JD. Flórez

Un relajadísimo Juan Diego Flórez ofrecía el pasado 16 de noviembre un recital en el Teatro Real de Madrid. Un Real abarrotado, para el que no quedaban entradas desde hacía tiempo, recibió al tenor peruano con la ansiedad que solo produce una adicción.

El recital comenzó con tres canciones de Henri Dupartc que dedicó a las víctimas de los recientes atentados de París. Esta nueva incursión en el repertorio francés es una esperanzadora oportunidad de ampliar horizontes bocales.

La primera parte brilló con obras de Mozart como “Il mio tesoro”, de Don Giovanni, en la que hizo gala de un extraordinario fiato. Siguieron obras de Donizetti y Rossini. La segunda parte, algo más inconsistente, finalizó con un más que aceptable “T´amo qual s´ama”, de Lucrezia Borgia.
Regaló al público, a esas alturas ya enardecidamente entregado, cinco propinas. La primera, su ya célebre “Ah! mes amis” de La Fille du Régiment de Donizetti. Después, guitarra en mano, una canción popular peruana, “José Antonio”, magistralmente interpretada. Una simpática “Au Mont Ida”, de La bella Hélène, de Offenbach, «Una furtiva lagrima» de L´elisir d´amore de Donizetti, para terminar con “La donna e mobile”.

A una voz como la de Juan Diego Flórez y a un Teatro como el Real hay que exigirle un programa más exigente y equilibrado que el que nos han ofrecido. Se notaba cierta improvisación. También en la coordinación con el pianista Vincenzo Scalera, que subsanó, con maestría y unas poderosas tablas, las idas y venidas de Flórez en escena. Unas ausencias tal vez motivadas por la sequedad de los aires de Madrid, tan de moda últimamente, que le obligaron a utilizar un inhalador.

Posee sin duda uno de los mejores instrumentos de su cuerda. A su hermoso timbre se unen un fraseo perfecto, un brillo metálico en los agudos que multiplica los armónicos y un gusto exquisito en la interpretación. Aunque mucho más suelto y relajado que en otras ocasiones (se le ve feliz) sigue siendo la rigidez una de sus dificultades en escena. Su voz no es grande, pero si suficiente. Aunque fue necesario mantener el piano casi cerrado.

Seguimos esperando su participación en Madrid en una ópera representada. El éxito está ya asegurado.

Juan Diego Flórez

El próximo lunes 16 de noviembre, a las 20.00 horas, el Teatro Real ofrecerá el segundo concierto de su ciclo VOCES DEL REAL: un recital de Juan Diego Flórez, acompañado al piano por Vincenzo Scalera.

Desde su actuación en la temporada 2012-1013 del Teatro Real, en la que interpretó el papel de Nadir en Les pêcheurs de Perles, de Georges Bizet, Juan Diego Flórez sigue ampliando su catálogo, estrenando dos nuevas óperas cada año e incorporando en sus conciertos canciones y arias que le permiten explorar y profundizar en un repertorio cada vez más rico y diversificado.

El programa que ofrecerá en el Real refleja esa búsqueda de diferentes estilos y formas de expresión. La primera parte comenzará con las delicadas y sofisticadas canciones de  Henri Duparc (Chanson triste, Phidylé y L’invitation au voyage), continuará con las maravillosas arias amorosas de Wolfgang Amadeus Mozart “Il mio tesoro”, de Don Giovanni, y “Un aura amorosa”, de Così fan tutte,en las que el tenor podrá lucir su elegante fraseo y su célebre legato, y concluirá con arias y canciones de los compositores que lo han consagrado: Gioachino Rossini, del que interpretará “Intesi, ah tutto intesi”, de Il turco in Italia, y Gaetano Donizetti,  cuya aria “Tombe degli avi miei”, de Lucia di Lammermoor,pondrá de manifiesto sus excepcionales dotes para el belcanto.

Estos dos compositores volverán en la segunda parte, que será un homenaje al melodismo italiano, en las que no faltarán las conocidas canzioni de Ruggero Leoncavallo y Paolo Tosti.

Al término de su recital Juan Diego Flórez estará a disposición del público para la firma de autógrafos en el foyer del Teatro Real.

http://juandiegoflorez.com/es/

NikolaiLugansky

El próximo martes día 19 tendrá lugar la masterclass del pianista ruso Nikolai Lugansky con los alumnos del Real Conservatorio Superior de Música y al día siguiente, 20 de Octubre, ofrecerá su recital en ciclo de Grandes Intérpretes de Scherzo a las 19:30 horas en el Auditorio Nacional de Música.
Según ‘The Guardian’ Lugansky es «una mezcla de lirismo, brillantez y buen sentido de la audacia». Nikolai Lugansky se ha revelado como un pianista de extraordinaria intensidad y versatilidad. Demuestra sensibilidad y refinamiento interpretando a Mozart y a Schumann, al tiempo que hace gala de un virtuosismo impresionante con Rachmaninov y Prokofiev.

Aparece regularmente en algunos de los festivales más prestigiosos del mundo, entre ellos los Proms londinenses de la BBC, La Roque d’Anthéron, Verbier, y el Festival Internacional de Edimburgo. Ha actuado con la Filarmónica de Nueva York, la Orquesta de París, la Sinfónica de Bamberg, Sinfónica de Londres y Sinfónica de San Petersburgo, entre otras muchas. En el formato de música de cámara, sobresale como habitual acompañante de Vadim Repin y Leonidas Kavakos. Sus discos han logrado el premio Echo Classic, así como el Diapason D’or y el Excepcional de Scherzo.

Ha actuado anteriormente en tres ocasiones en el Ciclo de Grandes Intérpretes, durante las ediciones de 2003, 2004 y 2013.
Para muchos, se trata del pianista que más y mejor ha crecido en los últimos años. Su poderoso virtuosismo y sus programas representan una suma coherente de redescubrimientos y nuevo repertorio.

Programa 20 de Octubre 2015 – Auditorio Nacional de Música – 19:30h
FRANCK (transcr. BAUER) Preludio, Fuga y Variación, Op. 18
SCHUBERT Sonata en do menor, D. 958
GRIEG Tres Piezas Líricas
CHAIKOVSKI Gran Sonata

Segovia

Del 15 al 26 de julio, el Festival de Segovia (FS) cumplirá 40 años. 40 años de recorrido en los que los mejores intérpretes del panorama internacional han dejado su huella con conciertos inolvidables. Un Festival que, avalado por las 46 ediciones de su característica Semana de Música de Cámara y los 20 de su Festival Joven, que lo integran, apuesta por los grandes y jóvenes valores del panorama de la música actual, con un programa que este año es todo un homenaje a la esencia de las músicas del mundo.

Rincones históricos y llenos de referencias donde la acústica es espectacular, como la Plaza de San Martín, el Jardín de los Zuloaga, el Jardín del Mudo, el Jardín y el Patio del Colegio de Arquitectos, San Juan de los Caballeros-Museo Zuloaga, la Catedral, la Iglesia de San Nicolás, el Patio de Armas de El Alcázar y, por primera vez, su Sala de La Galera, se vestirán de música para hacer descubrir al público auténticas joyas de la música de cámara y sinfónica y al mismo tiempo ofrecer conciertos de música latina, zarzuela, fado, flamenco o incluso la característica música de barbería.

Inaugurando el Festival, el jueves 16 de julio la Plaza de San Martín se llenará de música afro-cubana, armonías tropicales y ritmos latinos gracias a una de las bandas latinas más destacadas del mundo -y la primera banda auténticamente afro-cubana en los Estados Unidos-: Tiempo libre. Nominada tres veces a los Grammy, ha compartido cartel y escenario con figuras como Celia Cruz, Aretha Franklin, Gonzalo Rubalcaba o Paulito FG y Su Elite, y es célebre por su sofisticada música tropical y una irresistible y excitante combinación de armonías de la música jazz, de sonidos contemporáneos y de seductores ritmos latinos.

Dedicada a Guillermo Pastrana, chelista excepcional y músico de sensibilidad exquisita que ya ha formado parte del Festival de Segovia en ediciones pasadas, la Orquesta de Castilla y León (viernes 17 a las 22.30h.), dirigida en esta ocasión por el joven Eduardo Portal, uno de los directores más activos y demandados actualmente, interpretará un repertorio para disfrutar de una noche colorista en el Jardín de los Zuloaga, encabezada por la obra de David de Puerto “Campos de Tauro”, que celebra el renacimiento de la vida en los campos y dos de cuyos cinco movimientos provienen de dos de las piezas para guitarra más íntimas y queridas del autor. Además, los espectadores podrán disfrutar de la Suite Sinfónica más conocida de Rimsky- Korsakov y la obra insigne del orientalismo ruso: Scheherazade, inspirada en Las mil y una noches. “Un caleidoscopio de imágenes de cuentos de hadas de carácter oriental”, como el propio autor escribió y se recoge en su Diario de mi vida musical.

Además, en su afán por elaborar un programa ecléctico y lleno de géneros diferentes, el FS ofrecerá también una Antología de la Zarzuela de manos de Luis Olmos (sábado 18 a las 22.30h. en el Patio de armas de El Alcázar). Un recorrido por las maravillas del musical español por excelencia repleto de joyas como Luisa Fernanda, El Barberillo de Lavapiés, Los Cláveles, Doña Francisquita, etc., entrelazadas desde la dramaturgia implícita en sus textos y en su música, con el fin de que el espectador vuelva a degustar la Zarzuela en toda su esencia.

Desde la música tradicional portuguesa, llegarán también los fados de una de las voces más bellas de este género, con una capacidad vocal inusual y una de las embajadoras internacionales del fado en todo el mundo: Katia Guerreiro (domingo 19 a las 22.30h. en el Patio de Armas de El Alcázar), que presentara su último disco, “Até ao Fim” (Hasta el fin) realizado con la ayuda de Tiago Bettencourt. Su fado se caracteriza por una gran riqueza lírica y el homenaje a escritores portugueses contemporáneos, cantando a António Lobo Antunes o a los poetas Vasco Graça Moura y Sophia de Mello Breyner, con un fado fresco, lleno de referencias contemporáneas.

Otra de las músicas poco habituales que se podrán escuchar en el 40 FS es la música de barbería (“Barbershop style”), que floreció entre 1895 y 1930 en Estados Unidos, contribuyendo a la configuración de la música popular americana junto a otros géneros como el jazz, el blues o el góspel. Un estilo exclusivamente vocal y a cuatro voces no mixtas, con una sonoridad y una presentación especialmente atractivas y divertidas para el espectador. De ello se encargará Aftershave Quartet (viernes 24 a las 22.30h. en el Jardín de los Zuloaga), la mejor referencia del género en el ámbito nacional, que se adentra en el estudio del repertorio más característico del Barbershop, en un programa muy original y de gran dificultad técnica.

Desde el flamenco, el bailaor Manuel Fdez. Montoya “El Carpeta” y el cantaor Miguel Flores Quirós “Capullo de Jerez” deleitarán al público con su espectáculo “Fuego & Tierra” (sábado 25 a las 22.30h. en el Patio de Armas de El Alcázar), concebido con el propósito de unir y realzar las cualidades de dos grandes artistas. Una fusión de cante, baile y prosa con una puesta en escena brillante. Asimismo, llegará una de las voces más relevantes de los últimos años, con una solidez que asusta de tanta premura y consistencia y con una espiritualidad que, según se dice, toca el cielo entre quejíos y rotundo grito flamenco: Argentina (domingo 26 a las 22.30h.), en un viaje por el cante junto a las guitarras de José Quevedo, El Bola y Eugenio Iglesias y la gran bailaora María Canea como artista invitada.

Desde el Barroco al Romanticismo en la 46 Semana de Cámara

Una mirada diferente para un público que también podrá pasear a través de la música de cámara, por la que se define desde hace ya 46 años el FS, y que en esta edición apostará por la música más esplendorosa del Barroco, encabezada por el Brillant Magnus Quintet (lunes 20 a las 22.30h. en la Catedral), un quinteto que conjuga el brillo del metal con la energía de la percusión, arropado por la majestuosidad del órgano. Una original formación instrumental que permite crear un ambiente sonoro que sorprende por la combinación de los instrumentos, el virtuosismo de sus componentes y la frescura de sus interpretaciones, con obras de J. S. Bach, Handel, Pachelbel, Mouret y Purcell. A través de 4 pianos históricos pertenecientes a la Colección Serrato, los espectadores podrán experimentar los mismo que los hombres y mujeres del Clasicismo o del Romanticismo sintieron al escuchar obras de J. C. Bach, Haydn, Beethoven, Mozart, Liszt, Brahms y Granados, en un recorrido histórico por ambas épocas (martes 21 a las 22.30h. en la Sala La Galera de El Alcázar).

Obras de J. S. Bach, Corelli, Handel y Vivaldi se podrán escuchar de la mano del grupo Da Kamera (miércoles 22 a las 22.30h.), una formación integrada por violín, clave y cello cuya manera de interpretar se centra en el componente emocional (o emocionante) de la música, que existe (y que hacen existir) para mover los afectos, para conmover, para emocionar. Con “Molto affettuoso”, que promete una velada llena de candorosa pasión, demostrarán que 300 años después de su estreno, estas sonatas siguen vivas y siguen conmoviendo a quien las escuche en la Iglesia de San Juan de los Caballeros.

Clausurando la Semana de Cámara (jueves 23 a las 22.30h. en San Juan de los Caballeros), y regresando a J. S. Bach, una mirada de Bach hacia el futuro y del futuro hacia Bach con “Bach to the future”, gracias al Camelot Ensemble. Un homenaje a la libertad del Barroco, en el que el intérprete daba rienda suelta a su personalidad al interpretar una obra, (re)creándola al mismo tiempo, con un plantel de músicos excepcionales encabezado por el violín de Lina Tur Bonet y con un repertorio integrado por dos obras barrocas significativa, los conciertos de Brandemburgo n. 5 y n. 6, y obras inspiradas en Bach: la Sonata de Ysäye para violín solo, inspirada en la Partita en mi mayor de Bach; el Trío para flauta, violonchelo y piano de Kapustin; una obra de Earl Wild, pianista del siglo XX que tradujo en su personal estilo la Sarabanda de la segunda Partita de Bach para clave, y experimentos como el de Varèse, para flauta sola.

Vibrando en familia

Para el público infantil acompañado de adultos, el característico y tradicional Concierto en Familia (domingo 20 a las 20.00h. en San Juan de los Caballeros) también se centrará en las músicas del mundo, pero como nunca las hemos escuchado, interpretadas con instrumentos insólitos, no convencionales y fabricados con materiales de desecho: recogedores cromáticos de los que salen melodías milenarias, regaderas en clave de jazz y con mucho swing, latas convertidas en guitarras y panderos, botellas, embudos, peines, tubos… Vibra-tó es un concierto didáctico interactivo en el que dos músicos-pedagogos multi-instrumentistas (Joaquín Sánchez y Miguel Iroshi) interpretan composiciones propias y músicas del folclore universal demostrando que todo suena…

La apuesta por las jóvenes promesas

Pero una de las características del FS es su apuesta por las jóvenes promesas del panorama musical español, y el FS no sería tal sin su Festival Joven, que cumple 20 años, un apartado a través del cual dará a conocer el talento de los ganadores del 18 Premio de Piano Santa Cecilia de la Fundación Don Juan de Borbón y los ganadores de los certámenes Intercentros Melómano, Pedro Bote y Premio Jóvenes Promesas del Violoncello Jaime Dobato Benavente, con conciertos de acceso libre. Además, el Festival Joven se cerrará con un concierto del Curso de Clarinetes que ofrece este año el FS, dirigido por Mariano Delgado, y con la Orquesta Infantil y Juvenil EOS.

Actividades paralelas como la exposición “La Dance, ça tourne… La danza que gira…”, producida por la Casa de la Danza de Logroño y comisariada por Perfecto Uriel en el Patio del Colegio de Arquitectos, con fotografías de bailarines famosos en lugares conocidos, completará uno de los festivales españoles con mayor tradición y solidez que se celebran en España, que ofrece pequeños y grandes conciertos para todo tipo de público ávido de disfrute de la buena música, con precios que oscilan entre la gratuidad (el 40% de los conciertos son gratuitos), 3€ y 20€.

Cartel

El próximo uno de agosto arranca en el Kursaal donostiarra la Quincena Musical de San Sebastián con la Mahler Chamber Orchestra (días 1 y 2) y obras de Prokofiev, Beethoven y Mozart. Será el inicio de una nueva edición centrada en consolidar un novedoso modelo que sin renunciar al rigor, la variedad y la calidad de sus propuestas, ha conseguido una total y muy sana sostenibilidad en tiempos de crisis.

Con los abonos confirmados al 100% para la edición de 2015 y algunas funciones agotadas a un mes de su inauguración con el 78% de la previsión de venta de localidades cubierta, el interés que ha despertado cuenta con el apoyo de un público que ve como platos fuertes la ‘Tosca’ que se representará los días 13 y 15, con Ainhoa Arteta como protagonista y el espectáculo ‘Voces’, de Sara Baras, con las entradas agotadas.

La serie sinfónica, con la Mahler Chamber en la apertura y sucesivamente la Filarmónica de San Petersburgo, la Orquesta de Cadaqués, la Sinfónica de la Radio de Colonia –estas tres con el Orfeón Donostiarra- y la Filarmónica de Oslo para el cierre el 30 de agosto, también han sido favorablemente acogidas por el público con los programas que serán dirigidos, por este orden, por batutas como la de Yuri Termikanov, Alberto Zedda, Jukka-Pekka Sarastre o Vasily Petrenko.

La presencia de solistas como Grigori Sokolov (día 10 en el teatro Victoria Eugenia), para muchos el mejor pianista del mundo, o Javier Perianes, el español con más presencia internacional, al lado de la Filarmónica de San Petersburgo, así como propuestas líricas, de música antigua, barroca o programas pedagógicos y solidarios de amplia presencia dentro del calendario –como el previsto cada año con los fondos del Ciclo de Música Antigua, que destina esta temporada el dinero recaudado de las entradas a la asociación ADELA-Gipuzkoa para la Esclerosis Lateral Amiotrófica-, conforman al donostiarra como uno de los festivales más señeros pero mejor adaptados a la modernidad de Europa.
www.quincenamusical.eus/programa/

Così

Llegaba el Così fan tutte al Liceu, del que dicen no es un teatro mozartiano. Como no sabemos muy bien qué es ser o no mozartiano, tratándose de un teatro, nos quedaremos con la duda. Quien no parece muy mozartiano es el director de escena de esta producción, Damiano Michieletto. Este joven veneciano empieza a ser conocido por sus discretas extravagancias escénicas. Unas más acertadas que otras. Y no es este Così fan tutte, que viene de La Fenice, una de sus más celebradas producciones.

La escenografía ideada por Michieletto banaliza la trama de Da Ponte. Basada nada menos que en obras de Bocaccio, Shakespeare y Cervantes. No se trata de una ópera buffa, sino de un dramma giocoso. O como bien definió René Leibowitz, una “tragedia en forma de juego”. Pero el director de escena ha creado esta vez un juego demasiado básico. No ha sabido ver la inteligente propuesta del compositor, tan dado al juego y al divertimento. Ha situado la trama en un decadente hotel de 5 estrellas del que ha calcado, esta vez con gran acierto, esa mortecina y desalentadora luz que invita siempre a salir de la habitación.

Tampoco acierta al situar sobre el escenario pequeñas tramas paralelas que lo único que hacen es distraer de la principal y de la acción de los cantantes.

Desde el foso, el inicio de la obra es prometedor. ¡Es Mozart! La obertura, siempre vigorosa, lo llena todo. Pero tras los primeros compases empieza a notarse la falta de espíritu. Ese espíritu que el compositor, maestro del juego de la infidelidad, reflejó de manera tan acertada. No existe una línea orquestal, una narración musical de la historia.
Pons no presta suficiente atención a los cantantes ni al coro. El resultado es el desamparo de los intérpretes y la desconexión entre el foso y el escenario. Sobre todo en las arias de grupo, tan importantes en esta obra. Entradas a destiempo y poca coordinación entre cantantes. Queda ausente el magistral juego de enredos e intercambios que propone Mozart en su partitura. En el segundo acto se pasa de la falta de espíritu al tedio. La mala resolución del final, que queda a medias entre la alegría y el desastre amoroso, no ayuna a dejar entre el público un buen sabor de boca.

A Juliane Banse le tocaba interpretar uno de los papeles más completos y complejos escritos por Mozart, Fiordiligi. Se requiere una soprano spinto d´agilità, con voz robusta para el abordaje de arias como Per pietà. Posee Juliane Banse un buen registro central, pero sufrió en las notas más graves. También tuvo sus dificultades en la complicada Come Scoglio. Aria con grandes demandas técnicas para la que no tuvo el aliento ni apoyos suficientes. Fue de menos a más, llegando al segundo acto con un sonido menos estridente y más ajustado.
Dorabella, contrapunto vocal de Fiordiligi, estuvo interpretada por Maite Beaumont. Una voz mucho más equilibrada y homogénea. De timbre agradable y buena línea de canto. Fue tapada en varias ocasiones por su hermana artística, pero le dio al personaje el carácter adecuado, más tímido y recatado.

Despina fue interpretada por Sabina Puértolas. Una soprano de tonalidades más agudas que las anteriores. Animó la escena con su descaro, exagerado a veces, pero le dio frescura a toda la obra. Voz amplia y expresiva. Recorría el escenario mientras sus compañeras permanecían estáticas.

La sorpresa agradable de la noche fue el joven tenor Joel Prieto, interpretando a Ferrando. Su tesitura de lírico pleno, cercano al spinto, es la más adecuada para este rol mozartiano. Cantó con notable gusto, sobre todo su aria principal, Un aura amorosa, que abordó con finura. Resolvió muy bien la cavatina Tradito, schernito, teatralmente más exigente y para la que se requieren unos buenos graves. Muy bien en el dúo con Fiordiligi en el segundo acto. Dada su juventud y la calidad de su instrumento, se adivina una brillante evolución.

Joan Martín-Royo compuso un Guglielmo sólido. Su tesitura baritonal se refuerza con unos buenos graves, que se corresponden con el personaje que describió Mozart. Su labor actoral fue meritoria y brilló en las arias. Como al resto de intérpretes, no les favoreció demasiado el vestuario ni la escenografía.

A Pietro Spagnoli le encargaron un Don Alfonso algo casposo y con poca chispa, cuando lo que requiere el personaje es una intención casi buffa. Vocalmente estuvo muy bien resuelto por Spagnoli. Un magnífico fraseo y una muy buena declamación en los recitativos. Se notan sus tablas.

Sonó estupendamente el coro del Liceu, de la mano de Conxita García, a pesar de la escasez de elementos.

Un Così fan tutte algo pobretón y desigual el que ha presentado el Liceu en esta ocasión. Mejorable en cualquier caso, pero siempre extraordinario tratándose de Mozart. No pensemos que el Liceu no es mozartiano. Démosle otra oportunidad.

Cossí

Così fan tutte, tercera y última colaboración entre Wolfgang Amadeus Mozart y el libretista Lorenzo Da Ponte, llega al Gran Teatre del Liceu bajo la dirección de Damiano Michieletto, que debuta en el Liceu con una propuesta arriesgada que se ambienta en un hotel de lujo. El dramma giocoso, que se podrá ver del 20 al 30 de mayo, está inspirado en textos de Boccaccio, Shakespeare y Cervantes, y cuenta con la dirección musical del maestro Josep Pons.
Così fan tutte es una obra con una aguda visión social de la época que aborda de una forma directa la lucha entre sexos, y específicamente la infidelidad femenina. Mozart plasmó en esta ópera un juego inmoral sobre los sentimientos y emociones de los protagonistas: las hermanas Fiordiligi y Dorabella, y los respectivos prometidos Guglielmo y Ferrando. Sin olvidar el maquiavélico Don Alfonso que enreda toda la trama con una apuesta irreverente, y su aliada Despina, criada de las dos hermanas.

Michieletto presenta, después de haber trabajado los dos otros títulos Mozart-Da Ponte, Le nozze di Figaro y Don Giovanni, un Così fan tutte revisado, con una puesta en escena actual y majestuosa, un vestuario atrevido y una escenografía que destaca por el movimiento giratorio que traslada al espectador a diversas estancias de un hotel donde se producen todos los enredos posibles. El director veneciano hace recaer sobre Don Alfonso todo el peso del elemento metateatral (el teatro dentro del teatro) y le hace estar presente durante toda la obra sentado en un lateral del proscenio, aunque el libreto no lo requiera.

Così fan tutte se estrenó en enero de 1790 en el Burgtheater de Viena y no fue hasta después de ciento cuarenta años que llegó al Liceu, aunque se pudo ver en el Teatre de la Santa Creu en 1798. La última función del Così fue el 30 de enero de 2004 con las direcciones de Bertrand de Billy (musical) y Josep Maria Flotats (escénica). Le nozze di Figaro y Don Giovanni son las dos óperas que también cuentan con el talento de Mozart y Da Ponte, una trilogía que el genio vienés inició en 1786 y que concluyó con Così.

Este Così fan tutte presenta dos repartos. Como Fiordiligi Juliane Banse y Maite Alberola; Dorabella, Maite Beaumont y Gemma Coma-Alabert; Ferrando, Joel Prieto y David Alegret; Guglielmo, Joan Martín-Royo y Borja Quiza; Despina, Sabina Puértolas y Anna Tobella; y como Don Alfonso, Pietro Spagnoli y William Berger.

Actividades complementerias:

El Gran Teatre del Liceu propone dos experiencias únicas durante las representaciones de Così fan tutte. Con la colaboración de la ginebra Hendrick’s se instalará en el Saló dels Miralls una reproducción del bar de la escenografía de la ópera para que los asistentes puedan sentirse protagonistas durante el entreacto, y una vez finalizada la función. Hendrick’s ofrece al público que se inscriba con antelación, una degustación de cócteles y gin-tonics sorprendentes al terminar la representación. Por 20 euros se podrá disfrutar de una velada única en un «bar de lujo». Las entradas estarán a la venta en las taquillas del teatro y en la web del Liceu.

El ilustrador argentino Eduardo Relero, todo un gurú del 3D y el streetart, después de haber expuesto sus obras por las calles de Nueva York, Tokio, Roma, México, entre otras muchas ciudades, propone una instalación en el vestíbulo histórico del Liceu para que la gente interactúe durante su estancia en el Gran Teatre. La obra, original de Relero, se inspira en el mundo operístico y está construida mediante vinilos dispuestos de una forma concreta bajo el concepto de anamorfosis, una técnica utilizada para ocultar o dirigir la atención específicamente sobre algo. La composición, que se verá sobre una superficie de 6×6 metros en el suelo del vestíbulo y el mostrador, se podrá visualizar gracias a las lentes de los teléfonos móviles y de una cámara situada a 1,75 metros que permitirá a los usuarios ver el relieve de la instalación en una pantalla de plasma.

Joel Prieto

El tenor Joel Prieto, nacido en Madrid y ganador del primer premio del Concurso Operalia de Plácido Domingo, regresará a la temporada del Gran Teatre del Liceu barcelonés después de su Fenton de Falstaff ahora interpretando uno de sus papeles favoritos, el de Ferrando de Così fan tutee (Mozart), rol que debutó en 2009 en el Palau de les Arts de Valencia. Posteriormente también lo ha interpretado en la Washington National Opera, en Les Théâtres de la Ville de Luxembourg, en la Palm Beach Opera y en la Bayerische Staatsoper de Múnich. «Ferrando es probablemente mi papel mozartiano favorito, y también el más que he cantado durante mi carrera», afirma el joven tenor. «El personaje vive una gran evolución durante la ópera: al principio es un muchacho inocente y está ciego de amor por su amada Dorabella; es un romántico empedernido y cree firmemente que Dorabella le será siempre fiel. Es un papel que enmarca un cuadro muy diverso de emociones, desde una faceta cómica y de juego, hasta dolor, confusión y pasión. Vocalmente es un papel muy completo (es como un Mozart a la italiana), con una línea vocal muy expuesta. No es un papel para todo el mundo por la dificultad que conlleva en el pasaje de la voz; su balance entre registros y los matices que el rol requiere».

Poseedor de un amplio repertorio, en la trayectoria de Joel Prieto destacan papeles belcantistas y mozartianos, habiendo debutado, precisamente, como Príncipe Tamino de Die Zauberflöte en la Deutsche Oper de Berlín en 2006, ciudad a la que regresó con ese mismo personaje a la Staatsoper Unter den Linden en 2011. En este ámbito también ha interpretado a Don Ottavio en el Don Giovanni del Festival de Salzburgo de Claus Guth y Yannick Nezet-Seguin (2010 y 2011). Con Fenton (Falstaff, Verdi) se presentó en la Royal Opera House del Covent Garden de Londres en una producción de Robert CarsenDaniele Gatti retransmitida por televisión (2012), papel con el que debutó tanto en el Théâtre du Capitole de Toulouse (2011) como en el Gran Teatre del Liceu en Barcelona (2010).

La producción de Così fan tutte que podrá verse en el Liceu lleva la firma del aclamado regista italiano Damiano Michieletto, uno de los innovadores de la ópera de hoy. «La música de Mozart siempre me tocó de manera muy profunda», continúa Joel Prieto. «Fue uno de los motivos que me hicieron dedicarme a esto. No es coincidencia que mi carrera haya empezado con esta maravillosa música. Los personajes mozartianos me han ayudado a conocer mi propio instrumento y a desarrollarlo no solo en la técnica, sino también en su potencial interpretativo. Además estos papeles me han dado la oportunidad de trabajar con muchos de los mejores directores de escena del mundo de la ópera: el trabajo actoral, además, es una de las razones que le da sentido a la música de Mozart. Hoy en día mi repertorio sigue expandiéndose en el repertorio italiano y francés, pero Mozart siempre estará en mi calendario de actuaciones. Es como volver a casa».

Joel Prieto estrenará este espectáculo en el Liceu de Barcelona el 20 de mayo, interpretando además las funciones de los días 22, 24, 26, 28 y 30 de ese mismo mes.

Real

El Teatro Real ha presentado esta semana la nueva temporada 15-16. Una temporada equilibrada en cuanto a títulos de repertorio y aquellos más desconocidos. Realiza una clara apuesta por las coproducciones con otros teatro y no tanto las propias. Lo que contribuye al cumplimiento del objetivo de ajustar el presupuesto al máximo. Mayor número de representaciones. la eliminación del gasto de gestión al adquirir las entradas a través de internet. La programación, vertebrada por los títulos operísticos, articula diferentes líneas conceptuales y temáticas con variadas propuestas interdisciplinares. Se ofrecerán cinco nuevas producciones, cuatro producciones invitadas, tres óperas en versión de concierto y dos óperas de cámara. Se mantienen en la próxima temporada las líneas estructurales de la programación, con la ampliación de los ciclos VOCES DEL REAL y SESIONES GOLFAS, y la creación del ciclo BAILANDO SOBRE EL VOLCÁN. El Teatro Real se une a la Conmemoración del IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Se afianza el vínculo con instituciones culturales y artísticas, con múltiples y atractivas actividades. Y se amplían las modalidades de abonos (16 en total), se anticipa y agiliza su venta y se flexibilizan los procedimientos para cambio de fechas.

En la 19ª temporada del Teatro Real desde su reapertura, en 1997, se presentarán cinco nuevas producciones operísticas —todas en coproducción con importantes teatros, cuatro producciones invitadas, tres óperas en versión de concierto y dos óperas de cámara que se ofrecerán en los Teatros del Canal. La programación se completa con tres espectáculos de danza y dieciséis conciertos integrados en los ciclos Voces del Real, Sesiones golfas y el recién creado Bailando sobre el volcán.

Cabe destacar el estreno en Madrid de la versión escenificada de Moisés y Aarón, de Arnold Schönberg, sin duda una de las obras señeras del repertorio lírico del siglo XX, que llegará en una coproducción entre el Teatro Real y la Ópera de París, con dirección de escena Romeo Castellucci —uno de los creadores más brillantes de la actualidad que debutará en Madrid. En estrecha sintonía con el argumento y las circunstancias históricas de esta ópera, se estrenará también El emperador de la Atlántida, de Viktor Ullmann, discípulo de Schönberg y uno de los grandes compositores de la época, cuya carrera quedó truncada por el ascenso del nazismo. La ópera se compuso en el campo de concentración de Terezín. Ambas obras esbozan un eje temático que se extenderá a espectáculos del Programa Pedagógico, como la pequeña ópera juvenil Brundibár, de Hans Krasa, estrenada también en Terezin. En el mismo marco conceptual, pero con otra atmósfera, se ofrecerán en el Auditorio Sony de la Fundación Albéniz cuatro conciertos (uno de ellos escenificado) dentro del ciclo Bailando sobre el volcán, que incluyen referencias al cabaret judío que tanta influencia ejerció sobre Schönberg, Kurt Weill y otros compositores coetáneos.

Entre las novedades de la temporada figuran los estrenos de Alcina —una de las mejores óperas del extenso catálogo de Händel, con dirección escénica de David Alden— y, sobre todo, La prohibición de amar, de Richard Wagner, obra juvenil injustamente relegada, que el Teatro Real y la Royal Opera House rescatarán del olvido con la complicidad de Kasper Holten, responsable de la dirección de escena, e Ivor Bolton, director musical del Teatro Real. La ópera de Wagner está basada en Medida por medida, de William Shakespeare, de quien se conmemora el cuarto centenario de su muerte. En el marco de esta efeméride se ha programado en los Teatros del Canal la obra Dos delirios shakesperianos, de Alfredo Aracil.

El Teatro Real se ha unido también a la Conmemoración del IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes programando El retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla, y El caballero de la triste figura, de Tomás Marco.

Además de La prohibición de amar, que Wagner consideraba un “pecado de juventud”, la temporada incluye la última ópera del compositor, Parsifal, que dirigirá musicalmente Semyon Bychkov y que supondrá el debut en el Real de Claus Guth, otro de los nombres más cotizados de la dirección escénica actual.
Mariella Devia, Gregory Kunde, Mariusz Kwiecien y Silvia Tro Santafé conformarán el cuarteto estelar que protagonizará el regreso de Roberto Devereux, de Gaetano Donizetti, que inaugurará la temporada lírica el 22 de septiembre. Otro título crucial del belcantismo romántico, I Puritani, de Vincenzo Bellini, reunirá algunos de los mejores cantantes de este repertorio: Diana Damrau, Javier Camarena y Ludovic Tezier, dirigidos por Evelino Pido, en el foso, y Emilio Sagi, en la escena.
También Rigoletto, de Giuseppe Verdi, con dirección musical de Nicola Luisotti y escénica de David McVicar, unirá a cantantes tan reconocidos como Olga Peretyatko, Lisette Oropesa, Stephen Costello o Leo Nucci, que también protagonizará Luisa Miller de Giuseppe Verdi, en versión de concierto, bajo la dirección de James Conlon.
Plácido Domingo interpretará junto a Ainhoa Arteta y Michael Fabiano, I due Foscari, de Giuseppe Verdi, bajo la batuta de Pablo Heras-Casado, Principal Director Invitado del Teatro Real. También en versión de concierto se presentará Written on Skin, que dirigirá el propio compositor, George Benjamin.

Entre los títulos más populares del repertorio lírico destaca asimismo el regreso de La flauta mágica, con dirección musical del experto mozartiano Ivor Bolton, con magistral puesta en escena de Barrie Kosky, que debutará en el Teatro Real. El Programa Pedagógico incluirá, a su vez, La flauta encantada, una magnífica introducción a la ópera de Mozart para niños, y una versión para adolescentes de Dido y Eneas, de Henry Purcell, con dirección de Rafael Villalobos.
En la programación de conciertos y recitales figuran nombres de tanto prestigio como Measha Brueggergosman, Natalie Dessay, Angela Denoke, Renée Fleming, Karina Gauvin, Venera Gimadieva, Barbara Hannigan, Anja Kampe, Susan Graham, Juan Diego Flórez, Francesco Meli, Bejun Mehta, Andreas Scholl, Simon Keenlyside, Christopher Maltman, Peter Mattei y Franz Josef Selig, entre otros.

Tres compañías de danza se darán cita en la temporada: Nacho Duato presentará su versión de La bella durmiente con el Staatsballett de Berlin, y un triple programa con coreografías suyas y de Marco Goecke. Sasha Waltz traerá, junto con su compañía, la aclamada versión de La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky. Finalmente, José Carlos Martínez propondrá un homenaje a Enrique Granados con la Compañía Nacional de Danza finalizando en julio del próximo año, la 19ª temporada del nuevo Teatro Real.

Las Bodas de Figaro

El Teatro Real ha comenzado su temporada teniendo que dar explicaciones a las numerosas modificaciones que está teniendo la anunciada nueva temporada. Vaya por delante el hecho de que el Teatro ha vivido en los últimos meses una situación complicada. El fallecimiento de su anterior director artístico, Gerard Mortier, y el nombramiento como sustituto del actual, Joan Mataboch, no son una anécdota. Como tampoco lo es preparar una temporada con apenas seis meses en un mundo en el que se trabaja con márgenes mucho más amplios.
Los diferentes cambios en la programación se deben a distintos motivos. El estreno mundial de La ciudad de las mentiras, de Elena Mendoza, basada en textos de Julio Cortazar, se aplaza hasta el 2017 sin que hayan quedado claros los motivos. Se cae del cartel Fidelio, en esta ocasión el responsable es Alex Ollé, de la Fura dels Baus. Gollescas se ofrecerá en versión concierto, y no con la puesta en escena de José Luis Gómez y el pintor Eduardo Arrollo. En Hänsel und Gretel se sustituye la dirección escénica. Inicialmente iban a ser Joan Font, de Els Comediants, y Agatha Ruiz de la Prada los encargados, pero finalmente será Laurent Pelly.
También se cae del cartel la soprano Natalie Dessay en La fille du régiment. Aquí el Teatro no tiene nada que ver, ha sido la propia cantante quien anunció su retirada de los escenarios operísticos para dedicarse al recital. A cambio la sustituye Aleksandra Kurzak, que viene de tener un apoteósico triunfo en Viena con este mismo papel.
Esperemos que no se produzcan nuevas bajas en una temporada que puede denominarse de transición, dados los acontecimientos y dificultades que la han marcado.

Comienza la temporada con una reposición (y van tres en cinco años) de la producción que de Las bodas de Figaro realizó Emilio Sagi.
Esta obra, inspirada en un texto del polémico Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais, que gracias a su maestría en el manejo de la sátira, estaba considerado como el azote de la nobleza. La misma que caería durante la Revolución Francesa y a la que tenía soliviantada con sus obras y escritos políticos.
La trilogía de Figaro escrita por Beaumarchais trata de representar el momento socio-político que vivía Europa. La caída de la aristocracia, representada en la figura del Conde y la Condesa de Almaviva, y el ascenso de las clases populares, con el criado Figaro como protagonista. Estos textos sirvieron de inspiración tanto para la composición de El barbero de Sevilla a Rossini, que se interesó más por la primera parte de la trilogía, como Las bodas de Figaro a Mozart, que se inspiró en la segunda parte.

Mozart decidió encargar a su nuevo libretista, Lorenzo Da Ponte, la adaptación del texto para su ópera. No fueron pocos los cambios que Da Ponte introdujo en la obra, sobre todo para conseguir rebajar el elevado tono crítico y transformarlo en una obra bufa. La ópera se estrenó en Viena en 1786, apenas tres años antes de iniciarse la Revolución Francesa. Compositor y libretista colaboraron más tarde en Cosí fan tutte y Don Giovanni.

La escenografía de Sagi es clásica y convencional. En algunos momento resulta desangelada, pero la responsabilidad de llenar un escenario aunque en éste escaseen los elementos, no es tanto del director de escena, sino de los propios artistas.

Al clasicismo y romanticismo que sí tiene la escenografía, contribuyen en gran medida el hermoso vestuario de Renata Schussheim, y la adecuada iluminación de Eduardo Bravo. Emilio Sage sabe dotar a sus obras de brillo y vistosidad. En esta ocasión, la incorporación de un cuerpo de baile y sus castañuelas, dan a la obra un toque castizo que dio vida a la obra.

Si bien Ivor Bolton es un excelente director, en estas bodas de Figaro no se puede decir que haya acertado con el tempo y mucho menos con el carácter de la obra. Su dirección careció de chispa y brío desde la apagada obertura. No tenía espíritu, lo que es imperdonable en una ópera bufa como es esta. Decir en su favor que estuvo pendiente en todo momento de los cantantes.

Con Andreas Wolf hemos asistido a la representación del Figaro más insípido y tieso que se ha visto. Un personaje tan chispeante como Figaro no puede ser solventado con tanta rigidez. Su voz es agradable, hermosa a veces, pero un personaje con tanta importancia teatral requiere, no solo un esfuerzo en la interpretación, también cualidades para ello.
Sylvia Schwartz fue una Susana a la altura de Figaro, no se si por convencimiento o por influencia de éste, pero hicieron buena pareja en la falta de expresividad en la interpretación. La solidez de su voz no acierta en esta ocasión con el personaje.
Luca Pisaroni, como Conde de Almaviva, fue de lo mejor de la noche junto a la Condesa, Sofia Soloviy. Ambos hicieron gala de buen oficio sobre el escenario, pero sobre todo, dotaron a sus personajes de empaque y distinción. Soloviy fue aplaudida en algunas de sus arias, sobre todo en “Dove sono”, por su calidad musical y extraordinarios legatos.
Elena Schneiderman tampoco se lució con su Cherubino. Lejos también, como el resto del reparto, de la comicidad que caracteriza a esta obra y la chispa traviesa de su personaje que casi pasa desapercibido.
El resto del reparto se perdió en medio del aburrimiento de la representación. Los intentos de José Manuel Zapata por recrear un Don Basilio jocoso y gracioso, no fueron suficientes.
Unos intérpretes sin soltura, rígidos, sin dar pie al más mínimo detalle teatral, ofrecen como único resultado el aburrimiento para un público que llega al Teatro predispuesto al disfrute.

LE NOZZE DI FIGARO
Wolfgang A. Mozart (1756-1791)
Ópera buffa en cuatro actos
Libreto de Lorenzo da Ponte, basado en la comedia La folle journée, ou Le mariage de Figaro (1784) de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais.
D. musical: Ivor Bolton
D. escena: Emilio Sagi
Escenógrafo: Daniel Bianco
Figurinista: Renata Schussheim
Iluminador: Eduardo Bravo
Coreografía: Nuria Castejón
D. coro: Andrés Máspero

Reparto: Luca Pisaroni, Dofia Soloviy, Sylvia Schwartz, Andreas Wolf,
Elena Tsallagova, Helene Schneiderman, Christophoros Stamboglis,
José Manuel Zapata, Gerardo López, Khatouna Gadelia, Miguel Sola,
Pilar Moránguez, Celine Kot.
Coro y Orquesta titulares del Teatro Real

Rigoletto

Interpretar más de 500 veces a un mismo personaje sin caer en lo rutinario, es más que un mérito, es arte, oficio y pasión. Y Leo Nucci, sobrado de facultades, a estas alturas de su vida está lleno de recursos en escena, y también fuera de ella. Sabe muy bien como gestionar las emociones de un público, el de Bilbao, que le esperaba con entusiasmo después de sus últimas cancelaciones en I Due Foscari y Nabucco.

Su interpretación de Rigoletto fue de menos a más. El calentamiento de su voz y del público llegó con el dúo Ah!, solo per me l´infamia, que fue el preámbulo a un magnífico Cortiggiani vil raza y una impecable y dramática vendetta que fue bisada. A pesar de alguna carencia en el fiato, que le llevó a acortar alguna frase, la capacidad vocal de Leo Nucci es prodigiosa en un hombre de 71 años. Demostró gran conocimiento de la partitura y del concepto de drama verdiano. Su voz conserva su color y características casi intactas a pesar de los años. Y Rigoletto es sin duda su personaje. No interpreta a Rigoletto, se transforma en él.

Y si Leo Nucci se había llevado todo el protagonismo inicial, la noche reservaba una gran sorpresa, la soprano rumana Elena Mosuc en el personaje de Gilda. Era su debut en Bilbao y eso siempre genera una cierta expectación, más bien esperanza, esa que nunca se pierde. Y tuvimos la ocasión de asistir a un acontecimiento cada vez más escaso, sobre todo tratándose de una obra tan clásica. Una de esas obras que cada uno tiene referenciadas en la cabeza con sus cantantes, director, escenario… y que difícilmente hacen hueco a ninguna otra versión.
Apareció Elena Mosuc, con esa discreción y delicadeza escénica con la que Verdi describió al personaje de Gilda. Llegó entonces Caro nome, y empezaron a temblar los recuerdos para dejar paso a este momento. Elena Mosuc posee unos recursos canoros que dificilmente se despliegan ya sobre un escenario. Bien por falta de ellos, por miedo o por vergüenza. La facilidad para el legatto. Apianar una nota con lánguido abandono y terminarla con un sutil crecendo. Todo ello con una finezza y un gusto exquisito.  Se permitió algún sobreagudo y agilidades como regalo a un público que en ese momento estaba absolutamente entregado.  El oficio y experiencia tanto de Leo Nucci como de Elena Mosuc, se observó también en el perfecto empaste de las dos voces protagonista.

La interpretación de Ismael Jordi, como Duca di Mantova, bajó algún escalón el nivel interpretativo respecto a los otros dos protagonistas. Empezó algo destemplado y mejoró en el segundo y tercer acto. Su voz ha mejorado en los últimos años pero no termina de convencer. Su color cambia con facilidad y es muy evidente el cambio de pasaje que desestabiliza algunos agudos. Pero su canto es refinado y elegante. No tiene mala presencia en escena, pero quizá el porte es escaso para el personaje de Duca. Sobre todo cuando apareció en el escenario María José Montiel con una Magdalena temperamental, exuberante y, sobre todo, castiza. Muy bien en el cuarteto, equilibró y redondeó el magnífico cuadro de cantantes. No estuvieron a su altura sus compañeros de correrías, ni Felipe Bou, como Sparafucile, ni Javier Galán interpretando a Marullo.
Ainhoa Zubillaga, como Giovanna, tampoco convenció. No posee una bonita voz. La sensación es de pesadez, de un angustioso dolor en la emisión. La nitidez en el fraseo es inexistente.

La dirección musical ha sido con diferencia lo más flojo durante toda la representación. Sorprendió la cancelación del director Daniel Oren, que ha sido sustituido por Miguel Ángel Gómez Martínez. La dirección de éste último ha pecado de una lentitud excesiva. Unos tiempos dilatados en exceso, que no favorecían el dramatismo pero sí el hastío en algunos momentos.

Hay escenografías que envejecen muy mal. Tal es el caso de la que nos ocupa, de Emilio Sagi, que se estrenó en este mismo teatro hace siete años. Su reposición ha estado a cargo de Ricardo Sánchez-Cuerda y el resultado es oscuro y pobre. No se reconocen en él elementos clásicos o conocidos. Los cambios y transiciones se realizan a la vista del público mediante plataformas móviles. Obligaba a los cantantes a moverse entre los elementos como en un laberinto. La dirección de actores falla en algunos momentos en los que Rigoletto queda fuera de escena siendo el protagonista. Quiere ser una escenografía sencilla, pero se queda en simple.
La iluminación, a cargo de Eduardo Bravo, quiere ayudar a crear una atmósfera tenebrosa, pero resulta tacaño y la luz, escasa.

La Bilbao Orkestra Sinfonikoa tuvo una actuación discreta, más por carencias de la dirección musical que de recursos de los maestros que la forman.
El coro brilló y contribuyó al éxito de la representación. Bien en las entradas y contundente en los cuadros de conjunto.

Habrá quienes opinen que el éxito del estreno de este Rigoletto es exagerado, que en la sala se encontraba mucho tiffosi nucciniano. La realidad es que la ópera y quienes participan en ella solo tienen una obligación, encender pasiones. Misión cumplida.

La Flauta Mágica

Con las funciones de Die Zauberflöte, termina la presente temporada de otoño, invierno y primavera en el valenciano “Palau de Les Arts”, que ha sabido conjugar los inevitables recortes presupuestarios, con una programación a base de cinco títulos de diferentes repertorios: La Bohème y El barbero de Sevilla, junto a dos óperas de Verdi   –estamos en el 200 aniversario del compositor de Busetto-  una popular y superconocida como Rigoletto,  y otra mucho menos representada, pero de indudable atractivo como I due Foscari, con la siempre carismática presencia de un Plácido Domingo, metido en roles baritonales, pero conservando su atractivo timbre, y una línea de canto verdaderamente impensable para sus setenta y dos años.

Pues bien, todas esas producciones contaban con magníficas escenografías, a las que se suma la minimalista pero muy atractiva propuesta escénica de la mozartiana Die Zauberflöte.
A pesar de la reducción de títulos con respecto a años anteriores, el Palacio de la Ópera Valenciano, ha cuidado al máximo los resultados musicales, vocales y escénicos de cada una de sus óperas programadas, a las que Brío Clásica está dedicando extensas y didácticas reseñas.
Die Zauberflöte es una obra a la que podría denominarse de diferentes maneras: gran ópera, como la llamó Mozart, también podría adscribirse al género de la opereta vienesa o también a un “singspiel” como en el caso de El rapto en el serrallo. También como un cuento de hadas.
Sin embargo, su manifiesta iconografía masónica resulta evidente, ya que de principio a fin, toda la temática de esta ópera nos remite a la francmasoneria. Ténganse en cuenta que Wolfgang Amadeus Mozart era masón, y su ópera resulta un encendido canto a la fraternidad universal. Sus dos protagonistas principales el príncipe Tamino junto con su amada Pamina, son introducidos en el rito iniciático masónico.
Podría pensarse que esta ópera es sólo una parábola de la lucha entre el bien y el mal, de lo ridículo y lo sublime, de elementos masculinos y femeninos. Sin embargo, Die Zauberflöte puede considerarse una obra genial que reúne todas estas contradicciones, ensalzando el amor asociado a la búsqueda de la verdad, la solidaridad mutua, la justicia, la fraternidad y la tolerancia.

Como en todas las grandes creaciones operísticas mozartianas, el canto debe prevalecer en su estado más puro: depurada técnica, calidad vocal, gran expresividad.
Dentro de la tipología vocal que requiere La Flauta Mágica, el personaje de La Reina de la noche precisa una soprano dramática  de absoluto dominio de la coloratura, unido a empuje y bravura. Ese tipo sopranil existente en los tiempos de Mozart, y retomado en algunas óperas de Bellini y Donizetti, por sopranos como Giuditta Pasta, Giulia Grisi, y en tiempos más recientes por la gran María Callas: ya no existe. Por tanto, el rol de La Reina de la noche lo desempeñan lírico-ligeras de gran extensión y fácil dominio de las agilidades.
En cuanto a los dos papeles principales de Pamina y Tamino, requieren respectivamente: una soprano lírica de cierta anchura, buen legato, dominio de las regulaciones dinámicas; y, sobre todo, una muy depurada línea de canto; y un tenor lírico de suficiente anchura para afrontar momentos heroicos y dramáticos.
Y, el personaje de Sarastro, de gran importancia durante toda la ópera, requiere un bajo profundo con un canto de gran nobleza.
Finalmente, citemos, el personaje baritonal del pajarero Papageno, que debe conjugar una actuación cómica y desenfadada, con momentos más serios y de cierto dramatismo.

Dicho todo esto, para poner al lector en antecedentes, quiero realizar un comentario siempre constructivo de esta producción del Teatro Regio di Parma de La Flauta mágica,  que se representó en el transcurso de seis funciones el pasado mes de abril en el Palacio de Ópera Valenciano: en primer lugar, que se puede realizar una puesta en escena –atractiva- de matizado minimalismo, creada por Simon Corder, también responsable del muy acertado diseño luminotécnico que le saca tremendo partido al muy sencillo montaje escénico. Destacar, los expresivos números de ballet,  excelentemente resueltos por acrobáticos bailarines, con la magnífica coreografía de Duncan Macfarland.
El Coro de la Generalitat Valenciana (como siempre) realiza una sobresaliente actuación dirigido por su titular Francesc Perales, destacando, sobre todo en el impresionante y muy emotivo coro del Acto II.
Siempre es preciso comentar la gran calidad de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, plagada de magníficos profesionales capaces de adecuarse a variopintos repertorios: en este caso la música de Mozart, siempre de gran altura sinfónica, y que el director   supo exponer con absoluta brillantez.
En el plano vocal habría que resaltar la actuación vocal y escénica de la joven soprano italiana Grazia Doronzio, quien realizó una sobresaliente actuación como Pamina, estando magnífica en todas sus intervenciones, sobre todo, en su muy complicada aria del Acto II, “Ash, ich fühl’s (¡Ay, tengo el sentimiento)”, cumpliendo en un amplísimo porcentaje, todas las bondades vocales que requiere este personaje, ya apuntadas más arriba; y, mostrándose –pese a su juventud- en la línea de otras grandes Paminas como, por ejemplo: Elisabeth Schwarzkopf, Gundula Janowitz, Annaliese Rothenberger o nuestra Pilar Lorengar.
Cabe también destacar el magnífico Sarastro del bajo coreano In-Sung Sim, con una bella y noble línea de canto. Su actuación resulta muy brillante a lo largo de toda la ópera, destacando en su aria del Acto II “In diesen heil’gen Hallen.
Notable y graciosa actuación como Papageno del barítono Thomas Tatzl, junto a la Papagena bien cantada y actuada de Helen Kearns, quien muestra una gran flexibilidad corporal, al estar totalmente encorvada durante bastante tiempo, para luego aparecer como una chica joven y esbelta que embelesa a Papageno.

Dejo para el final lo que considero más flojo de todo el reparto: La Reina de la noche de la soprano Mandy Fredrich, quien cantó muy discretamente su aria del Acto I “O zittre nich, mein lieber sohn! (Este retrato es encantadoramente bello)” para mejorar en su endiabladamente difícil aria del Acto II “Der Hölle Rache..” (¡La venganza del infierno..)”
El Tamino de Daniel Johansson, está, más o menos aceptable, en sus intervenciones con Pamina, Papageno y Sarastro.
Ya, los resultados son más discretos en su gran escena del Acto I “Dies Bildnis ist bezubernd schón (¡Este retrato es encantadoramente bello)”, si le comparamos con un Fritz Wunderlich (el mejor Tamino de la historia), o con la elegantísima creación del joven Nicolaï Gedda, junto a la Pamina de Elisabeth Schwarzkopf, y el Papageno de Giuseppe Taddei, en la magnífica toma en directo de 1953, dirigido por la flamígera batuta de Herbert von Karajan; e, incluso, la excelente creación, en tiempos más recientes, del mejicano Francisco Araiza, en la toma en video de 1991, dirigida por James Levine desde Metropolitan de Nueva York.
En fin, una notable Flauta mágica, sobre todo por algunos de los cantantes.

Críticas