Pepita Jiménez

Comenzar una nueva temporada siempre es una alegría y una responsabilidad para cualquier teatro. Es el inicio de camino de una aventura que a lo largo de los meses irá creciendo alumbrada de inesperados y mágicos matices, y que al cabo será una suma de emociones irrepetibles y a buen seguro difíciles de olvidar.

Y para que esto ocurra, para que el itinerario sea el esperado, es crucial el primer paso tras esta nueva puerta que con tanta ilusión, ganas y optimismo se abre. Por todo esto y más, el Teatro de la Zarzuela comienza el curso artístico con una nueva producción de ‘Pepita Jiménez’ de Isaac Albéniz en versión de Pablo Sorozábal, que tantos valores abarca. Bajo la experta batuta operística de Guillermo García Calvo y la siempre apasionada e inteligente dirección de escena de Giancarlo del Monaco, el público regresará al coliseo de la plazuela de Teresa Berganza para disfrutar de unas funciones que pueden considerarse históricas, ya que supone el estreno escénico de la versión definitiva que realizó Pablo Sorozábal. Están programadas 14 funciones del 1 al 19 de octubre.

La historia original de ‘Pepita Jiménez’ viene de la novela homónima que Juan Valera escribiera en 1874 –muy popular en aquellos días de su publicación–, que fue convertida en ópera –en inglés– por Isaac Albéniz e interpretada en distintas versiones musicales, en italiano en el Liceu (en 1896 y 1926), en alemán en Praga (1897), en francés en Bruselas (1897) y París (1923) y, finalmente, en español –en la versión libre de Pablo Sorozábal– en el Teatro de la Zarzuela (1964). Y Sorozábal todavía modificaría esa última versión para la histórica grabación de 1967 con Teresa Berganza como protagonista.

Por tanto, y sin duda, el interés es máximo, y más si se tiene en cuenta que tanto el equipo artístico como los repartos están integrados por artistas de primer orden internacional.

Joya del nacionalismo musical español

La nueva producción de ‘Pepita Jiménez’ cuenta, como se ha dicho, con la dirección musical de Guillermo García Calvo, gran conocedor de la obra: «La música de ‘Pepita Jiménez’, compuesta por Isaac Albéniz, es una joya del nacionalismo musical español que trasciende las etiquetas». Y aunque es cierto que a menudo se enmarca dentro del estilo verista por su argumento pasional y directo, el Maestro madrileño explica que su esencia es profundamente española: «Albéniz viste la novela de Juan Valera con una partitura rica en melodías cálidas y ardientes, donde la orquesta no solo acompaña, sino que pinta el ambiente andaluz y el drama interior de los personajes». Asimismo, García Calvo recalca que «el compositor utiliza ritmos y giros melódicos propios del folclore español, pero con una sofisticación y un lenguaje armónico que revelan la influencia de su etapa europea, creando una obra de gran lirismo y colorido orquestal». El director considera que no es solo una ópera; va más allá: «es un diálogo musical entre la tradición española y la ópera europea de finales del siglo XIX, donde la pasión, la religiosidad y el conflicto humano se entrelazan con una belleza cautivadora». En definitiva, estamos ante «una obra esencial para comprender la evolución de la ópera en España».

García Calvo compartirá el foso con la Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro de la Zarzuela.

Y haciendo ilustre equipo con él, está el maestro de registas Giancarlo del Monaco. Creador único que en sus propuestas escénicas siempre busca lo que se esconde bajo la piel. Con esta premisa como base, afirma que en ‘Pepita Jiménez’ básicamente vemos cómo sus personajes «encarnan la tensión dramática entre el deber moral y la fuerza irresistible del deseo»: un joven seminarista atrapado entre la vocación sagrada y la pasión terrenal por una mujer también joven.

Después de reflexionar largamente sobre cómo abordar la escena con la dirección del Teatro, y sobre todo con Daniel Bianco o Jesús Ruiz, su equipo de trabajo habitual y predilecto, con quienes he creado desde las entrañas, y a través de la herramienta mágica de la sicología, numerosas producciones como ‘Tosca’, ‘Madama Butterfly’ o ‘Elektra’, hoy todas modelo y memoria indispensable de su quehacer artístico, después de este largo proceso de introspección compartida, surgió una idea. Considerando cada valioso aspecto en torno a la obra: la partitura, el viejo film, el originario final feliz de Albéniz, el final dramático propuesto por Sorozábal…, sumando toda esta más que apreciable información general, advirtió que la manera de sacar adelante óptimamente ‘Pepita Jiménez’ era presentarla apuntalada con todos los ingredientes que de forma visible o subterránea la convierten en una crónica de los bajos fondos –tan complejos– del ser humano; “de su, a veces, tan oscura idiosincrasia, su singularidad, su carácter más soterrado que sale a la superficie con alma homicida, fratricida en el momento más inesperado. Con sus dosis de pasión, de amor, de necesidad o cinismo, de locura, que la hacen ciertamente humana”, concluye del Monaco.

El reparto cuenta con tres “Pepitas” de altos vuelos, que cobrarán vida gracias a las sopranos Ángeles Blancas, Carmen Romeu y Maite Alberola; el joven seminarista objeto del conflicto será interpretado por los tenores Leonardo Caimi y Antoni Lliteres; a Antoñona, nodriza de Pepita, la encarnarán las mezzosopranos Ana Ibarra y Cristina Faus; el papel de Pedro Vargas, padre de Luis, será interpretado por el barítono Rodrigo Esteves; el bajo Rubén Amoretti hará las veces del vicario confidente de Pepita, y el barítono Pablo López del conde de Genazahar, pretendiente de la joven. El tenor Josep Fadó y el barítono Iago García Rojas (ambos oficiales al servicio del conde), completan el singular elenco.

Además de los citados Bianco, que firma una escenografía repleta de sorpresas, poesía y suspense, y Ruiz, que hace lo propio con el vestuario, la producción cuenta también con ese maestro de la iluminación que es Albert Faura, perfecto para erigir esos contextos de hipnosis e incertidumbre que requiere el montaje de Del Monaco, para quien lo más interesante de la obra es lo peculiar de la historia, la belleza de la música, y “cómo una mujer moderna para su tiempo, libre en su deseo pero también consciente de las normas sociales, mezcla la sensualidad con la bondad y lo humano con lo moral”.

En las funciones participa asimismo el elogiado Coro Titular del Teatro de la Zarzuela dirigido por Antonio Fauró, además de un cuerpo de diez bailarines-figurantes.

Una historia de novela

El 5 de enero de 1896 se estrenaba ‘Pepita Jiménez’ en italiano en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, pero no es hasta el 6 de junio de 1964 cuando se interpretó por primera vez en castellano en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. En esta historia, el joven Luis, destinado al sacerdocio, se enamora de la joven viuda Pepita, aunque mantiene una lucha interna al no querer aceptar el amor apasionado de la viuda. Basada en la novela homónima de Juan Valera, en ella el autor hace un delicado retrato de los conflictos entre deseo y deber, escrito con elegancia y hondura psicológica.

Aunque la labor de Albéniz en el teatro lírico fue muy reducida, de ella hemos podido escuchar en el Real el estreno de un título como ‘Merlin’ (1998, 2003) y en el Teatro de la Zarzuela el estreno de ‘Pepita Jiménez’ (1964, 1996), así como las recuperaciones de ‘San Antonio de la Florida’ (2003) y ‘The Magic Opal’ (2022).

Esta nueva propuesta de ‘Pepitas Jiménez’ nos invita a redescubrir la obra de Albéniz en este apropiado arranque de la nueva temporada del Teatro de la Zarzuela. ¡Y ya son 169 ininterrumpidas!

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Brío Clásica: En enero interpreta en La Monnaie de Bruselas, La Madre, de Il Prigionero, y Die Frau, en Das Gehege. Ambos personajes de gran dificultad, tanto en lo vocal como en la interpretación y también con importante carga psicológica. ¿Cómo aborda este reto?

A. B.:Ángeles Blancas: La verdad es que ¡con gran sentido del humor! Y con mucho trabajo, es un reto… Además de con plena confianza y con mucho amor por tener la oportunidad de afrontar nuevos retos.

B. C.: También este año participa en Jenůfa de Janáček. Después de ver su agenda inmediata, la conclusión es que le gusta el riesgo.

A. B.: El debut en Jenůfa con el personaje de Kostelnićka fue en el 2015 en el Teatro Comunale de Bolonia (Italia). No lo considero realmente como un riesgo porque el personaje está dentro de mis posibilidades vocales y dramatúrgicas. Al contrario, creo que es una gran suerte poder hacer este tipo de óperas, tan llenas de fuerza dramática y belleza musical. Es un repertorio que me apasiona.

B.C.: Posee una capacidad dramática extraordinaria y lo demuestra con estos papeles tan característicos de óperas contemporáneas. ¿Hecha de menos roles en obras de repertorio más clásico o emocionalmente más sencillos?

A. B.: Sí, aunque nunca nada es realmente sencillo cuando estás arriba de un escenario y ante una partitura de cualquier compositor. Pues sí, me gusta cantar de vez en cuando óperas más tradicionales. Hacen que el trabajo no se vuelva monótono, aunque en esta profesión la monotonía no existe.

DE MUNT / LA MONNAIE
DAS GEHEGE Premiere: 16.01.2018
Muzikale leiding/Direction musicale: Franck Ollu
Regie/Mis en scène: Andrea Breth
Décors /Deecors : Martin Zehezgruber
Costumes / Kostuums: Nina von Mechow
Èclairages_Belichting: Alexander Koppelmann
Photo shows: Angeles Blancas Gulin, Georg Nigl

 


B. C.: ¿Cómo consigue mimetizarse de ese modo con sus personajes cuando los interpreta?

A. B.: ¡Amándolos! Trabajando hasta llegar a conocerlos en profundidad y hasta en el más mínimo detalle, no solo en el aspecto musical, también en lo psicológico o en lo histórico si se da el caso, siempre dialogando con ellos y sin oponer resistencia. Disfruto mucho en ese proceso de mimetización.

B. C.: No siempre extraordinarios cantantes fueron suficientemente valorados en España, como puede ser el caso de sus padres. ¿Por qué cree que a veces nos resistimos a reconocer lo mejor de lo nuestro?

A. B.: ¿No cree que esta tendencia se da en todas las profesiones en nuestro país, no solo en el aspecto artístico? Yo adoro nuestra tierra, pero sé que con sus hijos a veces es cruel.

B. C.: Las características de su voz no tienen mucho que ver con las que tenía su madre, sin embargo, parece que su evolución se va aproximando hacia un repertorio similar, ¿es así?

A. B.: Es posible… Aun así, mi voz seguirá siendo distinta de la de mi madre. Nunca pensé que pudiera llegar a cantar el repertorio que estoy haciendo ahora, eso es verdad. El tiempo y el buen trabajo vocal a lo largo de todos estos años me han permitido llegar hasta aquí. Yo lo veo como un regalo.

«… en esta profesión la monotonía no existe»

 

B. C.: Usted ha conocido el mundo operístico en distintas épocas, una a través de sus padres y la que usted vive en la actualidad. ¿Ha cambiado mucho? ¿Qué diferencias encuentra?

A. B.: La rapidez mediática de hoy en día a la que todos estamos sometidos marca la gran diferencia. Antes el ritmo de trabajo de un profesional de la ópera era distinto, más lento, menos exigente en algunos aspectos como el dramatúrgico, pero quizás más potente a nivel vocal y musical. Los cantantes de hoy “se consumen” mucho antes, las carreras parece que se acortaran. La vida de hoy parece exigirnos premura en todo, y a eso se suma nuestra vida virtual, en internet y en las redes sociales, aspecto que también influye en carreras como las nuestras, siempre expuestas al público.

B. C.: ¿Qué es para usted el triunfo?, ¿cómo mide el éxito en su profesión?

A. B.: ¿El triunfo? Para mí es una ensoñación. El éxito para un cantante, según mi punto de vista, es poder tener buenas producciones en la agenda, proyectos interesantes con buenos directores de escena y musicales. Y, por supuesto, tener tiempo para la familia, para vivir… En eso radica el éxito para mí, en este tipo de detalles.

B. C.: ¿Qué música le gusta escuchar?

A. B.: Ópera, ¡nunca! 😁 Pero escucho de todo, ¡hasta música electrónica! En realidad me gusta todo tipo de música, la ópera también, por supuesto, pero prefiero dejarla un poco apartada cuando no estoy estudiando, porque la relaciono con el trabajo.

B. C.: ¿Cómo se siente más cómoda, en una producción operística o en la intimidad de un recital de Lied?

A. B.: En ambos. Son dos mundos muy diferentes, y también complementarios. La introspección de la música de cámara ayuda a la concentración y a la focalización del repertorio operístico y la expansión vocal de éste al desarrollo expresivo de la primera. En mi caso los necesito a los dos.

B. C.: ¿Cómo se lleva con los directores de escena? ¿Ha tenido que pasar algún apuro o dificultad a cuenta de una escenografía?

A. B.: No suelo tener problemas, me gusta probar cosas nuevas y creo que, incluso se aprende de las experiencias no tan gratificantes. De todos se puede aprender algo, como de la vida misma.

B. C.: Le echamos mucho de menos en Madrid ¿Cuándo vamos a volver a escucharle?

A. B.: ¡Pronto! 😁 Y Seguro que con algo complicado…

 

 

Artista poliédrica y de sólida personalidad, la soprano española Ángeles Blancas se siente estimulada ante los retos difíciles. Prueba de ello es haber afrontado en los últimos años algunas de las obras maestras más complejas del siglo XX. El repertorio centroeuropeo ha marcado su carrera en las pasadas temporadas, algo bastante inusual para un intérprete latino, siendo cada vez más solicitada internacionalmente para obras de autores como Janáček (su Kostelnička en Jenůfa dejó recientemente sin aliento al público del Teatro Massimo de Palermo) sin olvidar otras de Richard Strauss o incluso de Richard Wagner, autores que ensanchan su repertorio de cabecera. Ahora es el turno de dos pesos pesados de la música contemporánea que asumirá en un doble programa en La Monnaie de Bruselas. Il Prigioniero, del italiano Luigi Dallapiccola, y Das Dehege, del alemán Wolfgang Rihm, óperas de extrema dificultad y programadas en la misma sesión, tendrán como protagonista absoluta a Ángeles Blancas los días 16, 18, 19, 21, 23, 25 y 27 de enero de 2018. “Me he encerrado –literalmente– durante semanas para asimilar técnica y orgánicamente ambas obras, de muchísima dificultad, tanto en la parte rítmico-musical como vocal”, afirma la intérprete. En la obra de Dallapiccola, uno de los primeros compositores italianos en abrazar la dodecafonía, la soprano española se meterá en el papel de La Madre; se trata de una ópera de un solo acto de gran intensidad dramática, cuya acción se desarrolla en una prisión en Zaragoza durante la época de la Inquisición. Estrenada en Italia en 1949, en España no vio la luz hasta el año 2010; Blancas lo debutó en 2014 de la mano de Antonio Pappano.

En la segunda parte de la velada se representará Das Gehege, de Rhim (1952), un compositor clave en la escena musical europea. “He descubierto con esta obra que mis límites estaban más lejos de lo que creía”, afirma la cantante; “mi personaje, Anita, es de una complejidad arrolladora y metérmelo en la piel ha sido todo una prueba de fuego; es muy exigente en todo sentido –musical y escénico¬– ya que el peso dramático recae sobre él –no hay otros roles que te permitan dar un respiro– y por eso mismo me apasiona y conmueve”, sentencia.

En La Monnaie Ángeles Blancas estará dirigida musicalmente en ambas óperas por Franck Ollu, en una puesta en escena que lleva la firma de Andrea Breth, quien para Blancas es “una directora que trabaja de un modo minucioso, muy construido y elaborado, dando sentido a cada detalle; su visión de Das Gehege es interesantísima: la psicología del personaje es de grandes contrastes y Breth saca punta tanto a su lado dramático como al cómico. En esta historia, Anita libera un águila de su jaula antes de matarla, para lo que Breth se ha inspirado en Une semaine de bonté, una serie de dibujos potentísima creada por Marx Ernst, artista fundamental del movimiento dadá y del surrealismo. En cualquier caso, ambas obras forman un díptico que explora la relación compleja y ambivalente entre una víctima y su verdugo, un tema de rabiosa actualidad”. Se trata de una coproducción entre el coliseo belga y la Ópera de Stuttgart, teatro en el que también se representarán varias funciones de este díptico durante la primavera, siempre con la artista madrileña como protagonista.

Más información

Ángeles Blancas

Ángeles Blancas continúa abriendo caminos. Son muy pocas las sopranos latinas que se atreven con el repertorio centroeuropeo o con papeles veristas de alto riesgo, como Minnie, de la pucciniana La fanciulla del West, ópera que este mes debuta en el Palacio Bellas Artes de México. “Me interesan sobre todo las heroínas que tienen algo que decir”, afirma la cantante, “personajes con personalidad y que representan un buen canal para la expresividad”. De ahí su interés por Wagner, Janácek, Rhim o Richard Strauss, sin olvidar a otros autores que le apasionan, como Verdi, Puccini o Mozart.

Sus particulares características vocales y su vocación dramática la ha llevado a interesarse por papeles de gran complejidad musical y psicológica como Lady Macbeth (Macbeth, Verdi), Elisabetta de Valois (Don Carlo, Verdi), Emilia Marty (Vec Makropulos, Janácek), Kostelnicka (Jenufa, Janácek), Salome (Salome, Richard Strauss) o Katia (Katia Kabanová, Janácek). Después de inaugurar la temporada 2017/18 interpretando a Minnie de La fanciulla del West (Puccini) en el Palacio de Bellas Artes de México, entre sus próximos compromisos destacan Das Gehege, de Wolfgang Rihm para soprano, mimo y orquesta– y el papel de la Madre de Il Prigioniero de Dallapiccola en La Monnaie (Bruselas) y en la Ópera Stuttgart. Antes, en octubre, inaugurará la temporada de la Orquesta Sinfónica de Extremadura con los Vier letzte Lieder de Richard Strauss bajo la dirección del titular del conjunto extremeño, Álvaro Albiach, y ofrecerá un recital con obras de Verdi y Wagner para los Amigos de la Ópera de A Coruña, cuya programación 2017 está dedicada a la me-moria de la madre de la cantante, la también soprano Ángeles Gulín, en el 15º aniversario de su fallecimiento.

Caballé

El 9 de diciembre el Teatro Real brindó un merecido homenaje a una de las más grandes intérpretes de la lírica internacional, Montserrat Caballé. A sus 81 años, La Caballé hizo gala, una vez más, de su extraordinario sentido del humor. A pesar de sus dificultades para caminar, subió al escenario tras el recital para agradecer a la Orquesta, al público y a Joan Mataboch, este sentido homenaje.

Durante el recital se intercalaron vídeos de sus mejores actuaciones en el Real con arias del que ha sido su repertorio operístico y con felicitaciones en diferido de Plácido Domingo, Josep Carreras y Renne Fleming.

Todo empezó con una interpretación, un tanto fría, de “Piangete voi… Al dolce guidami”, de Anna Bolena de Donizetti, a cargo de Mariella Devia. Una auténtica dama sobre el escenario que demostró que el paso del tiempo no le ha quitado ni ápice de técnica vocal, y que conserva sus impecables y emocionados legatos. Todo ello en su segunda y última aria de “Il pirata”, de Bellini.

Jessica Nuccio sustituyó a última hora a la anunciada María Agresta. La Nuccio empezó con “Sempre libea” de La traviata de Verdi, con una voz desagradable y gritona que no mejoró en el “Addio del passato”. Parecía una alumna de canto examinándose, para suspender.

Irina Churilova, tiene una voz poderosa e intensa y a sus buenas interpretaciones de “Pace, pace, mio Dio” de Verdi y un “Un bel di vedremo”, de Madama Butterfly, de Puccini, solo le faltaron más delicadeza y refinamiento canoro.

Montserrat Martí no podía faltar a este homenaje a su madre con dos arias, “Depuis le jour” de Louise, de Charpentier y “O mio babbino caro”, Gianni Schicchi, de Puccini.

Ángeles Blancas interpretó “Ah, Du wolltest minch nicht…” el aria final de Salomé, de Richard Strauss, y lo hizo con una sensualidad y una capacidad dramática impresionante. Pide a gritos una visita más contundente a Madrid.

Ann Petersen nos regaló un “Mild und leise wie er lächelt”, de Tristan un Isolde de Wagner. Le pesaba la voz en algunos momentos pero sus agudos son brillantes.

Montserrat Caballé nos citó para un próximo recital, en fecha no muy lejana, cuando se recupere de sus dificultades para caminar. La esperamos.

http://youtu.be/uL5pQr9zbQI

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