Tosca brilla en el Teatro Real como final de temporada

Tosca brilla en el Teatro Real como final de temporada
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Tosca brilla en el Teatro Real
Tosca
Giacomo Puccini (1858-1924)
Melodramma en tres actos
Libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la obra La Tosca de Victorien Sardou
8 de julio de 2021 Teatro Real de Madrid
D. musical: Nicola Luisotti
D. escena: Paco Azorín
Figurinista: Isidre Prunés
Vestuario de Floria Tosca: Ulíses Mérida
Iluminador: Pedro Yagüe
Vídeo: Alessandro Arcangeli
Coreógrafo: Carlos Martos de la Veja
D. coro: Andrés Máspero
D. coro Pequeños Cantores: Ana González
Reparto: María Agresta, Michael Fabiano, Gevorg Hakobyam, Gerardo Bullón, Valeriano Lanchas, Mikeldi atxalandabaso, David Lagares e Inés Ballesteros
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real y Pequeños Cantores de la JORCAMAbril de 1889, Puccini acaba de tener un sonoro fracaso en La Scala con el estreno de Edgar. Al cabo de unas semanas escribe a su editor Giulio Ricordi, para pedirle que solicite a Victorien Sardou una autorización para poder adaptar su obra La Tosca (1887).La obra de Sardou había recorrido los principales teatros europeos con gran éxito de público, teniendo a Sarah Bernhadt como protagonista. Puccini, que había asistido a una representación, quedó prendado por la fuerza escénica del personaje y de la manera teatral de mezclar la pasión amorosa con la pasión de los poderes políticos y eclesiásticos. Encarga entonces a sus dos libretistas, que acababan de tener un enorme éxito con la Bohéme, que inicien los trabajos de un nuevo libreto que será la envidia, entre otros, del propio Verdi.Tosca se convirtió en un claro ejemplo de verismo. No sin antes ser convenientemente dulcificada para agradar a los paladares más exquisitos, que no dudaban en criticar un libreto y unos personajes no muy refinados. La Tosca de Puccini resultó más sofisticada y femenina que la de Sardou.Pero los cambios no solo se centraron en los personajes. La música de Puccini marcó una gran diferencia y ruptura con los convencionalismos operísticos que se remontaban al barroco. La fluidez de la trama favorecía el conjunto y las, hasta ese momento, todopoderosas arias, quedaban disueltas y entrelazadas dentro de la globalidad de la obra. En Tosca las arias se reducen a tres, eso si, de enorme personalidad y belleza. “Recondita armonia”, que Cavaradossi interpreta en el primer acto, “Vissi d’arte”, aria emblemática de Floria Tosca y “E lucevan le stelle”, también interpretada por Cavaradossi justo antes de morir.El éxito de Tosca, como representante del verismo, está en su capacidad de crear clímax con una insoportable tensión dramática. Otra característica de Tosca es la utilización de los leivmotivs, que sin la sofisticación de los wagnerianos, eran muy efectivos dramáticamente y muy del gusto italiano. El más importante y constante a lo largo de la obra es el que representa al malvado Scarpia, jefe de la policía política y cuyo leivmotiv es una verdadera metáfora musical del terror político de la dictadura que en esos momentos dominaba Roma, como se demuestra en una de las frases que le dirige Tosca después de asesinarle, “E avanti a lui tremava tutta Roma!”.La producción de Tosca que presenta ahora el Teatro Real, es una coproducción del Gran Teatre del Liceu de Barcelona y el Teatro de la Maestranza de Sevilla. La dirección escénica ha estado a cargo de Paco Azorín. Se nota que viene del mundo del teatro. Realiza tres escenas distintas con un único escenario, aprovechando la movilidad y recursos que ofrece el Real y que no tienen otros, como quedó demostrado en el tercer acto, haciendo desaparecer y aparecer simultáneamente dos escenarios de manera espectacular.Azorín se toma demasiadas licencias durante la obra. Aparecen frases proyectadas en escena que nada tienen que ver conel libreto y que repiten como un cansino mantra la palabra revolución, esas a las que algunos han llegado tarde. Tampoco tiene que ver ni se encuentra mcho sentido a una mujer desnuda que aparece en los momentos clave, restando protagonismo a las escenas y personajes y que, según Azorín, es la Libertad guiando al pueblo, de Delacroix. Imaginación no le falta.En conjunto la escenografía tiene elementos interesantes, como los ojos, a modo de gran hermano, que vigilan a Tosca. O la impresionante escena del Te Deum y, sobre todo, la buena disposición de los cantantes sobre el escenario.La dirección musical de Nicola Luisotti favorece enormemente este tipo de obras. Su manera de dirigir, llena de energía y musicalidad, acentuó la espectacularidad de las escenas más brillantes. Creó tensión dramática y permitió momentos de respiro e intimidad de manera acertada. Supo obtener de la orquesta el carácter italiano que respira la obra.Los repartos en esta ocasión son espectaculares. Tres son las Toscas, Anna Netrebko, que estará solo en las funciones del 21 y 24, Sondra Radvanovky, de voz homogénea y sonora cuya capacidad de dramatización hace que este personaje le encaje a la perfección y María Agresta, nuestra protagonista de hoy. Posee también una notable capacidad dramática. Su Tosca es más sutil y sentimental, también en lo vocal. Es un rol el de Tosca que tiene sus dificultades y Agresta las resolvió mejor en el segundo y tercer acto que en el primero. Pero también tuvo momentos de lucimiento, su “Vissì d’arte” estuvo lleno de emotividad. Toda una hazaña teniendo en cuenta que tuvo que interpretarlo tumbada en el suelo.Para el papel de Mario Cavaradossi tenemos cuatro tenores. Joseph Calleja, de hermoso y cálido timbre, Yusif Eyvazov, que casualmente actúa los mismos días que su esposa, Anna Netrebko, el mediático Jonas Kaufmann, solo dos funciones también, y Michael Fabiano, que se mostró más bien estático en escena y falto de naturalidad. Menos mal que estuvo más inspirado en lo vocal. Aceptable su “Recondita armonia”, y bastante bien en “E lucevan le stelle”, apianando con gusto. Fue el más aplaudido de la noche.Al Scarpia de Gevorg Hakobyan le faltó presencia escénica y, en algunos momentos, también vocal. Empezó bien, pero fue perdiendo maldad a medida que se acercaba el momento de su muerte. Tiene unos buenos y baritonales graves, pero a su Scarpia le faltaron quilates. No ayuda en estos casos tener en los otros repartos a Carlos Álvarez, que ha construido un magnífico Scarpia o a Luca Salsi, que acompaña al matrimonio Netrebko.El resto de comprimarios tuvieron una buena actuación. Muy bien Gerardo Bullón en su rol de Cesare Angelotti. Valeriano Lanchas interpretó a un resuelto y desenfadado sacristán. Mikeldi Atxalandabaso, como Spoletta, cumplió con su profesionalidad habitual, al iguañ que David Lagares, con su Sciarrone y la hermosa voz del pastorcillo de Inés Ballesteros.Magnífico el Coro Intermezzo, Titular del Teatro Real, que continúa dando una lección de profesionalidad y esfuerzo enfrentándose y venciendo a los elementos y a las mascarillas. Bien también el Coro de Pequeños Cantores de la JORCAM, bajo la dirección de Ana González.Con Tosca termina la temporada lírica del Teatro Real, una temporada que puede catalogarse de histórica. Donde la calidad artística, que la ha tenido, puede quedar en un segundo plano ante una decisión difícil y extraordinariamente valiente que tomó el Teatro hace ahora un año, permanecer abierto y con su programación, a pesar de la situación pandémica mundial demostrando, que no solo era posible, sino necesario, levantar el telón.Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real
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