Una polémica «Flauta Mágica» abre temporada en Les ArtsPor Diego Manuel García Pérez.
Muy controvertida esta Flauta mágica, con una transgresora puesta en escena de Graham Vick, que pretende mostrar los graves desequilibrios que afectan a la sociedad actual, con un claro enfrentamiento entre las clases más privilegiadas y las más desfavorecidas. Grandes cartelones y pancartas reivindicativas dominaban el espacio escénico así como los extremos laterales de las diferentes plantas de la sala, junto a una gran cantidad de figurantes, que se movían tanto en el escenario como fuera de él. Todo ello, lo que produce es desviar la atención de los espectadores de lo que realmente importa: la maravillosa música mozartiana. Afortunadamente, la orquesta de la Comunitat Valenciana, bien dirigida por Lothar Koenigs, ofreció un excelente sonido y el Coro de la Generalitat estuvo a su gran altura habitual. Notable prestación del grupo de cantantes solistas, donde cabe destacar a la soprano italiana Mariangela Sicilia, que ofreció una excelente creación de Pamina.
Die Zauberflöte (La flauta mágica) es un Singspiel (ópera cantada en alemán donde se incluyen diálogos teatrales), en dos actos con música de Wolfgang Amadeus Mozart y libreto de Emanuel Schikaneder. Su estreno tuvo lugar en el popular Theater auf der Wieden de Viena el 30 de septiembre de 1791, dirigido por el propio Mozart y con Schikaneder interpretando el personaje de Papageno. Fue el último estreno del compositor, que moriría dos meses después, el 4 de diciembre, con solo treinta y cinco años. Hoy parece demostrado que fue Mozart quien propuso a Schikaneder (personaje multifacético: empresario, actor, cantante, libretista y director teatral), y no a la inversa, la creación de una ópera alemana de carácter mágico. Quería repetir el gran éxito obtenido, en 1782, con el Singspiel Die Enführung aus dem Serail (El rapto en el serrallo). El argumento ha sido muy controvertido, por su desordenado entramado. Parece ser que empezaron a redactarlo Schikaneder y el actor y cantante Ludwig Giesecke, junto al propio Mozart, y que cambiaron de criterio una vez escritas las primeras escenas, por lo que, de comedia mágica con una Reina atribulada por el rapto de su hija la princesa Pamina y el galante príncipe Tamino encargado de rescatarla, se convirtió en algo más complejo: una apología de la francmasonería, a la que se alude claramente al convertir al malvado raptor de Pamina, en el sabio sacerdote Sarastro, quien gobierna un templo al que se accede superando unas pruebas donde se debe mostrar valor y firmeza de carácter. Tamino y Pamina, logran superarlas sellando así su amor, a pesar de las maquinaciones de La Reina de la Noche y de las tres damas a su servicio. El personaje más entrañable de la obra es el sencillo Papageno, cazador de pájaros, en principio al servicio de la Reina de la Noche, y posteriormente convertido en protector de la relación amorosa entre Pamina y Tamino. Este deslavazado argumento es cohesionado por la extraordinaria música de Mozart, en cuyo entramado orquestal se insertan las voces de los diferentes personajes como un instrumento más. Obviamente, al tratarse de una ópera de repertorio habitual, existen muchas grabaciones tanto en CD como DVD. Cabe citar dos grabaciones históricas, con magníficas orquestas y excelentes interpretes, tomadas en estudio y que pueden escucharse completas en YouTube. La primera de ellas fue realizada en Berlín entre 1937 y 1938, con el gran director inglés Sir Thomas Beecham, al frente de la Filarmónica de Berlín. En un ambiente ya prebélico, Beechan no pudo terminar la grabación; que, parece ser, fue concluida por un joven Herbert von Karajan. El reparto estaba encabezado por dos sensacionales interpretes: la soprano alemana Tiana Lemnitz como Tamina, ofreciendo una voz de gran pureza y plena de melancolía, junto al Tamino del tenor danés Helge Roswaenge, voz voluminosa y de gran belleza, con un magnífico fraseo y absoluto dominio del estilo mozartiano. La soprano Erna Berger realiza una excelente creación de la Reina de la Noche. La edición remasterizada por el sello NAXOS, mejora sensiblemente el sonido original. La segunda grabación recomendada, fue la realizada por EMI, en 1950, con la bellísima respuesta orquestal de la Filarmónica de Viena dirigida por Herbert von Karajan, y un gran elenco vocal con el excelente Tamino del tenor esloveno Antón Dermota, auténtico estilista mozartiano, de una depurada línea de canto, junto a la soprano alemana Irmgard Seefried, una voz de gran belleza tímbrica que interpreta a una sensible y delicada Pamina. Wilma Lipp realiza una gran creación de La Reina de Noche, con magnífico dominio de la coloratura. El resto de personajes están interpretados por excelentes voces: el gran bajo Ludwig Weber, interpreta un sensacional Sarastro, Erich Kunz (Papageno), George London (Sprecher), Emmy Loose (Papagena). A mediados de los años cincuenta del pasado siglo, irrumpe en el panorama lírico el extraordinario tenor alemán Fritz Wunderlich, de bellísima vocalidad y gran temperamento dramático, cuya creación de Tamino resulta antológica, llegando a interpretarlo en muchas ocasiones. En 1964 (dos años antes de su muerte, con apenas treinta y seis años) interpretó Tamino en una grabación de estudio DEUSTCHE GRAMMOPHON, con Karl Böhm al frente de la Filarmónica de Berlín, el gran Hans Otter (Sprecher), Franz Grass (Sarastro), Dietrich Fischer-Dieskau (Papageno), Evelyn Lear (Pamina) y Roberta Peters (Reina de la Noche). Escuchar a Fritz Wunderlich en el aria del retrato “Dies Bildnis ist bezaubernd schön”, es un verdadero deleite canoro.
Existen dos tomas en video, que pueden escucharse completas en YouTube. La primera de ellas realizada en 1983, en la Ópera de Munich, con dirección orquestal de Wolfgang Sawalisch, y comercializada en DVD por DEUSTCHE GRAMMOPHON, con el magnífico Tamino del tenor mejicano Francisco Araiza, de bello timbre y perfecta adecuación estilística al repertorio mozartiano, junto a la excelente Pamina de la gran soprano checa Lucia Popp, con una voz de cristalina pureza, y la Reina de la Noche de Edita Gruberoba, quien muestra su absoluto dominio de la coloratura. La segunda toma en video recomendada, fue realiza en la Ópera de Zurich, en le año 2000 y comercializada en DVD por ARTHAUS MUSIC, con dirección orquestal de Frantz Welser-Möst, con el magnífico Tamino del tenor polaco Piotr Beczala, cuya voz recuerda la de Fritz Wunderlich, junto a la Pamina de la soprano sueca Malin Hartelius, quien aporta belleza vocal y escénica. El gran bajo finlandés Matti Salminen, compone un imponente Sarastro. Clásica y muy adecuada la propuesta escénica de Jonathan Miller.
No puede decirse lo mismo del montaje escénico de Graham Vick, que ha podido verse en Valencia, con la coproducción del Palau de les Arts, la Ópera de Birminghan y el Festival de Macerata. Los espectadores que entraban en la sala quedaban sorprendidos por una serie de grandes cartelones colgados desde todos los pisos con reivindicativos mensajes: “Contra la violencia machista”, “En defensa de los derechos y la libertad”, “El sistema no puede combatir la corrupción porque la corrupción es el sistema”, “Pensiones justas, ya”. Cantidad de figurantes invadían tanto el escenario como los espacios de unos sufridos espectadores que, lo que pretendían, era pasar un buen rato escuchando la maravillosa música de Mozart. Y, todo ello, es el envoltorio de la propia escenografía, realizada por Stuart Nunn, (también responsable del diseño de vestuario), donde pueden verse tres edificios colindantes: uno de gran altura, en cuya parte superior, aparece el símbolo del euro (El poder financiero), una tienda de Appel (El poder informático, también sede del templo masónico) y una reproducción de la Basílica de San Pedro (El poder de la iglesia). De estos edificios, en algún momento de la función, salen cantidad de figurantes: ejecutivos financieros elegantemente vestidos y rodeados de mujeres sofisticadas, junto a militares y eclesiásticos de rojas púrpuras, que conforman los poderes fácticos, opresores de ese pueblo que se manifiesta con significativas pancartas: “No, es no”, “Nosotros también tenemos voz”, “No nos robéis el futuro”, “Diversidad, Igualdad y Unidad”, en las cercanías de esos emblemáticos edificios, acotados con defensivas vallas. El edificio financiero es girado en algún momento, pudiendo verse en su parte posterior, una batería de misiles ¡connivencia del poder económico y militar! o se nos muestra la parte posterior de la basílica, donde aparece una gran madonna, con la boca tapada ¡la marginación de la mujer en los centros de poder del mundo eclesiástico católico! Resulta inadmisible la manipulación realizada por Graham Vick de los brillantes diálogos en alemán del texto original, con la inserción de frases en español, donde ese improvisado coro de figurantes actúa a modo de corifeo griego, advirtiendo a los personajes de las posibles consecuencias de sus acciones o reprochándoles su conducta. La pretensión de trasladar una obra inmersa en el mundo de finales del Siglo XVIII a la problemática actual, debería llevar por título: La Flauta mágica con música de Wolfgang Amadeus Mozart y texto de Emanuel Schikaneder, revisado por Graham Vick. El vestuario resulta variopinto, desde ese elegante traje de ejecutivo que porta Sarastro, hasta Papageno envuelto en un disfraz de pollo, pasando por Tamino vestido con chándal y Pamina con una vestimenta que recuerda a la muñeca Olympia de Los cuentos de Hoffmann, o las tres damas embutidas en monos de trabajadoras, que se quitan exhibiendo atractivas vestimentas en consonancia con la que lleva su jefa, la malvada Reina de la Noche ¡Ah! Y, también señalar la presencia de una pala excavadora que hace las veces de la serpiente que persigue a Tamino, y de unos patinetes donde se desplazan los niños soprano. Al final, el desplome de los tres edificios emblemáticos seguido de una macrodanza donde evolucionan todos los participantes ¡preámbulo de un mundo donde reina la paz y la armonía!
Ante tantos figurantes, con sus continuos movimientos escénicos, tiene mucho merito la labor directorial y concertadora de Lothar Koenigs, con el excelente sonido de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, que ya se pone de manifiesto en la obertura, la más extensa compuesta por Mozart, con un sorprendente uso del contrapunto, y que tiene su continuación con esa música que envuelve el arioso de un asustado Tamino y la irrupción escénica de las tres damas. Destacar la resolución orquestal tanto del quinteto de Tamino, Papageno y las tres damas, como del precioso dúo de Pamina y Papageno. La orquesta brilla de sobremanera en todo el amplísimo final del Acto I, con ese solemne acompañamiento que confiere auténtico énfasis al dúo de Tamino y el Sprecher, o el sonido de la flauta mágica en la segunda intervención solista de Tamino, junto a la música que marca la presencia escénica de Sarastro, y el conjunto orquesta-coro, con el que concluye ese Acto I. Ya, en el Acto II, cabe resaltar el sonido orquestal introductorio con esa “Marcha de los sacerdotes” y la brillante combinación de orquesta y coro en el “Coro de los sacerdotes”. El sonido orquestal envuelve de manera brillante las dos intervenciones solistas de Sarastro. Muy destacada actuación orquestal en las intervenciones solistas de Papageno, con la continua presencia sonora del “glockenspiel”. Pero, sobre todo, cabe destacar, el excelente sonido orquestal en todo el amplio final de la obra, con momentos musicales de extraordinaria calidad: esa gran escena, donde, primeramente, intervienen los dos hombres armados del templo junto a Tamino, con unos sonidos que recuerdan un oratorio dramático, seguido de ese sublime dúo de Pamina y Tamino, en el que se insertan preciosos interludios orquestales donde luce el sonido de la flauta, junto a una coda conclusiva donde se conjuntan de manera brillantísima coro y orquesta. Como en tantos momentos de esta obra, se muestran los contrastes entre el mundo idealizado en el que se mueven Tamino y Pamina, y la realidad tangible, con ese cómico dúo de Papageno y Papagena, donde también –en otro plano- el sonido orquestal resulta muy brillante. Hermosa conjunción de orquesta, voces solistas y coro en el brillantísimo final de este Singspiel. Dentro del alto nivel de todas las secciones orquestales cabe destacar el sonido de oboes, clarinetes y fagots con una especial mención a la flauta solista.
Del extenso grupo de cantantes cabe destacar la magnífica Pamina de la soprano italiana Mariangela Sicilia, voz de atractivo timbre, con anchura y extensión, junto a un excelente fraseo y capacidad para las regulaciones de sonido. Ya muestra su calidad vocal en el precioso dúo con Papageno del Acto I, ofreciendo su mejor prestación en el aria del Acto II “Ach, ich fühl’s, esist verschuwunden”, cantada con buen estilo mozartiano y gran capacidad dramatica. Magnífica su interpretación de ese sublime dúo “Tamino mein! O welch ein Glück” junto al Tamino interpretado por el tenor ucraniano Dmitry Korchak, de voz ancha con buen registro agudo, aunque mostrando carencias estilísticas, sobre todo al afrontar la dificilísima aria del retrato “Dies Bildnis ist bezaubernd schön”, que exige depurada técnica y gran expresividad. Su actuación mejora en el aria “Wie stark ist nicht dein Zauberton” acompañado por su flauta mágica. Destacar su intervención en el trío del Acto II junto a Pamina y Sarastro, interpretado por el bajo alemán Wilhelm Schwinghammer, de muy elegante presencia escénica, canta con estilo, aunque adolece de esas profundas notas graves que requiere el personaje. También está sometido a las ocurrencias de Graham Vick, teniéndose que mover por el patio de butacas y emitir algunas palabras en español. El barítono inglés Mark Stone, compone un gracioso Papageno, notable en el plano vocal y sobre todo interpretativo, teniendo también que cantar frases en español. Como Reina de la Noche, la soprano checa Tetiana Zhuravel, ofrece una atractiva presencia escénica; y, aunque su voz resulta pequeña y en exceso ligera, logra resolver de manera notable la coloratura del aria “Der Hölle rache kocht in meinen Hertz”, con esas dificilísimas notas picadas. Bien el Monostatos de Moisés Marín. Muy graciosas las tres damas: Camila Titinger, Olga Syniakova y Marta Di Stefano, pertenecientes al Centro Plácido Domingo. Aceptable el Sprecher interpretado por el bajo Deyan Vatchkov. Notable la creación de Papagena de la soprano Júlia Farrés-Llongueras, quien, en su primera aparición, Graham Vick, la obliga a permanecer cual contorsionista en un pequeño contenedor, y que dota de auténtica comicidad a su dúo con Papageno. Bien el resto de interpretes incluidos los tres niños-soprano que se desplazan en patinete.
El Coro de la Generalitat vuelve a mostrar su gran calidad en sus muchas intervenciones a lo largo de la obra.