El Nabucco de Pácido Domingo triunfa en El Palau Les Arts de Valencia
Por Diego Manuel García Pérez.En el valenciano Palau de Les Arts, han tenido lugar seis representaciones de Nabucco, las cuatro primeras interpretadas por el incombustible Plácido Domingo. Ya, hacía meses que las entradas estaban agotadas. El tenor madrileño es un verdadero fenómeno mediático, que moviliza a cantidad de publico en cada una de sus actuaciones. Un público venido de todo el mundo, con japoneses incluidos, donde podían verse señoras vistiendo kimonos. El estado vocal del tenor madrileño, ya frisando los setenta y nueve años, importa poco a estos grupos de entusiastas admiradores, que vienen con la idea premeditada de aplaudirlo y mostrarle su admiración. A todo ello se añadía la circunstancia de que Domingo volvía a cantar en España, después de ser sometido a una ola de acusaciones por acoso sexual hace más de treinta años, no habiéndose producido ninguna denuncia judicial, pero que han deteriorado la figura de este mito de la ópera, hasta el punto de tener que renunciar a sus actuaciones en EEUU y abandonar la dirección artística que ostentaba desde 2001 de la Ópera de Los Angeles. En la representación a la que asistí, tuve la ocasión de conversar con un crítico venido de Argentina, quien me comentó con verdadera tristeza que el famoso teatro Colón de Buenos Aires, también había vetado su presencia. Los grandes centros operísticos europeos siguen apoyándole, como ha sido en el pasado Festival de Salzburgo, interpretando Miller de Luisa Miller de Verdi, donde fue intensamente aplaudido, y también en el homenaje que ha recibido en el Teatro alla Scala de Milán, en el cincuenta aniversario de su debut en ese teatro, pocos días después de las representaciones de Nabucco en Valencia, donde la polémica alrededor de Domingo estuvo servida, ya que, en contraste con el entusiasmo del público en el interior del Palau de les Arts, por su presencia y actuación, exteriormente tenían lugar manifestaciones de colectivos femeninos que portaban grandes pancartas, con la frase “Nabucodonosor acosador”. Independientemente de estas circunstancias, cabe señalar que estas funciones de Nabucco, aparte de la presencia de Plácido Domingo, tuvieron como gran triunfadora a la Abigaile interpretada por soprano napolitana Anna Pirozzi, quien ya había impresionado al público valenciano con este mismo papel, en las representaciones de Nabucco que tuvieron lugar en mayo de 2015. La Orquesta de la Comunitat Valenciana, bien dirigida por Jordi Bernàcer, también brilló a gran altura. Y, como siempre, el Coro de la Generalitat Valenciana obtuvo un gran éxito, en una ópera como esta donde tiene una muy importante presencia, incluido el coro “Va pensiero” el más famoso y popular de toda la Historia de la ópera Italiana.Nabucco es la tercera ópera compuesta por Verdi, con libreto de Temistocle Solera, y su estreno tuvo lugar en el Teatro alla Scala de Milán, el 9 de marzo de 1842, constituyendo un gran éxito, hasta el punto de ser representada en aquella temporada y la siguiente, en 57 ocasiones, algo que nunca había ocurrido anteriormente. En Nabucco pueden verse influencias de Donizetti y Bellini, pero sus vigorosas melodías, junto a un apasionado lenguaje vocal, son ya típicamente verdianos. En esta ópera, y por primera vez, Verdi le da gran relevancia a la voz de barítono, asignándole el papel protagonista de Nabucco. Y, el de Abigaille -de una dificultad extrema- a una soprano drammatica d’agilità, siendo interpretada en su estreno por Giuseppina Strepponi, destinada a convertirse en compañera sentimental de Verdi y su futura esposa. El papel de Zaccaria (Gran pontífice de los hebreos), es también muy importante y requiere un bajo de voz rotunda y de gran extensión. Después de unos años en que esta ópera fue masivamente representada en teatros italianos y europeos, cayó en cierto olvido, programándose en muy escasas ocasiones. Su estreno americano tuvo lugar en el Teatro Colón de Buenos Aires, en 1914. La verdadera recuperación de Nabucco fue realizada por el maestro Vittorio Gui, en 1933, en el Teatro alla Scala de Milán, y también, ese mismo año, en transcurso del primer “Maggio Musicale Fiorentino”, en ambos casos con dos grandes cantantes Carlo Galeffi (Nabucco) y Gina Cigna (Abigaile). Vittorio Gui también dirigió las famosas representaciones -con una grabación en directo- que tuvieron lugar en diciembre de 1949, en el Teatro San Carlo de Nápoles, con la extraordinaria creación de Abigaile realizada por María Callas. Los principales fragmentos de esta grabación se pueden escuchar en YouTube. Ya, en 1951, con ocasión del cincuenta aniversario de la muerte de Verdi, la RAI realizó una grabación de estudio, dirigida por Fernando Previtali, con la magnifica Abigaile de la soprano Caterina Mancini, que puede escucharse integra en Youtube. En 1960, Nabucco fue representado por primera vez en el Metropolitan neoyorkino, interpretado por la soprano austriaca Leonie Rysanek, con la vocalidad que demanda Abigaile, aunque un tanto alejada del estilo de canto verdiano. Junto a Rysanek intervenían dos importantes voces plenamente verdianas: el barítono Cornell MacNeill (Nabucco) y el bajo Cesare Siepi (Zaccaria). Elena Suliotis de impresionante vocalidad y efímera carrera, interpretó Abigaile en los años sesenta y setenta; también la búlgara Ghena Dimitrova, fue una excelente Abigaile entre finales de los años sesenta hasta los noventa. En 1968, interpretó por primera vez el personaje de Nabucco, el gran barítono Renato Bruson, un verdadero estilista del canto, como puede comprobarse en su interpretación realizada en el Teatro Regio de Parma, en enero de 1979, junto con la impresionante Abigaile de nuestra Angeles Gulin, fallecida prematuramente en 2004 (este año 2019 se ha cumplido el ochenta aniversario de su nacimiento). Resulta extraordinario escuchar el gran dúo de Nabucco y Abigaile en las voces de Gulín y Bruson, disponible en YouTube. Renato Bruson será el más importante interprete de Nabucco, durante más de treinta años. La soprano ucraniana María Guleghina se convertirá a partir de mediados de los años noventa, en todo un referente del personaje de Abigaile, por vocalidad y gran temperamento dramático. Lo interpretó por primera vez en la parisina Ópera de la Bastilla en 1995, alternándose con Julia Varady, junto a un gran elenco que incluía al gran bajo Samuel Ramey (Zaccaria), Jean François Lafont (Nabucco), Violeta Urmana (Fenena) y José Cura (Ismaele); y, al año siguiente, en la Arena de Verona junto a Renato Bruson (versión completa en video disponible en YouTube). Desde entonces hasta la más reciente actualidad, lo ha interpretado en muchísimas ocasiones por todo el mundo. Cabe resaltar la toma en video comercializado en DVD por DEUTSCHE GRAMMOPHON en el Metropolitan neoyorkino, en 2001, con dirección de James Levine, donde Guleghina compartía reparto con Joan Pons (Nabucco) y Samuel Ramey. Fragmentos de esta grabación pueden escucharse en Youtube. Solapándose con Guleghina, surgen en 2013, dos excelentes interpretes de Abigaile: Anna Pizozzi en el Festival de Salzburgo, dirigida por Riccardo Muti (gran avalista de esta partitura), y la ucraniana Liudmyla Monastyrska, en el Teatro alla Scala, junto al magnífico Nabucco de Leo Nucci, y ese mismo año 2013, en el Covent Garden, con Placido Domingo como Nabucco, existiendo una toma en directo comercializada en DVD por SONY. Desde entonces Pirozzi y Monastyrska, están interpretado con bastante frecuencia el personaje de Abigaile. La Deutsche Ópera de Berlín ha programado Nabucco en la temporada 2019-2020, con la alternancia de María Guleghina, Anna Pirozzi y Liudmila Monastyrska.
La producción de Nabucco que ha podido verse en el Palau de les Arts, proviene de la Washington National Opera en coproducción con The Minnesota Opera y la Opera de Philadelphia, y cuenta con la dirección escénica y escenografía de Thaddeus Strassberger y el vestuario de Mattie Ullrich. Esta producción pretende reproducir lo que pudo ser el montaje de Nabucco cuando se estrenó en el Teatro alla Scala, aquí aderezado con una propuesta de teatro dentro del teatro. Mediada la larga obertura inicial vemos a una serie de parejas de nobles austriacos bailando muy en la estética de la película El Gatopardo de Luchino Visconti, y que posteriormente van ocupando unos palcos habilitados a la izquierda del escenario para contemplar la representación. También pueden verse soldados vigilando cualquier reacción hostil del público italiano hacia la nobleza austriaca que entonces ocupaba Milán y toda la Lombardia. Una escenografía con unos decorados de cartón piedra, con frisos, mosaicos y grandes columnas, que reproducen en el Acto I, el Templo de Salomón en Jerusalem y en el Acto II, el Palacio de Nabucco en Babilonia, con una serie de telones superpuestos que producen una auténtica sensación de profundidad escénica. En el Acto III, antes de comenzar el famoso coro “Va pensiero”, la acción puede verse desde detrás del escenario como si los espectadores estuviesen entre bambalinas. Al final de la representación los interpretes recogen ramos de flores lanzados por el público austriaco sobre el escenario, devolviéndolos con furia hacia los palcos y desplegando dos pancartas con los colores de la bandera italiana y las inscripciones, en una de ellas la “W”, y en la otra la palabra VERDI, siglas que en su conjunto formaban las palabras: Viva Victor-Enmanuele Rey de Italia (verdadero símbolo de los patriotas italianos contra la dominación austriaca). El diseño de vestuario de Mattie Ullrich resulta en exceso colorista para los babilonios en contraste con las tonalidades blancas de los hebreos.
Dirección contrastada y enérgica, con gran capacidad concertadora de Jordi Bernàcer, al frente de la Orquesta de Comunidad Valenciana, que vuelve a demostrar ser un conjunto de altísima calidad, y ello se hace patente desde la magnífica ejecución de la obertura: una página larga, bien articulada y llena de contrastes, donde ya se exponen diferentes motivos musicales que irán reapareciendo a largo de la ópera, entre ellos, el que acompaña -con algunas pequeñas modificaciones- al famoso coro “Va pensiero”. La orquesta tiene una destacada actuación, en el transcurso de toda la representación, brillando en los momentos de mas intenso lirismo: introducción y acompañamiento de las arias de Abigaille, respectivamente del Acto II y la conclusiva de la ópera, o en el aria de Fenena del Acto IV. Y, en contraste, muestra una incontenible fuerza, en el vibrante final del Acto I, cuando Nabucco irrumpe en escena, cuyo tema musical recurrente ya expuesto en la obertura, es retomado en la introducción orquestal del Acto III, y en la coda final de la cabaletta interpretada por Nabucco, en su gran escena del Acto IV. Señalar también, la magnífica intervención orquestal en el dúo de Nabucco y Abigaille del Acto III, y en la obertura del Acto IV. A la dirección de Jordi Bernàcer, se le puede reprochar cierta tendencia a utilizar sonidos en forte. Finalmente, y dentro del alto nivel ofrecido por los integrantes de la orquesta, cabe destacar la espléndida actuación de la cuerda grave en especial los violonchelos, así como de las maderas donde brillan la flauta y el oboe solistas.
La gran triunfadora de estas representaciones, ha sido la soprano napolitana Anna Pirozzi, quien compone una Abigaille de gran estatura vocal y dramática. Voz voluminosa y de luminoso timbre, buen fiato, excelente capacidad para regular el sonido, y unos agudos y sobreagudos anchos y bien emitidos, (algunas notas extremas algo forzadas), siendo su punto más débil una limitada gama de graves. Su voz sobresale con fuerza en los momentos de mayor contundencia orquestal: los concertantes conclusivos de los Actos I y II. Ofrece un buen dominio de la coloratura belcantista, y resuelve con pericia los endiablados saltos de octava que jalonan gran parte de sus intervenciones. Realiza una gran actuación en su gran escena del Acto II, iniciada con el violento recitativo “Ben io t’inventi”, para pasar al canto lírico e intimista del aria “Anch’ dischiuso un giorno” y, seguidamente, mostrar una fuerza arrolladora en la cabaletta “Salgo già del trono aurato”. Destaca también, su gran interpretación en el dúo con Nabucco del Acto III, insertando en sus diálogos con un implorante Nabucco, una vibrante cabaletta, cuyo tema musical aparecía expuesto en la obertura inicial. Anna Pirozzi luce de nuevo su vocalidad y fuerza interpretativa, en su bellísima aria final “Su me, morente, essanime” con exquisitas medias voces, y emitiendo delicadas notas en “pianissimo”.
Desde que inició su etapa como barítono, he tenido ocasión de escuchar a Plácido Domingo, en el Palau de Les Arts, en varios papeles verdianos: Francesco Foscari de I due Foscari, en 2013, Macbeth, en 2015 y Rodrigo Marques de Posa de Don Carlo, en 2017, al que se añade este Nabucco. Domingo no es un barítono sino que canta con voz de tenor papeles baritonales. En el transcurso de esos seis años que median entre su creación de Francesco Foscari y Nabucco, la voz se ha ido –lógicamente- deteriorando, con una cada vez con mayor falta de fiato, que le impide construir debidamente las largas frases verdianas. Sin embargo mantiene su bello timbre, milagrosamente juvenil, y una gran capacidad teatral que compensa sus limitaciones vocales. Su entrada escénica en el Acto I, resultó titubeante, con la voz casi inaudible en el gran concertante que cierra el Acto I, al lado de voces tan contundentes como las de Anna Pirozzi y Alisa Kolosova. Mejoró bastante en el final del Acto II, cantando en el mejor estilo verdiano “S’appresan gl’istante”. Afrontó notablemente su gran dúo del Acto II con la poderosa Abigaile de Anna Pirozzi, alternando momentos plenos de fuertes acentos “Donna, chi sei”, “Oh, di qual’onta aggravasi”, con otros llenos de patetismo en sus reiteradas frases ”Ah, miserando veglio…L’ombra son io del re”, en contraste con la agresividad de Abigaile. Ya, en su gran escena del Acto III, se producen sus mejores momentos en el aria “Dio di Giuda”, donde canta con delicados acentos, tendido en el suelo boca abajo, (algo verdaderamente insólito para una persona casi octogenaria), e interpreta con fuerza y expresividad la cabaletta “O Prodi miei, seguitemi”.
El papel de Zaccaria de gran exigencia vocal y escénica, fue interpretado por el bajo Riccardo Zanellato, con buen estilo de canto verdiano, aunque falto de volumen y con dificultades en los registros grave y agudo, que se ponen de manifiesto en los frecuentes saltos de octava, que debe realizar en sus muchas intervenciones a lo largo de la ópera. Su actuación no pasó de discreta, en escenas de autentico lucimiento como el aria “Sperate, o figli…” seguido de la cabaletta “Come notte a sol fulgente” del Acto I y al final del Acto III “Oh,chi piange?…Del futuro nel buio discerno”. Su mejor momento estuvo en la interpretación del aria del “Tu sul labro” perteneciente a la Preghiera, en el Acto II.
La mezzo rusa Alisa Kolosova en el papel de Fenena, lució una voz voluminosa de bello timbre. En su única intervención solista, el aria “Oh dischiuso è il firmamento” del Acto IV, muestra una delicada y elegante línea de canto plena de líricos acentos. Destacar también, su intervención en el “terzettino” del Acto I, junto a Abigaille (ambas compiten en volumen vocal) y el Ismaele interpretado por el tenor mejicano Arturo Chacón-Cruz, de voz poco voluminosa, aunque canta con estilo y musicalidad, sobre todo en su vibrante arioso “Per amor del Dio vivente dall’anatema cessate”, perteneciente al Acto II. Entre los papeles comprimarios cabe destacar la magnífica actuación del bajo coreano Dongho Kim (El gran sacerdote), con unos medios vocales bastante superiores a los de Riccardo Zanellato. Bien en sus breves intervenciones Sofia Esparza como Anna, la hermana de Zaccaria, y el tenor ucraniano Mark Serdiuk como Abdallo (fiel oficial de Nabucco).
“El Coro de la Generalitat Valenciana”, dirigido por Francec Perales, brilló a gran altura, destacando -obviamente- en su extraordinaria interpretación del famosísimo “Va pensiero”, que vuelve a escucharse una vez finalizada la ópera, después de los desplantes de los interpretes a los nobles austriacos. También, señalar sus magníficas interpretaciones de otros grandes momentos corales: “Gli arredi festivi giù cadona infranti”, de muy bella factura, con el que arranca la ópera. También, el coro de los Levitas del Acto II “Il maledetto non ha fratelli”, cuyo vibrante tema musical, ya aparecía expuesto en la obertura inicial. Y, las intervenciones en los concertantes conclusivos de los Actos I y II, o su importante presencia en todo el final del Acto III. En esta producción, la ópera concluye con el magnífico coro “Immenso Jeovha”, que habitualmente antecede al recitativo-aria “Oh! chi vegg’io…..Su me, morente esanime”, donde se produce la muerte de Abiagaile.