JuanJosé
Juan José

Sorozábal denominó su ópera ‘Juan José’ con el subtítulo de «drama lírico popular», aclarando que lo de «popular» se refiere a lo proletario y no a lo folclórico. Estrenada en versión de concierto en 2009 en el Auditorio Kursaal de San Sebastián cuando se cumplían 41 años de su composición en 1968, el estreno absoluto de la versión escénica, dirigida por José Carlos Plaza, tuvo lugar varios años más tarde, en febrero de 2016, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. En ambos casos, el éxito fue incontestable. Ahora, rebasado ya el medio siglo desde que el Maestro donostiarra la concibiera, se presenta, también en el recinto madrileño, la primera reposición de aquella sobrecogedora producción. Con libreto del propio Pablo Sorozábal basado en la obra homónima de Joaquín Dicenta, quien a su vez se había inspirado en un hecho real, y con dirección musical del Maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez, que cumple así de nuevo el deseo expreso del músico de que fuera él y no otro quien se encargara de hacer sonar la partitura, en esta ocasión el público podrá volver a estremecerse en las 8 funciones programadas entre los días 4 y 12 de abril.

La historia de ‘Juan José’ transcurre en los barrios bajos de ese Madrid de antaño, un mundo dominado por una injusticia social extrema que divide a la gente entre los que tienen y los carentes de lo imprescindible, y donde a causa del analfabetismo y la incultura afloraban las miserias humanas, los rencores, los miedos, las traiciones y desconfianzas, la violencia más extrema e irracional, repitiéndose todo de padres a hijos en una espiral sin fin.

Gran valor musical y dramático

Es el escenario de estas artes negras el Madrid de las recónditas tabernas de olor amargo y personajes marginales que ya afloraban tres décadas antes en la ópera ‘Adiós a la bohemia’ (1933) del propio Sorozábal y con libreto de Pío Baroja. Ambas obras resultan claras transmisoras de un profundo pesimismo vital, lejos de cualquier romanticismo popular y próximas las dos (mucho) a un naturalismo sencillo; como si de una auténtica crónica de bajos fondos se tratara.

La historia sombría y visceral de ‘Juan José’ va unida en este caso al lenguaje musical moderno con el que Sorozábal edificó la obra; una partitura personal, densa, evasora de lo fácil, fieramente contemporánea hasta concebir un discurso teatral continuo donde el compositor logra dar una vuelta de tuerca a su música y de paso al género.

Y para que esto surta el efecto que en su día deseó Sorozábal, vuelve a hacerse cargo de la dirección musical el Maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez, quien considera ‘Juan José’ una obra de “grandísimo valor musical y dramático”, a quien en su día, allá por los últimos años setenta del pasado siglo, fue el propio músico quien lo eligió personalmente para que asumiera la responsabilidad de ponerse al frente de la orquesta después de verle y escucharle dirigir ‘Un ballo in maschera” de Verdi en Berlín. Diferentes vicisitudes hicieron que la obra no pudiera estrenarse entonces, pero al cabo de los años (casi cincuenta) pudo sonar finalmente en el teatro tal y como el propio Sorozábal había querido: con Gómez-Martínez en el foso. Y volverá a hacerlo este mes de abril de nuevo en el Teatro de la Zarzuela con la Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular de este recinto.

En el núcleo de la miseria

En esta producción, el director de escena José Carlos Plaza, muy de acuerdo con la historia que concibió Dicenta y recogió Sorozábal muchas décadas después, nos sumerge en el núcleo mismo de la miseria y el analfabetismo. Asegura Plaza que al haberles impedido el acceso al conocimiento, estas personas “son incapaces de discernir o reflexionar sobre lo que les pasa y sus causas, y eso les ha convertido en bestias”. Y añade que “como los animales, sólo sienten sensaciones primarias: dolor, hambre, frío, enfermedades, agresividad, odio… Los conceptos «moral» o «ética» han dejado de tener sentido alguno”.

El montaje cuenta con dos repartos de voces que el público aficionado siempre quiere escuchar, algunas de las cuales triunfan en los teatros más reconocidos del mundo. Así, los papeles principales estarán interpretados por los barítonos  Juan Jesús Rodríguez y Luis Cansino, las sopranos Saioa Hernández y Carmen Solís, o Vanessa Goikoetxea y Alba Chantar, las mezzosopranos María Luisa Corbacho y Belem Rodríguez Mora, el tenor Alejandro del Cerro, el bajo Simón Orfila o el también tenor Francesco Pio Galasso, entre otros.

A través de los elementos siniestros que conforman el decorado de Paco Leal, iluminado por él mismo, se combinan la realidad y el sueño en un mismo espacio, de tal manera que a la postre todo resulta violento y grotesco. Y ahí, en lo más profundo de lo que somos, aparecen las bestias en las que (¡quién lo hubiera dicho!) llegamos a transformarnos. Esta oscuridad a la que todos estamos expuestos y que Plaza nos revela, es pues, y aunque nos pese, un retrato vivo de la realidad. Un entorno “desgraciadamente no muy lejano”.

Para conseguir este efecto sórdido y lúgubre necesario para la credibilidad de puesta en escena, es también crucial el asombroso trabajo que el maestro de maestros Pedro Moreno realiza con el vestuario —para cuya confección y acabado ha contado con la colaboración de varios talleres especializados—, las pinturas desasosegadoras de Enrique Marty que forman parte misma de la escena, y el muy estudiado movimiento escénico trazado por Denise Perdikidis, que llenan la escena de una realidad asfixiante. La dirección de la reposición corre a cargo de Jorge Torres, brillante colaborador habitual de Plaza. Al reparto principal se unirán asimismo un cuerpo de baile de ocho bailarines y ocho actores figurantes.

MATERIALES AUDIOVISUALES

Entre otros materiales, el Teatro de la Zarzuela, a través de su canal de YouTube, ha puesto ya a disposición de público y aficionados la conferencia de la catedrática Ana Freire.

Asimismo, en breve estará disponible una nueva entrega de ‘Viaje por la zarzuela’, el capítulo 37 de la serie, en el que Saioa Hernández y Juan Jesús Rodríguez nos hablarán de lo que supone enfrentarse a una obra como esta e interpretarán alguno de sus números musicales.

Jorge Torres

El director de escena sevillano se encargará de la reposición de Juan José de Sorozábal, que se podrá ver los días 4, 5, 6, 7, 9, 10, 11 y 12 de abril en el Teatro de la Zarzuela con dirección musical de Miguel Ángel Gómez-Martínez y un doble reparto en el que figuran los nombres de Juan Jesús Rodríguez, Luis Cansino, Saioa Hernández, Carmen Solís, Vanessa Goikoetxea y Simón Orfila, entre otros. José Carlos Plaza, responsable de esta producción de Juan José estrenada en 2016 en el conocido coliseo de la calle Jovellanos, ha cedido el testigo a su pupilo Jorge Torres para llevar a cabo el montaje escénico de este drama lírico popular en tres actos de Pablo Sorozábal con libreto de Joaquín Dicenta.

“Juan José es una obra tremendamente social y política, que trascurre en un Madrid paupérrimo, reino de la miseria y del analfabetismo, y dominado por la injusticia social que divide a las personas entre las que tienen y las que no”, señala Jorge Torres. “No es un melodrama sino un drama social, tal y como ya podemos apreciar en el texto de Joaquín Dicenta, y tratamos la obra como un retrato visto a través de un espejo deformante, que nos muestra una realidad terrible, la cual no nos es muy lejana. Para mostrar esta historia desgarradora, para la que Sorozábal ha compuesto una música maravillosa, partimos de un realismo que luego va a derivar en expresionismo”, concluye Torres, que desde 2010 forma parte del equipo de dirección de José Carlos Plaza, con el que ha trabajado en varias producciones líricas (Los Diamantes de la Corona, Los amores de la Inés/La verbena de la Paloma y El Gato Montés) estrenadas en el Teatro de la Zarzuela, y en obras de teatro como Electra, Hécuba o Medea, presentadas en el Festival de Mérida.

Jorge Torres debutó como director de escena en la famosa Ópera de Los Ángeles (LA Opera) con El Gato Montés de Manuel Penella, en una producción procedente del Teatro de la Zarzuela y un cast estelar encabezado por el tenor Plácido Domingo, la soprano Ana María Martínez, el tenor Arturo Chacón-Cruz, la mezzosprano Nancy Fabiola Herrera y el bajo Rubén Amoretti. Y, en el ámbito teatral, ha dirigido también ¿Cómo puedo no ser Montgomery Clift? de Alberto Conejero, La Isla del Aire de Alejandro Palomas, Flores Arranxadas a la Niebla de Arístedes Vargas y Los juegos de invierno, con dramaturgia de Adriá Raluy.
Como ayudante de dirección, Jorge Torres ha colaborado también con Juan Echanove (Pan y Toros, Teatro de la Zarzuela) y Lluís Homar (Adolfo Marsillach soy yo, Compañía Nacional de Teatro Clásico), con quienes volverá a trabajar en un futuro cercano. Además, es actor de teatro, cine y televisión, actividad que compagina con la docencia como profesor de Escena Lírica en la Escuela Superior de Canto Katarina Gurska.

Medea
ENTRE LA ÓPERA CLÁSICA Y LA ROMÁNTICA

Por Diego Manuel García Pérez

La larga vida de Luigi Cherubini (Florencia, 1760 – París, 1842), le permitió cultivar la ópera clásica, y en el caso de su Medea, introducir ciertas características de la llamada “reforma de Christoph Willibald von Gluck”, que se manifiestan, sobre todo, en su ópera Alceste, donde el compositor alemán planteaba que la música debía mantener una perfecta simbiosis con el texto poético en la expresión de sentimientos y situaciones, sin interrumpir la acción dramática con un canto decorativo y ornamentado. En Medea también aparecen características de la futura ópera romántica. Cherubini dota de gran relieve a la orquesta, cuya función llega a ser tan importante como los propios números vocales, donde se insertan interludios musicales de mayor o menor entidad, en conjunción con el coro, también de suma importancia con sus muy numerosas intervenciones en esta ópera. El libreto de Medea estructurado en tres actos, fue escrito por el dramaturgo y crítico francés François-Benoit Hoffman, basándose en las obras teatrales de Eurípides y de Pierre Corneille, con una brillante versificación, donde en el entramado musical se insertaban numerosos y amplios diálogos meramente teatrales. Es muy interesante resaltar que, en muchos momentos de esta ópera, escuchamos una música que nos recuerda, sobre todo en las amplias introducciones orquestales de los actos I y III, un claro estilo sinfónico beethoveniano. Teniendo en cuenta que Medea se estrenó en 1797, antes de que Beethoven compusiera sus primeras sinfonías, está claro que Cherubini influyó en la música del gran compositor alemán.
Medea se estrenó el 13 de marzo de 1797, en el Théâtre Feydeau de París, con una tibia acogida. En 1802, traducida al italiano se estrenó en Viena, y en años siguientes fue representada con éxito en diferentes ciudades germánicas. En 1853, ya fallecido Cherubini, el compositor Franz Lachner, entonces director musical de la Ópera de Munich, realiza una versión traducida al alemán donde los iniciales diálogos teatrales eran sustituidos por recitativos acompañados con música compuesta por el propio Lachner. Esta versión se estrenó en Frankfurt, en 1854, con un gran éxito. En 1909 se produjo el estreno en Italia, en el Teatro alla Scala, en una traducción al italiano de la versión de Franz Lachner, realizada por Carlo Zangarini (libretista de la Fanciulla del West de Giacomo Puccini). Este montaje scalígero de Medea se realizó para que fuese interpretada por la gran soprano dálmata-italiana Ester Mazzoleni, una cantante de muy bella y rotunda vocalidad, con gran capacidad teatral, características fundamentales para interpretar el personaje de Medea. A partir de entonces la ópera prácticamente no vuelve a ser representada. Su recuperación (versión de Zangarini), se produjo en el Maggio Musicale Fiorentino de 1953, con la soberbia interpretación de María Callas.

Las interpretaciones en francés de Medea (Médée).

La versión de Medea en italiano de Carlo Zangarini, fue también traducida al francés como Médée, siendo muy bien interpretada por la mezzo norteamericana Shirley Verrett, en su actuación de 1986, en la Ópera de París (Palais Garnier), con la excelente dirección de Pinchas Steinberg (la toma en directo puede escucharse en YouTube). También cabe destacar la interpretación de la soprano Rosalind Plowright, en el Covent Garden, en 1989, donde también destacaba la presencia de una joven Renée Fleming, con una magnífica creación de Dircé (equivalente a la italianizada Glauce). La gran escena final puede escucharse en YouTube.
La recuperación de la versión original en francés de Médée, estrenada por Luigi Cherubini en 1797, con los diálogos teatrales, se produjo en el Festival de Martina Franca de 1995, y en esta recuperación intervino activamente el director de orquesta y musicólogo Patrick Fournilleur, con una espléndida lectura de esta partitura, donde también brillaron la soprano georgiana Iano Tamar (Médée), la soprano italiana Patricia Ciofi (Dircé) y una sugestiva interpretación de la mezzo francesa Magali Damonte (Neris). Gran cantidad de números cantados así como interpretaciones orquestales pueden escucharse en YouTube. De auténtico interés es la versión que puede verse-escucharse, en el Teatro Imperial de Compiégne (localidad al norte de Francia), con una toma en video, en 1996, (disponible en YouTube), donde los amplios diálogos son interpretados por magníficos actores franceses, y las partes vocales por una serie de notables cantantes, con destacadas actuaciones de la soprano francesa Michele Command (Medée) y la entonces joven soprano albanesa Inva Mula (destina a una importante carrera). Ya en pleno Siglo XXI, la mezzo italiana Anna Caterina Antonacci, realiza una gran creación vocal y teatral de Medea, en la versión italiana, que interpretó en varias ocasiones, destacando su interpretación en el Teatro Regio de Turin, en 2008, con una toma en video (disponible en YouTube), muy bien dirigida musicalmente por Evelino Pidò y escénicamente por Hugo de Ana, (también responsable de la escenografía y un atractivo diseño de vestuario). Acompañando a una imponente Anna Caterina Antonacci, están la soprano de bella voz Cinzia Forte (Glauce) y la gran mezzo Sara Mingardo (Neris). Ese mismo año 2008, el Teatro La Monnai de Bruselas, se escenificó una nueva versión en francés de Medée, con la excelente dirección musical de Christopher Rousset al frente de su conjunto Les Talens Lyriques, con instrumentos originales que, de alguna manera, tratan de reproducir los sonidos originales de esta ópera. Respetando la parte musical y vocal, lo más polémico de esta nueva versión son unos nuevos diálogos escritos por el propio director de escena Krysztof Warlikowki, que, por momentos, tienen un carácter obsceno y malsonante, en un intento de modernizar esta ópera. La protagonista es la mezzo alemana Najda Michael, de una discreta vocalidad, con claras desigualdades en la emisión, compensadas por un imponente temperamento dramático. Su atuendo y caracterización la asemejan a una cantante rapera. La ópera fue repuesta en 2011, en el mismo teatro belga, y tomada en video. Algunos fragmentos pueden verse en YouTube, donde se comprueban las características de esta moderna y rompedora puesta en escena y la gran interpretación teatral de la mezzo alemana.
El Teatro Real de Madrid, programa por primera vez Medea (Medée), con una nueva versión en francés, que viene representándose durante el presente mes de septiembre. Los nuevos recitativos realizados por el musicólogo, compositor y director de orquesta Alan Curtis (fallecido en 2015), siguen el estilo compositivo de Cherubini, quien en principio pretendió que esta ópera tuviese recitativos con acompañamiento orquestal, en vez de diálogos teatrales. Resulta muy complicado enjuiciar una ópera con tal cantidad de versiones.

“Difícilmente puedo pretender que no he cambiado el flujo dramático, pero mi objetivo era mejorarlo, Espero haber respetado lo esencial de la dramaturgia original e incluso las necesidades escénicas”.
Alan Curtis
Se hacía necesaria una versión crítica de la obra de Cherubini. Una revisión que, al menos en los aspectos estilísticos, resultara más adecuada al estilo del compositor y, sin duda, la de Alan Curtis es la que más se aproxima. Consigue una coherencia en las formas que culminan, como ninguna otra versión, la transición entre el neoclasicismo de Hyden y el romanticismo de Beethoven.
Para ello, Curtis utiliza soluciones similares a las que Cherubini había empleado en otras óperas en las que si había podido musicar los recitativos. Curtis tomó prestados y adaptó pequeños fragmentos que el compositor había utilizado antes para poner música a los recitativos de Medea. El resultado del trabajo ha sido una versión unánimemente reconocida y probablemente de la que Cherubini se sentiría muy orgulloso.
La puesta en escena para el estreno de Medea en el Teatro Real se ha encargado al español Paco Azorín, que ya ha trabajado con éxito en este teatro. Su propuesta para esta nueva producción resulta familiar. Son muchos los elementos comunes con otras obras que hemos visto en este mismo escenario, desde las estructuras metálicas que suben y bajan, al fuego que nos evoca el anillo wagneriano visto recientemente. Se agradece la proyección de textos que facilitan enormemente la comprensión de la historia, aunque sobran las alusiones feministas en modo panfleto.
También en esta versión los hijos de Medea son adolescentes, y no niños pequeños o incluso bebés, guardando así mayor fidelidad con el texto original de Eurípides. Muy bien la dirección y los movimientos escénicos de multitudes, y el no recargar en exceso el escenario de elementos que muchas veces no aportan nada, más allá de distraer o estorbar.
La partitura de Medea está considerada una de las más grandes composiciones de la historia de la ópera. Mario Muñoz comenta en el programa de mano que “El tratamiento orquestal es muy refinado, más denso que el de sus contemporáneos, y la ambigüedad del personaje principal se refleja en su vocalidad compleja, que requiere de una actriz trágica que sepa cantar antes que, al contrario. Medea es tormenta y tormento a partes iguales, lo que anuncia la materia de los que estarán hechos los dramas durante todo el siglo XIX”.
Y el director musical Ivor Bolton ha hecho una lectura muy adecuada de esta partitura. Alejándola del tedio en el que un drama como este hubiera caído de ser una versión más romántica. La musicalidad marcó el pulso neoclásico de la orquesta que fue ganando en intensidad a medida que avanzaba la obra. Los distintos acentos de la partitura quedaron bien definidos, desde la obertura, al carácter más oscuro en los momentos más dramáticos, aportándole una gran teatralidad.
Además de su enorme dificultad, el rol de Medea ha estado siempre acompañado de una leyenda negra. La soprano que lo estrenó, durante la época de la Revolución Francesa, falleció después de haber interpretado varias funciones. En París y otras ciudades francesas empezó a correr la voz de que el motivo de su muerte había sido el esfuerzo extremo realizado para interpretar el personaje. La soprano que la sustituyó no corrió mejor suerte, ya que al poco tiempo acabó recluida en un manicomio.
Era sin duda un papel con fama, como mínimo, de agotador, por lo que la mayoría de las cantantes se resistía a interpretarlo. Esto hizo que la ópera prácticamente desapareciese de los escenarios hasta que fue rescatada, casi de manera épica, por María Callas.
Si hay una cantante actualmente que puede considerarse cercana al registro de una soprano assoluto, cuerda ya extinta, y que contaría con las características necesarias para abordar este rol, es sin duda Saioa Hernández. Su canto es seguro y homogéneo de principio a fin. Sorprenden esos sonidos oscuros, densos, con un punto siniestro que describe perfectamente al personaje. Y lo hace sin sacrificar ni timbre ni volumen, de la manera más natural. Sus agudos, que no son ni pocos ni fáciles, no tienen apuros, son brillantes y plenos. Con un recorrido cromático inacabable.
Nos presentó una Medea sobria, llena de frialdad y magnetismo. Demostrando que es más importante una mirada que un gesto. En los momentos en los que Medea debe reconquistar a Jasón, consigue humanizar a la semidiosa hasta hacerla creíble, y se transformó en amenaza cuando aparecieron sus hijos.
Saioa Hernández es Medea hasta la última nota, demostrando una capacidad vocal y física al alcance de muy pocas. No guarda nada, siempre generosa sobre el escenario. ¡Brava!
Para el personaje de Jasón se ha contado con el italiano Francesco Demuro. Una voz, para mi gusto, falta del fuste y la heroicidad que requiere el personaje. El rol de Jasón es demasiado dramático para un lírico ligero. Su timbre y su poético fraseo aportaron el romanticismo dentro del drama.
La princesa Dircé, con la que Jasón pretende casarse después de abandonar a Medea, está interpretada por la soprano valenciana Marina Monzó. De voz luminosa y mediterránea, Monzó dotó de inocencia y juventud a su personaje. Su voz va evolucionando sin perder un ápice de agilidad en sus radiantes agudos.
A Neris, confidente de Medea, le dio vida la valenciana Silvia Tro Santafé, una mezzosoprano a la que escuchamos por aquí menos de lo que nos gustaría. Sobre el escenario es la elegancia personificada, tanto en el canto, que realiza con un gusto exquisito, como en la interpretación, como demostró en su aria principal.
El británico Michael Mofidian interpretó a Caronte. Este bajo-barítono, más barítono que bajo, cumplió con su papel, aunque se habría agradecido una voz con algo más de consistencia y volumen.
El resto del reparto estuvo a buen nivel, sobre todo la mezzo Alexandra Urquiola, y la soprano argentina Mercedes Gancedo, con un hermoso timbre y buen manejo de la escena. David Lagares, como Corifeo, siempre es una garantía. Fantástica la actuación del coro, que consigue una sonoridad que sobrecoge y envuelve.
Nueva temporada, nueva producción y, por primera vez, Medea en el Teatro Real.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real / Teatro Real

Médée

Sus Majestades los Reyes presidirán la Inauguración de la Temporada 2023-2024 del Teatro Real, el próximo 19 de septiembre, con una nueva producción de Medea, de Luigi Cherubini, en coproducción con el Abu Dhabi Festival.

Se ofrecerán 11 funciones de la ópera, entre el 19 de septiembre y el 4 de octubre, precedidas de una Gala Joven para menores de 36 años, el próximo sábado, 16 de septiembre.

En el proyecto inicial de Medea, rechazado por la Ópera de París en los turbulentos años que sucedieron la Revolución francesa, Luigi Cherubini (1760-1842) y su libretista François-Benoît Hoffman (1760-1828) pretendían concebir una ópera enteramente cantada. Al carecer del apoyo financiero que se necesitaba para sufragar la producción, se optó, in extremis, por adaptarla a los dictámenes estructurales de la opéra comique, articulando extensas partes habladas con la maravillosa y vibrante música de Cherubini, alabada con entusiasmo por Beethoven, Brahms o Wagner.

La partitura se estrenó en 1797 en el Théâtre Feydeau, en París, y desde entonces se sucedieron diez versiones de la misma que, pese a alejarse del universo musical y estilístico de Cherubini, lograron que la ópera tuviera períodos de gran éxito, sobre todo en Alemania, en el siglo XIX. Ahí triunfó la versión de Franz Paul Lachner, que musicó una reducción de las partes habladas traducidas al alemán con una partitura postromántica de perfume wagneriano, adaptada al italiano a mediados del siglo XX y consagrada por el talento y desgarro de Maria Callas en sus icónicas interpretaciones de Medea.

Alan Curtis (1934-2015), director de orquesta, clavecinista y musicólogo de gran prestigio, que en el Teatro Real dirigió Tolomeo y Agrippina, de Händel, en 2009, concibe una versión de Medea inédita hasta hoy, íntegramente cantada, como deseaba Cherubini, componiendo la música para una reducción de las partes habladas originales, que transformó en recitativos acompañados, emulando el estilo del compositor.

Esta nueva versión musical será estrenada por Ivor Bolton, otro gran director musical, clavecinista y especialista en el repertorio clásico y barroco, que estará al frente de dos grandes repartos (en los que se alternarán tres Medeas) y del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.

La nueva producción de Medea, con dirección de escena y escenografía de Paco Azorín –que en el Real dirigió Prigioniero y Suor Angelica, en 2012, y Tosca, en 2021– propone una lectura descarnada y actual de la tragedia de Eurípides, que retrata el terror en el que viven los hijos de Medea y Jasón, víctimas silenciosas del odio, venganza y luchas de poder de sus padres.

En la producción se articulan el ‘no tiempo’ mitológico, con el arquetipo de Medea como semidiosa ultrajada, que clama a los dioses para vengar la ignominia y la traición de los humanos; y la actualidad, con la denuncia explícita de la violencia vicaria, en la que un marido miserable y sin escrúpulos y una mujer traicionada y vengativa erigen el terrible infierno donde padecen sus hijos -que ambos aman- hasta la muerte

La escenografía, una compleja estructura de 26 metros de altura (cerca de 6 pisos), evoca el inframundo mítico del Tártaro y está inspirada en el Infierno de Dante, con ocho círculos concéntricos al que descienden los personajes, incluyendo las Furias, interpretadas por virtuosos artistas de parkour (disciplina física en la que los atletas intentan superar todo tipo de obstáculos para moverse en distintos espacios, trepando, saltando, arrastrándose, etc.)

Tres grandes sopranos asumirán en el dificilísimo papel titular: Maria Agresta, Saioa Hernández y Maria Pia Piscitelli. Estarán secundadas por los tenores Enea Scala y Francesco Demuro (Jasón), las mezzosopranos Nancy Fabiola Herrera y Silvia Tro Santafé (Neris), los bajos Jongmin Park y Michael Mofidian (Creonte), y las sopranos Sara Blanch y Marina Monzó (Dirce), en los roles principales.

La nueva partitura de Medea que se escuchará en el Teatro Real, con edición de Heiko Cullmann y recitativos de Alan Curtis, será un nuevo acercamiento a la obra maestra de Luigi Cherubini. La tensión dramática que impregna su música, llena de contrastes dinámicos, efectos expresivos y fluctuaciones rítmicas ha dejado una fuerte impronta en el devenir de la ópera romántica. El florecimiento de Medea en los últimos años hará finalmente justicia a una partitura incomprensiblemente olvidada y maltratada.

El mito griego de Medea, según la tragedia de Eurípides, inspiró la ópera de Cherubini  que inaugura esta temporada y también la de Marc-Antoine Charpentier, que se presentará en junio.

El poema Orlando Furioso, de Ariosto, es otro de los mitos literarios que vertebra la nueva temporada, cuya programación operística cuenta con 21 títulos, 13 de los cuales nunca se han presentado en el Teatro Real.

Comienza, pues, una temporada ambiciosa, con una programación ecléctica, de amplio espectro estilístico, con 9 nuevas producciones, incluyendo 2 estrenos de óperas españolas y 5 estrenos de óperas que nunca se han presentado en España.

Las propuestas del Teatro Real en esta temporada cuentan, pues, con la complicidad de un público abierto, curioso y deseoso de ampliar su mirada sobre el mundo y sobre nosotros mismos. Los artistas, técnicos y cuerpos estables del Teatro Real se entregarán, unidos, a la fascinante tarea de llevarle la música, la danza y las artes escénicas confiando en su poder emocional y transformador.

Fotografía © Javier del Real | Teatro Real

Turandot20230
La primera referencia que tenemos de la leyenda de Turandot aparece en el libro Las siete bellezas, del poeta persa Nizami en el siglo XII. En 1710 François de la Croix lo incluye en su recopilatorio de cuentos Los mil y un días. Y en 1760 el poeta y dramaturgo veneciano Carlo Gozzi convierte la historia de Turandot en una obra de teatro.
No fue hasta el siglo XX, concretamente en 1904, cuando Ferruccio Busoni compone una pequeña partitura para acompañar la obra de teatro de Gozzi. Obra y música se estrenaron en Londres en 1913, representación a la que asistió el propio Puccini. Unos años más tarde, en 1917, Busoni, que había seguido trabajando en Turandot, la estrena como ya como ópera.
Pero Puccini, que tenía casi por costumbre utilizar temas que ya habían sido usados por otros compositores, algo que le había ocasionado algunos problemas, pensaba ya en su propia Turandot desde que la escuchó en Londres.
Puccini encargó el argumento de Turandot a dos libretistas, Renato Simone, periodista del Corriere della Sera que había sido corresponsal en China, y a Giuseppe Adami, que ya había trabajado con el maestro italiano.
Durante los cuatro años que duró la composición de esta ópera, Puccini decide junto a sus dos libretistas realizar una serie de modificaciones con respecto a la historia original. Los cinco actos iniciales, pasaron a ser tres. Los cuatro personajes que Gozzi había incorporado en su obra procedentes de la ‘comedia del arte’, y el teatro de máscaras, Tartaglia, Brighella, Pantalone y Truffaldino, fueron sustituidos por tres ministros, Ping, Pang y Pong, que resultan ser meros observadores de la acción sin participar directamente en ella. Son personajes ambiguos que van derivando a lo largo de la obra en grotescos.
En su obsesión por mostrar la compleja psicología de la princesa Turandot, muy diferente al resto de protagonistas de sus obras, Puccini incorpora al libreto un nuevo personaje. Se trata de Liú, esclava de Timur y secretamente enamorada de Calaf, una mujer llena de dulzura y bondad, más del gusto de las protagonistas tradicionales de sus obras. Liú es el contrapunto a la princesa Turandot, mujer increíblemente hermosa, pero terriblemente cruel, sobre todo con los hombres, a los que culpaba de manera enfermiza de la muerte de una antepasada suya a manos de un príncipe extranjero.
Puccini no pudo terminar de escribir su última ópera.
La partitura de Turandot llegaba hasta la muerte de Liú. Faltaba la primera escena del tercer acto y una escena final para concluir la ópera. Aunque tenía el libreto con el final, el compositor no acababa de estar satisfecho y no conseguía resolver el final. Dice Robert Wilson que “Puccini no terminó Turandot porque no sabía cómo hacerlo”.
Cuando en septiembre de 1924 el compositor retoma de nuevo su obra, se reúne con Arturo Toscanini, que era por entonces director musical del Teatro alla Scala de Milán, para decirle: ‘¡si algo me sucediera, no abandones mi Turandot!’.
Al poco tiempo, el cáncer de garganta que le habían diagnosticado y del que fue operado en Bruselas, derivó en un fallo cardíaco que le produjo la muerte sin haber podido terminar su obra.
Toscanini encargó entonces el final de la partitura al compositor Franco Alfano que, a partir de una serie de manuscritos y algunas indicaciones dejadas por Puccini antes de morir, consiguió acabar la obra. En principio su composición duraba unos 22 minutos, que quedaron reducidos a 15 tras la intervención de Toscanini, y que afectaban sobre todo al aria de Turandot ‘Del primo pianto‘.
El Turandot de Robert Wilson, un clásico.
Dedicada al tenor Pedro Lavirgen, recientemente fallecido, y que fue uno de los más importantes Calaf de su generación, esta producción de Robert Wilson puede considerarse ya como todo un clásico.
Wilson es un maestro de la iluminación y la creación de atmósferas, sobre todo con la utilización que hace de las sombras. Pero también son conocidas sus producciones por la quietud, a veces exagerada, de sus personajes en escena. El motivo, como él mismo dice, se debe al absoluto respeto por la música y los cantantes, y el intento de facilitar el canto. Sin que complejas coreografías les distraigan. Aunque muchos no estén de acuerdo con el absoluto estatismo de los personajes, es innegable el alto valor estético de sus composiciones escénicas.
Como corresponde a la última producción de la temporada, en la que tradicionalmente se programa un buen número de representaciones de una de las óperas más conocidas del repertorio, este Turandot tiene tres repartos protagonistas. Todos ellos muy interesantes. Canceló Nadine Sierra, que debutaba el personaje. No se entiende muy bien que cancelara por cansancio, pues esta producción parece estar hecha para que los cantantes descansen. Tendremos que esperar para verla en este rol, del que dicen es para sopranos más maduras, vocalmente hablando.
En esta representación la protagonista ha estado a cargo de Saioa Hernández. Había también muchas ganas de verla en su debut en este rol, sobre todo después de los múltiples éxitos que está teniendo allá por donde pasa. Su técnica y dicción son impecables y lo ha vuelto a demostrar. Su voz de soprano spinto recorrió desde los graves a las notas más agudas con soltura y una clase que ya es marca de la casa. Solo echamos de menos un poco más de expresividad en el canto. Algo en lo que seguro tuvo que ver la escenografía.
Martin Muehle fue más que correcto en su interpretación de un heroico Calaf, estuvo a la altura del personaje, incluso cuando abordó Nesum Dorma, aria que añade a su dificultad, el hecho de ser la más conocida y esperada por el público.
Miren Urbieta-Vega fue una de las más aplaudidas por el público. Su Liú estuvo sobrada de dulzura y delicadeza, pero sobre todo del talento interpretativo de la soprano donostiarra. Es este un personaje que conoce y que ya le escuchamos en este teatro hace unos años, pero que ha hecho evolucionar de manera magistral.
Fernando Radó es un bajo barítono muy conocido ya en Madrid y un valor seguro cada vez que sube al escenario. Así quedó demostrado una vez más con su sentida interpretación de Timur.
Los tres ministros estuvieron a cargo de Germán Olvera, Moisés Marín y Mikeldi Atxalandabaso. La actuación de los tres fue impecable, tanto en lo vocal como en la parte escénica. Al ser tres personajes fuera del contexto del libreto, Wilson les ha diferenciado del resto de personajes vistiéndoles de forma diferente y haciendo que fueran los únicos que, no solo tienen movimiento, sino que no dejan de hacer piruetas por todo el escenario. Lo que añade mérito a su interpretación.
Muy buena actuación del resto de comprimarios en esta producción, contribuyendo al buen nivel. Vicenç Esteve, Gerardo Bullón y David Romero.
La dirección musical ha recaído en Nicola Luisotti, gran especialista, como no podía ser de otra manera, del repertorio italiano. Sabe como nadie imprimir ese carácter alegre y casi excesivo en estas composiciones, a una orquesta a la que conoce bien. No en vano, está en su casa.
Esta ópera es también la despedida del maestro Andrés Máspero, el director que ha llevado la calidad del coro del Teatro Real a sus mejores niveles. Gracias, maestro, y hasta siempre.
Un fantástico cierre a una temporada intensa, que termina con la semana de la ópera y la ya tradicional proyección en la plaza, en pantalla gigante, de una de las representaciones de Turandot.
Turandot

Como en las siete ediciones precedentes, la programación de la  Semana de la Ópera del Teatro Real, del 10 al 16 de julio, se basa en las enormes posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías audiovisuales y las redes sociales para la difusión de la ópera de una manera interactiva, en la que el público puede disfrutar, participar, aprender y compartir experiencias que fomentan el diálogo, la reflexión y la crítica.

La ópera Turandot, en escena en el Teatro Real hasta el 22 de julio, será el eje de la programación de la Semana de la Ópera: el 14 de julio, viernes, a las 21.00 horas, podrá ser vista en una pantalla instalada en la Plaza de Isabel II (Plaza de Ópera) de Madrid y también en plazas, centros culturales, museos, auditorios y teatros de toda España. Más de cien ciudades y pueblos de distintas autonomías retransmitirán la ópera para sus vecinos.  Las inscripciones siguen abiertas hasta el lunes 10 de julio a través de este enlace. Televisión Española realizará la grabación de esta ópera y la emitirá en diferido.

En la presente edición de la Semana de la Ópera destaca  la retransmisión, en una pantalla instalada en la Plaza de Isabel II (Plaza de Ópera),  de cuatro espectáculos de formatos muy distintos –concierto lírico, flamenco, ópera y  ballet– en días sucesivos, del 12 al 15 de julio, que podrán ser seguidos gratuitamente. Se colocarán 1000 sillas para el público, que podrá ocuparlas por orden de llegada, hasta completar aforo.

12 de julio, miércoles, a las 21 horas

CONCIERTO DE JAVIER CAMARENA CON LA ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA

Retransmisión en directo desde el Teatro Real, con un desfase de una hora y media para que no haga tanto calor.

Javier Camarena, el cantante con más bises en la historia del Teatro Real, regresa al ciclo Voces del Real para ofrecer un programa de ópera, zarzuela y canciones populares de su México natal. Acompañado por la Orquesta de la Ciudad de Granada, que debuta en el coliseo madrileño bajo la dirección de Iván López-Reynoso, interpretará famosas arias de Donizetti, Verdi, Massenet, Chapí, Moreno Torroba, Sorozábal, Chabrier, Gardel y Velásquez.

Para completar la velada, el tenor interpretará algunos de los títulos universales de la música popular mexicana junto al Mariachi Sol de América. Canciones como Si nos dejan, La bikina, La malagueña o El rey cerrarán este recorrido musical en la voz de uno de los más grandes tenores de la actualidad.

13 de julio, jueves, a las 21 horas

ACTUACIÓN DEL BAILAOR EDUARDO GUERRERO EN ‘FLAMENCO REAL’

Retransmisión de Origen, última creación del bailaor Eduardo Guerrero, que tuvo lugar en el Salón de Baile del Teatro Real el pasado 29 de junio, en el marco del ciclo FLAMENCO REAL.  Guerrero actuó con el guitarrista Pino Losada y las cantaoras Pilar Sierra Villar, Ana Polanco y Eva Ruiz.

Origen es una experiencia artística que transmite los valores del flamenco con un trazo de vanguardia: original, transgresor, inspirado y directo, siempre en busca de la complicidad del espectador.

El espectáculo ha contado con la colaboración de Palomo Spain en el diseño del vestuario.

14 de julio, viernes, a las 21 horas

TURANDOT, DE GIACOMO PUCCINI

Retransmisión en directo desde el Teatro Real a pueblos y ciudades de toda España, con un desfase de una hora y media para que no haga tanto calor.

El personal lenguaje estético y escenográfico tan característico de Robert Wilson, responsable de la puesta en escena, decorado e iluminación de Turandot, concede a la ópera de Puccini un aura espectral muy ajustada al universo dramatúrgico y sonoro de la partitura, que evoca un mundo ancestral de reminiscencias orientales. Los personajes se convierten en arquetipos legendarios y hieráticos, y la sutil paleta lumínica de Wilson se recrea con los colores orquestales de Puccini.

La dirección musical es de Nicola Luisotti, que estrenó la producción junto a Robert Wilson en 2018. Se pondrá nuevamente al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real ─y también de los Pequeños cantores de la JORCAM─ para dar vida a la genial partitura de Puccini, que tendrá como protagonistas a Anna Pirozzi (Turandot), Michael Fabiano (Calaf), Ruth Iniesta (Liù) y Liang Li (Timur).

15 de julio, sábado, a las 21 horas

ESPECTÁCULO DEL NEW YORK CITY BALLET

Memorable actuación de la mítica compañía estadounidense New York City Ballet en el Teatro Real el pasado mes de marzo.

Dirigido en la actualidad por Jonathan Stafford, el New York City Ballet ha presentado tres coreografías llenas de simbolismo para la formación: Serenade y Square Dance, creadas por George Balanchine, y The Times Are Racing, obra de Justin Peck, coreógrafo residente de la compañía y uno de los grandes talentos de la actualidad.

Además de las retransmisiones,  a lo largo de toda la semana se ofrecerá el acceso gratuito, en MyOperaPlayer, a tres óperas retransmitidas en ediciones anteriores de la Semana de la Ópera: Lucia di Lammermoor, Tosca y Nabucco.

Asimismo, entre el 10 y el 16 de julio, la adquisición de suscripciones anuales y semestrales a MyOperaPlayer tendrá un 40% de descuento para todos los interesados en abonarse a la plataforma audiovisual del Teatro Real, en cuyo catálogo hay títulos procedentes de 50 teatros y auditorios de Europa, América y Asia, con novedades semanales y retransmisiones en directo de las producciones más importantes del Teatro Real.

Pondrá fin a la Semana de la Ópera del Teatro Real, como suele ser habitual, una jornada de puertas abiertas. El 16 de julio, entre las 10.00 y las 14.00 horas, los visitantes podrán acceder al Teatro de manera gratuita por la plaza de Oriente y recorrer la caja escénica, la sala principal, los palcos y los salones de la segunda planta. En estos espacios, guías del Teatro Real estarán disponibles para ofrecer información. Además, los asistentes podrán participar en sorteos de diversos premios a través de códigos QR disponibles en los distintos espacios del edificio.

Fotógrafo: © Javier del Real | Teatro Real

La Dolores

La Dolores
Drama lírico en tres actos
Tomás Bretón (1850-1923)
Libreto: Tomás Bretón, basado en el drama rural de José Feliú y Codina
Estrenado en el Teatro de la Zarzuela, el 16 de marzo de 1895
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela
D. musical: Guillermo García Calvo
D. escena: Amelia Ochandiano
Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda
Vestuario: Jesús Ruiz
Iluminación: Juan Gómez Cornejo (AAI)
Coreografía: Miguel Ángel Berna
Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro de la Zarzuela)
Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, Director: Antonio Fauró
Coro de Voces Blancas Sinan Kay, Dirección: Mónica Sánchez
Rondalla Lírica de Madrid «Manuel Gil»
Reparto: Saioa Hernández, Jorge de León, José Antonio López,
María Luisa Corbacho, Rubén Amoretti, Javier Tomé, Gerardo Bullón

Se ha esperado 85 años para volver a ver en el Teatro de la Zarzuela La Dolores, del maestro Tomás Bretón, del que se cumple el centenario de su fallecimiento. Es esta una forma extraordinaria de rendir homenaje a quien, desde su puesto de director del Real Conservatorio de Música de Madrid, trabajó en pro de la modernización de los estudios de música en España.

Se estrenó en este teatro el 16 de marzo de 1895, con gran éxito, nada menos que 63 representaciones. El libreto y la música son del propio Bretón, y está basado en un drama rural de José Feliú y Codina. Inicialmente se iba a estrenar en el Teatro Real, pero el empresario quería que Bretón escribiese el libreto en italiano, cosa a la que el compositor se negó. Finalmente Bretón se decidió por el Teatro de la Zarzuela.

Bretón ha sido siempre más conocido por sus zarzuelas que por alguna de sus óperas, como es el caso de La Dolores. De hecho, el que La verbena de la Paloma, que se había estrenado un año antes, tuviera mucho más éxito que La Dolores, entristeció al compositor.

La Dolores es el enésimo intento de desarrollar el género operístico en España, y está influenciada por el momento verista que recorría Europa y que tenía en Carmen, de Bizet, uno de sus máximos exponentes. En ambas obras, la protagonista atrae el interés de numerosos hombres y terminan de manera trágica.

Una de las diferencias de la ópera de Bretón con las que se escribían de similar factura, es la dificultad de encajar en la partitura a cinco personajes principales, en lugar del tradicional triángulo amoroso.

Se trata de una obra muy española. Basada en una historia tradicional que se contaba en Aragón y de su protagonista, La Dolores. Está llena de elementos folclóricos, como pasacalles, una soleá o la más popular jota aragonesa. El resto de la partitura es de gran complejidad. Con evocaciones wagnerias, típicas también de la época, y con una métrica y un ritmo que no resultan fáciles ni para los cantantes ni para la orquesta.

Por esta razón se requieren voces de importancia, para responder a la dificultad de la partitura. Es necesario tener un buen registro central y gran capacidad dramática.

El rol principal ha estado a cargo de Saioa Hernández, que ha defendido perfectamente la difícil tarea de interpretar a la protagonista. Posee un potente y bien apoyado registro central, desde el que afrontaba con solvencia las bajadas constantes a la zona grave y algunos ascensos exigentes. La Hernández los hace todo muy fácil y canta con la seguridad que le proporciona su imponente instrumento. Llenó toda la sala con sus armónicos y una voz esmaltada y voluminosa. Tal vez la dicción fuera su talón de Aquiles, ya que en la interpretación estuvo también a gran altura, con un personaje dramático e intenso, que llegó al público de manera convincente.

A la réplica estuvo Jorge de León. Le hemos visto mejor que otras veces, con un muy apreciable volumen que reforzaba ese esmalte tan característico y que tanto nos agrada. Su fraseo es extraordinario y también su gusto en la interpretación. Su Lázaro tuvo la nobleza e ingenuidad que el personaje requiere. Junto a Saioa Hernández interpretaron sus dos dúos del segundo y tercer acto entusiasmando al público.

Rubén Amoretti dio vida al fanfarrón Sargento Rojas, otro pretendiente de Dolores. Fue el único personaje cómico en una obra con tantos tintes dramáticos. No estamos acostumbrados a ver a Rubén Amoretti interpretando un personaje tan divertido y no lo hace mal. Notamos su voz un tanto apagada, no tan rotunda, pero esto no le impidió un fraseo con un marcado y simpático acento andaluz, sobre todo en la interpretación de la soleá.

José Antonio López presentó un Melchor acertadamente agresivo, casi violento. Reforzado por unos graves incisivos y potentes. Se desenvolvió bien por el escenario y daba auténtico miedo.

El rol de Patricio estuvo a cargo de Gerardo Bullón, que bordó el papel de adinerado pusilánime, elegante y efectivo. Muy buena interpretación con un toque muy ajustado de humor.

La Gaspara, de María Luisa Corbacho estuvo a la altura del reparto, su voz profunda dotó de carácter y presencia a la dueña del mesón.

Una partitura como esta, con tres actos de gran densidad y 11 escenas, que García Calvo ha comparado en estructura con cualquiera de la tetralogía wagneriana, no resulta fácil de interpretar. Se requiere una gran capacidad de concentración. Aquí es donde entra el trabajo del director, que ha sacado petróleo de la Orquesta Titular del Teatro, con algunos momentos muy inspirados.

La escenografía de Amelia Ochandiano y Ricardo Sánchez Cuerda es sencilla, pero llena de detalles que le dan personalidad y la actualizan. Comienza con tres acróbatas que aparecen en escena sobre los gigantes con su silenciosa danza y que aparecen de nuevo al inicio del tercer acto. Durante toda la obra, los cabezudos aportan el aire local junto a la jota, magníficamente interpretada por Juan Noval Moro.

Junto a la jota, los bailarines, dirigidos y encabezados por el coreógrafo Miguel Ángel Berna, fueron uno de los grandes triunfadores de la noche y los más aplaudidos tras su actuación por un público entusiasmado.

Todo envuelto en la iluminación de Juan Gómez Cornejo, creando una atmósfera romántica y a veces inquietante, que señala y realza cada cuadro de la escenografía. Acentuado por los estupendo y adecuados figurines de Jesús Ruiz.

Un acierto y un acontecimiento esta Dolores en el año de Tomás Bretón.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Elena del Real

La Dolores

Hay ocasiones que por sí solas son auténticos acontecimientos. Regalos absolutos. Este es el caso de la obra que estos días se presenta en el Teatro de la Zarzuela: ‘La Dolores’. Estrenada en este mismo escenario en 1895, no ha vuelto a subir al mismo desde el mes de junio de 1937 –representaciones aquellas en plena Guerra Civil– hace ahora más de 85 años. Y no solo eso, sino que también ha llovido, y mucho, desde que sonó y se vio por última vez en público, hace casi dos décadas, un montaje de la obra maestra de Tomás Bretón de quien se cumple este año el centenario de su fallecimiento. Por todo ello, por el equipo artístico y el singular reparto, y por el hecho de que con esta obra Bretón consigue al fin cumplir uno de sus grandes sueños, si no el que más, que no era otro que el de componer una ópera puramente española, es necesario, casi una obligación, acercarse al coliseo de la plazuela de Jovellanos para asistir a una de las 13 funciones que del 27 de enero al 12 de febrero resucitarán este genuino monumento de nuestro patrimonio.

El intenso dramatismo de su libreto y la genialidad de la partitura redondean una ecuación casi perfecta en la que Guillermo García Calvo –director musical de la casa- se ocupa de la dirección musical, y Amelia Ochandiano de la escénica.

Como es habitual, el foso lo ocupará la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro), y el montaje cuenta, asimismo, con otros grandes nombres en su equipo artístico. La escenografía es de Ricardo Sánchez Cuerda, el vestuario de Jesús Ruiz, la iluminación de Juan Gómez Cornejo y Miguel Ángel Berna, icono contemporáneo del baile de la jota, tan importante en esta obra, es el responsable de la coreografía que a lo largo de la obra va dibujando la esencia misma de los sentidos, que son muchos y poderosos.

Serán, además, dos repartos los que cantarán la obra de Bretón, tan genial como complicada. No es muy corriente que el público encuentre unos repartos de primer orden y equilibrio absoluto como los que presenta el Teatro de la Zarzuela en esta Dolores, y que están integrados por las sopranos Saioa HernándezCarmen Solís, los tenores Jorge de León y Javier Palacios, los barítonos José Antonio López y Ángel Ódena, la mezzosoprano María Luisa Corbacho, la soprano Milagros Martín, el bajo Rubén Amoretti, el bajo-barítono Ihor Voievodin, los tenores Javier Tomé y Santiago Vidal, el barítono Gerardo Bullón o el tenor  Juan Noval Moro.

Los acompañará en el escenario el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela y el Coro de Voces Blancas Sinan Kay, así como 17 bailarines-actores y tres acróbatas.

La función del domingo 5 de febrero será grabada por Radio Clásica de RNE y emitida en fechas próximas.

El gran ejemplo de la lírica española

‘La Dolores’ es, sin duda, el gran ejemplo de la lírica española. Estrenada en el Teatro de la Zarzuela hace más de 125 años, el camino del éxito de una ópera española como esta fue lento, pero seguro. Primero conquistó al público y la crítica de la Zarzuela en Madrid y luego triunfó en el Tívoli, en Barcelona, ciudad donde quedó como obra de repertorio en diferentes escenarios. Eso sí, hay que tener presente que solo un año antes el compositor se había hecho famoso en todo el país como compositor de zarzuela con un sainete lírico: ‘La verbena de la Paloma’.

Sin embargo, en esta ocasión Tomás Bretón llevó al público a contemplar y a vivir una historia de tema rural que ya había conquistado la escena española de la época: ‘La Dolores’ de Feliú y Codina; obra realista con unas muy fuertes dosis de dramatismo, que proporcionó a Bretón –quien se encargó de dar también forma al libreto– la oportunidad de pisar firme, cantando en castellano, los escenarios de los templos líricos del país hasta entonces reductos de los modelos europeos.

Guillermo García Calvo señala que ‘La Dolores’ “es posiblemente la ópera romántica española más importante, sin duda alguna a la altura de las mejores óperas europeas de finales del siglo XIX”.

Además de la famosísima Jota, Bretón compone un impresionante mural de personajes y emociones, con nada menos que cinco cantantes masculinos, algo inaudito en el repertorio, que luchan por el amor de la soprano protagonista. Es en la música donde Bretón nos lleva de la mano por esta historia.

Amelia Ochandiano, destaca por su parte la grandeza, la luz y la pasión que encierra ‘La Dolores’: «Es una grandísima ópera española. Una partitura brillante y apasionada con un libreto lleno de matices y juegos dramáticos». Eso dice la directora de escena, que también recalca que la historia de esta muchacha, de La Dolores, se muestra como un aparente juego frívolo, festivo e intrascendente «que hemos querido resaltar en nuestra propuesta escénica, pero con un fondo siniestro y cruel que es casi imposible que no acabe en tragedia si no fuera porque Dolores no va a ser presa fácil, y sobre todo porque contra los deseos de amar, ser amado y entregarse al otro en cuerpo y alma, es casi imposible luchar».

Circe Teatro de la Zarzuela

No tenían una fácil tarea el maestro Juan Udaeta ni la SGAE cuando se les encargó este trabajo sobre la partitura de Circe, una de las obras menos conocidas de Ruperto Chapí, que fue escrita para la inauguración del Teatro Lírico de Madrid el 7 de mayo de 1902. Nada que ver esta obra de Chapí, que sirve para estrenar temporada, con El Rey que rabió, con la que se concluyó la pasada temporada, también en el Teatro de la Zarzuela.

Circe es una obra muy peculiar. Como muy bien la define el maestro Casares, “es la ópera más perturbadora de toda nuestra historia”. Y para escucharla hay que prepararse como si de una obra de Wagner se tratara. Si te abandonas a su música, hay momentos en los que parece ciertamente Wagner, claro está, salvando las distancias. Circe es un compendio de sonoridades de inspiración compleja que resultan familiares, no solo por la inspiración wagneriana, evoca también a Camille Saint-Saëns.

Es una partitura técnicamente muy por encima de la escritura vocal, que es muy plana y monótona. Solamente en el segundo acto, donde la melodía hace acto de presencia, y en el dramático final, los intérpretes tienen algún momento de mayor lucimiento.

Para esta representación en versión de concierto, el Teatro de la Zarzuela ha echado mano de valores seguros en el aspecto vocal. Saioa Hernández, como Circe, hizo frente a esta partitura, más declamada que cantada, con esa amplia y caudalosa voz que atesora. A pesar de no dejar de cantar en las casi dos horas que dura la obra, reservó lo mejor para el final, la muerte de Circe, que fue un despliegue de dramatismo e intensidad.

El Ulises de Alejandro Roy no desmereció en intensidad a Circe. El tenor asturiano, con un más que notable volumen de voz, hizo frente a los endemoniados agudos de su partitura con gran solvencia. Muy buena intervención del siempre valor seguro Rubén Amoretti, en el papel de Arsidas.

García Calvo extrae de la Orquesta un sonido de una calidad y pulcritud extraordinaria. La Orquesta titular del Teatro parece otra en las manos del maestro madrileño. Permitió lucirse a los cantantes sin interferir en ningún momento con el sonido orquestal. Acompañó perfectamente las voces sin rivalizar con ellas. Siempre preciso en la dirección, a pesar de las dificultades de comunicación por el uso de la mascarilla.

No es esta la obra más señera de Chapí, aunque el objetivo de su composición fuera muy ambicioso.  Al escucharla puede entenderse que estuviera tanto tiempo sin programarse, pero es una suerte haber tenido la oportunidad de escucharla. Gracias, entre otros, a la labor del Teatro de la Zarzuela y a su empeño por recuperar obras de la lírica española.

Fotografía: Elena del Real

Saioa Hernández y Francesco Pio Galasso

El ciclo de Conciertos del Teatro de la Zarzuela vivirá este próximo domingo, 28 de marzo (18h00) uno de sus momentos álgidos con el esperado recital de la soprano Saioa Hernández y el tenor Francesco Pio Galasso. Con un programa repleto de sorpresas y de romanzas que auguran momentos de especial arrebato y también profundamente conmovedores –de esos que convierten una velada musical en un acontecimiento sublime– los dos intérpretes ensalzarán la grandeza única de nuestro patrimonio lírico acompañados al piano por Vincenzo Scalera, uno de los más aclamados pianistas repertoristas que a su vez fue maestro de ambos.

 

Con obras de Barbieri, Serrano, Soutullo y Vert, Vives, Moreno Torroba, Chapí, Sorozábal, Penella, Bretón, Marqués o Calleja y Barrera, el recital repasará algunas sorprendentes rarezas junto a composiciones de zarzuela ineludibles, y quedará registrado por Radio Clásica de RTVE que lo emitirá en próximas fechas.

 

Alumna nada menos que de Renata Scotto y Montserrat Caballé, quien la bautizó como “la diva del siglo XXI”,  y con una carrera infalible, Saioa Hernández se ha distinguido en el circuito internacional como una nueva y deseada estrella –encarnando a las primeras figuras de la ópera en los teatros más relevantes del mundo y más aún desde su debut, hace varias temporadas, en la apertura de curso del Teatro alla Scala de Milán, uno de los acontecimientos más grandes e históricos, si no el que más, de la lírica mundial. Fue con una ‘Attila’ dirigida por Riccardo Chailly y Davide Livermore.

 

Por su parte, Francesco Pio Galasso, también alumno de Caballé, tiene un repertorio amplio, admirablemente heterogéneo y exigente que va de Bellini, Bizet, Cilea, Giordano, Gounod o Mozart, a Puccini, Spontini, VerdiZandonai, y que pasa, cómo no, por la música española, en especial la zarzuela, que es desde siempre una de las grandes debilidades del cantante.

 

Saioa Hernández debutó en el escenario del Teatro de la Zarzuela con ‘El Gato Montés’ en 2012, y posteriormente interpretó ‘Curro Vargas’ en 2014. Por su parte, a Francesco Pio Galasso hemos podido disfrutarlo en esa intensa ‘La vida breve’ que junto con ‘La Tempranica’ formaba parte del espectáculo ‘Granada’ que abrió la temporada del coliseo.

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