Adriana Lecouvreur

El Teatro Real inaugurará el próximo 23 de septiembre su Temporada de ópera 2024-2025, con Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea (1866-1950), que nunca se ha presentado en su escenario, pese a la gran popularidad de este título.

Aunque el nombre de Francesco Cilea aparezca normalmente asociado a los de Pietro Mascagni, Ruggero Leoncavallo, Umberto Giordano o Giacomo Puccini como uno de los representantes del verismo -movimiento operístico de cuño realista y naturalista en boga en Italia en los albores del siglo XX- su ópera más conocida, Adriana Lecouvreur, podría considerarse, de cierta manera, la despedida del gran melodrama romántico italiano, sobre todo verdiano, con tintes veristas y la elegancia y refinamiento de la ópera francesa finisecular, sobre todo de Massenet.

La ópera, ambientada en el efervescente París de la Ilustración, está inspirada en la vida real de la legendaria actriz Adrienne Lecouvreur, idolatrada y defendida por Voltaire, que destacó por sus brillantes, sinceras y originales interpretaciones en la Comédie Française. Su enorme fama, amoríos, su relación con el mariscal Mauricio de Sajonia -pareja de la celosa Madame de Bouillon-, y su muerte en extrañas circunstancias, con apenas 38 años, han inspirado, ya en el siglo XIX, la obra teatral de Eugène Scribe y Gabriel Legouvé que sirvió de base al libreto de Arturo Colautti.

Pese a que la ópera confronta las emociones exacerbadas de la pasión de Adriana Lecouvreur y los celos de la princesa de Bouillon, que aman al mismo hombre, Cilea crea una partitura de gran elegancia y contención, que combina la intensidad dramática, la belleza melódica, la exquisita orquestación y una refinada sensibilidad lírica, capaz de expresar las complejas emociones de los personajes, desde el lirismo más íntimo a los estallidos de pasión.

David McVicar respeta estrictamente la época y los espacios del libreto, con una puesta en escena espectacular, en la que la tensión emocional de la trama y de la música fluye sin obstáculos, transformando el Teatro en un personaje vivo que, con su presencia omnipresente, influye y moldea el destino de los protagonistas.

La impactante escenografía de Charles Edwards, con su mezcla de cortinajes, maquinaria teatral y juego de espejos, y el opulento vestuario dieciochesco de Brigitte Reiffenstuel, crean una atmósfera melancólica anticipando el trágico final de la ópera, con una paleta cromática dominada por tonos dorados, ocres y púrpuras, que evocan el lujo decadente de la aristocracia y la libertad, siempre marginal, de la vida sobre un escenario.

En la interpretación del arrebatador papel de Adriana Lecouvreur se alternarán las sopranos Ermonela Jaho y Maria Agresta. Estarán secundadas por Elīna Garanča (princesa de Bouillon) -que debuta en el Teatro Real en una producción operística- Brian Jagde (Maurizio) y Nicola Alaimo (Michonnet), en el primer reparto; y Ksenia Dudnikova, Matthew Polenzani y Manel Esteve, en el segundo. Junto a ellos, actuarán el Coro Titular del Teatro Real, con dirección de José Luis Basso, y la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la experta e exquisita dirección musical de Nicola Luisotti, principal director invitado del coliseo de la Plaza de Oriente.

AGENDA | ACTIVIDADES CULTURALES

19 de agosto a 21 de septiembre | TEATRO REAL, Sala de ensayo de puesta en escena y Sala principal

CURSO: Una aproximación a la dirección de escena

Coordinado por Justin Way, responsable de la reposición de Adriana Lecouvreur

El curso tiene como objetivo mostrar a los participantes el trabajo del director de escena, encargado de coordinar los elementos escenográficos y dramatúrgicos de una producción. Para ello, se hace un seguimiento del proceso de ensayos de Adriana Lecouvreur, en el que los participantes pueden conocer lo que ocurre durante el mes de ensayos y trabajos que preceden el estreno de la ópera.

20 de septiembre a 13 de octubre | MUSEO DEL ROMANTICISMO, Sala XVIII

EXPOSICIÓN: Una obra, una ópera

El museo muestra en su sala XVIII, dedicada a la literatura y el teatro, el retrato de la actriz aragonesa Teodora Lamadrid, caracterizada de Adriana Lecouvreur, el papel con el que consiguió el reconocimiento del público español del siglo XIX y con el que consolidó su prestigio en los escenarios madrileños.

Acceso gratuito con la entrada del museo en su horario de apertura.

18 de septiembre, a las 20.15 horas | TEATRO REAL, Sala de orquesta

ENFOQUES: Adriana Lecouvreur

Participan: Nicola Luisotti (director musical), Justin Way (responsable de la reposición), Ricardo de Cala (director del programa Los maestros cantores, en Radio Clásica) y Joan Matabosch (director artístico del Teatro Real).

La soprano Dragana Paunovic, acompañada al piano por Edoardo Barsotti, interpretarán dos arias de Adriana Lecouvreur: «lo son l’umile ancella» y «Poveri fiori».

22 y 29 de septiembre, y 5 y 12 de octubre, a las 11.00 y 12.30 horas | REAL JARDÍN BOTÁNICO

ITINERARIO POR EL JARDÍN: Plantas tóxicas y venenosas

El Real Jardín Botánico de Madrid ha elegido Adriana Lecouvreur para iniciar su colaboración con el Teatro Real. La misteriosa muerte de la actriz francesa con unas flores envenenadas es la excusa perfecta para realizar una visita guiada por su jardín, donde el público descubrirá las plantas tóxicas que se esconden en la naturaleza, qué partes son venenosas y cuáles no, cómo funcionan los venenos y, algo muy importante, para qué sirven además de para matar.

Más información y compra de entradas en este enlace.

24 de septiembre, a las 19.00 horas | CASA ASIA

CONFERENCIA: Artes escénicas en extremo oriente

Poniente: Horacio Curti, etnomusicólogo y maestro shakuhachi.

Una temporada más, la institución destinada a acercar el conocimiento de Asia Pacífico a España propone una actividad que permitirá al público descubrir la riqueza de la cultura asiática. En este caso utiliza el gran melodrama romántico que es Adriana Lecouvrer para demostrar la estrecha relación que existe entre la ópera oriental y la occidental. Y es que las formas y principios estéticos de las artes escénicas de Asia Oriental, en general y de Japón en particular, se dan la mano con la esencia de esta ópera de Cilea.

Entrada libre hasta completar aforo, previa inscripción en este enlace.

25 de septiembre, a las 12.00 horas y 26 de septiembre, a las 17.00 horas | MUSEO DEL TRAJE

VISITAS GUIADAS: Adriana, una mujer a la moda del siglo XVIII

La producción de David McVicar que se verá en el Real es el marco perfecto para un itinerario por el Museo que girará en torno al denominado “traje a la francesa” o “a la moda”. En él se podrán ver siluetas, formas y tejidos, además de analizar brevemente su contexto histórico, cultural y social, desde su origen a finales del XVII, en la corte de Luis XIV, a su evolución durante el primer tercio del XVIII.

Entrada libre hasta completar aforo, previa inscripción en este enlace.

28 de septiembre, a las 19.30 horas | PLAZA DE ISABEL II y distintos espacios en toda España

RETRANSMISIÓN EN DIRECTO: Adriana Lecouvreur será retransmitida en directo en la Plaza de Isabel II, en Madrid y en plazas, teatros, auditorios, museos y centros culturales de toda España en el marco de la Semana de la Ópera del Teatro Real.

Siguen abiertas las inscripciones, en este link, para todos los ayuntamientos que se quieran unir.

6 de octubre, a las 11.00 y a las 13.00 horas | REAL TEATRO DE RETIRO, Sala Pacífico

TALLER MUSICAL EN FAMILIA: ¡Todos al Real Teatro!

El caso de las violetas envenenadas explora el universo sonoro de la ópera Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea. Nos convertiremos en detectives para descubrir quién asesinó a una importante actriz…

Participan  la soprano Aida Turganbayeva y el pianista Sergio Berlinches.

8 de octubre, a las 20.00 horas | INSTITUT FRANÇAIS

DOCUMENTAL: Sarah Bernhardt, à corps perdu

Considerada una de las mejores actrices del siglo XIX y XX, Sarah Bernhardt supo dar una dimensión especial al personaje de Adriana Lecouvreur, actriz también –como Bernhardt– de la Comédie Française y sobre la que grabó una película en 1913. Para ahondar en la vida de esta musa de escritores como Oscar Wilde, Víctor Hugo o Jean Cocteau, el Institut Français de Madrid junto al canal audiovisual francés TV5MONDE presentan un documental que la directora Sophie Jaubert realizó con motivo del centenario de la muerte de la bretona.

Entrada libre hasta completar aforo.

21 y 22 de octubre, a las 18.30 horas | CÍRCUO DE BELLAS ARTES, Sala Ramón Gómez de la Serna

CONFERENCIA: Voltaire 2024

21 de octubre. Ponentes: Juan Manuel Forte y Alicia H. Puleo. Moderador: Rodrigo Castro Orellana

22 de octubre: Ponentes: José L. Villacañas y Nuria Sánchez Madrid. Moderador: Rodrigo Castro Orellana

Voltaire, amigo cercano de Adriana Lecouvreur, y autor del Tratado sobre la tolerancia, fue enemigo del dogmatismo y de la ignorancia de su tiempo. Su figura sigue inspirando hoy en día y nos puede ayudar a reflexionar y debatir sobre los nuevos fanatismos, a combatir la disolución de la razón y la verdad, y a denunciar las nuevas manifestaciones reaccionarias.

Para ello el CBA propone dos charlas en las que cuatro filósofos pondrán de manifiesto cómo los problemas que acuciaban a Voltaire aún siguen removiendo conciencias en el siglo XXI.

Más información en este  enlace.

Entrada libre hasta completar aforo.22 de octubre a las 20.00 horas | CÍRCULO DE BELLAS ARTES, Teatro Fernando Rojas

LECTURA DRAMATIZADA: Sarah Bernhardt Fan Club

En colaboración con el Círculo de Bellas Artes, el Institut français de España y la embajada francesa proponen una lectura dramatizada en francés con sobretítulos en español, escrita y dirigida por Juliette Deschamps, con los actores Judith Chemla y Bruno Blairet. Con este acto, a la vez divertido y conmovedor, en forma de biopic en 18 episodios, se homenajeará la figura de la inmensa y escandalosa actriz francesa Sarah Bernhardt, quien creó los más grandes papeles del repertorio de la época.

Compra de entradas en este enlace.

Hasta final de temporada| TEATRO REAL

EXPOSICIÓN: Puccini fotógrafo

Contemporáneo de Francesco Cilea (1866-1866), Giacomo Puccini (1858-1924) –cuyo centenario de fallecimiento se está celebrando con varias iniciativas en el Teatro Real– ejerció gran influencia en el compositor de Adriana Lecouvreur, encontrándose paralelismos entre el drama Tosca y de Adriana, dos heroínas trágicas que contraponen la libertad y trascendencia del arte, frente al drama que experimentan en sus vidas.

En la exposición Puccini-Fotógrafo, organizada en colaboración con PHotoEspaña, se pueden ver fotografías de gran formato en el foyer, las escaleras imperiales y el óvalo de la tercera planta del Teatro Real.

Hasta final de temporada| TEATRO REAL, Salón de baile y 7ª planta

EXPOSICIÓN: Centenario Victoria de los Ángeles

Victoria de los Ángeles (1923-2005) –de quien se está conmemorando el centenario de nacimiento– fue una gran intérprete de las heroínas trágicas puccinianas por su delicadísima sensibilidad, y encarnó también el rol titular de Adriana Lecouvreur, dando al personaje fragilidad y hondura.

El Teatro Real expone en el salón de baile y en el espacio expositivo que se encuentra en la séptima planta una colección de vestidos de la soprano, en colaboración con la Fundación Victoria de los Ángeles.

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La primera referencia que tenemos de la leyenda de Turandot aparece en el libro Las siete bellezas, del poeta persa Nizami en el siglo XII. En 1710 François de la Croix lo incluye en su recopilatorio de cuentos Los mil y un días. Y en 1760 el poeta y dramaturgo veneciano Carlo Gozzi convierte la historia de Turandot en una obra de teatro.
No fue hasta el siglo XX, concretamente en 1904, cuando Ferruccio Busoni compone una pequeña partitura para acompañar la obra de teatro de Gozzi. Obra y música se estrenaron en Londres en 1913, representación a la que asistió el propio Puccini. Unos años más tarde, en 1917, Busoni, que había seguido trabajando en Turandot, la estrena como ya como ópera.
Pero Puccini, que tenía casi por costumbre utilizar temas que ya habían sido usados por otros compositores, algo que le había ocasionado algunos problemas, pensaba ya en su propia Turandot desde que la escuchó en Londres.
Puccini encargó el argumento de Turandot a dos libretistas, Renato Simone, periodista del Corriere della Sera que había sido corresponsal en China, y a Giuseppe Adami, que ya había trabajado con el maestro italiano.
Durante los cuatro años que duró la composición de esta ópera, Puccini decide junto a sus dos libretistas realizar una serie de modificaciones con respecto a la historia original. Los cinco actos iniciales, pasaron a ser tres. Los cuatro personajes que Gozzi había incorporado en su obra procedentes de la ‘comedia del arte’, y el teatro de máscaras, Tartaglia, Brighella, Pantalone y Truffaldino, fueron sustituidos por tres ministros, Ping, Pang y Pong, que resultan ser meros observadores de la acción sin participar directamente en ella. Son personajes ambiguos que van derivando a lo largo de la obra en grotescos.
En su obsesión por mostrar la compleja psicología de la princesa Turandot, muy diferente al resto de protagonistas de sus obras, Puccini incorpora al libreto un nuevo personaje. Se trata de Liú, esclava de Timur y secretamente enamorada de Calaf, una mujer llena de dulzura y bondad, más del gusto de las protagonistas tradicionales de sus obras. Liú es el contrapunto a la princesa Turandot, mujer increíblemente hermosa, pero terriblemente cruel, sobre todo con los hombres, a los que culpaba de manera enfermiza de la muerte de una antepasada suya a manos de un príncipe extranjero.
Puccini no pudo terminar de escribir su última ópera.
La partitura de Turandot llegaba hasta la muerte de Liú. Faltaba la primera escena del tercer acto y una escena final para concluir la ópera. Aunque tenía el libreto con el final, el compositor no acababa de estar satisfecho y no conseguía resolver el final. Dice Robert Wilson que “Puccini no terminó Turandot porque no sabía cómo hacerlo”.
Cuando en septiembre de 1924 el compositor retoma de nuevo su obra, se reúne con Arturo Toscanini, que era por entonces director musical del Teatro alla Scala de Milán, para decirle: ‘¡si algo me sucediera, no abandones mi Turandot!’.
Al poco tiempo, el cáncer de garganta que le habían diagnosticado y del que fue operado en Bruselas, derivó en un fallo cardíaco que le produjo la muerte sin haber podido terminar su obra.
Toscanini encargó entonces el final de la partitura al compositor Franco Alfano que, a partir de una serie de manuscritos y algunas indicaciones dejadas por Puccini antes de morir, consiguió acabar la obra. En principio su composición duraba unos 22 minutos, que quedaron reducidos a 15 tras la intervención de Toscanini, y que afectaban sobre todo al aria de Turandot ‘Del primo pianto‘.
El Turandot de Robert Wilson, un clásico.
Dedicada al tenor Pedro Lavirgen, recientemente fallecido, y que fue uno de los más importantes Calaf de su generación, esta producción de Robert Wilson puede considerarse ya como todo un clásico.
Wilson es un maestro de la iluminación y la creación de atmósferas, sobre todo con la utilización que hace de las sombras. Pero también son conocidas sus producciones por la quietud, a veces exagerada, de sus personajes en escena. El motivo, como él mismo dice, se debe al absoluto respeto por la música y los cantantes, y el intento de facilitar el canto. Sin que complejas coreografías les distraigan. Aunque muchos no estén de acuerdo con el absoluto estatismo de los personajes, es innegable el alto valor estético de sus composiciones escénicas.
Como corresponde a la última producción de la temporada, en la que tradicionalmente se programa un buen número de representaciones de una de las óperas más conocidas del repertorio, este Turandot tiene tres repartos protagonistas. Todos ellos muy interesantes. Canceló Nadine Sierra, que debutaba el personaje. No se entiende muy bien que cancelara por cansancio, pues esta producción parece estar hecha para que los cantantes descansen. Tendremos que esperar para verla en este rol, del que dicen es para sopranos más maduras, vocalmente hablando.
En esta representación la protagonista ha estado a cargo de Saioa Hernández. Había también muchas ganas de verla en su debut en este rol, sobre todo después de los múltiples éxitos que está teniendo allá por donde pasa. Su técnica y dicción son impecables y lo ha vuelto a demostrar. Su voz de soprano spinto recorrió desde los graves a las notas más agudas con soltura y una clase que ya es marca de la casa. Solo echamos de menos un poco más de expresividad en el canto. Algo en lo que seguro tuvo que ver la escenografía.
Martin Muehle fue más que correcto en su interpretación de un heroico Calaf, estuvo a la altura del personaje, incluso cuando abordó Nesum Dorma, aria que añade a su dificultad, el hecho de ser la más conocida y esperada por el público.
Miren Urbieta-Vega fue una de las más aplaudidas por el público. Su Liú estuvo sobrada de dulzura y delicadeza, pero sobre todo del talento interpretativo de la soprano donostiarra. Es este un personaje que conoce y que ya le escuchamos en este teatro hace unos años, pero que ha hecho evolucionar de manera magistral.
Fernando Radó es un bajo barítono muy conocido ya en Madrid y un valor seguro cada vez que sube al escenario. Así quedó demostrado una vez más con su sentida interpretación de Timur.
Los tres ministros estuvieron a cargo de Germán Olvera, Moisés Marín y Mikeldi Atxalandabaso. La actuación de los tres fue impecable, tanto en lo vocal como en la parte escénica. Al ser tres personajes fuera del contexto del libreto, Wilson les ha diferenciado del resto de personajes vistiéndoles de forma diferente y haciendo que fueran los únicos que, no solo tienen movimiento, sino que no dejan de hacer piruetas por todo el escenario. Lo que añade mérito a su interpretación.
Muy buena actuación del resto de comprimarios en esta producción, contribuyendo al buen nivel. Vicenç Esteve, Gerardo Bullón y David Romero.
La dirección musical ha recaído en Nicola Luisotti, gran especialista, como no podía ser de otra manera, del repertorio italiano. Sabe como nadie imprimir ese carácter alegre y casi excesivo en estas composiciones, a una orquesta a la que conoce bien. No en vano, está en su casa.
Esta ópera es también la despedida del maestro Andrés Máspero, el director que ha llevado la calidad del coro del Teatro Real a sus mejores niveles. Gracias, maestro, y hasta siempre.
Un fantástico cierre a una temporada intensa, que termina con la semana de la ópera y la ya tradicional proyección en la plaza, en pantalla gigante, de una de las representaciones de Turandot.
Sergio Alapont

El director de orquesta español Sergio Alapont vuelve este mes de julio al Teatro Real de Madrid –alternándose en el podio con el maestro Nicola Luisotti– para ponerse al mando de Nabucco, de Verdi, en el que será su debut dirigiendo ópera en ese escenario. “Estoy encantado y muy emocionado de dirigir por primera vez en el Real una obra maestra de uno de los compositores de los que he dirigido más representaciones de sus diferentes títulos y al que he proferido admiración y devoción por su grandeza”, comenta el músico nacido en Benicàssim (Castellón). “Además a Verdi le debo el premio de la revista italiana GBOpera como mejor director de 2016 por Aida”. Alapont regresa al coliseo madrileño tras debutar en ese escenario dirigiendo una gala lírica en 2018, “y al año siguiente regresé con el Stabat Mater de Pergolesi, siempre al frente de la Sinfónica de Madrid, una orquesta con una rica versatilidad sonora y de una calidad extraordinaria. Estoy muy contento de volver ahora con esta ópera tan llena de significado para la literatura operística. Verdi la escribió gracias a la insistencia del gerente de La Scala ya que el compositor había decidido dejarlo todo al estar devastado emocionalmente por la pérdida de sus dos hijos y de su mujer, Margherita. Además acababa de sufrir dos fracasos en sus óperas anteriores. Con Nabucco anuncia los grandes trabajos y roles que completarán su catálogo en años venideros. La obra representa el inicio del drama verdiano y de esa humanidad tan característica que otorga a los personajes que solo Verdi sabía plasmar en la partitura y que han quedado en el imaginario del público. La música de Nabucco y la espectacular narración que consigue el compositor es soberbia y dirigirla es uno de los mayores placeres para un director”, añade.

Sergio Alapont se pondrá al mando de las funciones programadas los días 13, 16 y 20 de julio en una producción firmada escénicamente por Andreas Homoki y teniendo en el reparto a Luis Cansino (Nabucco), Oksana Dyka (Abigaille), Eduardo Aladrén (Ismaele), Alexander Vinogradov (Zaccaria), Aya Wakizono (Fenena), Felipe Bou (Gran Sacerdote), Fabián Lara (Abdallo) y Maribel Ortega (Anna).

En los últimos años, la carrera del director castellonense se ha consolidado en el panorama internacional, habiendo sido nombrado en 2022 director titular de la Orquestra Clássica do Centro en Coimbra, Portugal, con la que tiene una intensa actividad cada temporada.

Entre sus compromisos más recientes destaca un concierto sinfónico en el National Concert Hall de Dublín con la RTÉ Concert Orchestra (Orquesta de la Radio Televisión Irlandesa, en febrero de 2022), además de la presentación del CD de La Bohème para el sello británico Signum Classics grabada en 2021 en la Irish National Opera y con la que ha conseguido excelentes críticas.

Tras estas funciones de Nabucco y de su actividad junto a la Orquestra Clássica do Centro, durante el verano Sergio Alapont dirigirá un concierto con obras de Beethoven en el Festival das Artes en Coimbra (24 de julio), otro de música española con la popular cantaora Estrella Morente y la Orquestra Clássica de Espinho en el Auditório de Espinho (Portugal, 30 de julio) y abrirá el Festival de Pollença (Mallorca) con la Simfònica de les Illes Balears y el pianista Kris Bezuidenhout con un programa con obras de Beethoven, Schumann y Dvořák (6 de agosto). Más tarde inaugurará la temporada 2022 / 2023 del Teatro Comunale de Sassari con un concierto sinfónico y con la ópera Don Giovanni de Mozart –en el que será su sexto retorno al teatro italiano, en el que debutó en 2010– y actuará por primera vez en Canadá a cargo de un concierto junto a la Orchestre Symphonique de Longueuil en la Maison Symphonique de Montréal.

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Turandor, lucen y sombras Giacomo Puccini (1858-1924) Drama lírico en tres actos Libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni, basado en la fábula homónima de Carlo Gozzi D. musical: Nicola Luisotti D. escena e iluminación: Robert Wilson Figurinista: Jacques Reynaud Maquillaje y peluquería: Manu Halligan Videocreador: Tomek Jeziorski Dramaturgo: José Enrique Macián D. coro: Andrés Máspero D. coro de niños: Ana González Reparto: Oksana Dyka, Raúl Giménez, Giorgi Kirof, Roberto Aronica, Miren Urbieta-Vega, Joan Martín Royo, Vicenç Esteve, Juan ANtonio Sanabria, Gerardo Bullón Coro y Orquesta titulares del Teatro Real Noviembre de 1924, Puccini se traslada al Bruselas, el Doctor Ledoux es el único que puede abordar con éxito el cáncer de garganta que le ha sido diagnosticado. Lleva con él parte de la partitura de Turandot, pretende acabar el dúo final y a su regreso terminar la que sería su última ópera. La muerte le sorprende el 29 de noviembre y sus planes y el final de Turandot quedan inacabados. Turandot es una ópera que no sigue las mismas coordenadas de las obras escritas hasta ese momento por Puccini. Contiene demasiadas incógnitas, a parte de su inacabado dúo final. Para responder algunas de estas cuestiones, debemos remontarnos unos 15 años atrás… En 1909, Doria Manfredi es una joven de 24 años que trabaja en casa de Puccini. Elvira, la mujer del maestro, acusa a Doria de haber intentado seducir a su marido y dice haberles descubierto juntos. Las habladurías y la vergüenza de la familia llevan a la joven Doria al suicidio. Tras 5 días de sufrimiento y dolores atroces que le había producido el veneno que había tomado, Doria Manfredi muere. El informe de defunción desvela que Doria había muerto virgen. Quedando evidenciado que las acusaciones lanzadas por Elvira eran falsas, llegando incluso a ser detenida durante las pesquisas policiales por incitación al suicidio. Pero Puccini paga una importante suma de dinero a la familia Manfredi y las acusaciones no van más allá. Durante los 15 años siguientes, Puccini padece este acontecimiento de manera tormentosa, como queda reflejado en numerosas de sus cartas en las que afirma no poder soportar la muerte de esta inocente. Cuando Puccini conoce el alcance de su enfermedad es cuando decide cambiar la suerte de Liu. Los últimos versos de Kalaf y Timur con motivo del suicidio de Liu, son la justificación del compositor, las disculpas que lanza al mundo en su nombre y en el de su mujer por ese suicidio del que se siente culpable. Esta fue una petición pública de perdón por un acontecimiento que marcó la vida de Puccini y que lamentó justo antes de su muerte. El 25 de abril de 1926 se estrena Turandot en el Teatro alla Scalla de Milán con el final escrito por Franco Alfano, siguiendo las indicaciones que Puccini había dejado escritas. 20 años después de su estreno, vuelve el cuento fantástico de Turandot al Teatro Real. Robert Wilson es el encargado de vestir, o no, este cuento y llenarlo, o no, de magia y elemento fantásticos. Robert Wilson dice que cuando se dispone a crear una escenografía se pregunta qué no debería hacer, para, precisamente, hacerlo. Considera que el corpus de la obra de un artista es siempre el mismo y éste debe reconocerse a lo largo de toda su trayectoria. Y la obra de Wilson es siempre perfectamente reconocible. En unas producciones con más acierto que en otras, pero siempre es Bob Wilson. Este Turandot tiene la voluntad de estar más o menos vacío, escenográficamente hablando, desnudo de elementos escénicos pero con su inconfundible y exquisita iluminación que sostiene, a veces casi exclusivamente, el drama escénico. Otro elemento importante en la escenografía de Wilson es la ausencia de movimiento. Los personajes ni se miran ni se tocan en ningún momento y apenas dan pequeños y mecánicos pasos. Lo que deja huérfana de pasión y romanticismo alguna de las escenas principales, como el suicidio de Liu, que pasa casi desapercibido. Pero todas estas ausencias producen también otras sensaciones. El estatismo de los personajes sobre la extraordinaria iluminación de Wilson, crean una verdadera atmósfera mágica, llena de sombras que parecen dibujadas y que te arrastran al interior del relato proyectando toda la atención sobre la música. Los figurines diseñados por Jacques Reynaud proporcionan, a falta de expresión en los personajes, la dramaturgia y teatralidad de la obra. El resultado de conjunto es de una extrema sofisticación, tanto de los personajes, como de la escenografía, permitiendo, como quiere Wilson, que haya grandes espacios, aparentemente vacíos, para que el espectador recree su propio cuento. Nicola Luisotti obtiene un magnífico rendimiento de la Orquesta y del Coro, que tiene un papel primordial en esta obra y lo ejerce con gran acierto. Luisotti extrae de la partitura toda su riqueza orquestal y consigue recrear el exotismo oriental imaginado por Puccini. Su dirección, siempre elegante, está llena de detalles y colorido, sobre todo en el tratamiento de las cuerdas. La música llena los espacios escénicos que aparecen viudos de dramatismo y pone el sentimiento reflejado por el compositor en la partitura. La princesa Turandot de la ucraniana Oksana Dyka resulta bastante gritona, con agudos tirantes y un color de voz un tanto amarillento. Gran volumen de voz, como requiere el personaje para no ser engullida por la orquesta. Consigue transmitir la actitud hierática y llena de crueldad de la protagonista, a pesar de no mover ni un pelo. El Calaf de Roberto Aronica fue digno, sin más. También resultó un poco gritón y falto de delicadeza y romanticismo. Había que elegir entre volumen o matiz y se decantó por el primero. No le favoreció ni el estatismo ni el vestuario de su personaje. Giorgi Kirof ofreció un Timur algo flojo y de voz apagada. Algo mejor estuvo el Emperador Altoum de Raúl Giménez, que estuvo creíble en su personaje y no hay que despreciar el mérito que tiene cantar a unos 10 metros de altura. La más aplaudida de la noche fue la soprano donostiarra Miren Urbieta-Vega como Liu. Llenó su personaje de pasión y sentimiento con una potente voz, buen fraseo y abundante fiato. Lástima que su vestuario tampoco le favoreció. Los ministros Ping Pang y Pong, dado su carácter bufo y casi grotesco, fueron los únicos personajes que se movían sobre el escenario casi compulsiva y exageradamente, si tenemos en cuenta que el resto no movían ni las cejas. Muy bien interpretados en lo vocal y, sobre todo, en lo teatral por Joan Martín Royo, Vicenc Esteve y Juan Antonio Sanabria. Texto: Paloma Sanz Fotografías: Javier del Real Vídeos: Teatro Real

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