Abrecartas

El abrecartas

Luis de Pablo (1930-2021)

Ópera en un prólogo y seis actos. Libreto de Vicente Molina Foix, basado en su novela homónima /2006)

Nueva producción del Teatro Real. D. musical: Fabián Panisello. D. escena: Xavier Albertí. Escenógrafo: Max Glaenzel. Figurinista: Silvia Delagneau. Iluminador: Juan Gómez Cornejo. Coreógrafo: Roberto G. Alonso. Diseñador de vídeo: Álvaro Luna. D. coro: André Máspero. D. coro de niños: Ana González

Se estrenaba en el Teatro Real, de manera póstuma, una de las obras líricas del recientemente fallecido Luis de Pablo. Constituía este un merecido homenaje al compositor bilbaíno. Esta obra, compuesta de un prólogo y seis escenas, es casi una recopilación artística y filosófica de su vastísima su obra. El abrecartas no deja de estar llena de la complejidad musical, marca de la casa, y de abundantes influencias vanguardistas. Pero también se deja seducir por músicas tradicionales, como el pasodoble o la pieza coral con la que termina. La música de Luis de Pablo se ha caracterizado siempre por su fuerza y creatividad y el abrecartas no es una excepción.

El propio autor de la novela, Vicente Molina Foix, ha sido el encargado de hacer la adaptación para el libreto. Pero el resultado no es el más adecuado para una ópera. Su estilo recitativo, un tanto inconexo, no encaja precisamente con lírica poética que requiere una ópera. En ningún momento abandonó su línea plana, no solo por la inexistencia de teatralidad, sino por la poca fuerza o emoción del propio texto.

No era la primera vez que Luis de Pablo ponía música a libretos de Molina Foix. Ya lo hizo con El viajero indiscreto y La madre invita a comer.

La obra gira alrededor de las cartas que se cruzaron alguno de los personajes más importantes de la vida cultural española. En ella aparecen García Lorca, Vicente Aleixandre, Miguel Hernández o Eugenio d´Ors. Tal vez por eso, por tratarse de cartas y documentos ajenos unos de otros, las escenas queden un poco inconexas.

El escenógrafo Xavier Albertí no tenía una tarea fácil, dado el eclecticismo, tanto de la música como del texto. La obra comienza con una escena infantil de Lorca en Fuentevaqueros, todo ello en medio de una gran austeridad escénica. Apenas unos archivadores móviles que realizan distintas funciones a lo largo de la representación. Una iluminación tenue y la ausencia de otro color que no sea el gris, van adornando cada una de las escenas con pequeños movimientos, aparición de cuadros de grandes dimensiones o personajes cuyo vestuario pretende ilustrar la escena.

Es esta una obra coral, con un buen número de personajes, y son las voces lo que más me ha gustado de esta producción. A pesar de lo estático de los personajes sobre el escenario, hay que destacar su buena interpretación, a pesar de ser un texto tan declamado.

Airam Hernández ha dado voz a García Lorca, demostrando una vez más que posee un hermoso timbre. Canta con gusto y elegancia, características muy apropiado al personaje.

Borja Quiza, como Vicente Aleixandre, tuvo algún problema con los graves, pero en general, resolvió bien su papeleta. Muy bien, como siempre, Mikeldi Atxalandabaso, como Alfonso, al igual quel el resto del reparto formado por José Antonio López, en el papel de Miguel Hernández, José Manuel Montero, como Rafael, Jorge Rodríguez-Norton, Como André Acero, Ana Ibarra, en los roles de Salvador y Setefilla, Vicenç Esteve, como Ramiro, Gabriel Díaz, como el comisario, David Sánchez, como Eugenio d´Ors, Laura Vila, como Sombra y Magdalena Aizpurua, como Manuela.

Fotografías: Javier del Real

El abrecartas

El fallecimiento de Luis de Pablo (1930-2021) el pasado 10 de octubre, a los 91 años, ensombrece el estreno mundial de su última ópera, en la que el compositor nos sorprende con un lenguaje alejado de sus óperas precedentes, más cantábile, expresivo y evocador de la tradición musical española, en ese camino de búsqueda y experimentación sin complejos que ha caracterizado toda su carrera artística.

Aunque la música vocal ocupó siempre un lugar destacado en la producción de Luis de Pablo -compositor de grandísima cultura literaria y verdadera fascinación por la palabra y sus ecos sonoros y semánticos-, su corpus operístico lo conforman seis óperas escritas a lo largo de cerca de 30 años: Kiu (1983, Teatro de la Zarzuela), El viajero indiscreto (1990, Teatro de la Zarzuela), La madre invita a comer (1993, Bienal de Venecia, Teatro Goldoni), La señorita Cristina (2001, Teatro Real), Un parque (2005, Bienal de Venecia, Piccolo Arsenale) y, finalmente, El abrecartas, concluida en 2015.

Esta última ópera, concebida desde el inicio como una especie de ‘testamento vital’, se basa en la obra homónima de Vicente Molina Foix, libretista de la misma y colaborador de Luis de Pablo en cinco obras vocales, incluyendo el libreto de tres óperas: El viajero indiscreto, La madre invita a comer y El abrecartas.

La novela, Premio Nacional de Narrativa de 2007, es, en las palabras de su autor, una “anti-epopeya coral amarga, (…) llena de meandros y surcada por figuras reales y ficticias de la España del siglo XX, que se intercambian versos y amenazas, que se escriben cartas de amor y mensajes secretos que no llegarán a su destino, aunque otros los leerán y manipularán.”

La partitura de El abrecartas abarca únicamente las primeras 220 páginas del libro, que corresponden a la primera mitad del pasado siglo y a la época más aciaga de la novela, teniendo como telón de fondo la Guerra Civil, sus convulsos antecedentes y la dictadura posterior.

Partiendo de una foto antigua del colegio de Fuente Vaqueros en la que aparece Federico García Lorca con 6 o 7 años, vestido de blanco, junto al resto de los alumnos, Molina Foix creó una novela epistolar en la que da vida a uno de los niños anónimos del retrato, al que llama Rafael, que crece fascinado con el poeta. Junto a él germina un universo ficcional plasmado a través de cartas, misivas, notas, informes policiales y documentos de personajes reales -García Lorca, Vicente Aleixandre, Miguel Hernández, Eugenio D’Ors o Andrés Acero- y ficcionales, que comparten el mismo mundo tenebroso e inquietante que les obliga a ocultar sus pensamientos, sentimientos y pulsiones sexuales.

Aunque el trasfondo histórico de la obra sea real -el asesinato de Lorca, la muerte de Miguel Hernández, el suicidio de Acero en México, etc.­ y se utilicen incluso fragmentos de documentos auténticos, los textos epistolares que entrelazan las vivencias cruzadas de los personajes son ficticios, con excepción de las palabras utilizadas en el dúo a cappella que finaliza la obra, extraídas de La destrucción del amor, de Vicente Aleixandre.

También el director de escena Xavier Albertí ha tenido que articular las referencias históricas con el mundo espectral de las voces escritas. Rehuyendo la verosimilitud con los personajes reales, su dramaturgia evoca los ‘espacios mentales’ de los protagonistas -enfatizados con las atmósferas lumínicas de Juan Gómez Cornejo– que se suceden y superponen en una escenografía metafórica diseñada por Max Glaenzel, con grandes módulos de apartados de correos que cobijan los recuerdos de papel. El vestuario de Silvia Delagneau sugiere, como el decorado, la vida entre muros, trincheras y escondites durante la primera mitad del siglo XX.

Las reminiscencias epistolares salen del papel y viven con la música de Luis de Pablo, más descriptiva y anclada a la tradición musical española y a la prosodia del castellano hablado que en óperas anteriores. Así, la partitura comienza con un breve prólogo que evoca el juego de Los lobicos con los niños del colegio y a partir de ahí, se suceden 6 escenas concebidas como retazos de vidas; un mosaico lleno de contrastes y una escritura orquestal casi camerística, pero dotada de una rica paleta de colores y poder dramatúrgico gracias al gran número de instrumentos, pocas veces utilizados como masa sinfónica.

Como apunta José Luis Téllez, “la cita y la parodia ocupan un espacio significativo en la economía significante de El abrecartas”. A lo largo de la ópera afloran ‘paráfrasis’ melódicas, más o menos disimuladas, que van desde el cancionero renacentista español, nanas o canciones populares, hasta las evocaciones de un cuplé, o una zarzuela.

El abrecartas es también un homenaje a la literatura española, desde el siglo de oro español –con la representación de La vida es sueño, de Calderón– hasta la generación del 27, con un lugar especial para el gran poeta Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura en 1977, cuya casa –que frecuentaban De Pablo y Molina Foix– fue un espacio de creación, discusión, protección y refugio de artistas durante los tiempos más difíciles del siglo XX.

En su última ópera, Luis de Pablo, ya octogenario, mira con indulgencia, dolor y nostalgia -y también con ironía, siempre que puede-, los tiempos convulsos en que España se desgarró. Lo hace loando e igualando las voces de grandes escritores y las de seres anónimos unidos por historias de amor rotas, calladas y prohibidas, con la serenidad de saberse en otro tiempo mejor y más luminoso.

Fotógrafo: © Javier del Real | Teatro Real

El lunes 26 de octubre a las 19.30 horas, el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) celebra el concierto monográfico Luis de Pablo x 90 dedicado a uno de los compositores más importantes, prolíficos e innovadores de la música española de los siglos XX y XXI en su 90 aniversario. Este concierto-homenaje, al que acudirá el propio Luis de Pablo, se inscribe dentro del ciclo dedicado a la música de hoy Series 20/21 que el CNDM desarrolla en el Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS). El grupo Taller Sonoro, creado en el año 2000 y especializado en la interpretación de la música más actual, será el encargado de dar vida a un repertorio que abarca 40 años de la larga e intensa trayectoria del compositor vasco: Nubilus (2014), Dibujos (1980), Un día tan sólo (1997), Segundo trío (2005) y Gemella dell’acqua (2016) son las obras que podrán escucharse, siendo las dos más recientes dedicadas por el autor vasco a Taller Sonoro. El concierto del lunes, así como el resto del ciclo Series 20/21 programado en el Reina Sofía, es de acceso libre hasta completar el aforo de la sala, reducido debido a las restricciones que impone la actual situación sanitaria.

Luis de Pablo o la música culta española  

El musicólogo Antonio Gómez Schneekloth ofrece algunas claves biográficas de Luis de Pablo: “Habiendo disfrutado de una temprana educación musical, su trayectoria profesional lo llevó primero a la abogacía. Tras haber ejercido unos años como abogado, regresó a sus raíces musicales, las desarrolló y fundó en 1958 el grupo Nueva Música, un año más tarde el ciclo de conciertos Tiempo y Música, y, en 1965, el grupo Alea, junto con el primer estudio de música electroacústica de España. También tradujo libros importantes, entre ellos, una biografía de Schoenberg y los escritos de Anton Webern. Con estas y muchas otras iniciativas, contribuyó de manera decisiva a que el país saliera de su aislamiento tras el confinamiento franquista. Su catálogo de obras comprende más de doscientos títulos que muestran un inquebrantable afán renovador que le valió el reconocimiento internacional en países como Japón, Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia o Alemania. Fiel a su ideal artístico, siempre ha sido un defensor acérrimo de la libertad creativa y de las manifestaciones artísticas más diversas, razón que explica sus incursiones en los campos del teatro, el cine, la música electrónica, etcétera.”

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