FEARLESS

La Orquesta Nacional de España bajo la dirección de Josep Pons y Decca presentan su nuevo álbum Fearless, cuyo lanzamiento supone el debut discográfico como solista de Manuel Blanco, trompeta solista de la orquesta. Fearless propone un amplio y colorido recorrido por algunas de las obras más complejas y representativas del repertorio para trompeta, incluyendo obras de Zimmermann, Haydn, L. Mozart, Tomasi y Nathan.

Desde que la interpretación del Concierto para trompeta y orquesta de Bernd Alois Zimmermann, una de las obras clave del álbum, otorgara en 2011 a Blanco el primer premio del prestigioso concurso Internacional ARD de Múnich, Manuel compagina su carrera como solista con su puesto de trompeta solista en la Orquesta Nacional.

EL TROMPETISTA MODERNO DEL SIGLO XXI

El mundo de la música contiene actualmente un cosmos increíblemente complejo de estilos y tendencias, más rico que en cualquier otra época anterior. Escuchamos nuevos géneros como rap o techno junto con jazz, música clásica o producciones contemporáneas, abarcando música de diversas etnias e incluso el canto de los pájaros y las ballenas. Si miramos al pasado, encontramos una flauta de 40.000 años de antigüedad con agujeros que forman una escala musical. A partir de un hueso de pájaro, este procedimiento increíblemente inteligente y planificado nos muestra que desde el comienzo de la historia del hombre moderno, datada hace 300.000 años, la conciencia humana ha ido evolucionando y perfeccionándose incluyendo a la música en este proceso. Si dirigimos la mirada hacia nuestros tiempos, la neurociencia moderna presenta casi mensualmente nuevos descubrimientos que modifican los métodos de aprendizaje y los conceptos pedagógicos. Seguro que nuestro flautista de hace 40.000 años no se dedicaba a investigar sobre el estrés o el flow, pero la música ejercía ya una influencia inmensa en el desarrollo de su espíritu humano, generando procesos que a día de hoy sabemos que interconectan diferentes áreas cerebrales al hacer música, un arte que conecta además a las personas que siguen su magia.

En esta rica época nació un joven, Manuel Blanco GómezLimón, cuyo talento ya despuntó a edad temprana y fue promovido de manera afortunada por un conjunto de los mejores maestros: entre otros, el Catedrático José Ortí, antiguo solista de trompeta de la Orquesta Nacional de España, y el director de orquesta, trompetista, musicólogo, catedrático y Dr. Martín Baeza-Rubio, antiguo solista de trompeta de la ópera alemana de Berlín. Yo tuve la suerte y el honor de encontrarme con este joven en España, y desde el primer momento de nuestra colaboración hubo una profunda sensación de entendimiento, empatía y amistad. Su comprensión musical siempre la expresa partiendo desde el sonido, desarrollando una enorme impulsividad y una ternura que deja sin aliento. La trompeta se convierte aquí en camaleón acústico de todas las posibilidades expresivas de la música en sus correspondientes épocas. Hasta hace 30 años, el concierto para trompeta Nobody Knows de Trouble I See de BAZI, que era el alias del compositor (Bernd Alois Zimmermann), llevaba el estigmatizador apodo de “¡NO SE PUEDE TOCAR!”. Desde entonces la situación ha cambiado por completo y ese apodo ya no es aplicable a este genial concierto: ahora es la obra más interpretada del gran maestro. En 1954 Adolf Scherbaum, entonces estrella de la trompeta, intentó dominar los entresijos de la parte solista de trompeta acompañado por la orquesta de NWDR (hoy NDR) bajo la batuta del director Schmidt-Isserstedt. La especial dificultad de esta obra consistiría en interpretar las indicaciones que el compositor propone, más usuales en el jazz, como por ejemplo glissandi, blue notes y “trino labial” o shakes. Aunque la forma de escribir del compositor muestra a veces su falta de conocimiento técnico y parece algo torpe (por ejemplo, escribe en alemán “Streitdämpfer” [no significa nada] en lugar de “Straightmute” [sordina para trompeta]), de lo que se trata sobre todo es de encontrar el “espíritu” especial de la música. Tanto en su desafiante exigencia técnica de los pasajes rápidos altamente virtuosos, como también en los malabarismos de la interpretación entre el vanguardismo y el jazz, es donde Manuel Blanco mejor puede demostrar su madurez como artista de nuestro tiempo. No en vano, la interpretación de esta obra le otorgó en 2011 la victoria (primer premio) del prestigioso concurso ARD Internacional de Múnich, obteniendo con ella la calificación más alta de la historia de la competición. La segunda obra de este álbum es el famoso Concierto para trompeta en mi bemol de Joseph Haydn, una obra madura del destacado fundador del clasicismo vienés, compuesta poco después de su exitoso segundo viaje a Londres, que lanzó al mundo su fama internacional. No es de extrañar que al año siguiente de escribir esta composición compusiera el himno “Gott Erhalte Franz Den Kaiser” [Que Dios Conserve a Francisco Emperador], una pequeña variación del tema del segundo movimiento del Concierto para trompeta. Compuesta en 1796, el trompetista Anton Weidinger de la Orquesta de Esterhazy necesitó cuatro años enteros para interpretar esta obra en toda su magnitud en la trompeta de llaves que él mismo había desarrollado. Este concierto para trompeta y orquesta es genial, entre otros motivos, por la densidad temática y contrapuntística y la madurez que muestra el gran maestro. La idea central parte de la base de que gracias a la “sensacional nueva trompeta de llaves” es posible tocar una escala ya en la octava inferior, y de ahí surgen los temas principales de los tres movimientos. En el primer movimiento se añaden además “movimientos por quintas” a la idea principal junto con la breve (pero importante) disonancia en la tercera parte del compás.

El problema principal en interpretaciones anteriores de este concierto, grabado cientos de veces, consiste en la deficiente dedicación que anteriores trompetistas, directores y editores musicales han prestado al manuscrito de la obra. El autor de estas líneas también se considera parte de este grupo, como la gran mayoría de sus colegas. El compositor mantuvo intencionadamente el solo de trompeta “desnudo”, es decir, sin signos de articulación ni de fraseo, pensado con un margen de maniobra lo más amplio posible para que el intérprete destacara con habilidad los puntos fuertes, enmascarando en lo posible los débiles, tanto de la trompeta natural como del instrumento provisto de nuevas llaves. Este vacío lo han utilizado innumerables trompetistas y editores de nuevas ediciones para llevar a cabo sus propuestas personales de interpretación. Se escribieron propuestas de articulación y de fraseo sin hacer constar su autoría y sin tener en cuenta el manuscrito. Con mucha frecuencia el resultado de esa arbitrariedad fue un salvaje atronar heroico de trompeta que en el tercer movimiento desemboca en algo parecido a música circense; sin tener en cuenta, o sin saber, que en casi todas las partituras de Haydn solamente en los primeros compases del movimiento correspondiente se dan indicaciones precisas de interpretación que luego, evidentemente, se deben aplicar a todo el tema, a todo el movimiento o a toda la obra. En esta grabación con el solista Manuel Blanco encontramos por primera vez una interpretación que en los tres movimientos respeta y hace brillar la tónica melodiosa de la obra. La idea fija de este cantabile se aplica aquí por igual para el primero, el segundo y el tercer movimiento. Maurice André fue el trompetista que estrenó la obra de Henri Tomasi, rica en contrastes y en ocasiones salvaje. Semaine Sainte à Cuzco es la representación musical de un ritual pagano-cristiano de Pascua en Perú. Fue compuesta para trompeta y órgano (así como también para cuerda con 2 arpas obligadas en el año 1964. Escrita en tres movimientos, la pieza comienza con violentas cascadas danzantes para desplegar en su parte central una melodía a modo de oración. Henri Tomasi, ganador del Grand Prix de Rome 1927, había compuesto ya en el año 1948 un concierto completo para trompeta que está considerado una de las obras principales del repertorio de este instrumento.

Antes de 1762, Leopold Mozart escribió una Serenata de nueve movimientos en re mayor que, además del llamado Concertino para trompeta, dos trompas y cuerda, también contiene el llamado concierto para trombón en tres movimientos, que se realiza directamente a continuación del Concertino para trompeta. Además de la peculiaridad de interpretar música al estilo galante, con gran consideración de las partes fuertes y débiles, Leopold Mozart incluye en su obra la destreza de producir los armónicos naturales más allá del vigésimo armónico natural. De esta manera se produce en la segunda mitad del siglo XVIII un repentino periodo de esplendor del arte de la trompeta barroca en toda Europa central. Asimismo, con Michael Haydn, hermano de Joseph, Johann Samuel Endler, Johann Matthias Sperger, Georg Philipp Telemann, Jan Dismas Zelenka, Franz Xaver Richter, Georg Reuter, el joven Carl Heinrivh Biber y muchos otros, se produce de pronto una fase final del arte de tocar la trompeta en el registro del clarinete en la tercera octava. Como tocado por un rayo, este repertorio desaparece con el comienzo de la revolución francesa y el subsiguiente giro de todos los valores, pasando de la aristocracia a una sociedad burguesa que ya no puede encontrar placer en el polvoriento glamour de los excesos de la antigua trompeta y centra su atención en el clasicismo vienés y sus instrumentos favoritos: el violín, la flauta y el clarinete. Llegados al final del álbum, volvemos a escuchar la melodía de la primera pieza: Nobody Knows The Trouble I’ve Seen… esta vez con ropaje funk en una composición sobre el espiritual anónimo de Federico Nathan, compuesto y grabado por primera vez mundialmente para este álbum. Con una improvisación sobre este tema finaliza aquí un recorrido por el mundo de la trompeta, donde Manuel Blanco interpreta en todos los registros este instrumento de reyes. Y sabe brillar en todos los planos.

Reinhold Friedrich Catedrático en la Escuela Estatal Superior de Música de Karlsruhe Trompetista. Profesor honorario en la Royal Academy of Music de Londres, la Academia Sibelius de Helsinki y en Hiroshima (Japón)

Traducido por Ángel Jábega

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