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Norma
Vincenzo Bellini (1801-1835)
Tragedia lírica en dos actos
Libreto deFelice Romani, basado en la obra Norma, ou l´infanticide (1831) de Alexandre Soumet
Nueva producción del Teatro Real
D. musical: Marco Armiliato
D. escena: Justin Way
Escenógrafo: Charles Edwards
Figurinista: Susan Willmington
Iluminador: Nicolas Fischtel
Coreografía: Jo Meredith
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Hibla Gerzmava, Annalisa Stroppa, John Osborn, Fernando Radó, Berna Perles, Juan Antonio SanabriaLlega al Teatro Real Norma, de Bellini, en una nueva producción propia. Lo hace coincidiendo con Siegfried, de Wagner, al que no le gustaba precisamente la ópera italiana y que, sin embargo, mostraba una gran admiración por el maestro italiano. Concretamente era Norma una de las obras por las que el maestro alemán mostraba mayor interés. Norma trascendía el bel canto, contaba con algunos elementos nuevos y plenos de romanticismo y capacidad expresiva. El declamato-cantato belliniano que en Norma alcanzaba su máxima expresión, donde las arias no son menos importantes que los diálogos y la manera, casi en forma de duelo, en los que se enfrentaban los distintos personajes mediante duetos y tercetos, dejando así de lado la tradicional sucesión de arias virtuosas que definían hasta ese momento la tradición de ópera italiana.Los personajes de esta obra, sobre todo su protagonista Norma, tienen múltiples caras. Algunas incluso contradictorias, lo que les otorga ese halo enigmático que llena el argumento de intrigas y situaciones románticas, con las que Bellini y su libretista Felice Romani pretendían hacer llorar de emoción a su público.En esta producción del Teatro Real, la escenografía de Justin Way repite el ya clásico teatro dentro del teatro, situado en la Italia anterior a la reunificación. Pero la escenografía, que está llena de originalidad y numerosos guiños a los decorados de 1831, cuando se estrenó en la Escala de Milán, se presta a cierta confusión entre las dos escenas que se combinan y que no quedan muy bien diferenciadas.Marco Armiliato ha sido el encargado de sustituir a Maurizio Benini. El cambio puede que haya ganado en sonoridad y volumen, pero quizá haya perdido matices y delicadeza. Norma es una de esas óperas por excelencia, que definen por si solas lo que es este género.

La partitura es de gran riqueza y, al mismo tiempo, sencilla. Su orquestación es de una gran delicadeza. No pretende acompañar al cantante, sino servirles de delicado colchón. Esta es sin duda una de sus mayores dificultades a la hora de abordarla, tanto para la orquesta como para los cantantes.

En esta ocasión el Teatro Real presenta dos repartos de gran altura. En este ensayo general asistimos a un segundo de extraordinario nivel que promete unas funciones de gran calidad interpretativa. Es la primera Norma a la que se enfrenta la rusa Hibla Gerzmava y la aborda con valentía. Posee un buen volumen de voz y gran dramatismo. Además de esa ligereza que exige el personaje, brilló en el duetto con Adalgisa, en el que empastaron a la perfección.

La Adalgisa de Annalisa Stroppa es sin duda la voz más claramente belcantista del reparto. Su línea de canto está muy bien definida, frasea con delicadeza y con intención belliniana. Dibuja una Adalgisa llena de sensibilidad y expresividad. Elegante siempre sobre el escenario, destacó en el duetto con Norma y el terceto del segundo acto, logrando algunos momentos de brillante lirismo. No en vano es una experimentada Adalgisa.

Otra de las voces más acertadamente belcantistas es la del Polione del estadounidense John Osborn. Sus características vocales son muy adecuadas para el personaje y para este estilo de declamato belliniano.

El resto des reparto está a gran altura. A destacar Fernando Radó, como Orobeso. Bien la Clotilde de Berna Perles y el Flavio de Juan Antonio Sanabria.
El Teatro Real acierta con esta obra del repertorio clásico que es un respiro para el aficionado tras haber asistido al interminable y descontextualizado Siegfried.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real
Vídeos: Teatro Real

El Teatro Real presentará, entre el 30 de noviembre y 20 de diciembre, 14 funciones de Il pirata, de Bellini, en una nueva coproducción del Teatro Real y el Teatro alla Scala de Milán.

Fue precisamente en este templo de la lírica milanés donde tuvo lugar el estreno de la partitura en 1827. Vincenzo Bellini (1801-1835), entonces con 26 años, tenía ya dos óperas en su haber, estrenadas ambas en Nápoles, pero el éxito de Il pirata le abrió las puertas a una prolija y genial carrera como compositor operístico, segada por su prematura muerte en París, con apenas 34 años.

Con Il pirata, Bellini inicia una fecunda comunión artística con Felice Romani (1788-1865), poeta y dramaturgo de gran notoriedad que firmaría el libreto de siete de sus diez óperas, incluyendo la célebre Norma.

Romani parte del drama gótico Bertram, or The Castle of Saint Aldobrand  del escritor irlandés Charles Maturin (1782-1824) y crea un libreto de oscura, tempestuosa y fatalista savia romántica, con un trío amoroso en el que suspiran por el amor de Imogene su antiguo amante Gualtiero ─un noble arruinado, impetuoso y apasionado transformado en pirata─; y su esposo y padre de su hijo, al que desposó para salvar la vida de su progenitor, y al que debe obediencia y fidelidad.

El trágico final, con el asesinato del marido, la expiación del amante y la catártica locura de la desventurada heroína, dejan antever el germen del gran melodrama romántico, que también esboza Bellini en su música, de profundo aliento melódico, fuertes contrastes expresivos y un afán por engarzar y articular los recitativos, arias, caballetas, dúos y coros, en pro de la fluidez dramatúrgica de la trama.

Esta misma preocupación traspasa toda la música, que intenta sublimar sentimientos y pasiones hiperbólicos a través de una escritura vocal endiablada, sobre todo para los dos protagonistas: Gualtiero, que posee ya las contradicciones de un héroe byroniano, debe aunar vocalmente un canto elegíaco, la valentía áulica y el virtuosismo intrépido; e Imogene, abnegada esposa y madre, debe sofocar su amor corrosivo hasta la explosión de la locura y la ensoñación, alternando largas y excelsas melodías con saltos interválicos que expresan permanentemente su lucha interior y contrastes anímicos.

Quizás la extrema dificultad de ambos papeles haya contribuido al letargo de esta ópera durante casi un siglo, hasta que en 1958 Maria Callas interpretara a Imogene en La Scala, al lado de Franco Corelli y Ettore Bastianini, que no estaban, sin embargo, a su altura. Algunos años después Montesarrat Caballé ha cogido el testigo, concediendo a la trágica y desquiciada heroína de Callas un canto cristalino y casi sobrenatural, poético y estilizado, con sus inconfundibles y larguísimos fiati.

En la esta nueva coproducción de Il pirata, Emilio Sagi rehúye cualquier aproximación realista al libreto, creando un marco pictórico y simbólico adaptado a la dramaturgia de cada escena, para que fluya musicalmente el devenir trágico de los personajes, desprovistos de todos los artificios.

La ópera se ofrecerá por primera vez en el Teatro Real con tres distintos tríos protagonistas: los tenores Javier Camarena, Celso Albelo y Dmitry Korchak en el rol titular de Gualtiero; las sopranos Sonya Yoncheva, Yolanda Auyanet y Maria Pia Piscitelli como Imogene; y los barítonos George Petean, Simone Piazzola y Vladimir Stoyanov como Ernesto. Estarán secundados por el tenor Marin Yonchev (Itulbo), el bajo Felipe Bou (Goffredo) y la soprano María Miró (Adele).

Maurizio Benini, gran experto en el repertorio lírico italiano, que en el Real ha dirigido Tosca (2004), L’elisir d’amore (2006) e Il trovatore (2019), volverá a colocarse al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real debutando una partitura que poco a poco recupera el lugar que le corresponde, más allá del virtuosismo y belleza de sus melodías.

Fotografía: Javier del Real

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