglífico dramático. “Fue una mujer con mucho carácter, mucha confianza en sí misma y un instinto de supervivencia brutal. Potenció como nadie su carisma y su sensualidad para lograr el éxito”. La artista granadina pretende llevar cada detalle a la danza para lograr que el público entienda a esta mujer a la que admira, sobre todo por su seguridad y su capacidad de embelesar, aspectos en los que se ha aferrado para meterse en su piel. “La Bella Otero es una obra dura en su fondo, pero es dinámica, divertida, fresca, y con un colorido y energía que nos hará disfrutar a todos, dentro y fuera del escenario”.

Maribel Gallardo, que interpreta a la Bella Otero en su madurez, define al personaje como una mujer transgresora ante una sociedad machista, y reconoce que en todas las mujeres hay algo de la Bella Otero. Para la maestra repetidora y coreógrafa, que ha bailado con el Ballet Nacional de España papeles de primera bailarina como Medea o La Celestina, este personaje es una gran motivación y un gran reto por tener que enfrentarse al lenguaje de un coreógrafo con el que no había trabajado como bailarina hasta ahora, Rubén Olmo, y por alcanzar la forma física que todo bailarín se exige para salir a escena de nuevo.

Música y vestuario

De la misma forma que la coreografía fusiona diversos estilos de danza, la música de La Bella Otero integra en la partitura sinfónica composiciones de variadas formas y compositores. El compositor y director de orquesta Manuel Busto ha coordinado la creación de la partitura, en la que han participado Alejandro Cruz Benavides y Agustín Diassera. Además, han colaborado con composiciones flamencas los guitarristas Diego Losada, Víctor Márquez, Enrique Bermúdez y Pau Vallet; y el grupo Rarefolk ha ambientado la escena que transcurre en Galicia con su particular rock celta psicodélico. En la obra se han insertado también fragmentos de la ópera Carmen, de Bizet, y de la zarzuela El año pasado por agua, de Chueca y Valverde.

“Mi principal reto a la hora de desarrollar los arreglos y las orquestaciones fue que no perdieran un ápice de la frescura y personalidad original, pero quedaran insertadas como parte natural de la obra”, explica Manuel Busto. El resultado final “es una música sin prejuicios en su concepción y que no renuncia a nada”.

La Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM) interpretará en directo la partitura en el Teatro de la Zarzuela bajo la dirección de Manuel Busto. La música original ha sido grabada asimismo por los alumnos de la Fundación Barenboim-Said para utilizarla en las funciones de otros teatros donde no se disponga de orquesta en directo, así como en ensayos.

La diseñadora Yaiza Pinillos ha dibujado los cerca de 200 diseños que requieren las escenas de La Bella Otero, ambientadas en lugares y situaciones muy diversas. La creadora canaria ha utilizado múltiples fuentes de inspiración e investigación, desde las fotografías de José Ortiz Echagüe a las pinturas de Zuloaga, Manet, Ramón Casas, Boldini o José Cardona. Tampoco faltan reelaboraciones de modelos de Jacques Doucet y Balenciaga, e incluso de modistos contemporáneos como Issey Miyake o Alexander McQueen que, pasados por el filtro de la Belle Époque, ofrecen resultados sorprendentes.

La pieza central del vestuario de la protagonista es el traje de pedrería de estilo bizantino que la Bella Otero viste en uno de sus retratos más icónicos, firmado por Reutlinger. ”Estoy especialmente orgullosa de ese diseño porque es una reelaboración de esa imagen tan conocida de la Otero que creo que hemos sido capaces de enriquecer a través de una mirada que, más que emularla, la evoca, sumando efectos que enriquecen la puesta en escena y que reflejan la esencia de una época”.

Uno de los retos de la diseñadora ha sido conjugar el carácter narrativo del vestuario con la danzabilidad y la facilidad de cambio entre escenas, complicada además por la caracterización de los personajes, que lucen pelucas, barbas, bigotes y sombreros para representar fielmente la época en la que se desarrolla la historia.

Escenografía e iluminación

El reto para el escenógrafo Eduardo Moreno en su primer trabajo para el Ballet Nacional de España ha sido potenciar el ritmo en la sucesión de escenas porque la dramaturgia de la obra exige gran agilidad al atravesar muchos momentos de la vida de la Bella Otero. Su diseño vertebra el espacio a través de un gran elemento arquitectónico, una cúpula, que enmarca toda la función y acoge las distintas escenas, diferenciadas por unos sencillos que identifican la época y el lugar. También cumple el requisito de que la producción pueda girar fácilmente por distintos teatros, para adecuarse a la vocación itinerante del Ballet Nacional de España.

Por su parte, Juan Gómez-Cornejo, Premio Nacional de Teatro, tenía el difícil encargo de envolver a la Bella Otero con luz. “La luz debe acompañar, arropar, ayudar y, si fuera posible, acariciar a esos bailarines y bailarinas para que la historia llegue al patio de butacas con la mayor nitidez y la misma emoción con la que se ha creado”. La iluminación viaja por la historia del personaje para ayudar a recrear los lugares y situaciones que vivió, desde la Galicia rural que recuerda las pinturas negras de Goya hasta la campiña portuguesa iluminada por la luna llena o las brillantes luces de los teatros y casinos.

Después de su estreno en Madrid, el Ballet Nacional de España representará La Bella Otero los días 26 y 27 de mayo de 2022 en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Antes, como cierre de la temporada 2020/2021, participará el 7 de agosto en el Festival Internacional de Santander, con el programa Invocación. Este año, de forma inusual, serán tres las ocasiones en las que el Ballet Nacional de España actuará en Madrid. Tras el estreno absoluto de La Bella Otero, están programados Centenario Antonio Ruiz Soler en el Teatro Real del 13 al 16 de octubre, e Invocación, en el Teatro de la Zarzuela, del 10 al 22 de diciembre.

Acerca del Ballet Nacional de España

El Ballet Nacional de España (BNE) es la compañía pública referente de la danza española desde que se fundó en 1978 bajo el nombre de Ballet Nacional Español, con Antonio Gades como primer director. Forma parte de las unidades de producción del Instituto Nacional de la Artes Escénicas y de la Música (INAEM), perteneciente al Ministerio de Cultura y Deporte. La finalidad del BNE se centra en preservar, difundir y transmitir el rico patrimonio coreográfico español, recogiendo su pluralidad estilística y sus tradiciones, representadas por sus distintas formas: académica, estilizada, folclore, bolera y flamenco. Asimismo, trabaja para facilitar el acercamiento a nuevos públicos e impulsar su proyección nacional e internacional en un marco de plena autonomía artística y de creación.

Rubén Olmo, director del Ballet Nacional de España

Rubén Olmo, Premio Nacional de Danza 2015, se ha incorporado al Ballet Nacional de España en septiembre de 2019 con la intención de trabajar para la preservación, la difusión y la movilidad del repertorio tradicional de la Danza Española, incorporando además nuevas creaciones y abriendo las puertas a las vanguardias y la experimentación. Esta supone su segunda etapa en el BNE, compañía de la formó parte como bailarín entre 1998 y 2002.

Desde 2011 ejerció como director del Ballet Flamenco de Andalucía, institución dependiente de la Junta de Andalucía, con la que estrenó montajes propios como Llanto por Ignacio Sánchez Mejías o La muerte de un minotauro. Anteriormente, formó su propia compañía, para la que creó espectáculos como Érase una vez, Belmonte, Las tentaciones de Poe, Horas contigo, Naturalmente Flamenco y Diálogo de Navegante. También ha colaborado como coreógrafo o bailarín con figuras destacadas de la Danza Española como Aída Gómez, Antonio Najarro, Eva Yerbabuena, Víctor Ullate, Antonio Canales, Rafael Amargo, Isabel Bayón y Rafaela Carrasco.

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