¡Viva la Mamma!, de Donizetti, en el Teatro Real

¡Viva la Mamma!, de Donizetti, en el Teatro Real

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Le convenienze ed inconvenienze teatrali
¡Viva la Mamma!
Gaetano Donizetti (1797-1848)
Dramma giocoso en dos actos
Teatro Real, Madrid 5 junio de 2021
Libreto de Domenico Gilardoni, basado en las obras Le convenienze teatrali
(1794) y Le inconvenienze teatrali (1800) de Antonio Simeone Sografi
Coro y Orquesta titulares del Teatro Real
D. musical: Evelino Pidò
D. escena: Laurent Pelly
Figurinista: Jean-Jacques Delmotte
Escenógrafa: Chantal Thomas
Iluminador: Joël Adam
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Sabina Puértolas, Gabriel Bermúdez, Luis Cansino, Francesca Sassu,
Alejandro del Cerro, Carol García, Enric Martínez-Castignani, Piotr Micinski,
Luis López NavarroLa ópera es una expresión artística muy amplia. El Arte total, del que hablaba Wagner. Y detrás de las historias propias que nos cuenta una ópera, existen otras que se van tejiendo entre quienes participan en ellas. Hasta tal punto esas otras historias fueron importantes, que llegaron a ser un género dentro del panorama compositivo operístico hacia la segunda mitad del siglo XVIII, en pleno clasicismo.El gran animador de este nuevo género fue Benedetto Marcello. Relacionado con la ópera a través de sus múltiples facetas como compositor, escritor y empresario, en 1720 publica una especie de panfleto satírico titulado “Il teatro alla moda”, que rápidamente generó un movimiento de críticos adeptos a su causa y que no dejaba títere con cabeza, ya fueran compositores, cantantes, empresarios o simples tramoyistas. Marcello pensaba que la ópera clásica había sucumbido a los caprichos de las divas y la superficialidad de las escenografías.

El “Il teatro alla moda” en realidad tenía mucho que ver con la forma de hacer teatro de la época con gran éxito entre el público. En aquel momento todavía se desarrollaba una especie de espectáculo operístico fuertemente jerarquizado, donde los cantantes tenían el mando. Las partituras estaban al servicio de los intérpretes, llegando incluso a escribirse las obras sobre la marcha en función de los gustos o caprichos del cantante de turno.

Se escribieron entonces un buen número de obras sobre el tema, pero con el transcurrir del tiempo se invirtieron los papeles y fueron los directores y empresarios los que pasaron a tomar el mando. A partir de ese momento dejaron de tener sentido estas obras y fueron quedando en el olvido.

Una de estas obras es ¡Viva la Mamma!, cuyo verdadero título es Le convenienze ed inconvenienze teatrali. Era un título demasiado largo que fue sustituido por ¡Viva la Mamma! cuando regresó a los escenarios. Fue una de las últimas composiciones de este género y es la primera vez que Donizetti escribe el libreto de una de sus obras. Una divertida sátira que habla de los enredos y rivalidades que se producen durante el montaje y representación de una ópera.

Estas obras tan populares tenían también una gran flexibilidad para introducir cambios. Donizetti compuso una primera versión que constaba de un solo acto y, como si fuese una zarzuela, tenía partes habladas que estaban escritas en dialecto napolitano.

Cuatro años después se estrena en Milán y el compositor le añade un segundo acto, eliminando el napolitano de la partitura para que pudiera llegar a todo el público.

Laurent Pelly es el director de escena de esta nueva producción del Teatro Real, en coproducción con la Opéra National de Lyon y el Grand Théâtre de Ginebra. La escenografía, utilizando la idea del olvido de este tipo de obras, presenta un viejo teatro que es utilizado como parking. Sobre el escenario, van desfilando los personajes que rivalizan por el papel protagonista o por cantar las mejores arias, siendo las víctimas de estas guerras internas, empresarios, compositores y libretistas.

Pelly ha recurrido al teatro dentro del teatro y ha creado unos personajes, más bien pertenecientes al pasado, que son divertidos a la vez que producen una cierta melancolía. Personajes que, como escribieron sus autores y describía bien Benedetto Marcello, exageran sus defectos para causar mayor hilaridad. Personajes para los que se necesitan cantantes que tengan un nivel interpretativo muy importante, a parte de las exigencias vocales, que no son pocas en esta partitura.

Este segundo reparto ha estado encabezado por la soprano Sabina Puértolas y su Daria, la prima donna. Un caramelo que Puértolas borda gracias a su sofisticación sobre el escenario y una muy buena ejecución de la cabaletta del primer acto, llena de dificultad por sus exigentes agilidades.

Procolo es el marido de Daria, interpretado por Gabriel Bermúdez. Un marido tóxico que pretende ser otra prima donna como su esposa. Bermúdez logra una gran interpretación, divertida y con un buen nivel vocal.

El tenor Alejandro del Cerro interpretó a Guglielmo, el primo tenore, que bordó el personaje estirado y con acento alemán. Tuvo algunos momentos muy inspirados, como en su aria del segundo acto.

Sin duda el triunfador de la noche fue Luis Cansino y su rol de Mamma Agata. Un travestido a la inversa, pues hasta entonces solo las mujeres se vestían de hombre. Cansino se mete en este rol del que se puede decir que es un especialista. Recreó brillantemente a la retorcida mamma de la seconda donna con la pretensión de ser ella misma la diva. Cambiaba su registro de baritonal a falsetone con toda naturalidad en esas notas no escritas y con las que jugó con maestría.

Luigia, la seconda dona, hija de Mamma Agata, corrió a cargo de la italiana Francesca Sassu. Interpretó muy bien el carácter apocado y tímido de comprimaria y dejó muestras de la calidad de su instrumento, estando a un muy buen nivel.

El resto del reparto tuvo una participación a la altura de los protagonistas. El director de escena Luis López Navarro, el empresario Piort Micindki, el poeta Enric Martínez-Catignani y el divertido Pipeto de Carol García.

Evelino Pidó conoce bien este repertorio y se nota que tiene oficio y experiencia. Resolvió muy bien el equilibrio entre foso y escenario en una obra tan chispeante.

La representación termina con un grupo de trabajadores que entran en escena con sus máquinas destructoras, lo que supone un auténtico alegato en defensa de la cultura en un año tan complicado como este. Pero también queda demostrada la fortaleza de quienes, en las peores circunstancias, la han defendido.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real