Nabucco
Nabucco en el Teatro Real, casi un estreno
Nabucco
Giuseppe Verdi (1813-1901)
Dramma lírico en cuatro actos
Libreto de Temistocle Solera, basado en la obra Nabuccodonosor (1836)
de Auguste Anicet-Bourgeois y Francis Cornu, y en el ballet Nabuccodonosor (1838) de Antonio Cortesi
Estrenada en el Teatro Alla Scala de Milán, el 9 de marzo de 1842
Estrenada en el Teatro Real el 27 de enero de 1853
Producción de la Opernhaus de Zürich, en coproducción con el Teatro Real
D. musical: Nicola Luisotti – Sergio Alapont (13, 16, 20 jul)
D. escena: Andreas Homoki
Escenógrafo: Wolfgang Gussmann
Figurinistas: Wolfgang Gussmann, Susana Mendoza
Iluminador: Franck Evin
Dramaturgo: Fabio Dietsche
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Nabucco: Luca Salsi, George Gagnidze, Gabriele Viviani, Luis Cansino;
Ismaele: Michael Fabiano, Eduardo Aladrén; Zacaria: Dmitry Belosselsky, Roberto y Tagliavini Alexander Vinogradov; Abigaille: Anna Pirozzi, Saioa Hernández y Oksana Dyka;
Fenena: Silvia Tro Santafé, Elena Maximova y Aya Wakizono; El Gran Sacerdote: Simon Lim y Felipe Bou; Abdallo: Fabián Lara y Anna Maribel Ortega

Nabucco se estrena en el Teatro Alla Scala de Milán, el 9 de marzo de 1842. Llegó a España muy pronto, en el Teatro de la Santa Creu de Barcelona en 1844 (aún no se había inaugurado el Liceu). Al frente del reparto estaba Antonio Superchi, uno de los barítonos más importantes de la época.

En Madrid se estrena apenas dos meses después en el Teatro Circo, con Giogio Ronconi, otro grande, en el rol de Nabucco. Desde 1844 hasta 1850, Nabucco estuvo en cartel casi todas las temporadas. Desde que se inauguran el Liceu en 1847 y el Teatro Real en 1850, se convierte en una de las obras más representadas y de mayor éxito. Siempre en cartel y siempre de la mano de los mejores intérpretes.

El 9 de febrero de 1871, Nabucco se representa por última vez en Madrid. Desde entonces, y a pesar de la enorme popularidad de esta obra, no había vuelto a subir al escenario del Real hasta ahora.

Cuando Verdi recibe el encargo de Nabucco, está pasando por uno de los peores momentos de su vida. Su mujer y sus hijos habían fallecido y estaba valorando la posibilidad de abandonar la música. Al principio rechaza el proyecto pero, tras pensar que puede ser la oportunidad para salir adelante, acepta el trabajo. Verdi no sabía que gracias a esta obra se convertiría en un héroe nacional.

Con tan solo doce días desde el primer ensayo al piano hasta el día del estreno, Verdi tiene que trabajar duro con una partitura que introduce varias novedades en su orquestación. La primera es la utilización de numerosos metales, como trompas y cornetas, elevando el volumen de sonido, algo que no era muy habitual en el resto de óperas. Como contrapunto al volumen de sonido, crea momentos de gran intimidad en las arias, como el sexteto de violonchelos que acompañan a Nabucco, o el aria de Abigaile, acompañada solo por un violonchelo y un corno inglés, creando uno de los momentos más sublimes d esta obra, junto a las intervenciones del coro.

Para este casi reestreno en el Teatro Real, se ha elegido la producción de la Opernhaus de Zürich, en coproducción con el propio Real. Al frente de la orquesta Nicola Luisotti, un maestro del repertorio verdiano que sabe mantener como nadie los equilibrios sonoros de la orquestación de una obra como esta.

La escenografía de Andreas Homoki y Wolfgang Gussmann es casi inexistente. Como la obra se divide en cuatro actos, y cada acto en dos cuadros, se hace muy difícil montar ocho escenografías diferente por lo que, según los propios directores de escena, “decidimos que la mejor manera de reflejar los cambios y que las escenas fluyeran y tuvieran continuidad era, simplemente, que no hubiera escenografía”. Y así es, bajo la presencia absoluta de un elegante color verde carroza, sobre el escenario solo aparece una especie de encimera de mármol gigantesca que se mueve generando los espacios en los que se desarrollan la acción. Lo único que viste la escena y la ambienta, son los figurines de Wolfgang Gussmann y Susana Mendoza, junto a la iluminación, siempre acertada, aunque muy oscura (algo que se ha puesto de moda) de Franck Evin.

Para las voces no se han escatimado esfuerzos, hasta cuatro Nabuccos participan en esta producción, Luca Salsi, George Gagnidze, Gabriele Viviani y Luis Cansino. Para Ismaele dos opciones, el siempre impecable Michael Fabiano y Eduardo Aladrén. A Zacaria le dan vida Dmitry Belosselsky, Roberto Tagliavini y Alexander Vinogradov.
Abigaille cuenta con la participación de Anna Pirozzi, Saioa Hernández y Oksana Dyka. Fenena corre a cargo de Silvia Tro Santafé, Elena Maximova y Aya Wakizono. Como grandes sacerdotes, Simon Lim y Felipe Bou. Y no podemos olvidar la participación del gran protagonista de esta ópera, el Pueblo, representado por el Coro Titular del Teatro, Coro Intermezzo que, en el momento de escribir esta crónica, ya ha tenido un primer bis en el estreno con “Va pensiero”. Y es que este coro, bajo la dirección de Andrés Máspero, demuestra por qué está entre los mejores del mundo y con todo merecimiento.

Un impresionante elenco de voces para elegir al gusto en esta obra para la que ha habido que esperar 151 años, pero que ha merecido la pena.

Con motivo de la Semana de la Ópera, los días 14 y 15 de julio, a las 21.00 horas, Nabucco podrá ser vista en una pantalla instalada en la Plaza de Isabel II (Plaza de Ópera) con dos repartos distintos. Habrá 1000 sillas disponibles para el público, por orden de llegada, hasta completar aforo.

El 15 de julio a las 21.00 horas, Nabucco será retransmitida gratuitamente en MyOperaPlayer para todo el mundo y en plazas, centros culturales, museos, auditorios y teatros de toda España.

Nabucco

Como en las seis ediciones precedentes, la programación de la  Semana de la Ópera 2022,  del 11 al 16 de julio, se basa en las enormes posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías audiovisuales y las redes sociales para la difusión de la ópera de una manera interactiva, en la que el público puede disfrutar, participar, aprender y compartir experiencias que fomentan el diálogo, la reflexión y la crítica.

Como preludio a las propuestas de la Semana de la Ópera, el domingo, 10 de julio, a las 20.30 horas, se emitirá Tosca, de Giacomo Puccini en el canal de YouTube del Teatro Real. La producción, que triunfó en el escenario del Teatro Real el pasado verano, cuenta con dirección musical de  Nicola Luisotti, dirección de escena de Paco Azorín, y tres magníficos protagonistas: Sondra Radvanovsky, Joseph Calleja y Carlos Álvarez.

La ópera Nabucco, estrenada con gran éxito esta semana, será el eje de la programación de la Semana de la Ópera: los días 14 y 15 de julio, a las 21.00 horas, podrá ser vista en una pantalla instalada en la Plaza de Isabel II (Plaza de Ópera) de Madrid, con dos repartos distintos. Habrá 1000 sillas disponibles para el público, por orden de llegada, hasta completar aforo.

El 15 de julio, a las 21.00 horas, Nabucco será retransmitida gratuitamente en MyOperaPlayer para todo el mundo y también en plazas, centros culturales, museos, auditorios y teatros de toda España. Cerca de 150 pueblos y ciudades de distintas autonomías retransmitirán la ópera.  Las inscripciones siguen abiertas a través de este enlace.

Fuera de España la ópera será retransmitida a las 21.00 horas locales del día 16 de julio en el Teatro Municipal de Santiago de Chile y en el Teatro Nacional de Costa Rica.

Bajo la batuta brillante, inspirada y perfeccionista de Nicola Luisotti, un elenco de grandes voces verdianas interpretará la ópera junto al Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real: el barítono George Gagnidze (Nabucco), la soprano Saioa Hernández (Abigaile); el tenor Michael Fabiano (Ismaele); la mezzosoprano Elena Maximova (Fenena); el bajo Roberto Tagliavini (Zaccaria), el bajo Simon Lim (El Gran Sacerdote); el tenor Fabián Lara (Abdallo) y la soprano Maribel Ortega (Anna).

El director de escena Andreas Homoki traslada el conflicto entre judíos y babilonios, en el siglo VI a.C., al enfrentamiento entre italianos y austríacos, en el siglo XIX, donde “al sistema politeísta de los babilonios se contrapone, como utopía, un sistema nuevo y moderno, representado en la visión monoteísta del mundo de los hebreos”. Las dos hermanas, hijas de Nabucco, encarnan el trasfondo de dos mundos que se contraponen: “Abigaille, la primogénita, intenta desesperadamente salvar el antiguo sistema derrocando a su padre y asumiendo ella misma el poder. Fenena, percibe el momento de transición en el que se encuentran y quiere salvarse cambiando de bando. En el proceso de relevo de lo antiguo por lo nuevo, también la familia acaba rompiéndose”.

El drama transcurre en un decorado austero, minimalista y conceptual diseñado por el escenógrafo Wolfgang Gussmann, que también firma el suntuoso vestuario junto a Susana Mendoza.

Pero además de Nabucco, a lo largo de toda la semana se ofrecerá el acceso gratuito, en MyOperaPlayer, a una colección de cinco óperas retransmitidas en ediciones anteriores de la Semana de la Ópera: Lucia di Lammermoor, La traviata, Il trovatore, Madama Butterfly y Tosca.

Asimismo, entre el 11 y el 17 de julio, la adquisición de suscripciones anuales y semestrales a MyOperaPlayer tendrá un 40% de descuento para todos los interesados en abonarse a la plataforma audiovisual del Teatro Real, en cuyo catálogo hay títulos procedentes de 50 teatros y auditorios de Europa, América y Asia.

El Teatro Real estrenará en su Sala Gayarre dos documentales, cuyas entradas se pueden adquirir gratuitamente, hasta completar aforo, en la página web del Teatro Real.

El 12 de julio, a las 20.00 horas presentará, Fleta, tenor, mito, de Germán Rueda, un recorrido por la vida y obra del gran cantante aragonés Miguel Fleta (1897-1938) estrenado el pasado 17 de junio en el Festival Internacional de Cine Huesca.

El 13 de julio, a las 20.00 horas, se proyectará el documental El Kaiser de la Atlántida, de Sebastián Alfie, estrenado con gran éxito en la última edición del Festival de Cine de Málaga. Parcialmente grabado en el Teatro Real en 2016, cuando se estrenó en su escenario la ópera del mismo título, del compositor judío Viktor Ullmann (1898-1944), el film cuenta los entresijos de la obra que le da título: una inquietante alegoría sobre la locura y la muerte durante el Tercer Reich.

Pondrá fin a la Semana de la Ópera, como suele ser habitual, una jornada de puertas abiertas. El 16 de julio, entre las 10.00 y las 14.00 horas, los visitantes podrán acceder al Teatro de manera gratuita por la plaza de Oriente y recorrer la caja escénica, la sala principal, los palcos y los salones de la segunda planta. En estos espacios, guías del Teatro Real estarán disponibles para ofrecer información. Además, los asistentes podrán participar en sorteos de diversos premios a través de códigos QR disponibles en los distintos espacios del edificio.

Fotógrafo: © Javier del Real | Teatro Real

Sergio Alapont

El director de orquesta español Sergio Alapont vuelve este mes de julio al Teatro Real de Madrid –alternándose en el podio con el maestro Nicola Luisotti– para ponerse al mando de Nabucco, de Verdi, en el que será su debut dirigiendo ópera en ese escenario. “Estoy encantado y muy emocionado de dirigir por primera vez en el Real una obra maestra de uno de los compositores de los que he dirigido más representaciones de sus diferentes títulos y al que he proferido admiración y devoción por su grandeza”, comenta el músico nacido en Benicàssim (Castellón). “Además a Verdi le debo el premio de la revista italiana GBOpera como mejor director de 2016 por Aida”. Alapont regresa al coliseo madrileño tras debutar en ese escenario dirigiendo una gala lírica en 2018, “y al año siguiente regresé con el Stabat Mater de Pergolesi, siempre al frente de la Sinfónica de Madrid, una orquesta con una rica versatilidad sonora y de una calidad extraordinaria. Estoy muy contento de volver ahora con esta ópera tan llena de significado para la literatura operística. Verdi la escribió gracias a la insistencia del gerente de La Scala ya que el compositor había decidido dejarlo todo al estar devastado emocionalmente por la pérdida de sus dos hijos y de su mujer, Margherita. Además acababa de sufrir dos fracasos en sus óperas anteriores. Con Nabucco anuncia los grandes trabajos y roles que completarán su catálogo en años venideros. La obra representa el inicio del drama verdiano y de esa humanidad tan característica que otorga a los personajes que solo Verdi sabía plasmar en la partitura y que han quedado en el imaginario del público. La música de Nabucco y la espectacular narración que consigue el compositor es soberbia y dirigirla es uno de los mayores placeres para un director”, añade.

Sergio Alapont se pondrá al mando de las funciones programadas los días 13, 16 y 20 de julio en una producción firmada escénicamente por Andreas Homoki y teniendo en el reparto a Luis Cansino (Nabucco), Oksana Dyka (Abigaille), Eduardo Aladrén (Ismaele), Alexander Vinogradov (Zaccaria), Aya Wakizono (Fenena), Felipe Bou (Gran Sacerdote), Fabián Lara (Abdallo) y Maribel Ortega (Anna).

En los últimos años, la carrera del director castellonense se ha consolidado en el panorama internacional, habiendo sido nombrado en 2022 director titular de la Orquestra Clássica do Centro en Coimbra, Portugal, con la que tiene una intensa actividad cada temporada.

Entre sus compromisos más recientes destaca un concierto sinfónico en el National Concert Hall de Dublín con la RTÉ Concert Orchestra (Orquesta de la Radio Televisión Irlandesa, en febrero de 2022), además de la presentación del CD de La Bohème para el sello británico Signum Classics grabada en 2021 en la Irish National Opera y con la que ha conseguido excelentes críticas.

Tras estas funciones de Nabucco y de su actividad junto a la Orquestra Clássica do Centro, durante el verano Sergio Alapont dirigirá un concierto con obras de Beethoven en el Festival das Artes en Coimbra (24 de julio), otro de música española con la popular cantaora Estrella Morente y la Orquestra Clássica de Espinho en el Auditório de Espinho (Portugal, 30 de julio) y abrirá el Festival de Pollença (Mallorca) con la Simfònica de les Illes Balears y el pianista Kris Bezuidenhout con un programa con obras de Beethoven, Schumann y Dvořák (6 de agosto). Más tarde inaugurará la temporada 2022 / 2023 del Teatro Comunale de Sassari con un concierto sinfónico y con la ópera Don Giovanni de Mozart –en el que será su sexto retorno al teatro italiano, en el que debutó en 2010– y actuará por primera vez en Canadá a cargo de un concierto junto a la Orchestre Symphonique de Longueuil en la Maison Symphonique de Montréal.

Nabucco

Entre el 5 y el 22 de julio se ofrecerán 15 funciones de la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi, con dirección musical de Nicola Luisotti y puesta en escena de Andreas Homoki, en una nueva producción del Teatro Real y la Ópera de Zúrich, donde se estrenó en 2019 y se repondrá en septiembre.

Más allá de la cualidad intrínseca de Nabucco, que pertenece todavía al primer período creativo de Giuseppe Verdi, esta ópera fue muy importante en su vida personal y su carrera artística. El compositor atravesaba una gran crisis existencial tras el fallecimiento de sus dos hijos y su esposa y del estrepitoso fracaso de Un giorno di regno, que lo hizo cavilar sobre la idea de abandonar la composición. Un encuentro fortuito con el director de La Scala, que le propuso la creación de una ópera con libreto bíblico de Temistocle Solera, sobre la resistencia del pueblo judío a la invasión de las huestes babilonias bajo la égida de Nabucco, inspiró al compositor, que escribió la partitura sin apenas descanso.

El clamoroso éxito del estreno de Nabucco el 9 de marzo de 1842 en La Scala de Milán y la inmediata asociación de la opresión de los judíos con la de los italianos, bajo el yugo del imperio austrohúngaro, dio a la ópera una enorme popularidad, transformando a Verdi, involuntariamente, en uno de los héroes del Risorgimento, que desembocaría en la unificación de los territorios italianos.

Este inesperado triunfo y la participación en la ópera de la soprano Giuseppina Strepponi, su futura pareja, en el endiablado papel de Abigaille, fue el acicate necesario para que Verdi retomara su fecunda y genial carrera creativa, cuyo germen está también en Nabucco. Aunque la ópera sea deudora de Donizetti y Rossini y de la tradición operística italiana, en la partitura sobresalen sus maravillosas melodías, su enorme facilidad para la caracterización musical de los personajes (destacando, sobre todo, Nabucco y Abigaille) y la eficacia dramatúrgica de la orquestación, que no dejaría de progresar hasta su extraordinaria Falstaff.

El director de escena Andreas Homoki, que debuta en el Teatro Real, traslada el conflicto entre judíos y babilonios, en el siglo VI a.C., al enfrentamiento entre italianos y austríacos, en el siglo XIX, donde “al sistema politeísta de los babilonios se contrapone, como utopía, un sistema nuevo y moderno, encarnado en la visión monoteísta del mundo de los hebreos”. Las dos hermanas hijas de Nabucco encarnan el trasfondo de dos mundos que se contraponen: “Abigaille, la primogénita, intenta desesperadamente salvar el antiguo sistema derrocando a su padre y asumiendo ella misma el poder. Fenena, la otra, percibe el momento de transición en el que se encuentran y quiere salvarse cambiando de bando. En el proceso de relevo de lo antiguo por lo nuevo, también la familia acaba rompiéndose”.

El drama transcurre en un decorado austero, minimalista y conceptual diseñado por el escenógrafo Wolfgang Gussmann, que también firma el suntuoso vestuario junto a Susana Mendoza.

Nabucco fue el primer título verdiano que sonó en el recién construido Teatro Real, en las pruebas acústicas previas a su inauguración, en 1850. La ópera se estrenó en su escenario en 1853 y se presentó en temporadas sucesivas, siempre con grandísimo éxito, hasta 1871. Desde entonces no ha vuelto a ofrecerse en su sala.

Ahora, 151 años después de la última función, regresa con tres repartos de grandes voces verdianas, que se alternarán en la interpretación de los papeles protagonistas: Nabucco, los barítonos Luca SalsiGeorge GagnidzeGabriele Viviani Luis Cansino; Abigaille, las sopranos Anna PirozziSaioa Hernández Oksana Dyka; Ismaele, los tenores Michael Fabiano y Eduardo Aladrén; Fenena, las mezzosopranos Silvia Tro SantaféElena Maximova Aya Wakizono; Zaccaria, los bajos Dmitry BelosselskiyRoberto Tagliavini Alexander Vinogradov; y El Gran Sacerdote, los bajos Simon Lim Felipe Bou.

Nicola Luisotti dirigirá su séptimo título verdiano al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, después del enorme éxito obtenido con Il trovatore (2007), Rigoletto (2015), Aida (2018), Don Carlo (2019), La traviata (2020) y Un ballo in maschera (2020). Sergio Alapont dirigirá tres de las 15 funciones.

En Nabucco el coro ocupa un papel primordial, tanto del punto de vista estructural como dramatúrgico. El Coro Titular del Teatro Real preparado, como siempre, por su director, Andrés Máspero, entonará el célebre Coro de los esclavos, Va pensiero, dando voz a los oprimidos, como en la mítica Babilonia del siglo VI a.C., la Italia del siglo XIX o Ucrania en la actualidad.

Las funciones de Nabucco están patrocinadas por la Fundación BBVA, cuyo programa de actividades contempla la música como una manifestación artística prioritaria.

Fotografía: Javier del Real

Nabucco de Plácido Domingo en Les Arts

 

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El Nabucco de Pácido Domingo triunfa en El Palau Les Arts de Valencia
Por Diego Manuel García Pérez.En el valenciano Palau de Les Arts, han tenido lugar seis representaciones de Nabucco, las cuatro primeras interpretadas por el incombustible Plácido Domingo. Ya, hacía meses que las entradas estaban agotadas. El tenor madrileño es un verdadero fenómeno mediático, que moviliza a cantidad de publico en cada una de sus actuaciones. Un público venido de todo el mundo, con japoneses incluidos, donde podían verse señoras vistiendo kimonos. El estado vocal del tenor madrileño, ya frisando los setenta y nueve años, importa poco a estos grupos de entusiastas admiradores, que vienen con la idea premeditada de aplaudirlo y mostrarle su admiración. A todo ello se añadía la circunstancia de que Domingo volvía a cantar en España, después de ser sometido a una ola de acusaciones por acoso sexual hace más de treinta años, no habiéndose producido ninguna denuncia judicial, pero que han deteriorado la figura de este mito de la ópera, hasta el punto de tener que renunciar a sus actuaciones en EEUU y abandonar la dirección artística que ostentaba desde 2001 de la Ópera de Los Angeles. En la representación a la que asistí, tuve la ocasión de conversar con un crítico venido de Argentina, quien me comentó con verdadera tristeza que el famoso teatro Colón de Buenos Aires, también había vetado su presencia. Los grandes centros operísticos europeos siguen apoyándole, como ha sido en el pasado Festival de Salzburgo, interpretando Miller de Luisa Miller de Verdi, donde fue intensamente aplaudido, y también en el homenaje que ha recibido en el Teatro alla Scala de Milán, en el cincuenta aniversario de su debut en ese teatro, pocos días después de las representaciones de Nabucco en Valencia, donde la polémica alrededor de Domingo estuvo servida, ya que, en contraste con el entusiasmo del público en el interior del Palau de les Arts, por su presencia y actuación, exteriormente tenían lugar manifestaciones de colectivos femeninos que portaban grandes pancartas, con la frase “Nabucodonosor acosador”. Independientemente de estas circunstancias, cabe señalar que estas funciones de Nabucco, aparte de la presencia de Plácido Domingo, tuvieron como gran triunfadora a la Abigaile interpretada por soprano napolitana Anna Pirozzi, quien ya había impresionado al público valenciano con este mismo papel, en las representaciones de Nabucco que tuvieron lugar en mayo de 2015. La Orquesta de la Comunitat Valenciana, bien dirigida por Jordi Bernàcer, también brilló a gran altura. Y, como siempre, el Coro de la Generalitat Valenciana obtuvo un gran éxito, en una ópera como esta donde tiene una muy importante presencia, incluido el coro “Va pensiero” el más famoso y popular de toda la Historia de la ópera Italiana.Nabucco es la tercera ópera compuesta por Verdi, con libreto de Temistocle Solera, y su estreno tuvo lugar en el Teatro alla Scala de Milán, el 9 de marzo de 1842, constituyendo un gran éxito, hasta el punto de ser representada en aquella temporada y la siguiente, en 57 ocasiones, algo que nunca había ocurrido anteriormente. En Nabucco pueden verse influencias de Donizetti y Bellini, pero sus vigorosas melodías, junto a un apasionado lenguaje vocal, son ya típicamente verdianos. En esta ópera, y por primera vez, Verdi le da gran relevancia a la voz de barítono, asignándole el papel protagonista de Nabucco. Y, el de Abigaille -de una dificultad extrema- a una soprano drammatica d’agilità, siendo interpretada en su estreno por Giuseppina Strepponi, destinada a convertirse en compañera sentimental de Verdi y su futura esposa. El papel de Zaccaria (Gran pontífice de los hebreos), es también muy importante y requiere un bajo de voz rotunda y de gran extensión. Después de unos años en que esta ópera fue masivamente representada en teatros italianos y europeos, cayó en cierto olvido, programándose en muy escasas ocasiones. Su estreno americano tuvo lugar en el Teatro Colón de Buenos Aires, en 1914. La verdadera recuperación de Nabucco fue realizada por el maestro Vittorio Gui, en 1933, en el Teatro alla Scala de Milán, y también, ese mismo año, en transcurso del primer “Maggio Musicale Fiorentino”, en ambos casos con dos grandes cantantes Carlo Galeffi (Nabucco) y Gina Cigna (Abigaile). Vittorio Gui también dirigió las famosas representaciones -con una grabación en directo- que tuvieron lugar en diciembre de 1949, en el Teatro San Carlo de Nápoles, con la extraordinaria creación de Abigaile realizada por María Callas. Los principales fragmentos de esta grabación se pueden escuchar en YouTube. Ya, en 1951, con ocasión del cincuenta aniversario de la muerte de Verdi, la RAI realizó una grabación de estudio, dirigida por Fernando Previtali, con la magnifica Abigaile de la soprano Caterina Mancini, que puede escucharse integra en Youtube. En 1960, Nabucco fue representado por primera vez en el Metropolitan neoyorkino, interpretado por la soprano austriaca Leonie Rysanek, con la vocalidad que demanda Abigaile, aunque un tanto alejada del estilo de canto verdiano. Junto a Rysanek intervenían dos importantes voces plenamente verdianas: el barítono Cornell MacNeill (Nabucco) y el bajo Cesare Siepi (Zaccaria). Elena Suliotis de impresionante vocalidad y efímera carrera, interpretó Abigaile en los años sesenta y setenta; también la búlgara Ghena Dimitrova, fue una excelente Abigaile entre finales de los años sesenta hasta los noventa. En 1968, interpretó por primera vez el personaje de Nabucco, el gran barítono Renato Bruson, un verdadero estilista del canto, como puede comprobarse en su interpretación realizada en el Teatro Regio de Parma, en enero de 1979, junto con la impresionante Abigaile de nuestra Angeles Gulin, fallecida prematuramente en 2004 (este año 2019 se ha cumplido el ochenta aniversario de su nacimiento). Resulta extraordinario escuchar el gran dúo de Nabucco y Abigaile en las voces de Gulín y Bruson, disponible en YouTube. Renato Bruson será el más importante interprete de Nabucco, durante más de treinta años. La soprano ucraniana María Guleghina se convertirá a partir de mediados de los años noventa, en todo un referente del personaje de Abigaile, por vocalidad y gran temperamento dramático. Lo interpretó por primera vez en la parisina Ópera de la Bastilla en 1995, alternándose con Julia Varady, junto a un gran elenco que incluía al gran bajo Samuel Ramey (Zaccaria), Jean François Lafont (Nabucco), Violeta Urmana (Fenena) y José Cura (Ismaele); y, al año siguiente, en la Arena de Verona junto a Renato Bruson (versión completa en video disponible en YouTube). Desde entonces hasta la más reciente actualidad, lo ha interpretado en muchísimas ocasiones por todo el mundo. Cabe resaltar la toma en video comercializado en DVD por DEUTSCHE GRAMMOPHON en el Metropolitan neoyorkino, en 2001, con dirección de James Levine, donde Guleghina compartía reparto con Joan Pons (Nabucco) y Samuel Ramey. Fragmentos de esta grabación pueden escucharse en Youtube. Solapándose con Guleghina, surgen en 2013, dos excelentes interpretes de Abigaile: Anna Pizozzi en el Festival de Salzburgo, dirigida por Riccardo Muti (gran avalista de esta partitura), y la ucraniana Liudmyla Monastyrska, en el Teatro alla Scala, junto al magnífico Nabucco de Leo Nucci, y ese mismo año 2013, en el Covent Garden, con Placido Domingo como Nabucco, existiendo una toma en directo comercializada en DVD por SONY. Desde entonces Pirozzi y Monastyrska, están interpretado con bastante frecuencia el personaje de Abigaile. La Deutsche Ópera de Berlín ha programado Nabucco en la temporada 2019-2020, con la alternancia de María Guleghina, Anna Pirozzi y Liudmila Monastyrska.

La producción de Nabucco que ha podido verse en el Palau de les Arts, proviene de la Washington National Opera en coproducción con The Minnesota Opera y la Opera de Philadelphia, y cuenta con la dirección escénica y escenografía de Thaddeus Strassberger y el vestuario de Mattie Ullrich. Esta producción pretende reproducir lo que pudo ser el montaje de Nabucco cuando se estrenó en el Teatro alla Scala, aquí aderezado con una propuesta de teatro dentro del teatro. Mediada la larga obertura inicial vemos a una serie de parejas de nobles austriacos bailando muy en la estética de la película El Gatopardo de Luchino Visconti, y que posteriormente van ocupando unos palcos habilitados a la izquierda del escenario para contemplar la representación. También pueden verse soldados vigilando cualquier reacción hostil del público italiano hacia la nobleza austriaca que entonces ocupaba Milán y toda la Lombardia. Una escenografía con unos decorados de cartón piedra, con frisos, mosaicos y grandes columnas, que reproducen en el Acto I, el Templo de Salomón en Jerusalem y en el Acto II, el Palacio de Nabucco en Babilonia, con una serie de telones superpuestos que producen una auténtica sensación de profundidad escénica. En el Acto III, antes de comenzar el famoso coro “Va pensiero”, la acción puede verse desde detrás del escenario como si los espectadores estuviesen entre bambalinas. Al final de la representación los interpretes recogen ramos de flores lanzados por el público austriaco sobre el escenario, devolviéndolos con furia hacia los palcos y desplegando dos pancartas con los colores de la bandera italiana y las inscripciones, en una de ellas la “W”, y en la otra la palabra VERDI, siglas que en su conjunto formaban las palabras: Viva Victor-Enmanuele Rey de Italia (verdadero símbolo de los patriotas italianos contra la dominación austriaca). El diseño de vestuario de Mattie Ullrich resulta en exceso colorista para los babilonios en contraste con las tonalidades blancas de los hebreos.

Dirección contrastada y enérgica, con gran capacidad concertadora de Jordi Bernàcer, al frente de la Orquesta de Comunidad Valenciana, que vuelve a demostrar ser un conjunto de altísima calidad, y ello se hace patente desde la magnífica ejecución de la obertura: una página larga, bien articulada y llena de contrastes, donde ya se exponen diferentes motivos musicales que irán reapareciendo a largo de la ópera, entre ellos, el que acompaña -con algunas pequeñas modificaciones- al famoso coro “Va pensiero”. La orquesta tiene una destacada actuación, en el transcurso de toda la representación, brillando en los momentos de mas intenso lirismo: introducción y acompañamiento de las arias de Abigaille, respectivamente del Acto II y la conclusiva de la ópera, o en el aria de Fenena del Acto IV. Y, en contraste, muestra una incontenible fuerza, en el vibrante final del Acto I, cuando Nabucco irrumpe en escena, cuyo tema musical recurrente ya expuesto en la obertura, es retomado en la introducción orquestal del Acto III, y en la coda final de la cabaletta interpretada por Nabucco, en su gran escena del Acto IV. Señalar también, la magnífica intervención orquestal en el dúo de Nabucco y Abigaille del Acto III, y en la obertura del Acto IV. A la dirección de Jordi Bernàcer, se le puede reprochar cierta tendencia a utilizar sonidos en forte. Finalmente, y dentro del alto nivel ofrecido por los integrantes de la orquesta, cabe destacar la espléndida actuación de la cuerda grave en especial los violonchelos, así como de las maderas donde brillan la flauta y el oboe solistas.

La gran triunfadora de estas representaciones, ha sido la soprano napolitana Anna Pirozzi, quien compone una Abigaille de gran estatura vocal y dramática. Voz voluminosa y de luminoso timbre, buen fiato, excelente capacidad para regular el sonido, y unos agudos y sobreagudos anchos y bien emitidos, (algunas notas extremas algo forzadas), siendo su punto más débil una limitada gama de graves. Su voz sobresale con fuerza en los momentos de mayor contundencia orquestal: los concertantes conclusivos de los Actos I y II. Ofrece un buen dominio de la coloratura belcantista, y resuelve con pericia los endiablados saltos de octava que jalonan gran parte de sus intervenciones. Realiza una gran actuación en su gran escena del Acto II, iniciada con el violento recitativo “Ben io t’inventi”, para pasar al canto lírico e intimista del aria “Anch’ dischiuso un giorno” y, seguidamente, mostrar una fuerza arrolladora en la cabaletta “Salgo già del trono aurato”. Destaca también, su gran interpretación en el dúo con Nabucco del Acto III, insertando en sus diálogos con un implorante Nabucco, una vibrante cabaletta, cuyo tema musical aparecía expuesto en la obertura inicial. Anna Pirozzi luce de nuevo su vocalidad y fuerza interpretativa, en su bellísima aria final “Su me, morente, essanime” con exquisitas medias voces, y emitiendo delicadas notas en “pianissimo”.

Desde que inició su etapa como barítono, he tenido ocasión de escuchar a Plácido Domingo, en el Palau de Les Arts, en varios papeles verdianos: Francesco Foscari de I due Foscari, en 2013, Macbeth, en 2015 y Rodrigo Marques de Posa de Don Carlo, en 2017, al que se añade este Nabucco. Domingo no es un barítono sino que canta con voz de tenor papeles baritonales. En el transcurso de esos seis años que median entre su creación de Francesco Foscari y Nabucco, la voz se ha ido –lógicamente- deteriorando, con una cada vez con mayor falta de fiato, que le impide construir debidamente las largas frases verdianas. Sin embargo mantiene su bello timbre, milagrosamente juvenil, y una gran capacidad teatral que compensa sus limitaciones vocales. Su entrada escénica en el Acto I, resultó titubeante, con la voz casi inaudible en el gran concertante que cierra el Acto I, al lado de voces tan contundentes como las de Anna Pirozzi y Alisa Kolosova. Mejoró bastante en el final del Acto II, cantando en el mejor estilo verdiano “S’appresan gl’istante”. Afrontó notablemente su gran dúo del Acto II con la poderosa Abigaile de Anna Pirozzi, alternando momentos plenos de fuertes acentos “Donna, chi sei”, “Oh, di qual’onta aggravasi”, con otros llenos de patetismo en sus reiteradas frases ”Ah, miserando veglio…L’ombra son io del re”, en contraste con la agresividad de Abigaile. Ya, en su gran escena del Acto III, se producen sus mejores momentos en el aria “Dio di Giuda”, donde canta con delicados acentos, tendido en el suelo boca abajo, (algo verdaderamente insólito para una persona casi octogenaria), e interpreta con fuerza y expresividad la cabaletta “O Prodi miei, seguitemi”.

El papel de Zaccaria de gran exigencia vocal y escénica, fue interpretado por el bajo Riccardo Zanellato, con buen estilo de canto verdiano, aunque falto de volumen y con dificultades en los registros grave y agudo, que se ponen de manifiesto en los frecuentes saltos de octava, que debe realizar en sus muchas intervenciones a lo largo de la ópera. Su actuación no pasó de discreta, en escenas de autentico lucimiento como el aria “Sperate, o figli…” seguido de la cabaletta “Come notte a sol fulgente” del Acto I y al final del Acto III “Oh,chi piange?…Del futuro nel buio discerno”. Su mejor momento estuvo en la interpretación del aria del “Tu sul labro” perteneciente a la Preghiera, en el Acto II.

La mezzo rusa Alisa Kolosova en el papel de Fenena, lució una voz voluminosa de bello timbre. En su única intervención solista, el aria “Oh dischiuso è il firmamento” del Acto IV, muestra una delicada y elegante línea de canto plena de líricos acentos. Destacar también, su intervención en el “terzettino” del Acto I, junto a Abigaille (ambas compiten en volumen vocal) y el Ismaele interpretado por el tenor mejicano Arturo Chacón-Cruz, de voz poco voluminosa, aunque canta con estilo y musicalidad, sobre todo en su vibrante arioso “Per amor del Dio vivente dall’anatema cessate”, perteneciente al Acto II. Entre los papeles comprimarios cabe destacar la magnífica actuación del bajo coreano Dongho Kim (El gran sacerdote), con unos medios vocales bastante superiores a los de Riccardo Zanellato. Bien en sus breves intervenciones Sofia Esparza como Anna, la hermana de Zaccaria, y el tenor ucraniano Mark Serdiuk como Abdallo (fiel oficial de Nabucco).

“El Coro de la Generalitat Valenciana”, dirigido por Francec Perales, brilló a gran altura, destacando -obviamente- en su extraordinaria interpretación del famosísimo “Va pensiero”, que vuelve a escucharse una vez finalizada la ópera, después de los desplantes de los interpretes a los nobles austriacos. También, señalar sus magníficas interpretaciones de otros grandes momentos corales: “Gli arredi festivi giù cadona infranti”, de muy bella factura, con el que arranca la ópera. También, el coro de los Levitas del Acto II “Il maledetto non ha fratelli”, cuyo vibrante tema musical, ya aparecía expuesto en la obertura inicial. Y, las intervenciones en los concertantes conclusivos de los Actos I y II, o su importante presencia en todo el final del Acto III. En esta producción, la ópera concluye con el magnífico coro “Immenso Jeovha”, que habitualmente antecede al recitativo-aria “Oh! chi vegg’io…..Su me, morente esanime”, donde se produce la muerte de Abiagaile.

Nabucco

Las siete representaciones de Nabucco, que han tenido lugar en el Palau de les Arts de Valencia, con una masiva asistencia de público, han sido el auténtico triunfo de una temporada llena de avatares y dificultades de todo tipo.

Nabucco es la tercera ópera compuesta por Verdi, con libreto de Temistocle Solera, y su estreno tuvo lugar en el Teatro alla Scala de Milán, el 9 de marzo de 1842, constituyendo un gran éxito, hasta el punto de ser representada en aquella temporada y la siguiente, en 57 ocasiones, algo que nunca había ocurrido anteriormente. En Nabucco pueden verse influencias de Donizetti y Bellini, pero sus vigorosas melodías, junto a un apasionado lenguaje vocal, son ya típicamente verdianos. En esta ópera, y por primera vez, Verdi le da gran relevancia a la voz de barítono, asignándole el papel protagonista de Nabucco. Y, el de Abigaille -de una dificultad extrema- a una soprano drammatica d’agilità, siendo cantado en su estreno por Giuseppina Strepponi, destinada a convertirse en compañera sentimental de Verdi y su futura esposa.
Después de unos años en que esta ópera fue masivamente representada en todo el mundo, cayó en cierto olvido, siendo recuperada por el maestro Vittorio Gui, en los años treinta del pasado siglo, dirigiéndola también, en las famosas representaciones -con una grabación en directo- que tuvieron lugar en diciembre de 1949, en el Teatro San Carlo de Nápoles, con la insuperable creación de Abigaille realizada por María Callas.

La producción de Nabucco que ha podido verse en el Palau de les Arts, proviene de la Bayerische Staatsoper de Munich, y se estrenó en 2008, siendo su creador Yannis Kokkos, responsable de la escenografía, dirección escénica y diseño de vestuario. Se trata de una oscura y sencilla escenografía, con un fondo donde predominan las formas geométricas: en el Acto I, seis ventanas con grandes marcos dorados y una escalinata representan el templo de Salomon en Jerusalem; y, en el Acto II, una gran puerta el palacio de Babilonia.
Ya, en el Acto III, la puerta se sitúa encima de las ventanas, significando la opresión de los babilonios sobre los judíos. Solo se produce un cambio escénico, cuando se interpreta el famoso “Va pensiero”, donde los integrantes del coro, que representan al pueblo de Israel, están situados detrás de una gran alambrada, en una posible alusión a los campos de exterminio nazis, durante la Segunda Guerra Mundial. Una tenue y cambiante iluminación no logra paliar el lúgubre y sombrío espacio escénico, excepto en los dos momentos en que un panel de luces que simbolizan la aparición del “Dios de Israel”, desciende desde lo alto y va aumentando su potencia hasta producir un auténtico fogonazo que deslumbra al público. El decorado cambia, con rápidos movimientos de los elementos escénicos, que se desplazan horizontal y verticalmente, como en el caso de la llegada del rey Nabucodonosor en el Acto I, envuelto en una nube de humo y sobre una elevada plataforma que va descendiendo lentamente. Poco atractivo y nada original resulta el diseño de vestuario, donde los judíos aparecen vestidos de negro, y de azul oscuro los guardias babilonios, quienes usan ametralladoras en vez de lanzas, para dar a la obra un sentido de intemporalidad.

Dirección contrastada y enérgica de Nicola Luisotti, al frente de la Orquesta de Comunidad Valenciana, que vuelve a demostrar ser un conjunto de altísima calidad, y ello se hace patente desde la magnífica ejecución de la obertura: una página larga, sumamente atractiva, y llena de contrastes, donde ya se exponen diferentes motivos musicales que irán reapareciendo a lo largo de la ópera, entre ellos, el que acompaña -con algunas pequeñas modificaciones, al famoso coro “Va pensiero”. La orquesta tiene una destacada actuación, en el transcurso de toda la representación, brillando en los momentos de mas intenso lirismo: introducción y acompañamiento de las arias de Abigaille, respectivamente del Acto II y la conclusiva de la ópera, o en el aria de Fenena del Acto IV. Y, en contraste, muestra una incontenible fuerza, en el vibrante final del Acto I, cuando Nabucco irrumpe en escena, cuyo tema musical -recurrente- ya expuesto en la obertura, es retomado en la introducción orquestal del Acto III, y en la coda final de la cabaletta interpretada por Nabucco, en su gran escena del Acto IV. Señalar también, la magnífica intervención orquestal en el dúo de Nabucco y Abigaille del Acto III y, en atractiva, y llena de contrastes obertura del Acto IV. A la dirección de Nicola Luisotti, se le puede reprochar cierta tendencia a utilizar sonidos en forte. Finalmente, y dentro del alto nivel ofrecido por los integrantes de la orquesta, cabe destacar la espléndida actuación del flauta solista Alvaro de Octavio, y las magníficas intervenciones de Rafal Jezierski al violonchelo y de Pierre Antoine Escoffier al oboe.

La gran triunfadora de estas representaciones, ha sido la soprano napolitana Anna Pirozzi, quien compone una Abigaille de gran estatura vocal y dramática, que la cantante ha ido madurando en sus numerosas interpretaciones de este personaje, sobre todo, la que realizó en el Festival de Salzburgo de 2013, con un rotundo triunfo bajo la dirección de Riccardo Muti. Voz voluminosa y de luminoso timbre, buen fiato, excelente capacidad para regular el sonido, y unos agudos y sobreagudos bien colocados y perfectamente emitidos, que, incluso, sobresalen con fuerza, en los momentos de mayor contundencia orquestal. Ofrece un buen dominio de la coloratura belcantista, y resuelve con pericia los endiablados saltos de octava que jalonan gran parte de sus intervenciones. Realiza una gran actuación en su gran escena del Acto II, iniciada con el violento recitativo “Ben io t’inventi”, para pasar al canto lírico e intimista del aria “Anch’ dischiuso un giorno” y, seguidamente, mostrar una fuerza arrolladora en la cabaletta “Salgo già del trono aurato”. Destaca también, su gran interpretación en el dúo con Nabucco del Acto III, insertando en sus diálogos con un implorante Nabucco, una vibrante cabaletta, cuyo tema musical aparecía expuesto en la obertura inicial. Anna Pirozzi luce de nuevo su vocalidad y fuerza interpretativa, en la bellísima aria conclusiva de la ópera “Su me, morente, essanime” con exquisitas medias voces, y emitiendo delicadas notas en “pianissimi”.

Había previsto mi asistencia a la función del día 10 de mayo, para poder escuchar el Nabucco, cantado por el veteranísimo Leo Nucci, aún activo a sus 73 años, y ya convertido en toda una leyenda de la lírica. Tuve ocasión de visionar en DVD, su magnífica actuación en la Arena de Verona, el año 2007, junto a la excelente y temperamental Abigaille de María Guleghina y la dirección orquestal de Daniel Oren. Finalmente, Nucci canceló, siendo sustituido a ultima hora por David Cecconi, de voz con poco atractivo tímbrico, aunque bien manejada, que en el transcurso de los dos primeros actos, no lograba proyectar hacia adelante. Su actuación mejoró sensiblemente en dúo con Abigaille del Acto III, y en su gran escena del Acto IV, cantando con nobles acentos el aria “Dio di Giuda!”, y con fuerza y vigor la cabaletta “O prodi miei, seguitemi”.

El papel de Zaccaria de gran exigencia vocal y escénica, fue interpretado por el bajo ruso Serguei Artamonov, quien mostró un aceptable registro central, teniendo serias dificultadas en la gama de graves y agudos y, por tanto, en los frecuentes saltos de octava, que debe realizar en sus muchas intervenciones a lo largo de la obra. Su actuación no pasó de discreta, en escenas de autentico lucimiento como el aria “Sperate, o figli…” seguido de la cabaletta “Come notte a sol fulgente” del Acto I o, al final del Acto III “Oh,chi piange?…Del futuro nel buio discerno”.

La mezzo armenia Varduhi Abrahamyan, en el papel de Fenena, lució una bella y cálida voz, en su única intervención importante, el aria “Oh dischiuso è il firmamento” del Acto IV, donde muestra una delicada y elegante línea de canto. Destacar también, su intervención en el “terzettino” del Acto I, junto a Abigaille y el Ismaele interpretado por el tenor norteamericano Brian Jadge, de voz potente y brillo timbrico, que exhibe, sobre todo, en su vibrante arioso “l”, perteneciente al Acto II. Correctos en sus breves intervenciones Hyekyung Choi como Anna, la hermana de Zaccaria, el Abdallo (fiel oficial de Nabucco) de David Fruci y Shi Zong como Sumo Sacerdote, los tres pertenecientes al “Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo”.

“El Coro de la Generalitat Valenciana”, dirigido por Francec Perales, brilló a gran altura, destacando -obviamente- en su extraordinaria interpretación del famosísimo “Va pensiero”, finalizado con una nota casi inextinguible en “pianissimi”. También, señalar sus magníficas interpretaciones de otros grandes momentos corales: “Gli arredi festivi giù cadona infranti”, de muy bella factura, con el que arranca la ópera. También, el coro de los Levitas del Acto II “Il maledetto non ha fratelli”, cuyo vibrante tema musical, ya aparecía expuesto en la obertura inicial. Y, las intervenciones en los concertantes conclusivos de los Actos I y II, o su importante presencia en todo el final del Acto III.

NABUCCO
Giuseppe Verdi
Palau de les Arts Reina Sofía
Valencia, 10 de mayo 2015
D. musical: Nicola Luisotti
D. escena: Yannis Kokkos
Iluminación: Michael Bauer
Producción: Bayerische Staatsoper
Cor de la Generalitat Valenciana
D. coro: Francesc Perales
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Reparto: Anna Pirozzi, David Cecconi,
Serguéi Artamonov, Brian Jadge,
Varduhi Abrahamyan, David Fruci,
Hyekyung Choi, Shi Zong.

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